2 de mayo de 2021

Acompañando al "Trío del Duero" casi hasta Toro

El año pasado por estas fechas dos bíkers tenían previsto hacer la Senda del Duero (GR-14), desde Zamora hasta el nacimiento del río, en los Picos de Urbión (Soria). Las circunstancias por todos conocidas obligaron a posponerlo y hoy, con un componente más, la han comenzado. Los hemos llamado el Trío del Duero. Los que nos quedamos con inmensas ganas de acompañarlos hemos hecho hoy los primeros kilómetros junto a ellos. Ya cerca de Toro los despedimos. ¡Mucha suerte, amigos; y que lo disfrutéis!

Como la ruta que empezaban hoy los tres bíkers era especial, había que quedar en un lugar especial, emblemático. El Puente de Piedra fue el lugar elegido y allí estaban los tres a las 9.30 y los cuatro que íbamos de comparsa. Eso sí, se nos olvidó hacer la foto de salida, así que paramos junto al de Hierro y ahí, ya, la hicimos.



Tras la foto había pocas dudas sobre hacia dónde ir, la llamada Senda del Duero, el camino de Gran Recorrido, GR-14, está perfectamente señalizado así que sólo hay que seguir las indicaciones. En principio, salir de la ciudad por el antiguo camino de Villaralbo. Más adelante, hay que hacer un recorrido entre huertas con varios cambios de dirección, para terminar saliendo a un camino que va paralelo al Canal San José. 


Este tramo para casi todos era novedoso. Casi nunca vamos por él porque al estar junto a un canal, en los meses secos está repleto de abrojos, pero hoy no había problema. Este camino nos llevó hasta Villaralbo. Cruzamos el pueblo y salimos de él por el camino que recorremos casi siempre que vamos hacia el este.

Los tres que iniciaban la Senda del Duero estaban pletóricos, e incluso protagonizaban escenas muy fraternales.


Al llegar a Madridanos ellos decidieron que fuéramos desde esta localidad hacia Villalazán por la carretera que une ambas localidades, porque así evitaban subir Las Contiendas, que con el peso de las alforjas no es un plato de buen gusto, y así no nos demoraban a nosotros para nuestra vuelta.

La carretera local nos llevó hasta la ZA-P-1102, y ya en esta llegamos a Villalazán enseguida. Cruzamos la localidad siguiendo la misma carretera y nos encaminamos hacia Peleagonzalo. A lo largo del trayecto pudimos disfrutar plenamente de las vistas de los campos de cereales, que están que da gusto verlos, y de las amapolas, que lo empiezan a inundar todo.



En ese tramo a uno de los del "Trío del Duero" le debió picar algo y empezó a ir cada vez más rápido. Los que íbamos detrás le seguimos y eso hizo que recorriéramos ese tramo a una media altísima.


Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos ya a la altura del hotel y de la bodeba Valbusenda, es decir, junto a Peleagonzalo.


Nada más entrar en este pueblo nos reencontramos con el GR-14, por lo que giramos enseguida a la izquierda y allí esperamos a dos unidades que habían seguido a un ritmo más normal y se habían quedado rezagados. Habíamos roto todos los pronósticos: eran las 11 y ya habíamos recorrido unos 27 km...Ya todos juntos continuamos de nuevo por camino. Fuimos a encontrarnos con el río y, una vez que llegamos junto a él, comenzamos a ir a su vera.


Recorrimos un tramo de unos cinco kilómetros con mucha frondosidad y tierras muy productivas al estar tan cerca del río. 


Transcurridos esos cinco kilómetros, y ya con la silueta de Toro frente a nosotros, hicimos una parada para despedir al Trío del Duero. Les deseamos lo mejor y que disfrutaran por ellos y por los que nos quedamos con muchas ganas de seguir junto a ellos. Ya los tres siguieron hacia adelante y nosotros hacia nuestra derecha, para tratar de regresar hacia Zamora sin pisar el camino de ida. 

La secuencia de la despedida queda reflejada en estas fotos: 




Los cuatro a los que nos tocaba regresar tratamos de hacerlo rápido, que hoy es el Día de la Madre y todo el mundo quería llegar pronto. Como dijimos, tratamos de no pisar los mismos caminos por los que habíamos ciclado en el camino de ida, y así lo hicimos en muchos tramos. 

En Peleagonzalo tomamos un camino que va en paralelo a la carretera por el que se rodaba de maravilla y que nos ofreció bonitas estampas. 



Después de unos cuatro kilómetros por él, nos sacó a la carretera, y por ella rodamos poco más de dos kilómetros. No mucho después de pasar junto a la Granja Florencia nos desviamos hacia la izquierda y fuimos por un camino que había sido poco transitado. Este nos llevó hasta una buena pista por la que pasamos junto al extremo de Las Contiendas, que ahora, con un campo de colza totalmente florido delante, nos ofrecía un aspecto espectacular



El camino nos llevó hasta la localidad e Villalazán. Tras pasar por algunas de sus calles terminamos saliendo a la carretera, y por ella continuamos unos cuatro kilómetros. Poco después de pasar junto a las ruinas romanas de unas termas, y tras sobrepasar una planta de áridos, nos desviamos a la derecha para volver a la tierra.


Nos volvimos a unir al Duero, rodando durante unos kilómetros a su lado. Atravesamos poco después una zona muy tranquila, recorriendo un camino poco transitado, con muchísima vegetación por todos lados, en el que era una maravilla escuchar todos los sonidos emitidos por las aves. Era un auténtico concierto. 


Después de unos dos kilómetros junto al río, giramos a la izquierda para dejarlo solo por unos minutos y enfilar hacia la localidad de Villaralbo. Este tramo, con algunas zonas asfaltadas, flanqueado de choperas y regadíos, lo rodamos en poco tiempo porque seguíamos a muy buen ritmo.


Enseguida llegamos a Villaralbo, lo bordeamos por calles poco importantes para terminar saliendo a la zona de Casa Aurelia. Allí tomamos la carretera que nos llevó de nuevo junto al Duero. Abandonamos el asfalto poco después para seguir, por la derecha, por el llamado Camino de Levante Toro-Zamora, que nos llevó en un plis plas hasta el puente de Cardenal Cisneros. Allí ascendimos por la escalinata, cruzamos el puente, bajamos por la pasarela hacia Los Tres Árboles y unos metros más adelante, al pasar junto a un bar que frecuentamos tras las rutas, había una mesa libre en la terraza con cuatro sillas. ¿Qué podíamos hacer si nos estaba llamando? Acudimos, nos sentamos y nos tomamos una caña preguntándonos ¿dónde estará el Trío del Duero ya?

Seguro que disfrutan mucho, por ellos y por nosotros. Dentro de una semana ya estarán de regreso y nos contarán todas sus aventuras. Mientras tanto: ¡Buen viaje, amigos!


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