9 de julio de 2020

Camino del Norte: de Irún a Gijón

Este año haber podido hacer nuestra gran ruta (Irún-Gijón) ha sido todo un logro porque hasta la misma semana de nuestra salida no supimos a ciencia cierta si la podríamos hacer. Desde el primer momento fueron surgiendo dificultades pero las fuimos solventando sobre la marcha y finalmente hemos podido terminarla. Hemos disfrutado mucho de los paisajes que hemos ido encontrando a nuestro paso, mucho verde y mucho mar. Las etapas han sido largas y la mayoría duras, lo que da más valor a nuestro recorrido.

CAMINO DEL NORTE. Irún - Gijón. 541 km. 8.061 m de ascensión.


Antes de decretarse el estado de alarma ya teníamos nuestros tracks preparados, los hoteles contratados, la furgoneta..., prácticamente todo listo para sólo dejar que pasara el tiempo y comenzar. Pero fue entonces cuando llegó la COVID y puso todo "patas arriba", incluido nuestro viaje. Afortunadamente el Gobierno permitió viajar de unas comunidades a otras el día 21 de junio, así que al día siguiente confirmamos los hoteles o casas rurales que teníamos contratados. Tan sólo tuvimos que cambiar un hotel porque no tenía previsto abrir hasta días después de nuestro paso por su localidad.

Este año el bíker número 10 se ofreció gentilmente a mantenerse a nuestro lado durante la ruta con la furgoneta en la que nos íbamos a desplazar hasta Irún. Pero eso sí, dos bíkers no pudieron hacerla por distintos motivos. Por lo tanto, éramos siete a rodar y ocho a viajar.

El día 26, a las 15.30 h cargamos las bicis, repartidas en la parte de atrás del furgón y en un portabicis. Mientras unos cargaban, otros, y los familiares que habían ido a despedirnos, tomaban un café. Sobre las 16.15 conseguimos salir.


El viaje transcurrió con normalidad y, tras llegar al hotel y acomodarnos, fuimos a cenar a Fuenterrabía. Después de cenar regresamos al hotel, donde descansamos, aunque ya con los nervios propios de los comienzos de algo que se ha esperado con ilusión durante mucho tiempo.

A las 9 quedamos en vernos en el comedor para desayunar. Después de hacerlo preparamos nuestras bicis y comenzamos a rodar, pero sin hacer foto de salida, porque queríamos que esta fuera en el Puente de Santiago de Irún, lugar de comienzo del Camino del Norte. Los 5 km que nos separaban los recorrimos en poco tiempo y, una vez allí, nos tentó el pisar suelo francés, ya que el puente es también la frontera entre ambos países, así que lo cruzamos y nos hicimos una foto junto al cartel de Hendaya que había nada más traspasarlo.


De nuevo en territorio español, nos pusimos junto al cartel que indica el nombre del puente y nos hicimos, ahora sí, la foto de salida de nuestro Camino del Norte.


ETAPA 1. Irún - Guetaria. 69,97 km. 1.250 m de ascensión.

Tras la foto empezamos a rodar por las calles aún de Irún camino de Hondarribia y, aunque ambas localidades se unen, nosotros nos liamos algo con el track, si bien finalmente lo retomamos. Al salir de esta última localidad comenzó el primer plato fuerte del día, una subida de unos 5 km de larga, la mayor parte por carretera, eso sí.


Cada uno la subimos a nuestro ritmo y nos juntamos un poco antes de culminarla en la ermita de Guadalupe, donde paramos para verla y para contemplar las vistas de la zona desde un mirador que hay al otro lado de la capilla.


Después de la parada volvemos sobre las bicis y dejamos la carretera para continuar por una pista ancha que atraviesa un bosque muy frondoso en el que de vez en cuando hay claros desde los que contemplamos bonitos paisajes de las montañas circundantes.


El camino va subiendo y bajando y, después de unos 10 km por él terminamos saliendo a una carretera principal, y de esta nos desviamos enseguida para tomar una estrechita que desciende muy inclinada hacia Pasajes. Tras dejar allí media pastilla de cada freno finalizamos en unas escaleras que desembocan muy cerquita del cogollo de esta bonita localidad.



El pueblo está un poco alborotado porque ha caído alguien al agua desde una ladera y hay varias lanchas, un helicóptero y personal, intentando el rescate. Nosotros nos dirigimos hacia la barca que nos cruzará al otro lado. Tras unos minutos en el muelle llega, subimos nuestras bicis y nosotros y ya no cabe nadie más. Vamos, que toda la barca para nosotros.


Desde ella podemos contemplar una panorámica del pueblo estupenda.


Una vez terminada la travesía continuamos rodando por una avenida de la localidad, que termina uniéndose a otra, ya de San Sebastián, pero realmente no llegamos a saber dónde termina una localidad y dónde comienza la otra.

Ya en San Sebastián avanzamos por una gran avenida y tras girar nos encontramos con la playa Zurriola. El día no puede estar mejor: soleado, sin nubes, sin demasiado calor...


Un poquito más adelante nos salimos del carril bici por el que veníamos rodando y paramos en un mirador. Al otro lado tenemos la playa de la Concha.



Seguimos bordeando el mar y al llegar al Ayuntamiento paramos en una terraza de las muchas que hay detrás de este. Cuando pedimos la cuenta vemos que nos cobran 6 € por caña, y no, no se han confundido.


Una vez repuestos del susto volvemos a las bicis y continuamos junto al mar por el carril bici. Enseguida comenzamos a ascender hacia el Monte Igueldo, primero por asfalto, después por camino. Se van alternando tramos de carretera local con tramos de tierra. Sean de uno u otro firme las vistas que nos ofrecen son preciosas, y más con el sol y la luz con la que nos ha regalado el día.


Además, todo está tan verde que da gusto verlo. Más adelante llegamos a un camino estrecho por el que continuamos.




Poco después nos encontramos con un tramo descendente con mucha piedra que nos obliga a bajarnos de la bici en más de una ocasión. Más adelante nos volvemos a bajar porque hay un árbol caído sobre el camino. Intentamos quitarlo entre casi todos para que no moleste a los que pasen por allí, pero nos resulta imposible. Cuando volvemos a las bicis nos encontramos a uno de los nuestros levantándose, porque iba unos metros más adelante y mientras tratábamos de levantar el árbol pisó una zona de barro y cayó sobre unas zarzas. Nada serio, pero arañazos por brazo y pierna.

Tras este incidente seguimos descendiendo hasta la localidad de Orio. La entrada es una bajada muy bonita, junto a una iglesia muy particular.


Son más de las tres y empezamos a tener hambre así que buscamos una terraza cerca del puerto. En una tenemos sitio, nos sentamos y picamos unas rabas y unas croquetas, las primeras de muchas más que habrían de venir...

Salimos de Orio por carretera y comenzamos una ascensión no muy larga pero algo costosa por la hora y porque es justo tras la parada.  


Durante la ascensión hay quien se ha entretenido indicando a los peregrinos la distancia a la que se puede encontrar agua.


El ascenso culmina en la ermita de San Miguel, a la que no pudimos acceder porque estaba cerrada. 


Allí mismo iniciamos un descenso largo que nos permite obtener unas vistas privilegiadas de las bahías de Zarautz y Guetaria, incluido el famoso "Ratón de Guetaria".


En Zarautz pasamos junto al restaurante del popular Arguiñano y continuamos por el paseo marítimo. Después salimos al asfalto e iniciamos el bonito recorrido que une esta localidad con Guetaria, que va bordeando el mar


Al llegar a este pueblo pesquero abandonamos el track para pasar por el puerto. Tras recorrer este salimos a la carretera que lo une con Zumaia, la N-636. Estamos fuera del track pero creemos que podremos retomarlo más adelante o, al menos, buscar una alternativa.


Abandonamos la carretera ya cerca de Zumaia y comenzamos a ascender por donde nos parece, mirando el GPS, que podemos llegar a la casa rural donde nos alojamos. Tras subir unas cuestas enormes llegamos a una casa que no es la nuestra.


Finalmente no nos queda otra que volver hacia atrás y coger un desvío ya casi en Getaria. Vuelve a tocar ascender, ahora por carretera y entre campos de vides, porque estamos en plena zona productora del famoso vino txakoli.


Con las fuerzas ya al límite conseguimos llegar a nuestra parada, "Agroturismo Agote Aundi". Tomamos algo al llegar y unos se van a la ducha y otros, tres, cogen la furgoneta y se van a dar un baño al mar. Ya todos juntos de nuevo, cenamos pronto en la propia casa y eso nos permite desplazarnos después hasta Zarautz para dar un paseo y tomar un café o una copa, según gustos.

Etapa bonita, con variedad paisajística, destacando el paso por la señorial San Sebastián. Era una etapa corta, de 59 km pero entre la distancia del hotel a la salida y las confusiones, terminamos haciendo 75 km.


ETAPA 2. Getaria - Muxika. 71,81 km. 1.189 m de ascensión.

Después de desayunar y preparar las bicis nos hacemos la foto de salida a las 10,00 h de la mañana. Hoy no hemos tenido la suerte del día anterior y está nublado pero con muy buena temperatura.


La casa se encuentra en el Camino del Norte, así que sólo tenemos que salir al camino que pasa por delante y seguirlo. Enseguida asciende, que no es lo más recomendable nada más empezar, pero es lo que hay...


Pronto cambian las tornas y comenzamos un descenso largo hacia Zumaia. Mientras bajamos tenemos buenas vistas de esta localidad. 


Entramos en el pueblo por una calle principal y después nos desviamos para cruzar un puente muy bonito.


Dejamos atrás las últimas casas ascendiendo unas cuestas muy, muy empinadas, pero eso nos permite evitar unas escaleras que, de otro modo, serían insalvables. Continuamos por carretera local y camino ascendente. Estamos yendo hacia el interior y lo percibimos porque estamos rodeados de montañas.



Se van alternando tramos de asfalto y tierra. Finalmente cruzamos una carretera general y seguimos por otro cuestón.



Más adelante comienza un descenso. Hacia la mitad del mismo el track nos indica un desvío y vemos una señal del Camino, pero hay mucho barro y nos parece ver una alternativa mejor en el GPS. Tal alternativa comprobamos que no es válida, así que volvemos atrás y seguimos el camino embarrado que resulta ser muy bonito, con vegetación muy espesa.



Ese camino nos lleva a la N-634 por la que continuamos, bajo el típico chirimiri, ascendiendo hasta la localidad de Itziar, que dejamos a un lado. Allí mismo se inicia un descenso de unos seis kilómetros. Más o menos sobre la mitad hay un mirador en el que paramos y no podemos por menos que abrir la boca. A la derecha contemplamos unos acantilados enormes y a la izquierda Deba y toda la costa posterior, a  la que ya empieza a dar el sol porque el día se está abriendo.



Retomamos el camino con gusto porque toca seguir descendiendo, hasta Deba, nada menos. Entramos en esta localidad topándonos con este gran mural.


Recorremos su calle principal y para cruzar la ría hay que traspasar un puente provisional construido sobre el antiguo, que está siendo reparado tras su rotura parcial. Toca tirar de bici escaleras arriba o dar un rodeo hasta otro puente más alejado. Todos menos uno escogemos la primera opción.


Seguimos por la carretera para ir de Deba a Mutriku, un tramo muy bonito porque va pegadito al mar y junto a un paseo que, al ser Domingo, está muy transitado. Al llegar a Mutriku nos sorprende una preciosa vista del puerto.


Bajamos hasta él y allí mismo tomamos una caña y picamos algo, calamares y croquetas... Y cuando terminamos, a pedalear de nuevo. Nos dicen una alternativa para no tener que subir tanto para retomar el track donde lo habíamos dejado, pero fue peor el remedio que la enfermedad porque subimos mucho hasta llegar de nuevo a la carretera principal.

De nuevo sobre la carretera enseguida nos encontramos con el cartel que indica que estamos en la provincia de Vizcaya, y no mucho después volvemos a ver el mar y entramos en Ondarroa.



Cruzamos uno de los puentes al tiempo que contemplamos buenas vistas de la villa. Rodamos por una calle larga paralela a la ría que termina sacándonos del pueblo.


Salimos por carretera y seguimos por ella hasta la localidad de Markina. Teníamos en el track desviarnos para ver un monumento pero hay ganas de llegar así que continuamos. Poco después de salir de ese pueblo nos desviamos a una carretera más local y comenzamos a subir un puerto de 4 km y con pendientes de entre el 7 y el 9%.


Hacia la mitad de la subida atravesamos Bolibar, el pueblo donde nació un antepasado directo de Simón Bolívar, su quinto abuelo, quien emigró a mediados del siglo XVI desde Vizcaya a América. Al "Libertador" le han dedicado un museo, un busto y da nombre a su plaza mayor.


La subida continúa y, como siempre, cada uno la hace a su ritmo y arriba nos reagrupamos. Cuando ya estamos todos iniciamos el descenso que nos lleva hasta Munitibar, donde decidimos parar en un bar para tomar algo porque son las 3.


Después de la parada y de la ingesta de comida y bebida continuamos por la misma carretera. Enseguida nos encontramos con un cuestón de hasta el 19% de desnivel.


De nuevo reagrupamiento en la cima y continuamos en cuanto todo el mundo recupera el aliento.


De esa carretera pasamos a una estrecha local y terminamos en un pequeño camino con mucha vegetación.



De nuevo se vuelve a caer el mismo bíker del día anterior, y también sobre zarzas. Empezamos a sospechar que le atraen. De nuevo la caída no tiene más consecuencias que más arañazos.

Ese camino nos saca a otra carreterita por la que tenemos que volver a ascender algo y terminamos saliendo a una carretera principal. Iniciamos un descenso largo hasta Gernika, a la que ya podemos contemplar desde lo alto.


Una vez en Gernika recorremos algunas de sus calles y seguimos con dirección al famoso Árbol de Gernika y la Casa de Juntas. Una vez que lo encontramos, nos hacemos una foto junto al histórico roble, bueno, junto a lo que queda de él.


Nos queda muy poco para llegar y ya tenemos ganas, así que la parada no es muy larga. En cuanto podemos nos subimos a las bicis e iniciamos el camino hacia Muxika. Es una carretera principal que, gracias a que es Domingo está poco transitada. Como la separación entre ambas localidades es de unos 4 km, los recorremos en poco tiempo. Tenemos que atravesar este pueblo para llegar a la casa rural donde nos alojamos. Siguiendo la carretera la encontramos unos dos kilómetros después. Se trata de Agroturismo Iberreko Errota, un caserío de más de 500 años de antigüedad restaurado y decorado con mucho gusto.


Tras la ducha de rigor nos subimos a la furgoneta para desplazarnos hasta San Juan de Gaztelugatxe, Rocadragón para los seguidores de "Juego de Tronos", porque hay quien no lo conoce y estamos relativamente cerca. Cuando llegamos allí nos encontramos que está cerrado el acceso por la COVID hasta el 1 de julio, así que nos conformamos con hacer unas fotos desde un mirador y tomar una cerveza donde se inicia la bajada hacia la escalinata.


Terminamos paseando por Bermeo, donde reservamos mesa en un restaurante que nos han recomendado. Hacemos tiempo hasta la hora acordada y cuando llegamos al mismo nos dicen que la cocina está cerrada y que no hay ninguna reserva. Finalmente se aclara todo y resulta que habíamos reservado en un restaurante del mismo nombre, pero en Santurce. En Bermeo no encontramos ningún restaurante abierto al ser Domingo por la tarde y, tras varias llamadas, conseguimos cenar en un asador cerca de la casa rural, pero bien creímos que cenábamos barritas y geles...

Lo mejor de esta etapa lo encontramos al principio de la misma, después hay exceso de carretera, si bien, como siempre, bonitos paisajes.

ETAPA 3. Muxika - Castro Urdiales. 78,55 km. 1.215 m de ascensión.

No comenzamos como otros días porque no habíamos avisado con antelación que queríamos desayunar en la casa, así que tenemos que buscar dónde hacerlo. Madrugamos y a las 8 estamos ya preparados, pero antes de comenzar, lo típico, la foto de salida. El día ha amanecido muy nublado y a ratos llueve (chirimiri), pero la temperatura, como días atrás, es muy agradable.


Nos desplazamos hasta pasado Muxika, desandando el camino que habíamos hecho el día anterior. En un bar del Polígono Industrial desayunamos y a las 9,00 h salimos. En el mismo pueblo nos desviamos a la derecha y seguimos por carretera. Al principio es llano pero enseguida cambian las tornas y se inicia una subida que, entre tramos de carretera y de camino, y pequeños descensos, suma 13 km.

El primer tramo, de unos 4 km es una subida tendida de entre el 4 y el 5%. En un momento dado nos desviamos a la derecha, a una carreterita estrecha, seguimos ascendiendo y de nuevo otro desvío, esta vez a un camino bonito por el que descendemos.


Tras la bajada se inicia otro ascenso, esta vez con rampas de entre el 14 y el 19%. Tras ellas volvemos a salir a una carreterita.


Se van sucediendo las subidas y las bajadas tanto en asfalto como en tierra. Finalmente descendemos y terminamos saliendo a una carretera principal pero con muy poco tráfico.


Esta carretera nos lleva, tras varios kilómetros, hasta la localidad de Larrabetzu. Allí mismo tomamos un desvío hacia Lezama, a la que llegamos pronto. Paramos para sellar en el Ayuntamiento y continuamos. Esta localidad es conocida por todos por estar en ella los campos de entrenamiento del Athletic de Bilbao. De hecho pasamos junto a ellos, pero cuando intentamos traspasar la puerta nos echan el alto y no nos dejan pasar.

Seguimos por la misma carretera y cuatro kilómetros después llegamos a Arteaga, donde nos desviamos, pasamos por un polígono industrial, cruzamos la autovía por encima y comenzamos a ascender por rampas bastante duras, pero se endurecen más después, cuando estas tienen el suelo lleno de raíces y piedras, aparte de que empieza a llover, y a medida que vamos subiendo el chirimiri va ganando fuerza.



Atravesamos un bosque de eucaliptus y pinos y acabamos saliendo a una carretera que cruzamos para seguir a otro camino duro. Después seguimos por asfalto y enseguida se inicia el descenso hacia Bilbao.



Desde lo alto, en un mirador, se percibe que debe haber una buena vista de la ciudad pero la neblina y el chirimiri impiden verla. Algo más abajo ya se empieza a vislumbrar algo.


Seguimos bajando y no tardamos en encontrar las primeras casas de la ciudad, y no mucho después el Santuario de Begoña, donde hacemos una parada.


Continuamos por el Casco Viejo por una bajada peligrosa por la inclinación, el verdín y la humedad. A la menor las ruedas tienden a derrapar. De hecho el que suscribe sufrió un susto en el que aún no sabe cómo logró no perder la compostura.


Terminamos llegando a la Ría y comenzamos a rodar junto a ella. Al pasar por el Ayuntamiento, al ser lunes, hay protesta de los jubilados. Continuamos adelante y avistamos el Guggenheim. Da igual la luz del día que tenga, siempre está bonito, incluso en los días nublados.

 

En el puente La Salve, que tenemos a nuestra espalda, descubrimos bonitos murales, muchas veces eclipsados por el Museo, pero que también tienen mucho valor.


Tras las obligadas fotos nos vamos al centro para ir a Maestre Bikes, concesionario de Specialized para preguntar por un problema de encendido que tiene una de las ebikes y aprovechar para realizar un cambio de pastillas de esta y la regulación del cambio de otra. Se portan genial y en media hora nos las tienen listas. Media hora que aprovechamos para hacer el "Angelus" en un bar cercano.

Una vez recogidas, tras pasar junto al cercano y coqueto Nuevo San Mamés, volvemos al otro lado de la Ría.


Rodamos por el carril bici y aprovechamos el tramo llano más largo de todo el Camino del Norte para rodar ligeros. Tras unos 10 km llegamos al Puente Vizcaya, también conocido por Puente Colgante, Patrimonio de la Humanidad.



Tras unos minutos de espera llega la plataforma de la que salen algunos coches y personas. Después tenemos que dejar pasar a los coches que van a cruzar y, finalmente, pasamos nosotros.



Allí mismo nos cobran y cuando nos queremos dar cuenta hemos llegado al otro lado. A la salida nos líamos con el GPS y tomamos una dirección equivocada. Cuando nos damos cuenta ya hemos recorrido un trayecto largo y decidimos seguir las flechas amarillas que hemos visto y olvidarnos del track. Vamos bordeando por carretera todo el Puerto de Bilbao, atravesamos dos pequeñas localidades y terminamos llegando a otra llamada La Arena, donde, junto a la playa, decidimos parar a comer algo, ya que son más de las 3,00 h.

Después de comer un par de "pulgas" cada uno volvemos a nuestras bicis. Tras pasar junto a la playa rodamos por una pasarela y enseguida llegamos a unas escaleras, insalvables de otro modo, y en las que, como es lógico, nos toca "tirar de bici". Menos mal que tiene como un canalillo en la parte izquierda por el que las llevamos rodando. Pero merece la pena...



Merece la pena porque tras ellas comienza una vía verde, en concreto la Vía Verde del Piquillo, trazada sobre acantilados y con unas vistas espectaculares.



Son unos 5 km que aprovechan el antiguo trazado de un ferrocarril minero que trasladaba mineral al cargadero de El Piquillo. Más o menos en la mitad del recorrido está el límite entre las comunidades de Euskadi y Cantabria.




Una vez que termina la vía verde salimos al asfalto, una carretera local, con una subida larga.
 

Tras este penúltimo calentón descendemos y seguimos por un camino estrecho que comienza también con un ascenso, más corto que el anterior, pero igualmente duro.


Finalmente vemos ya Castro Urdiales. Descendemos hacia él y continuamos cerca del mar.


El día ha mejorado mucho y eso nos permite obtener unas vistas muy bonitas de esta localidad.



Cuando llegamos al centro nos dirigimos al Hotel La Ronda. Dejamos las bicis en el garaje, nos duchamos y cogemos la ropa sucia para hacer colada en una lavandería autoservicio. Mientras se lava tomamos algo y damos una vuelta por este bonito pueblo. Tras dejar la ropa, cenamos, tomamos un café y a descansar.

Etapa muy variada con tramos de interior, de bosque, de monte, de mar. Lo mejor, sin duda, el tramo de la Vía Verde. 

ETAPA 4. Castro Urdiales - Santander. 81,92 km. 887 m de ascensión.

Al abrir las ventanas nos encontramos con un día soleado y una mala noticia: uno de los bíkers, que desde el primer día estaba sufriendo con lumbago, decide no salir y seguir en la furgoneta para evitar males mayores. Madrugamos y buscamos un lugar para desayunar porque el hotel no ofrece ese servicio. A las 9.15 salimos tras hacemos la foto de salida.


Dejamos atrás las últimas edificaciones rodando por un camino asfaltado estrecho, combinado con tramos de tierra. Atravesamos una localidad llamada Allendelagua y continuamos por el mismo tipo de camino hasta Cerdigo.

Sobrepasado este pueblo volvemos a pisar tierra. La zona es bonita, con árboles bordeando el camino y ofreciendo su sombra.


Poco después proseguimos por un camino estrecho que atraviesa un espeso bosque, pero tiene tanta piedra que hace imposible ciclarlo, así que toca tirar de la bici.


Una vez que podemos subir de nuevo a nuestros sillines el camino nos lleva directamente a unos acantilados, una sorpresa agradabilísima, y va serpenteando por encima de estos, proporcionándonos unas vistas espectaculares, más con el día que hace.



Este bonito recorrido termina en Islares. Recorremos el pueblo de punta a punta y terminamos en la N-634, por la que descendemos hacia la playa de Oriñón, que vamos contemplando durante toda la bajada.


Continuamos por la Nacional y nos desviamos a la izquierda, ascendemos y vemos que el track se termina, así que regresamos a la N-634 y seguimos por ella.


Tenemos por delante unos 15 kilómetros de carretera con dos puertos entre medias. El primero comienza enseguida, son unos 3 km de subida tendida que se hacen bastante bien. Antes de culminarlo vemos un indicador de mirador y nos acercamos. Este ofrece unas buenas vistas de todo el valle.


De vuelta a la bici continuamos subiendo y, tras reagruparnos en la parte más alta, comenzamos el descenso. Pero las alegrías duran poco porque nada más terminar este comienza otra subida de las mismas características que la anterior pero más larga, de unos 5 km. Esta nos deja a las mismas puertas de Laredo. Nos desviamos a la derecha y nos encontramos con un descenso desde el que tenemos una perspectiva perfecta de esta localidad costera.


Atravesamos el casco antiguo y llegamos al paseo marítimo por el que rodamos hasta el final del mismo, El Puntal.


En El Puntal metemos las bicis hasta la misma orilla del mar y esperamos al barco que nos trasladará a Santoña. Un pequeño recorrido por mar que por carretera supondría más de 15 km.




Cuando llega el barco subimos y en poco más de 5 minutos estamos al otro lado. Durante el trayecto hablamos con una peregrina lituana que está haciendo el Camino andando, una de los escasos peregrinos que hemos visto. A la llegada nos esperan los dos bíkers que se han trasladado en la furgoneta.


Nos dirigimos al bar donde se comen las mejores anchoas con queso de la zona. Tras el aperitivo, nos abandona otro bíker. El motor de su ebike está haciendo cosas raras y prefiere irse en la furgoneta hasta Santander para llevarla al servicio técnico. Despedimos a los tres que continúan con la furgoneta e iniciamos la marcha. Salimos de Laredo por carril bici, después por carretera llana. Pasamos junto al enorme penal El Dueso. Poco después por la gran playa de Berria, donde entramos por una pasarela hasta la arena para contemplarla mejor. Volvemos a la carretera, nos desviamos a una de menor entidad y llegamos, tras rodar junto a marismas, a la playa de Trengandin, del Ayuntamiento de Noja.


Pasamos por Noja y al salir abandonamos la carretera por fin y continuamos por un camino asfaltado de perfil llano que va entre casas y campos de maíz. Así llegamos a Castillo, donde destaca su bonita iglesia.


Continuamos por caminos asfaltados, atravesamos un tramo de camino casi perdido y salimos a una carretera local en la que nos enfrentamos a una subida larga y tendida.



Esta carretera nos lleva a Güernes donde paramos a picar algo porque son casi las 3. Tras comer unas croquetas y unas rabas (cómo no), volvemos a las bicis, toca aún ascender un poco más pero pronto comienza el descenso que nos llevará hasta Galizano.


Poco después de entrar en esta localidad giramos a la derecha y comenzamos a rodar junto al mar por el que, probablemente, sea el tramo más bonito de todo el recorrido que hemos realizado en esta ruta.


A nuestros pies playas enormes tras los acantilados que hacen que paremos una y otra vez para contemplarlas.


Rodar por sitios así es una auténtica gozada y si a esto le añades el sol, la luz y una temperatura ideal...



Recorremos así unos 5 km de auténtico lujo para nuestros ojos.



Tras esos cinco kilómetros nos enfrentamos a una bajada técnica. En ella el bíker sacrificado que intenta aglutinar todas las caídas del grupo, cae sobre una valla con el hombro y le queda una buena marca, pero por suerte, sin más importancia. Durante esa bajada un ciclista local baja tras nosotros. Al terminarla paramos a hablar con él y nos propone ir hasta nuestro siguiente destino, Somo, por caminos que él conoce. Atravesamos pinares y zonas boscosas por caminos estrechos y sinuosos. Fue una auténtica suerte encontrarnos con él. Da gusto conocer a gente así.


Nos guía hasta el barco al que tenemos que subir para atravesar la Bahía de Santander, y llegamos tan justos que según nos acercamos a él nos mandan pasar. Dejamos nuestras bicis en la proa y a nosotros nos mandan al interior, aunque finalmente nos vamos a la popa.



Este recorrido evita un rodeo mayor aún que el de Laredo a Santoña. Según nos vamos acercando a Santander desde el barco vamos contemplando una buena perspectiva de la ciudad.


En menos de media hora estamos ya desembarcando. Con las bicis en la mano nos dirigimos al hotel NH Ciudad de Santander, que no está muy lejos del muelle. Llegamos y poco después llega también la furgoneta. Cuando nuestros amigos bajan de ella nos traen malas noticias, el motor de la bici está roto. Le han comentado que usando piñones grandes y haciendo poca fuerza, es posible que pueda seguir, así que al día siguiente lo intentará.

Tras la obligada y relajante ducha quedamos para dar una vuelta, pero esta no es muy grande y terminamos tomando una caña en una plaza con mucho ambiente. Después buscamos donde cenar y reservamos en el Restaurante Los Peñucas, el del padre del futbolista Iván de la Peña.

Regresamos al hotel y a dormir que, como es costumbre, al día siguiente hay que madrugar.

Toda la etapa fue bonita, menos el largo tramo de carretera antes de llegar a Laredo, pero sin duda, lo mejor, el recorrido junto al mar de Galizano. Esta es la más suave en cuanto a ascenso se refiere, la única que baja de 1.000 m.


ETAPA 5. Santander - San Vicente de la Barquera. 83,15 km. 1.061 m de ascensión.

Después de desayunar y preparar todo nos hacemos la foto obligada y a las 9.10 conseguimos echar a rodar. Sigue en el dique seco el bíker aquejado de lumbalgia. El que tiene el motor de su ebike mal lo va a intentar.


Comenzamos descendiendo hacia el mar y rodamos por buenas avenidas para coger la carretera de Torrelavega, que enseguida abandonamos para continuar por camino asfaltado. En un momento dado cruzamos la vía y proseguimos por un camino paralelo a esta. Seguimos por caminos asfaltados con viviendas unifamiliares a los lados hasta Santa Cruz de Bezama. 


Con esa misma tónica continuamos hasta Arce. Allí nuestro compañero decide parar y llamar a la furgoneta porque su motor ya no aguanta ni en llano. Una mala noticia porque eso significa su adiós al resto de la ruta. Los cinco bíkers restantes proseguimos, ahora en paralelo al río Pas, hasta Puente Arce, donde por fin podemos cruzar el río.




Cruzamos el río por un puente medieval y, tras recorrer la otra margen, volvemos casi al mismo punto en el que estábamos unos 6 km antes. Un gran rodeo por ausencia de otro puente.


El track sigue por por terrenos de todo tipo: caminos asfaltados, sin asfaltar y alguna carretera de más importancia, pero sólo para cambiar enseguida a otra local.



Finalmente seguimos sobre llano y en paralelo a dos grandes tuberías durante unos 5 kilómetros. Estas comunican la factoría de productos químicos Solvay con el mar.


Casi teníamos olvidado lo bien que se rodaba en llano, así que realizamos esos kilómetros en poco tiempo. Llegamos a la estación de Requejada, donde tenemos que cruzar las vías por unas pasarelas.


Atravesamos este pueblo y toca continuar por carretera con tráfico, la N-611 que nos conduce hasta Barreda, muy cerquita de Torrelavega, donde nos encontramos con el origen de las tuberías que nos acompañaron en esos kilómetros anteriores, la enorme factoría de Solvay.


Después de pasar por esa localidad seguimos por carretera de menor entidad y con poco tráfico. Rodamos por ella casi 18 km subiendo y bajando, cotas no muy altas pero que van desgastando.


Finalmente nos desviamos a la derecha, atravesamos un bonito puente y comenzamos a descender hacia Santillana del Mar, donde nos hemos prometido tomar algo porque nuestros cuerpos ya lo van pidiendo.


La entrada en Santillana es una pasada porque nos damos de bruces con la Colegiata y tras ella entramos en la calle principal en la que, debido a la COVID, apenas hay gente, algo totalmente inusual en esta preciosa localidad, pero que le da más encanto.



En el pueblo nos esperan nuestros compañeros de la furgoneta con un avituallamiento en toda regla: un chorizo casero zamorano que nos había regalado un amigo, queso local, fruta, frutos secos, coca cola y cerveza. No se puede pedir más... Lo comemos en el aparcamiento.


Una vez recuperadas las fuerzas volvemos hacia el centro del pueblo, y salimos de él ascendiendo, si bien no mucho después nos tocó bajar una escalinata. Empieza a llover levemente.


Poco después la lluvia se detiene y nosotros seguimos por caminitos asfaltados entre aldeas pequeñas, subiendo y bajando constantemente. 



En ocasiones esas carreteritas desembocan en otras más importantes, pero sólo las tomamos como nexo con otras secundarias por las que seguir. Pasamos junto a la enorme y bonita iglesia de San Pedro de Oreña.


El paisaje va mejorando, contemplamos más verde, menos casas y, en ocasiones, el mar, aunque lejos. Además, vamos rodando algunos tramos por caminos, que es lo que más nos gusta.



Llegamos a Cóbreces donde nos enfrentamos a una cuesta corta pero infernal que termina en el Monumento al Peregrino, junto a la iglesia de San Pedro. Sabíamos que en esta localidad estaba la abadía cisterciense de Sta. María de Viaceli, pero la parroquia es tan espectacular que pensamos que estamos ante la abadía, a la que, por supuesto, no le encontrábamos nada de cisterciense. Habrá que volver para subsanar el error...

Nos hacemos una foto ante el monumento y proseguimos por caminos y caminos asfaltados hasta Comillas.



Al entrar posamos ante el nombre de la localidad y decidimos ir al centro para tomar algo allí porque son casi las 3 y empiezan a flojear las fuerzas. Después comprobaríamos que fue un error.



En una plaza hay una terraza vacía y una señor nos ofrece algo de picar. Aceptamos, en parte por hacerle el favor de que la gente vea a alguien sentado en su terraza. Pedimos unas cañas y unos sandwiches mixtos. Cuando nos los trae están hechos con el pan de molde más delgado del mercado y con el jamón york y queso más barato. Cuando vemos la cuenta nos sorprende con 50,50 €. Las cañas nos las cobró a 4,50 €. Pese a que le dijimos que eran carísimas, ni se inmutó.


Cogemos nuestras bicis y buscamos el track, pero antes de salir de la localidad se pone a llover y es bastante más que chirimiri. Nos refugiamos bajo unos soportales esperando que escampe, pero va a más. Tras unos minutos de espera parece que llueve menos y aprovechamos para continuar. Es entonces cuando pensamos que si no hubiéramos parado en Comillas nos habríamos ahorrado la lluvia y la estafa.


El recorrido entre Comillas y San Vicente de la Barquera lo realizamos de nuevo con subidas y bajadas por caminos asfaltados. Apenas vemos nada porque llueve mucho, así que vamos todo lo rápido que podemos con el deseo de llegar cuanto antes.

Esos caminos asfaltados nos llevan a una carretera regional por la que rodamos muy rápidos. Pasamos junto al Parque Natural de Oyambre. El track nos lleva a un punto en el que hay que atravesar una marisma, pero es imposible (a lo mejor con marea baja se puede). Como vemos indicadores de San Vicente nos olvidamos del track y los seguimos.


Finalmente terminamos en la N-634, una gran conocida a lo largo de esta ruta, y prácticamente bajando todo el trayecto nos lleva hasta San Vicente de la Barquera.


Tardamos 45 minutos en este recorrido desde Comillas. Al llegar nos esperan nuestros tres compañeros con una mala noticia.


Como llovía, movieron la furgoneta para tomar un café y esperarnos, y cuando trataron de arrancarla no lo consiguen. Tenemos avería también en el vehículo.

Nosotros nos vamos al hotel porque estamos empapados y ellos esperan allí a la grúa. Esta la traslada a un taller y poco después nos dan el diagnóstico: se le ha roto la correa del alternador y esta a su vez ha hecho que se rompiera la de la distribución. Van a intentar arreglarla al día siguiente y después a cruzar los dedos para que no se haya dañado el motor.

Entre la rotura del motor de la bici, la estafa de Comillas, la lluvia y la furgoneta, cunde algo el desánimo, pero tratamos de poner al mal tiempo buena cara.

Después de la ducha lavamos nuestra ropa en una lavandería autoservicio y después buscamos donde cenar. Casi todos elegimos cachopo (para cada dos), y aunque aún no estábamos en Asturias, estaba bueno.

Lo mejor de la etapa lo concentramos al principio, sobre todo la entrada en Santillana del Mar.


ETAPA 6. San Vicente de la Barquera - Ribadesella. 84,74 km. 1.151 m de ascensión.

El día vuelve a amanecer nublado y lo que es peor, la previsión da lluvia toda la jornada. Como en el hotel nos cobran 9 € por el desayuno y nos parece una barbaridad, lo hacemos en un bar cercano y a las 9,50 h conseguimos salir, una vez hecha la foto de la salida. Como cuando lleguemos a nuestro destino posiblemente no esté aún arreglada la furgoneta, decidimos llevar encima lo que vamos a necesitar para vestirnos tras la ducha.


Tenemos por delante la etapa más larga y, aunque aún no lo sabíamos, la más dura. Cruzamos la ría y enseguida comenzamos a subir, una buena subida además, para terminar de que pase el desayuno.


Continuamos por carreteritas locales sin tráfico atravesando pequeños pueblos.  En La Estrada nos desviamos y seguimos por un camino asfaltado bonito.

  
Continuamos por carretera local y salimos a otra más importante. Cruzamos la localidad de Serdio y no tardamos en llegar a la ría, que cruzamos por un puente.


Poco después terminamos en nuestra archiconocida N-634 por la que seguimos y cruzamos  la localidad de Pesués.


Abandonamos la 634 y rodamos hacia Unquera, el famoso pueblo de las corbatas (comestibles, claro) y el último de Cantabria. En un momento dado el GPS nos hace dudar y un camión tapa la flecha amarilla, por lo que nos equivocamos. Volvemos atrás y ya vemos la flecha oculta que indica a un camino estrecho, embarrado y bonito, que continúa en paralelo a las vías del FEVE hasta Unquera.


Recorremos una de las calles principales de Unquera y cruzamos el río Deva, que hace frontera entra Cantabria y Asturias. Comenzamos a subir un puerto tendido y largo que termina en Colembres, la primera localidad asturiana que atravesamos, y se nota que es asturiana por la proliferación de casas indianas. Alguna parece como si estuviera situada en aquellas tierras donde sus dueños hicieron fortuna.


Cuando salimos de Colembres volvemos a nuestra querida N-634 por la que rodamos unos 7 km, pasando por Buelna y por Pendueles, donde nos desviamos y seguimos por un camino precioso que termina en la playa de Novales.



Al abandonar la playa comenzamos a ascender por una carretera local con bastante inclinación, pero poco más adelante nos damos cuenta de que estamos fuera del track.



Bajamos de nuevo a la playa pero no vemos por dónde sigue el track, hasta que nos damos cuenta de que al poco de iniciarse la subida hay un camino que sale a la derecha que nos había pasado desapercibido. Es una senda costera muy, muy bonita, sinuosa, de buen firme y con continuos sube y bajas.




Esta senda nos lleva hasta el Monumento Natural de los Bufones de Arenillas, unas hoquedades, en la parte superior de los acantilados, que se comunican con el mar, y cuando este hacer romper las olas contra esos acantilados por los huecos sale un ruido muy fuerte y, a veces, incluso agua. Conseguimos escuchar el sonido pero ninguno expulsan agua porque el mar está bastante calmado.


Continuamos nuestra marcha por la senda costera sin que los caballos salvajes se inmuten a nuestro paso.


Disfrutamos de este tramo porque, aparte de que es un camino muy bonito, nos va ofreciendo unas preciosas panorámicas de la zona.



Una vez recorridos los más o menos 7 kilómetros se la senda llegamos a Andrín. Allí comenzamos a subir por dos calles de la localidad que terminan llevándonos a una carretera por la que continuamos ascendiendo hasta llegar a un mirador desde donde hay buenas vistas.


Habíamos leído que existía la posibilidad de descender desde allí hasta Llanes siguiendo esa carretera o bordear por un camino el campo de golf, a pesar de que tenía más dificultad. Escogimos esta última opción y, a pesar de los continuos sube y bajas que fueron cargando nuestras piernas, mereció la pena por lo que pudimos ir viendo desde el camino.



Hubo tramos muy duros, especialmente uno, que superaba el 20% de inclinación. Después de más de 3 kilómetros comenzamos a descender hacia Llanes.


Entramos en el pueblo, el más animado de todos los que habíamos pasado hasta ahora. Vamos en paralelo a la ría, la cruzamos y nos dirigimos hacia los Cubos de la Memoria.



Después de verlos regresamos a la zona centro, donde en una terraza paramos para tomar algo y recuperar fuerzas.


Salimos de Llanes por caminos, muchos tramos con vegetación muy cerrada, después abren, con continuas subidas y bajadas, pero bonitos. Ya hemos dicho que somos de caminos y disfrutamos en ellos. Estos nos llevan a varias localidades y varias playas.



Pasamos por Poó y desde esta localidad vamos a Celorio. Cogemos un tramo de carretera local para ir hasta Barro.


Desde allí seguimos por camino. Vemos varias indicaciones de la famosa playa de Gulpiyuri, pero debía faltar una, o no la vimos, y cuando nos damos cuenta la hemos dejado atrás. No nos planteamos volver, seguimos.


En un momento dado llegamos a una zona donde hay un puente pero a todas luces es más divertido pasar por el agua. ¿Quién resiste esa tentación? El que suscribe no, desde luego. El resto no son tentandos y cruzan por el puente.


Seguimos de suerte porque, aunque esperábamos mojarnos (con la lluvia), hasta ese momento nos habíamos ido librando, pese al color amenazante del cielo.

Continuamos accediendo a bonitas playas, y vemos una indicación que pone Playa de Guadalmía y Bufones de Pría.


Ni dudamos dar algo de rodeo para visitarlos, bueno, cuatro no lo dudamos y uno decide esperar en el punto en el que estamos. Recorremos menos de un kilómetro para llegar a los Bufones y nada más llegar nos reciben con sus bufidos y uno de ellos expulsando agua pulverizada. El ruido que hacen es impresionante. Después nos asomamos a la playa de Guadalmía, a a la que entra el agua por una pequeña lengua de mar.


Nos separan de Ribadesella poco menos de 10 km. Los primeros los recorremos aún por caminos o caminos asfaltados, continuando con los sube y bajas. Finalmente salimos a una carretera y comienza a llover. Ribadesella nos recibe lloviendo, así que deprisa nos dirigimos a nuestro hotel, Don Pepe Ría, que está en el Paseo Marítimo.


Mientras hacemos el check in la lluvia arrecia y damos gracias de haber llegado ya. De San Vicente de la Barquera llegan malas noticias, no pueden terminar de arreglar la furgoneta porque falta una pieza y no la encuentran. Finalmente prometen tenerla arreglada al día siguiente por la mañana.

Nos duchamos y pensamos soluciones porque tenemos todos nuestros equipajes en el hotel de San Vicente. Finalmente acordamos con nuestros tres compañeros que cojan un taxi con todos los bultos. El bíker aquejado del lumbago quiere hacer la última etapa, así que necesita meter también su bici. Finalmente encuentran taxi y vienen a Ribadesella. Mientras llegan hacemos colada en un autolavado. Cuando llegan descargamos todo y no da tiempo más que para ir hacia el pueblo para buscar donde cenar. Después de la cena regresamos al hotel, donde algunos se quedan tomando una copa, mientras otros se retiran a sus aposentos.

Esta etapa fue la más larga y la más dura de todas. Si el día hubiera acompañado habría sido la más bonita también, aún así, y pese a su dureza, la disfrutamos mucho porque, al ir siempre pegada a la costa, las estampas que fuimos viendo fueron preciosas.

ETAPA 7. Ribadesella - Gijón. 70,70 km. 1.308 m de ascensión.

Última etapa. Cuando nos levantamos el cielo está nublado pero en el horizonte se vislumbra el sol. Deseamos que nos acompañe porque el paisaje con su luz gana una barbaridad. Desayunamos en el hotel y después de hacer la foto de familia comenzamos. De nuevo volvemos a ser seis y sentimos enormemente que no nos pueda acompañar el bíker al que le falló su ebike.


Abandonamos Ribadesella a las 10.15 por el Paseo Marítimo y después seguimos por camino asfaltado ascendente, como 2 km de subida al 4%. Subimos y bajamos atravesando pequeñas localidades, como San Pedro y Vega.



Encontramos a nuestro paso la casa de un artista, al que creemos ponerle cara en lo que pensamos que es su autorretrato, en la tercera foto.




Después de pasar junto a la Playa de Vega, los que van delante no siguen el track y los demás los seguimos sin darnos cuenta de que no vamos bien. Es un camino ascendente con muchísima piedra, imposible de ciclar. Con las bicis en la mano vamos ascendiendo poco a poco. Eso sí, el sol empieza a asomarse y las vistas mejoran por momentos.




Cuando el firme nos lo permite volvemos sobre la bici y continuamos. Enseguida nos unimos al track y pronto llegamos, tras coger durante un pequeño tramo la N-632, al Arenal de Morís, otra playa espectacular.



Seguimos por caminos por los que rodamos bien y a gusto, entre bosques de eucaliptos, subiendo y bajando con el mar a la derecha, y desde los que vamos viendo unas buenas vistas de varias playas, la de La Beciella, la de Moracey...





Finalmente llegamos a una enorme, la de La Espasa. Al terminar la playa salimos a la N-632, pasamos por La Isla y nos encontramos con una larga recta llana que nos lleva hasta Colunga, donde paramos junto al Ayuntamiento a tomar algo, porque ya son más de la 1.



Después de reponer fuerzas salimos de Colunga por una carretera local en la que nos encontramos un puertecito. Tras descender este encontramos otro con algo más de subida.




Poco después de pasar por una pequeña localidad llamada La Llera dejamos el asfalto para continuar por caminos, de tierra en algunos tramos, de asfalto en otros, que terminan por llevarnos hasta Villaviciosa.




Entramos en Villaviciosa por la calle principal. Recorremos algunas calles y vemos algunos edificios principales, pero no llegamos a parar.



 Abandonamos esta localidad y empieza la fiesta... Nada más salir tomamos una carretera local por la que vamos ascendiendo muy suavemente unos 4 km, pero después nos enfrentamos a otros 6 km de subida constante.


Evidentemente, cada uno la hace a su ritmo. La media del ascenso es del 6%, que no es mucho si no fuera lo cargadas que vienen ya las piernas. Al llegar arriba, como siempre, nos reagrupamos.



Desde lo alto la perspectiva de la zona casi, casi, hace merecer la pena la subida.




En cuanto estamos todos comenzamos el descenso. Una gozada, 4 km bajando. Al llegar abajo volvemos a reagruparnos y enseguida nos ponemos manos a la obra porque nos queda otro puerto que se inicia justo en el punto donde termina el anterior. Esta subida es algo más suave que la del otro y se prolonga durante casi 5 km. Cuando llegamos arriba vemos en el horizonte ya Gijón.

De nuevo toca reagruparse. Cuando ya estamos todos comenzamos el descenso. Poco después de comenzarlo abandonamos la carretera para seguir la bajada por camino. Mucho mejor, qué duda cabe.




Continuamos por camino unos 5 km muy divertidos, casi todos ellos descendentes. Tenemos ya esta gran ruta en nuestras manos...


Terminado el camino seguimos entre casas, ya en Cabueñes. Vemos el hospital y la Universidad Laboral.


Cuando estamos cerca de esta última hacemos un pequeño desvío, que teníamos previsto, para visitarla porque es un edificio emblemático de Gijón. Impresionan sus grandes proporciones y nos recuerda a la Universidad Laboral de nuestra ciudad, Zamora. Algo totalmente lógico porque ambas fueron diseñadas por el mismo arquitecto: Luis Moya Blanco.


Tras hacernos una foto en el patio hablamos con los que nos están esperando en la Plaza Mayor de Gijón y, como nos hemos adelantado al horario que preveíamos, nos dicen que hagamos algo de tiempo. Volvemos al track y al momento encontramos una terraza enorme donde decidimos gastar ese tiempo que nos pedían, bebiendo una caña o sidra y comiendo unos chipirones y unas croquetas ; )


Una vez "gastado ese tiempo" volvemos a las bicis y continuamos lo que ya es un paseo hasta Gijón, porque la distancia ya es mínima y, además, todo cuesta abajo. Entramos en la ciudad por El Molinón.


Continuamos por el carril bici que hay junto a la Playa de San Lorenzo. El día no puede estar más bonito y, además, con una temperatura excelente. Además, la etapa, que por su ascensión preveíamos que iba a ser la más dura, no lo ha sido. Sin duda el concentrar la mayor parte del ascenso en dos puertos, además de asfalto, la ha hecho más liviana.



Poco después entramos a la Plaza Mayor, donde nos esperan las tres Galanas que se han desplazado hasta esta ciudad, con la música de El Bolero de Algodre, una "meta" de globos por la que vamos pasando todos y el champán lanzado al aire. ¡Emocionante, sin duda!



Tras los abrazos y las felicitaciones nos hacemos una foto grupal y expresamos nuestra alegría saltando en un corro.



Los finales siempre aglutinan una mezcla de sentimientos, alegría por haber podido llegar y superar un reto, emoción por la llegada, y cierto halo de tristeza porque se acaba algo en lo que se ha puesto mucha ilusión y ganas.

La primera mitad de la etapa fue muy bonita, desde Villaviciosa pierde encanto a pesar de que se ven bonitos paisajes de interior y, sin duda, no fue la más dura pese al ascenso que acumula.

Aprovechamos desde la tarde del viernes hasta el Domingo para pasear, ir a la playa, hacer un tour para conocer mejor Gijón, algunos para ir de comparas e incluso, ya de regreso, para hacer una parada en Oviedo y visitar sus monumentos prerrománicos: San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, y comer allí.




Desde hoy comenzamos a preparar nuestra gran ruta del año que viene. ¡Ya estamos deseando que llegue!



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