21 de octubre de 2018

Nuestra particular marcha "Mucho x Vivir"

Hoy se celebraba la X marcha "Mucho x Vivir" que organiza la Asociación Española Contra el Cáncer. Aunque hay la posibilidad de hacerla en bici, algunos de nosotros optamos por contribuir a tan buena causa, pero hacer nuestra ruta dominical, eso sí, con la camiseta de la marcha.


Salimos de la Ciudad Deportiva seis bíkers con dirección Villaralbo, así que cruzamos el Puente de Cardenal Cisneros, bajamos las escaleras y continuamos por el llamado Camino Viejo de Villaralbo. Tras llegar a esta localidad el siguiente objetivo era Moraleja del Vino, pero como la intención era tratar de hacer la ruta por nuevos caminos, no seguimos el itinerario habitual, sino que cruzamos el pueblo por distintas calles.

Tras salir de él proseguimos por distintos caminos haciendo varios zig-zags para terminar a los pies de la cuesta que lleva al cementerio. Tras subirla giramos a la izquierda para ir hacia Bamba, pero eso sí, por diferentes caminos que otras veces, así que al llegar a la carretera que une Moraleja y Madridanos continuamos por ella un pequeño trecho para después girar a la derecha y coger un camino que terminaría por llevarnos hasta la Plaza Mayor del pueblo, eso sí, tras zafarnos de unos perros que "querían acompañarnos".



En la Plaza giramos a la derecha y rodamos por la carretera hasta cruzar la de Sanzoles. Seguimos en la misma dirección que llevábamos, al principio por lo que fue en tiempos una carretera asfaltada a Gema, pero cuando esta gira a la izquierda nosotros continuamos recto.




Poco antes de llegar a Gema cambiamos de dirección, giramos a la derecha, y continuamos rodando en paralelo a la carretera hasta Casaseca de las Chanas.


Tras dar una vuelta por el pueblo, cruzamos la carretera y proseguimos por buenos caminos  hacia Cazurra. Desde esta localidad, siguiendo la filosofía de la ruta, fuimos hasta cerca de Peleas pero por caminos inéditos para nosotros, con algunos toboganes, por cierto.



Terminamos saliendo a la carretera, muy cerca de la rotonda de la Autovía. Pasamos por debajo de esta y cogimos un camino a la derecha, una cuesta tendida pero larga. Al terminar esta hicimos una pequeña parada para tomar algunas energías. Enseguida volvimos a las bicis e iniciamos una larga bajada que nos dejó muy cerca de El Perdigón.


No llegamos a entrar al pueblo, sino que antes giramos a la izquierda para rodar hacia San Marcial, pero antes de llegar a este cambiamos varias veces de dirección y tuvimos que ascender otra subida tendida y larga. Tras la consiguiente bajada, con bastante arena de arrastre de las lluvias, por cierto, llegamos a las inmediaciones de San Marcial.



Continuamos pedaleando y poco después terminamos saliendo frente al bar que hay en la carretera. Proseguimos por esta hasta sobrepasar ampliamente el pueblo y volvimos hacia la derecha para enfrentarnos a la penúltima subida, tras la cual, y después de la consiguiente bajada, llegamos a los pies de El Perdigón.


Lo bordeamos por nuestra izquierda para continuar dirección Entrala. Tras rodar por un camino que casi discurre paralelo a la carretera que une esta localidad con El Perdigón,  realizamos un breve paso por ella, para abandonarla enseguida y girar hacia la izquierda y terminar uniéndonos al GR-14.

Desde allí continuamos por él hasta el mismo Zamora, ya con la vista puesta en "Los Pelambres", adonde estábamos deseando llegar para descansar y tomar algo que permitiera recuperar hidratación a nuestros cuerpos, es decir, una caña...


Y tras la caña, cada oveja a su redil.

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Relive 'Morning Oct 21st'

17 de octubre de 2018

En busca del Ribero Pintado

La mañana de nuestro tercer día en la Montaña Palentina amaneció, tal y como habían vaticinado las previsiones meteorológicas, lloviendo. Eso chafó nuestro plan inicial, que era realizar la ruta de la Tejada de Tosande. Así que buscamos alternativas y decidimos caminar hasta el Ribero Pintado. Un paraje al que se podía llegar caminando desde nuestro hotel que, además, no estaba muy lejos para poder volver si el tiempo se ponía peor. Nos habían dicho que lo bonito era verlo cuando la luz del sol daba sobre él, pero ese día no iba a ser el caso...

Salimos del hotel bajo una ligera llovizna e hicimos casi el primer kilómetro exactamente como el día anterior. La diferencia estuvo en que aquel día, al llegar al aparcamiento, teníamos que seguir recto, y en esta ocasión al llegar al aparcamiento había que girar a la izquierda y coger una carretera asfaltada ascendente.



Aunque varios habíamos escuchado las indicaciones que nos habían dado, no todos estábamos seguros de que aquella fuera la senda correcta. 



La carretera que estábamos pisando ascendía y ascendía y no veíamos ningún camino que partiera de ella, así que seguíamos caminando, pero con poca fe. Menos mal que hubo quien insistió en seguir por allí porque estaba seguro de que íbamos bien.

Al llegar a una puerta de la mina, seguimos por el  camino que va bordeando esta.


Seguíamos avanzando y la media hora que se suponía que duraba la ida se había convertido ya en casi una hora. 



Finalmente llegamos a un pequeño arroyuelo y todos estuvimos de acuerdo en que era el momento de darse la vuelta por no encontrar el Ribero Pintado o porque no era el camino correcto. Menos mal que se adelantó alguien y poco tiempo después escuchamos sus voces diciendo que fuéramos para allí, que lo tenía en frente. ¡Estábamos a menos de cien metros y casi nos lo perdemos!


Esta espectacular formación geológica está situada en una ladera y a sus pies está el arroyo Lombatero. Lo que podemos ver son es una estratificación de sinclinales y anticlinales, con el aspecto de un mosaico de innumerables materiales, colores y texturas. Precioso, desde luego, y eso que la luz no acompañaba...



No nos demoramos mucho allí y pronto iniciamos el regreso. Cabía la posibilidad de hacer un recorrido alternativo a la vuelta, pero como amenazaba la lluvía volvimos por el mismo camino de la ida.



Y la amenaza se tornó en hecho y enseguida empezó a llover. Y lo que es peor, siguió lloviendo todo el camino y con cierta fuerza. Así que apretamos la marcha y en poco más de 35 minutos estábamos de nuevo en el hotel, eso sí, bastante mojados. Pero mereció la pena, desde luego.

16 de octubre de 2018

Senda de La Cueva del Cobre (Montaña Palentina)

Esta ruta de senderismo la iniciamos en Santa María de Redondo, atravesamos el pueblo, salimos de él y llegamos a un aparcamiento (se puede dejar el coche en él y se evitan hacer los 900 metros que lo separan de la localidad).
Dejamos a nuestra izquierda la escombrera de la mina de carbón y seguimos hacia adelante. Los primeros tres kilómetros aproximadamente se realizan por un camino ancho, con robles y el río Pisuerga a nuestra derecha y ascensos y descensos suaves.



Tras cruzar un puentecillo de madera comienza un ascenso que durará ya hasta la misma Cueva. Al principio con un porcentaje de inclinación alto. 


Antes de terminar esta parte más dura entramos en los tramos más bonitos ya que nos sumergimos en un robledal bastante cerrado.


En un punto el camino se bifurca. Nosotros seguimos las indicaciones y estas marcaban hacia la derecha. Más adelante comenzamos a ver, aparte de robles, castaños, algunos muy veteranos, y también acebos de variados tamaños. Incluso hay una zona en la que encontramos un verdadero acebal.


Continuamos con el ascenso y ya las piernas empezaban a acusar la subida cuando llegamos a un claro del bosque, donde indica La cueva a 100 metros. 


La sensación que todos tuvimos fue de ser unos 300, o al menos se nos hicieron como tales. Poco antes de llegar a La cueva pudimos contemplarla.


Trepamos hacia el interior y dentro nos encontramos con el riachuelo en el lado izquierdo y una gran nave en el centro.


Por el lado izquierdo (según se entra) va corriendo el pequeño arroyuelo que no es otro que el Pisuerga. Hemos leído que, en realidad, nace como dos kilómetros más arriba, pero poco después de su nacimiento se sumerge y vuelve a emerger en este punto.


Tras hacernos una foto de grupo en el interior de la cueva, iniciamos la vuelta. Como ya teníamos hambre el objetivo era buscar un lugar donde comer.


La explanada donde comienza el camino de vuelta nos pareció un buen lugar, así que allí nos sentamos, sacamos nuestros bocatas y nos los terminamos en un santiamén.


Sin reposo, por si acaso nos acostumbrábamos, comenzamos a descender hacia Santa María. Al principio volvimos a atravesar bosque, fundamentalmente de robles.


Pero poco más tarde comenzamos a caminar por una ladera. Como el camino obligaba a ir de uno en uno, la fila que formábamos parecía la de una excursión.


Poco más adelante llegamos a una planicie desde había unas vistas realmente bonitas.


Tras una breve parada, continuamos la ruta.


Poco más adelante volvimos a sumergirnos en un robledal, y de nuevo volvimos a encontrar robles muy, pero que muy antiguos, algunos de ellos con un tronco de un gran diámetro, otros huecos, otros retorcidos, otros con brazos y dedos...


Continuamos descendiendo y llegamos al lugar donde por la mañana habíamos abandonado el camino para girar a la izquierda, es decir, en la bifurcación. Desde allí ya poco quedaba para el final, pero se nos hizo largo porque tanto descenso no es cómodo.



El último tramo lo hicimos bastante deprisa y en varios grupos. Fuimos llegando al aparcamiento donde esperamos para reagruparnos. Unos cientos de metros antes nos encontramos a esta vaca posando para nosotros.


Como quien más y quien menos estaba cansado y deseando reposar, los que llegaron los primeros aprovecharon para descansar y comer o beber algo.




Cuando ya estuvimos todos, "levantamos el campamento" y tomamos el rumbo hacia nuestro hotel.

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Relive 'Afternoon Oct 12th'

Pedaleando por el Románico del Norte de Palencia

Desde la misma noche en la que vimos a Calleja en "Volando voy" hacer esta ruta, estábamos deseando hacerla. Incluso hicimos una intentona en la primavera pasada pero la tuvimos que anular porque días antes cayó una gran nevada en la zona.

Como estábamos alojados en Santa María de Redondo nos desplazamos con tres coches hasta Salinas de Pisuerga, la localidad incluida en la ruta más cercana a Cervera de Pisuerga, para iniciar allí este periplo por el Románico Palentino (la ruta original comienza y termina en Aguilar de Campoo).


La primera iglesia que vimos, obviamente, fue la de San Pelayo, en el propio Salinas, aunque hay que aclarar que no es románica.


Tras hacernos la foto cruzamos el cercano puente sobre el Pisuerga y giramos a la derecha para situarnos junto al río, siguiendo por la ribera de este hasta Barcenilla de Pisuerga.



Aquí deberíamos haber parado también en su iglesia, que tampoco es románica, pero nos despistamos, y no la vimos.

Saliendo de esta localidad el camino iba entre campos cultivados. Precisamente cruzando una de estas tierras vimos un buen ejemplar de ciervo que terminó escalando por una ladera hasta que lo perdimos de vista.


Poco después comenzamos a atravesar un bonito bosque de robles. Al terminar este entramos en la siguiente localidad, Barrio de Santa María. Allí enseguida encontramos la Iglesia de Nª Sª de la Asunción. Esta en origen si fue románica, aunque tras varias reformas poco queda de este estilo en ella.



Continuamos avanzando y nos dirigimos a la cercana ermita de Santa Eulalia, que está también en el término de Barrio de Santa María. Ascendimos hasta la puerta y, tras bajarnos de las bicis comprobamos por qué se la considera uno de los ejemplos más puros del románico norte. Eso sí, cometimos la torpeza de no entrar, por no darnos cuenta de que tenía frescos originales en el ábside.




Volvimos por carretera de nuevo al centro de la localidad y continuamos el track. Allí comenzó una subida que se prolongó durante más de 3 km. y que cada uno de los seis fue subiendo a su ritmo.



Tras reagruparnos al llegar arriba continuamos rodando. Desde el camino, como estábamos a bastante altitud, pudimos contemplar la práctica totalidad del embalse de Aguilar. Como el perfil se tornó descendente rodamos a buen ritmo y no tardamos mucho llegar a la ermita de Santa Cecilia, en Vallespinoso de Aguilar.


Pudimos ver una bonita vista de ella desde el camino, según descendíamos hacia ella  pero, sin duda, hay que verla de cerca para valorarla en su justa medida porque también es preciosa.




En Vallespinoso comimos algo y continuamos hacia Aguilar. En este tramo nos encontramos descensos y ascensos continuos. Algunos tramos del camino parecían ser de reciente creación y estaban abiertos con maquinaria pesada en un bosque de robles.


Una vez terminado el bosque realizamos varios ascensos y descensos de nuevo entre campos de cultivo. Tras culminar el más largo cruzamos una carretera principal y continuamos por otra carretera que, tras un serpenteante descenso, nos llevó hasta la presa del embalse de Aguilar.


Nada más cruzarla giramos a la derecha para descender por un camino que nos llevó hasta otra carretera asfaltada con un carril bici por el que rodamos hasta casi la entrada de Aguilar. Nos volvimos a desviar a la derecha y continuamos por un camino paralelo al río hasta que lo abandonamos para dirigirnos al Monasterio de Santa María la Real, siguiente parada de esta ruta.

  

Una vez hechas las fotos de rigor rodamos por un bonito paseo hasta el centro de la localidad. Allí, junto al río, hicimos una parada para disfrutar de una caña, del sol, de la buena temperatura y de la compañía de las "Galanas", con las que quedamos allí.



Tras la caña decidimos que el parque de enfrente podía ser un buen lugar para comer, así que nos dirigimos allí para hacernos los bocadillos. La intendencia y la logística trabajaron muy bien y en pocos minutos estábamos disfrutando de buen fiambre, buen pan y buen melón.


En cuanto terminamos, cinco de nosotros volvimos a las bicis y el sexto decidió quedarse porque estaba teniendo problemas. Regresamos por el mismo paseo hasta el Monasterio e iniciamos el ascenso hasta la presa. Lo hicimos por carretera, para que no se nos atragantara la comida.


Al llegar a la presa continuamos bordeando el embalse aunque enseguida empezamos a separarnos de él y a seguir ascendiendo. Pasamos junto a la campa preparada para la Hixpania Hard Enduro que se estaba celebrando en esas fechas allí mismo.


 Continuamos y, tras algunos toboganes, llegamos a nuestra siguiente parada, Corvio, y su iglesia, Santa Juliana. Nos llamó la atención que, en vez de espadaña, tenga un campanario que, además tiene la particularidad de tener la misma anchura que la nave central.



Como en las anteriores, nos hicimos una foto y no nos demoramos. Partimos hacia Matalbaniega, de nuevo tuvimos que rodar ascendiendo más que descendiendo, entre campos y atravesando también un amplio pinar.


Tras recorrer los pocos más de 4 kilómetros que separaban Cervo y Matalbaniega divisamos un costado de la iglesia de San Martín Obispo, adosada en tiempos a un monasterio.


Tiene la particularidad de tener nada menos que setenta y dos canecillos, algunos de ellos muy curiosos.


Tras admirar la iglesia y hacernos la foto, volvimos a sentarnos sobre nuestros sillines para proseguir hacia Villavega de Aguilar.



Alguno aprovechó para iniciar en ese punto una contrarreloj ;)


La distancia a recorrer fue corta y además casi toda descendiendo entre campos de cereales.


Llegamos a Villavega de Aguilar y enseguida encontramos su iglesia, llamada San Juan Bautista. 





Aunque es de finales del siglo XII tiene muchos añadidos. Tras bajarnos y verla con más detalle, volvimos a posar para hacernos la foto. En cuanto se cerró el obturador cogimos nuestras bicis para salir hacia la iglesia de Santa María la Real, de Cillamayor.


Para llegar allí tuvimos que desandar algunos cientos de metros para volver al track. La distancia entre ambas iglesias no era muy grande, pero eso sí, prácticamente fue un ascenso casi en su totalidad, y ya se empezaban a notar en las piernas los kilómetros.


Al llegar a la localidad, descendimos hasta la iglesia. Allí contemplamos su armonía de proporciones y los bonitos canecillos de su abside.


Y como empezó ya a ser tradición, nos hicimos la foto y continuamos. La próxima parada era Matabuena.


Salimos de Cillamayor subiendo la misma cuesta que unos minutos antes habíamos bajado, nos desviamos a la derecha y de nuevo nos enfrentamos a otra subida, esta muy larga, hasta el mismo Matabuena. Además, la iglesia se encuentra al final de una rampa de una inclinación que a esas alturas parecía del cincuenta por ciento.


Después de coger aliento y posar para la foto volvimos a nuestras bicis para ir hacia la penúltima localidad por la que teníamos que pasar, Bustillo de Santullán.
Salimos de Matabuena descendiendo por un camino muy bueno que discurre entre cereales y barbechos. Seguidamente nos encontramos con otro ascenso que nos sirvió para nada porque poco después descendimos de nuevo para volver a subir antes de entrar en Bustillo.


La iglesia, ermita en este caso, llamada de San Bartolomé, para no variar estaba en la parte más alta del pueblo. Llamó nuestra atención el variado color de sus sillares. Tuvo una gran reforma en el siglo XVI que dejó poco a la vista de su románico primitivo.


Como veíamos ya cercano el final en esta nos descuidamos y no hicimos la obligada foto antes de partir hacia la siguiente, y última etapa.

Descendimos hasta llegar a la parte más baja del pueblo, allí giramos a la derecha hasta que nos encontramos con la carretera. Volvimos a la izquierda para seguirla. Tras subir una cuesta comenzamos a bajar hasta que llegamos a la localidad de Villanueva de la Torre. Vimos que la iglesia estaba separada del pueblo en un alto así que, como teníamos ya ganas de terminar, nos conformamos viéndola desde la propia carretera. La verdad es que la estampa que ofrecía desde allí era muy bonita.


Continuamos rodando y, aprovechando que lo hacíamos por asfalto y con perfil ligeramente descendente, el último tramo lo hicimos con rapidez, a pesar del viento que nos daba de cara. Llegamos enseguida a Salinas de Pisuerga, donde paramos a saciar nuestra sed, ya que el impropio calor de octubre y la falta de agua en nuestros bidones, hizo que estuviéramos deseando llegar para poder beber algo.

Cuando terminamos las bebidas nos dirigimos hacia los coches, cargamos las bicis y regresamos a Santa María de Redondo, satisfechos, contentos de haber hecho esta bonita ruta, de paisaje variado, de cierta dureza, y de preciosas iglesias románicas.

Queremos comentar que la reciente señalización que se han instalado hace poco es perfecta. No hay un solo camino donde se dude hacia dónde seguir. Nuestra sincera enhorabuena a la Diputación de Palencia y a sus técnicos por este gran trabajo.


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Relive 'Morning Oct 13th'