28 de febrero de 2016

Teso la Mora y Coreses

Hoy el plan era ir evitar ir hacia el sur porque la previsión era de viento del norte, así que evitando el sur (no el viento, que pareció ir virando durante todo el recorrido con nosotros) iniciamos nuestra ruta por el carril bici y siguiendo hacia Molacillos por el camino habitual.

Tras atravesar esta localidad tomamos un camino con una ligera pendiente. Al llegar a una bifurcación tuvimos que elegir entre ir hacia Gallegos o hacia Benegiles. Tras someterlo a votación, sin pactos ni nada, ganó la opción Benegiles, así que continuamos hacia ese pueblo. Lo atravesamos, cruzamos la carretera de Villalpando e iniciamos una ligera ascensión para girar poco después a la izquierda y tras unos cientos de metros a la derecha, donde se inicia un largo ascenso hacia una meseta desde la que se pueden contemplar muy buenas vistas de toda la zona.

Continuamos por esa meseta hasta llegar a las antiguas cisternas romanas (Teso de La Mora), tras almorzar junto a ellas y disfrutar de las vistas de tan estratégico emplazamiento, iniciamos el divertido descenso que termina desembocando en la carretera de Villalpando. La cruzamos y regresamos a Molacillos, esta vez por carretera. Al llegar, para alargar algo más la ruta, tomamos el camino de Coreses.

Tras llegar a esta localidad giramos a la derecha para recorrer el pueblo y salir de él por el camino habitual que se sigue para dirigirse a Zamora. Al llegar cogimos de nuevo el carril bici hasta llegar al lugar habitual de avituallamiento post-ruta.

Por el camino de Molacillos, aún cerca de Zamora.
La sombra del biker es alargada.
Por la meseta que conduce al Teso La Mora.
Bikers junto a las cisternas romanas.

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21 de febrero de 2016

El Pozo de los Humos

Desde hace un par de años teníamos ganas de hacer esta ruta, así que después de las lluvias de las últimas semanas y viendo que la previsión indicaba para hoy un día soleado, nos pareció que podría ser el día ideal para llevarla a cabo.

Para ello nos desplazamos hasta la localidad salmantina de Aldeadávila de la Ribera, donde iniciamos la ruta. Y desde allí no se puede empezar mejor porque poco después de abandonar el pueblo comenzamos a contemplar unas vistas impresionantes de Los Arribes (Las Arribes, como dicen por allí) mientras descendíamos y descendíamos por buenos caminos. En un momento dado hicimos un bucle para llegar hasta el Picón de Mariota desde donde se contempla el Duero encajonado entre muros de piedra.

Desde allí comenzamos a descender metros y metros hasta llegar casi al embarcadero donde se coge el Barco de los Arribes, allí cogimos una pista asfaltada con una pendiente que asustaba. Y no era para menos porque nos costó muchísimo ascenderla. Al llegar arriba retomamos el camino con continuas subidas y bajadas entre cientos de olivos y algunos almendros hasta que nos desviamos a la izquierda para seguir descendiendo y de nuevo a la izquierda poco después para continuar bajando hacia el Pozo de los Humos. Cuando llegamos a él no pudimos más que sorprendernos por la cantidad de agua que traía, por su grandeza y por su gran belleza.

Tras las fotos de rigor y comer un poco nos enfrentamos a la dura tarea de subir todo lo descendido. Los primeros metros con la bici en la mano porque no se podía de otro modo, pero enseguida montamos y lo intentamos. Plato pequeño y piñón grande era el único desarrollo posible y aún así costaba subir. Hubo quien tuvo que poner pie a tierra en algún momento pero también quien lo subió todo. Tras cruzar la valla que impide el paso a vehículos ya la pendiente se suaviza un poco, pero seguimos ascendiendo hasta casi Masueco.

En Masueco tomamos un camino que sale al terminar el pueblo a la izquierda y el paisaje cambia por completo. Los olivos y almendros son ahora robles, el camino estrecho y delimitado por paredes de piedra de pequeñas fincas y, además lleno de barro, charcos y piedras que rompían nuestro ritmo. Siguiéndolo llegamos a Corporario y a Aldeadávila donde casi agradecimos que la hora no nos permitiera seguir la ruta prevista, que nos tendría que haber llevado al Mirador del Fraile. Eso sí, fuimos hasta él en coche tras tomar las consabidas cañas que nos ayudaron a recuperar.

"Las Arribes" desde cerca de Aldeadávila.
Cultivos en terrazas propios de la zona.
Fragmento de El Pozo de los Humos.
Camino embarrado entre Masueco y Aldeadávila.
Presa de Aldeadávila desde el Mirador del Fraile.


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