31 de mayo de 2020

Huyendo de la lluvia... terminó pillándonos

Dos meses sin salir en bici, casi tres sin poder hacerlo en grupo, y ahora que se puede una cosa y otra amanece un Domingo lloviendo a ratos y con un cielo muy, pero que muy amenazante de lluvia.

Pensábamos hacer una ruta y fuimos improvisando otra para evitar la lluvia, pero al final era inevitable y nos pilló. Aún así logramos hacer casi 40 km y tomar un café juntos justo antes de ir para casa.


Teníamos previsto ir hasta prácticamente el Embalse de Ricobayo, aprovechando un saliente importante que hace el municipio de Zamora hasta esa zona. Nos daríamos la vuelta antes porque no nos daría tiempo a más, pero habríamos hecho al final unos 47 km.

Y con ese planning comenzamos, saliendo de la Ciudad Deportiva a las 7.45 los seis bíkers que acudimos a la cita. Bordeamos el Duero por el carril bici hasta Olivares, desde donde continuamos hasta el Bosque de Valorio. Ascendimos a la parte alta del mismo y continuamos casi en paralelo a la N-122 por una buena pista muy transitada desde que hay restricciones de movilidad.

Frente a nosotros veíamos un gran nubarrón muy oscuro y miráramos donde miráramos veíamos las típicas cortinas de agua descargándose en el algún lugar del horizonte.


Al pasar por encima de la Ronda Norte de Zamora, giramos a la izquierda 180º y seguimos por el camino, si bien poco después nos cambió de dirección para llevarnos hasta otro camino, este ascendente, que va hasta el comienzo de Palomares.


Rodando a muy buen ritmo pese a la ligera subida llegamos al cruce de caminos donde se empieza a descender hacia esa dehesa y paramos a decidir qué hacer, porque en la dirección que íbamos era donde estaba el cielo más amenazante. Es más, no muy lejos se veía que estaba lloviendo y bastante.

Decidimos ir hacia la zona donde parecía que había una posibilidad de librarse de la lluvia, así que giramos 90º y a seguir rodando. Y lo hicimos bien porque se impuso un ritmo elevado que costaba seguir, pero también es verdad que las pistas anchas y de buen firme ayudaban a hacerlo a buen ritmo porque, además, aunque de vez en cuando encontramos alguna subida, en general se imponía el terreno llano.



El tiempo y los kilómetros iban transcurriendo e íbamos librándonos de que alguna nube descargara sobre nosotros. Continuamos rodando sobre buenos caminos y poco antes de llegar a cada nuevo cruce había que pensar hacia dónde ir conjugando no alejarse mucho de la capital, buscar la zona con nubes menos oscuras y, al mismo tiempo, hacer kilómetros que compensaran el madrugón.



Eso sí, mirarámos donde miráramos, ya no nos cabía duda de que terminaríamos mojándonos, pero mientras era y no era iban cayendo kilómetros, que era lo importante, una vez ya rotos nuestros planes iniciales.



Finalmente, cuando estábamos prácticamente en uno de los bordes del municipio de la capital, comenzaron las primeras gotas, mejor dicho, gotones, y ya, viendo el horizonte, comenzamos a plantearnos comenzar a regresar.

Terminamos bordeando el río Valderaduey y rodando por un camino muy poco pisado y que, por lo tanto, tenía mucha vegetación, lo que hizo que nos empapáramos los pies. Aún así pudimos disfrutar de ese trecho que tiene cierto encanto. Terminamos llegando a un pequeño viaducto del Autovía Ruta de la Plata. Pasamos por debajo y ya salimos a un camino de verdad que nos llevó en paralelo a esta unos cientos de metros para girar después 90º y encarar hacia Zamora, pasando antes de llegar por la zona de Las Llamas. Esos, más o menos, 3 km los hicimos en un abrir y cerrar los ojos, es lo que tiene la lluvia, que da cierta fuerza extra en las piernas para llegar cuanto antes. Cruzamos por encima de las vías del AVE y desde la zona de Vistalegre ascendimos  hacia las inmediaciones del Hospital Virgen de la Concha para continuar después por Príncipe de Asturias. Uno de los bíkers se despidió allí y el resto continuamos y, como era pronto, faltaban diez minutos para las 10,00 h. paramos en una terraza a tomar un café. Hasta allí se acercó otro bíker, que estaba rodando a esas horas por las inmediaciones y, por fin, "pudimos comentar la jugada", después de dos meses sin poderlo hacer.

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