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13 de septiembre de 2020

Desolación en la ribera del río Aliste

Tras el periodo estival en el que es difícil juntarse por las idas y venidas de unos y otros, hoy los Bikers Duri hemos iniciado la temporada 2020-2021.

Prácticamente hace un mes, tras escuchar la noticia de un voraz incendio que se extendía desde Lober a Vegalatrave, pasando por Domez, a más de uno de este grupo se nos encogió el alma porque es una de nuestras zonas preferidas de la provincia. Así que la primera salida de esta nueva temporada tenía que ser para comprobar los destrozos causados por aquel fuego. Para ello utilizamos el track de un recorrido por la zona que habíamos hecho hace algunos años. La única diferencia con aquel es que en esta ocasión salimos de Muga de Alba, en lugar de Losacino, y que evitamos un par de errores que cometimos en el original.

10 de marzo de 2019

Disfrutando de Aliste

La primera sorpresa de esta ruta fue la niebla. Nos levantamos temprano porque teníamos que desplazarnos a Fonfría, y esperábamos encontrar el cielo tal cual era la previsión, es decir, soleado, pero lo que encontramos en su lugar fue una niebla bastante cerrada.

Tras ver el decepcionante cielo, a las 8,30 estábamos montando las bicis en dos coches. En cuanto todo estuvo listo salimos para Fonfría. Allí paramos y en cuanto nos preparamos salimos los cinco bíkers que hoy estábamos, a intentar disfrutar al máximo de una ruta presumiblemente muy bonita. Sabíamos que lo único que le podía restar belleza era la niebla y la ausencia de sol.


Tras recorrer los primeros metros en dirección a Fornillos de Aliste giramos a la derecha. Poco después el camino se convirtió en apenas unas roderas rodeadas de hierba. Hierba totalmente mojada por la humedad de la niebla que nos salpicaba por todos lados empujada por nuestras propias ruedas.
Poco después empezamos a rodar en paralelo al arroyo del Nogal.


A medida que íbamos avanzando el camino se iba perdiendo, y la vegetación estaba más cerrada, quedándose convertido al final en una senda por la que justamente pasábamos, siempre y cuando las ramas y las zarzas nos lo permitían.


Pero todos estábamos sorprendidos de lo bonita que era la zona, desconocida para todos nosotros hasta ese momento.



Acompañamos al arroyo unos tres kilómetros y de todo el tramo no podríamos decir otra cosa más que es precioso: verdor por todas partes, mucha vegetación, el discurrir del río y para colmo, descendente. No se podía pedir más.



Nos separamos un poco del arroyo y poco después nos encontramos con las primeras casas de Vide de Alba.


Atravesamos el pueblo en un continuo descenso para llegar al final al puente sobre el río Aliste, que en esta zona está algo embalsado, al recular el agua del embalse de Ricobayo hacia este río. Tras cruzar el puente giramos a la izquierda para seguir acompañando al río hacia Vegalatrave.


El primer kilómetro aproximadamente el río es ancho y en este momento no mucho porque el embalse está bajo, pero después ya recobra casi su anchura normal y vuelve a ser,casi, un río en toda regla. En este tramo fuimos siempre en paralelo a él con algunos pequeños sube y bajas. Pronto divisamos las edificaciones de Vegalatrave.


Tras ascender hasta la carretera y descender por ella para cruzar el puente, entramos en esta localidad. Subimos por una de sus calles y tras pasar las últimas casas continuamos ascendiendo para después descender y encontrarnos de nuevo con el Aliste.

El tramo entre Vegalatrave y Domez es precioso por la variedad del recorrido y las distintas vistas que se van viendo del río. Hay tramos de camino estrecho y mucha vegetación, otros más despejados, tramos con pradera en lugar de camino, bonitas imágenes del río desde cierta altura e imágenes a dos pasos de él.







Después de disfrutar mucho de este recorrido llegamos a Domez. De nuevo pasamos a la otra orilla cruzando un puente sobre la carretera. Desde él se pueden observar los restos de un puente anterior.



Para atravesar esta localidad tuvimos que ascender por algunas calles muy empinadas. Casi al final de la cuesta nos dimos de bruces con la iglesia. Tras pasar a su lado ascendimos un poco más y continuamos por una calle que nos sacó del pueblo. Giramos a la izquierda y la vista que nos encontramos nos hizo a todos abrir la boca, y no era para menos. Si en ese momento hubiera estado luciendo el sol ya habría sido el no va más.


El camino nos fue bajando poco a poco hasta el nivel del río y continuamos junto a él hasta que llegamos a un lugar en el que teníamos que cruzarlo por unas piedras que, en la mayoría de los casos, les pasaba el agua por encima. Decidimos explorar otras vías y luchando contra las zarzas conseguimos seguir una senda estrechita que no se separaba del Aliste. Después el camino nos dejó en una pradera por la que continuamos rodando hasta que nos encontramos con un puente, que no tuvimos que cruzar porque el track volvía a la orilla que estábamos siguiendo.


Seguimos en paralelo al río y, por lo tanto, haciendo sus mismos meandros. Estábamos disfrutando mucho del paisaje y del recorrido, y para sumarse a la fiesta el sol empezó a aparecer tímidamente y, en unos minutos terminó con la niebla y lució espléndido, una pena que no hubiera llegado antes.






Bordeamos la localidad de Gallegos del Río, cruzamos la carretera a la altura del puente, pero no pasamos por él. El río siguió mostrándonos estampas muy bonitas pero ya estábamos a punto de despedirnos de él.


Pero continuamos junto a un pequeño río, el Mena, que en ese punto le restaba muy poco para alimentar con sus aguas al Aliste. 



El sol y su luz habían transformado por completo el paisaje y lucía mucho más aún. Poco después de cruzar un puente sobre este río comenzó un ascenso de casi dos kilómetros y que nos llevó prácticamente hasta la siguiente localidad, Lober, a la que llegamos cada uno a su ritmo. Allí nos reagrupamos e hicimos una parada para comer un tentempié.



No nos demoramos mucho y pronto nos subimos a las bicis y proseguimos nuestro camino. Recorrimos, como es obligado algunas calles del pueblo, vimos la iglesia, y salimos de la localidad.


La distancia que separa Lober de Tolilla, al que nos dirigíamos, es de unos dos kilómetros, llanos además, así que en pocos minutos entramos en ese pueblo.


Dimos la vuelta de rigor por sus calles y enseguida lo abandonamos para irnos a encontrar, otra vez, con el río Mena.


Y el encuentro fue poco amistoso porque llegamos a un punto en el que debíamos cruzarlo pero no había por dónde, así que decidimos darle la espalda y buscar nuevas alternativas. Vimos en el GPS que si girábamos a la izquierda y ascendíamos una ladera podríamos retomar el track más adelante, y así lo hicimos. Eso sí, hubo que cruzar un par de veces un arroyuelo, pero ese no nos asustó.


Poco después de encontramos de nuevo pisando el track llegamos a otra localidad, en este caso, Mellanes. Comprobamos que, como empieza a ser habitual, íbamos mal de hora por lo que vimos la posibilidad de acortar la ruta intentando coger el Cordel Alistano Sanabrés.


Así que abandonamos Mellanes con esa intención y nada más dejar atrás las últimas casas comenzó un ascenso con bastante pendiente de unos dos kilómetros, que volvió a romper el grupo. Al llegar arriba nos reagrupamos y vimos que no íbamos bien. Encontramos una vía de escape, aunque para ello tuvimos que descender una ladera y atravesar una tierra, pero finalmente llegamos a un camino que terminó por llevarnos a una carretera. La cogimos hacia la derecha y tras dos kilómetros llegamos a la entrada de un pueblo. Leímos en el cartel que era... ¡¡Mellanes de nuevo!!

Este episodio demuestra que tenemos un perfecto sentido de la orientación ; ) y que, para evitar estos errores, en el futuro lo mejor será no abandonar nunca el track y no improvisar. Porque además tratando de acortar la ruta lo que conseguimos fue retrasarla los tres cuartos de hora que tardamos en dar esta absurda vuelta y hacer más kilómetros de los inicialmente previstos.

Como mal menor cogimos la carretera que va desde este pueblo a Ceadea, porque allí teníamos la oportunidad de regresar al track y, además, restar unos kilómetros al original. Fueron unos cuatro kilómetros de ascenso continuado, aunque bastante tendido, atravesando dicha carretera algunos grandes pinares. Al llegar al pueblo nos agrupamos para salir de él juntos, ya sin ni siquiera dar una vuelta por sus calles. Tras alejarnos unos cientos de metros de las últimas edificaciones nos encontramos con este precioso árbol.


Pero no todo es agradable porque poco después el camino empezó a estar repleto de agua, enormes charcos que apenas dejaban paso.


Superados estos, proseguimos para tratar de recorrer los últimos 10 km en el menor tiempo posible. A partir de este punto el grupo se dividió en tres, y cada uno fue a su ritmo. El recorrido era menos interesante que todo lo que habíamos visto con anterioridad y, unido al cansancio, que ya iba haciendo mella, lo disfrutamos menos. En muchos tramos había pequeños ascensos que se combinaban con cortos descensos y el paisaje es bastante variado con zonas de cultivo, otras con robles y otras con jara.



Finalmente, tras el último ascenso, divisamos Fonfría. Como llegamos bastante tarde ya no tuvimos tiempo de "reponer líquidos" y no sería por falta de ganas...


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Relive 'Morning Mar 10th'

16 de febrero de 2019

Por la ribera del río Aliste

Hoy, según nuestro calendario, tocaba senderismo, y escogimos para ello una ruta por la ribera del río Aliste.

Nos trasladamos hasta Vegalatrave para iniciar la caminata allí. Tras aparcar los coches los siete andarines (hoy muchos bíkers y muchas galanas tenían otros compromisos) empezamos a caminar saliendo del pueblo y cogiendo una carreterita a la izquierda.


Tras unos quinientos metros la abandonamos para seguir por un camino que estaba trazado junto al cauce de un arroyuelo y que tenía algo de pendiente. La zona tenía bastante vegetación y el camino poco a poco se fue convirtiendo en una pequeña garganta.



Tras pasar esa garganta, atravesamos también una zona boscosa y poco a poco fuimos encontrando menos vegetación, el valle se fue abriendo y se caminaba mejor.

Como el campo no sabe de fechas y, aunque la primavera aún no ha llegado y las temperaturas diurnas están resultando altas, el paisaje que fuimos encontrando era ya casi, casi, primaveral.



Terminamos esa ascensión suave que habíamos traído durante todo el trayecto y llegamos a un camino ancho con campos de cultivo alrededor.



Pero en realidad teníamos que coger uno paralelo a ese, así que cruzamos un barbecho para alcanzarlo. Ya en él fuimos avanzando y descendiendo poco a poco, sin abandonarlo en ningún momento, hasta recorrer los casi tres kilómetros que nos separaban de Domez.



Esta parte es la menos vistosa de la ruta, sin llegar a ser fea, pero es menos atractiva que el resto.

Llegamos a Domez y decidimos buscar un bar para tomar una cervecita que nos supo a gloria, acompañada de la conversación de la dueña y de unos frutos secos que amablemente nos puso para picar.

Volvimos atrás unos cientos de metros para cruzar de nuevo el puente sobre el río Aliste y comenzar a caminar por su ribera.


Ribera que no dejamos prácticamente en ningún momento ya hasta llegar de nuevo a Vegalatrave. Esta zona es muy bonita y ofrece variadas estampas del río, porque a veces sus aguas son negras porque la vegetación apenas deja entrar la luz y en otras ocasiones se deja teñir del color del cielo.



Hay zonas donde se camina a un metro de él y en otras en las que el caminante lo vigila desde las alturas, como en el último tramo, en el que se asciende una ladera y eso permite contemplar unas vistas, del propio río y de toda la zona, espléndidas.




Tras disfrutar de las vistas el camino comienza a descender y se mete en Vegalatrave enseguida. Atravesamos la localidad para ir hasta la zona donde estaban los coches.


Ya en ellos nos dirigimos a Samir de los Caños, del que estábamos a seis kilómetros, porque habíamos encargado la comida en el Bar de Agustina, que nos trató excelentemente. Estuvimos muy a gusto allí. Tras la comida un paseíto por el pueblo y rumbo a Zamora, pero eso sí, hicimos una pequeña parada en Villaflor, para mostrar la famosa barca a quienes no la conocían aún y para disfrutar de las vistas desde el Mirador de la Barca.


Tras la parada ya nos dirigimos de un tirón hasta Zamora, poniendo así fin a un bonito día disfrutando de la naturaleza y de la buena compañía.

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Relive 'PVegalatrave'