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15 de abril de 2019

La Senda del Oso

Desde que oímos hablar de la Senda del Oso teníamos ganas de hacerla, así que a principios de temporada planificamos para este fin de semana desplazarnos a Asturias para poder llevarla a cabo.

¿Y qué es la Senda del Oso? Eran dos trazados de ferrocarril mineros que se han reconvertido y adaptado como vía verde para recorrer caminando o en bicicleta.

El firme es asfalto en algunos tramos y en otros de balastro apisonado. Saliendo de Entrago y siguiendo la Senda hasta Tuñón el recorrido es de unos 20 km de perfil descendente. Si se quieren realizar más kilómetros, se puede hacer el recorrido que hicimos nosotros, hacia la mitad de la Senda sale un ramal que se puede recorrer en ambos sentidos (la ida ascendente y la vuelta descendente) para terminar de nuevo en el punto donde se cogió este ramal, y seguidamente continuar a Tuñón. De este modo son alrededor de otros 30 km más (si cuando se coge el ramal se llega a Santa Marina, pero puede incluso alargarse un poco más). Como una imagen vale más que mil palabras, en el mapa se ven perfectamente la ruta que hicimos por los dos ramales.


El desplazamiento a Asturias lo realizamos el viernes por la tarde. Partimos de Zamora cuatro coches con nueve bicicletas camino de Páramo, una localidad cercana a Entrago, donde comienza la Senda del Oso. Tras atravesar Babia, en la provincia de León, ascendimos el Puerto La Ventana, donde hicimos una parada para contemplar las excelentes y bonitas vistas.


Poco después llegamos a Páramo. Allí nos alojamos en los Apartamentos Rurales Blanca donde hemos estado de maravilla.

A la mañana siguiente nos dirigimos a San Martín de Teverga, atravesamos la localidad y poco después de salir de la misma encontramos el cruce que indica Senda del Oso, aunque ya es Entrago. Allí, junto a las naves de una de las empresas que alquilan bicis para hacer la senda, desmontamos las nuestras y nos preparamos para salir.


Poco después iniciamos la ruta siete bikers, más nuestro entregado biker logista y la hija de uno de los nuestros, en total nueve bicis. Al mismo tiempo las Galanas cogieron los coches y se dirigieron a Tuñón, para esperarnos allí y realizar ellas un tramo de la Senda caminando.

Nada más empezar a rodar nos dimos cuenta de que iba a ser más fácil aún de lo que pensábamos porque desde el km 0 la senda va en descenso. Un descenso continuado y constante, por lo que si sólo se quiere hacer desde Entrago a Tuñón son unos 20 km que los puede hacer sin dificultad un niño o cualquier persona que no esté acostumbrada a hacer bicicleta.

Todo el recorrido se hace en paralelo a un río, el Teverga en los primeros kilómetros, y el Trubia, una vez que el Teverga desemboca en este. Eso propicia que los paisajes que se van viendo sean muy bonitos.



Poco después de salir cruzamos varios pasos abiertos en la roca e incluso un túnel (hay varios), pero estaba bien iluminado. En los primeros kilómetros se rueda junto a grandes masas de piedra que se van alternando con zonas donde encontramos más vegetación.



Y el río Teverga, siempre a nuestro lado. En los primeros kilómetros en dos ocasiones hay que cruzar la carretera.


En alguna ocasión también se cruza de una ribera a otra del río mediante puentes.



Los primeros 10 km los hicimos enseguida y sin apenas dar pedales. Nos bastó casi con dejarnos caer. Poco después nos encontramos con el ramal que teníamos que coger, cerca de Caranga. En ese punto se encuentran la Senda del Oso que viene de Entrago con la que viene desde Ricabo. Giramos casi en redondo y comenzamos a rodar por ese ramal que, lógicamente, tenía perfil ascendente. La ascensión es muy suave y muy llevadera. En un momento dado se endurece un poco hasta llegar al embalse de Valdemurio.




Bordeamos este por su margen izquierda y continuamos siguiendo las indicaciones que íbamos encontrando. 

Continuamos ascendiendo pudiendo disfrutar a nuestro paso lugares tan bonitos como este:



Los kilómetros iban avanzando poco a poco y nosotros íbamos disfrutando muchísimo: del paisaje, del excelente día que, climatológicamente hablando, estábamos teniendo y del ascenso, que estaba resultando muy llevadero. 



Tras seguir rodando algún kilómetro más llegamos a un lugar llamado Santa Marina. Nos pareció que podía ser un buen lugar para dar la vuelta, si bien paramos unos minutos para comer algo y para ver lo que parecía una boca de una mina.


En realidad era una bocamina recientemente restaurada (en diciembre de 2018) para homenajear a los seis mineros que perecieron en el interior tras una explosión de grisú en 1973. Tremendo. Para uno de ellos, natural de Ciudad Rodrigo, era su primer día de trabajo en la mina...

No tardamos mucho en volver a las bicis para regresar hacia Caranga, donde habíamos tomado este ramal, pero antes teníamos que disfrutar mucho de esta bajada porque se podía hacer bastante deprisa y con poquito esfuerzo.


Desandamos el camino en todo el trayecto, salvo en la zona del embalse, que lo recorrimos por la margen contraria a la de la ida. Justo en ese tramo está la única subida importante del recorrido que, al estar mal acostumbrados, se nos atragantó un poco a todos.


Y pocos minutos después estábamos de nuevo en el punto donde habíamos tomado el desvío hacia este ramal. Ya desde aquí continuamos por el recorrido que realiza la mayoría de la gente. 


Los primeros kilómetros son similares a los anteriores, la senda encerrada junto al río en una garganta, pero poco más tarde la garganta se va abriendo dando paso a una zona más abierta. Pasamos por Proaza y poco después nos encontramos con el cercado osero donde se encuentran Paca y Tola, las famosas osas. Tuvimos la suerte de ver a una de ellas.


Cuando ya nos íbamos los tres últimos bíkers consiguieron ver a un osezno pero, a pesar de que nos llamaron, no les oímos, así que el resto no lo vio.

Durante todo el recorrido habíamos ido muy tranquilos, en cuanto a afluencia de gente haciendo la Senda, pero en esta zona el "tráfico" era mayor y había que rodar con más cuidado. Curiosamente este último tramo nos pareció el menos atractivo de todo el recorrido. Poco después atravesamos un pueblecito llamado Villanueva. Allí cruzamos el río por un puente medieval y a la salida de este nos encontramos con las Galanas, que habían hecho un descanso en su camino de regreso.




Por no dejarlas solas tomando las cervezas, paramos nosotros también y las acompañamos.




En cuanto saciamos nuestra sed volvimos de nuevo a la Senda para recorrer los alrededor de 4 km que nos restaban para terminar. El recorrido sigue yendo muy cerquita del río, ya el Trubia. En un momento dado vimos una indicación junto a un puente que ponía Área Recreativa de Tuñón, pero continuamos por la Senda. En realidad teníamos que haber cruzado ese puente, pero no nos pesó el equívoco, porque rodamos como un kilómetro por una zona preciosa, con una vegetación exhuberante y con unas vistas del río muy bonitas.



Finalmente preguntamos a un ciclista y nos indicó que el párking al que teníamos que llegar estaba en el Área Recreativa que habíamos dejado atrás, así que dimos la vuelta, desandamos el camino y cruzamos el puente.



A la salida del puente nos encontramos con otro oso, y a este lo vimos bien. Y a doscientos metros hacia el otro lado ya vimos el párking, junto a un Centro BTT. Cargamos las bicis, llegaron las Galanas caminando, y ya todos juntos compramos bebidas en el Centro BTT y comimos junto a este y junto al río. Y es que teníamos que coger fuerzas para hacer la ruta de senderismo del Desfiladero de las Xanas.

Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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