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13 de septiembre de 2020

Desolación en la ribera del río Aliste

Tras el periodo estival en el que es difícil juntarse por las idas y venidas de unos y otros, hoy los Bikers Duri hemos iniciado la temporada 2020-2021.

Prácticamente hace un mes, tras escuchar la noticia de un voraz incendio que se extendía desde Lober a Vegalatrave, pasando por Domez, a más de uno de este grupo se nos encogió el alma porque es una de nuestras zonas preferidas de la provincia. Así que la primera salida de esta nueva temporada tenía que ser para comprobar los destrozos causados por aquel fuego. Para ello utilizamos el track de un recorrido por la zona que habíamos hecho hace algunos años. La única diferencia con aquel es que en esta ocasión salimos de Muga de Alba, en lugar de Losacino, y que evitamos un par de errores que cometimos en el original.

28 de abril de 2019

El río Aliste, de cabo a rabo

A finales de agosto de 2015 se inaguraron los Espacios BTT Aliste Sanabria, una serie de rutas para bicicletas de montaña por la provincia de Zamora, homologadas por IMBA. Una de estas es la denominada "Río Aliste" y teníamos muchas ganas de hacerla, pero como no es circular necesitábamos cierta infraestructura para poderla hacer, es decir, un vehículo que nos llevara a todos a San Pedro de las Herrerías, donde se inicia, y nos fuera a buscar a Carbajales de Alba, donde termina.

Hoy pudimos contar con esa furgoneta y un amigo encantador que se encargó de llevarnos y de irnos a buscar, incluso hizo de coche de apoyo cuando hizo falta, como ya relataremos más adelante.

Salimos de Zamora a las 9,30 de la mañana. Tras una breve parada en Carbajales seguimos hacia San Pedro de las Herrerías. Tras bajar las bicis, colocar ruedas, y preparar todo conseguimos salir de allí a eso de las 11,00 h. Hoy era un día grande para nosotros porque conseguimos estar todos. Y ese hecho no se producía desde hace por lo menos un año.


Los primeros kilómetros se recorren por estribaciones de la Sierra de la Culebra y eso se nota en el paisaje. Buenos caminos, muchos pinos y brezo ya florecido. Y desde esos primeros kilómetros fuimos muy cerca del río Aliste, que nace allí mismo, en San Pedro de las Herrerías, en plena Sierra de la Culebra y a una altitud de 1.110 metros. En los comienzos de su recorrido es poco más que un arroyuelo, pero va ganando presencia a medida que va discurriendo su curso.




Rodábamos a buen ritmo porque el perfil tendía a descendente y sólo de vez en cuando aparecían pequeñas subiditas sin demasiada importancia. 

No tardamos mucho en llegar a Mahíde. Cruzamos varias de sus calles y continuamos nuestra ruta. Llevábamos track pero está perfectamente señalizada. Sólo encontramos en todo el camino un poste caído (precisamente cerca de Mahíde).

Pasamos al otro lado del río por encima de un puente, seguimos por la ribera y no mucho después tuvimos que volver a cruzar el río, pero esta vez el puente como tal no existía, en su lugar había unos bloques de hormigón sobre los que pasamos sin dificultad.



Continuamos rodando muy a gusto por la otra orilla del río. El terreno acompañaba porque seguíamos sin encontrar grandes cuestas y el paisaje seguía siendo muy bonito. En pocos minutos estábamos entrando en la siguiente localidad que atraviesa esta ruta: Pobladura de Aliste.




A la salida del pueblo otro puente  nos volvió a llevar a la otra orilla, así que de nuevo rodamos por la margen izquierda del Aliste. Todo el recorrido del río es bonito, pero estos primeros kilómetros lo
son más aún porque todo es más verde y hay más frondosidad.

Seguíamos sin encontrar dificultad para avanzar a buen ritmo así que cuando nos quisimos dar cuenta estábamos entrando en otro pueblo, en concreto en Las Torres de Aliste.



En esta localidad encontramos otro puente que nos devolvío a la margen derecha, por la que ya continuamos hasta llegar a Palazuelo de las Cuevas.


Entre ambos pueblos nos encontramos con la primera dificultad seria de esta ruta, una ascensión muy pronunciada que nos hizo subir de pulsaciones en pocos metros. Aparte de la inclinación, el terreno estaba húmedo y teníamos miedo a perder tracción. La parte más dura es de algo menos de un kilómetro y después se sigue ascendiendo pero con menos inclinación. El camino, ya casi arriba, está rodeado de escobas que lo invadían en parte, pero pudimos pasar. Tras culminar la ascensión hay un pequeño tramo que no hay vez que pasemos por allí que no nos confundamos y esta vez no iba a ser menos...

Ese error hizo que descendiéramos una ladera y que después tuviéramos que ascender la opuesta. Y esa ascensión era imposible hacerla sobre la bici, así que no quedó otra que tirar de ella. Eso sí, las vistas merecían la pena.


Una vez retomado el track tocaba hacer la parte más divertida de la subida, la bajada. Y así lo hicimos, descendimos por una zona sin camino marcado, bordeamos unos cercados y terminamos en un camino que en unos cientos de metros nos llevó hasta la entrada de Palazuelo de las Cuevas.



Recorrimos varias calles y, como empezaba a ser ya habitual, en este pueblo también un puente nos llevó hasta la otra orilla del río.


En esta zona el camino apenas estaba marcado pero la señalización existente cada vez que había que cambiar de dirección, seguía haciendo sencillo seguir esta ruta.


No mucho después otro puente nos llevó de nuevo a la otra orilla. En esta zona nos volvió a sorprender el precioso entorno que estábamos atravesando.



Tampoco en este tramo encontramos dificultades para rodar así que, al estar las localidades tan próximas, enseguida nos encontramos entrando en San Vicente de la Cabeza. También este pueblo tiene puente sobre el Aliste, pero en esta ocasión no hizo falta atravesarlo, por lo que salimos del pueblo siguiendo por la misma margen del río, es decir, por la derecha.


Poco después de salir de San Vicente tuvimos una ascensión no muy larga por una zona boscosa. En este punto el grupo estaba bastante estirado. Tras la ascensión había un pequeño descenso y en este, no sabemos muy bien cómo, uno de los bíkers que iba en cabeza sufrió una caída seria. Cuando llegamos el resto nos lo encontramos tirado en el suelo, muy dolorido e intentando sosegarse y recuperar la respiración. No estuvo menos de diez minutos allí, sin dejarnos que lo incorporáramos porque no se sentía nada bien. Tras este tiempo logramos levantarlo. Tenía golpes en el muslo, en la rodilla, en varios dedos y lo que más nos preocupaba, dolor abdominal, en las costillas. 

Tras dejarle otro tiempo largo de recuperación, logró con esfuerzo subirse de nuevo a la bici y recorrer poco a poco los dos o tres kilómetros que nos separaban de Bercianos de Aliste. Desde allí llamamos a la furgoneta para que viniera a buscarle. Como esta se encontraba lejos se quedaron dos bikers allí con él y el resto continuamos adelante. 

Lógicamente este hecho condicionó ya el resto de la ruta, porque estábamos preocupados por el alcance de las lesiones y porque había que reorganizar la logística.

Avanzamos, aún atontados y con la cabeza en el accidente, hacia la siguiente localidad. Poco después de salir de Bercianos seguimos atravesando zonas preciosas y, una vez más, cruzamos a la otra ribera.


Unos cinco kilómetros después de dejar Bercianos nos encontramos con el único "pero" de este recorrido, y es que llegamos a un punto en el que la señalización indicaba que había cruzar un riachuelo, el Cebal, que desemboca en el Aliste, y que, probablemente se seque al final de la primavera, pero en este momento llevaba bastante agua. Allí no había ningún puente ni nada que permitiera pasarlo. Buscamos un poco más arriba o un poco más abajo y tampoco vimos nada, así que no nos quedó otra que descalzarnos y cruzarlo a pie.



Después de "recomponernos" volvimos a nuestras bicis y continuamos avanzando. Poco más de un kilómetro después entramos en otra localidad: Flores.

Tras atravesarla y agruparnos, salimos del pueblo por una carretera que abandonamos poco después para volver a un camino.



Cerca ya de Gallegos del Río bien pensamos que teníamos que descalzarnos de nuevo, al ver frente a nosotros un río que había que atravesar. En este caso no era el Aliste, sino el Mena. Menos mal que mirando hacia la derecha encontramos un puente de vigas y hormigón que permitía el paso. Poco después atravesamos la carretera y bordeamos esa localidad sin llegar a entrar por sus calles.

Por el mismo camino que llevábamos habíamos rodado no hacía mucho, aunque en sentido contrario, así que la zona nos resultaba conocida.


Cruzamos una vez más a la otra margen por un puente y recorrimos un meandro bastante pronunciado que hace el Aliste en este tramo.  Un nuevo puente nos llevó de nuevo a la otra ribera y así, no mucho después, llegamos a Domez de Alba.


Identificamos la localidad al ver los restos de un antiguo puente, pero no llegamos a entrar en ella, la dejamos a nuestra derecha. Cruzamos la carretera justo donde empieza el puente que hay a la entrada del pueblo. Justo allí nos encontramos con los dos bíkers que se habían quedado con el herido y que habían retomado la ruta, por carretera, una vez que llegó la furgoneta a Bercianos. Ya los ocho juntos  proseguimos por la margen izquierda del río. El tramo que íbamos a recorrer ya es bastante 
conocido para nosotros porque lo hemos realizado varias veces en la prueba "Arroz a la zamorana", cuando se salía de Carbajales, alguna vez lo hemos hecho en uno u otro sentido por nuestra cuenta e incluso también lo hemos caminado hace unos meses.

Es uno de los tramos más bonitos. El camino va pegado al curso del río y hay mucha vegetación.





En un momento dado, ya cerca de Vegalatrave, hay que realizar una ascensión corta e intensa, pero tiene el premio de las vistas que hay una vez que se corona.



Tras la subida comenzamos a descender y enseguida vimos las primeras casas del pueblo. Teníamos ya ganas de llegar porque allí habíamos contratado, en el Bar BAL-P, algo para picar antes de proseguir hacia Carbajales. Teníamos pensado llegar sobre las 14,00, y finalmente llegamos a algo más de las 15,00. Allí estaban la furgoneta y el herido, seguía dolorido, pero había preferido esperarnos y picar algo, antes de ir a urgencias.

El bar es muy agradable y nos trataron de maravilla, pero el  "pica pica" fue bastante más generoso de lo esperado y finalmente comimos más de lo que debíamos, teniendo en cuenta que nos quedaban unos 20 km, que además eran los peores de todo el recorrido.

Con los estómagos llenos no decidieron subirse de nuevo a la bici, aparte del herido, tres bikers más, que fueron en la furgoneta directamente a Carbajales. De este modo tres se podían ir a Zamora en el coche que teníamos en Carbajales y entrar en urgencias para saber el alcance de las lesiones.

El resto, con algo de pereza, comenzamos a rodar. Nada más salir del pueblo no tuvimos otra que ascender por la carretera para abandonarla al llegar arriba y descender de nuevo hacia el río.


A partir de aquí el Aliste empieza a ganar anchura como consecuencia de aproximarnos al embalse del río Esla donde desemboca, el de Ricobayo.

Continuamos por la margen izquierda los cinco que habíamos quedado rodando a buen ritmo porque el terreno acompañaba. 


Como en este momento el embalse estaba bajo el río apenas sufre los efectos del embalse y así pudimos observar los restos de las paredes que limitaban las fincas antes de construirse dicho embalse. 

Poco después nos encontramos con un puente. Al otro lado del mismo, a la derecha, vimos Vide de Alba, pero no llegamos a entrar porque al salir del puente, tras sobrepasar la ermita de Nta. Sra. de la Encina, giramos a la izquierda. 


Unos cientos de metros después iniciamos una subida que nos costó superarla porque se juntó la pesadez de estómago por lo comido, el calor y el fuerte desnivel. Tras sufrir el kilómetro del ascenso comenzamos un pequeño descenso y tras este se encadenaron varios sube y bajas, también llamados "rompepiernas". Finalmente una bajada nos metió de lleno en una zona muy frondosa tras la que comenzaba un ascenso que nos puso delante de nuestras narices las ruinas del Castillo de Alba. Como la imagen lo merecía hicimos una pequeña parada para hacer unas fotos.



Enseguida proseguimos ascendiendo hasta las primeras casas del pueblo, pero no entramos en él, sino que nos desviamos a la derecha siguiendo las ascensión hasta unos metros más adelante, donde volvimos a la izquierda para tomar el camino asfaltado que lleva a Muga de Alba. Continuamos ascendiendo hasta que algo más adelante comenzamos a descender hacia el puente que cruza el río, que en este tramo, ya es mucho más que un río.



Tras cruzar el puente el perfil vuelve a ser ascendente. Tras unos dos kilómetros de subida llegamos a la localidad de Muga de Alba. Pasamos por ella atravesando alguna de sus calles, pero antes de llegar a la carretera giramos a la derecha para empezar a rodar por un excelente camino de concentración. 

Aunque podíamos haber acortado decidimos ser fieles al track y a las indicaciones e hicimos varios cambios de dirección que no eran necesarios para llegar a Carbajales. Siguieron los sube y bajas. Eso sí, pudimos comprobar que el paisaje había cambiado completamente, encontrándonos ahora campos de cereales extensos que no habíamos contemplado en todo el recorrido. En este tramo es en el que más alejado se va del Aliste, pero de vez en cuando lo seguíamos viendo.

Conseguimos llegar a Carbajales y, por tanto, al final de esta ruta. Como teníamos sed paramos en el Bar La Rueda, donde bebimos unos refrescos y poco después comenzamos a cargar las bicis en la furgoneta y en el portabicis e iniciamos el regreso a Zamora.

Al entrar en la ciudad paramos en Urgencias. Aún no habían atendido a nuestro bíker, que estaba allí acompañado por uno de los que habían regresado con él a Zamora. Más tarde sabríamos que, según el informe, no había roturas de costillas, sólo magulladuras por todo el cuerpo. Le curaron el dedo y para casa con analgésicos y antiinflamatorios. Eso sí, estará una temporada muy molesto con las costillas.

Como conclusión podemos asegurar de que se trata de una preciosa ruta para hacer en cualquier época, pero si se quiere disfrutar al máximo lo mejor es hacerla en primavera. Una pena que estando marcada como está, homologada y publicitada, no esté nada transitada.

Más información: http://www.bttalistesanabria.com/


Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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Relive 'Morning Apr 27th'

10 de marzo de 2019

Disfrutando de Aliste

La primera sorpresa de esta ruta fue la niebla. Nos levantamos temprano porque teníamos que desplazarnos a Fonfría, y esperábamos encontrar el cielo tal cual era la previsión, es decir, soleado, pero lo que encontramos en su lugar fue una niebla bastante cerrada.

Tras ver el decepcionante cielo, a las 8,30 estábamos montando las bicis en dos coches. En cuanto todo estuvo listo salimos para Fonfría. Allí paramos y en cuanto nos preparamos salimos los cinco bíkers que hoy estábamos, a intentar disfrutar al máximo de una ruta presumiblemente muy bonita. Sabíamos que lo único que le podía restar belleza era la niebla y la ausencia de sol.


Tras recorrer los primeros metros en dirección a Fornillos de Aliste giramos a la derecha. Poco después el camino se convirtió en apenas unas roderas rodeadas de hierba. Hierba totalmente mojada por la humedad de la niebla que nos salpicaba por todos lados empujada por nuestras propias ruedas.
Poco después empezamos a rodar en paralelo al arroyo del Nogal.


A medida que íbamos avanzando el camino se iba perdiendo, y la vegetación estaba más cerrada, quedándose convertido al final en una senda por la que justamente pasábamos, siempre y cuando las ramas y las zarzas nos lo permitían.


Pero todos estábamos sorprendidos de lo bonita que era la zona, desconocida para todos nosotros hasta ese momento.



Acompañamos al arroyo unos tres kilómetros y de todo el tramo no podríamos decir otra cosa más que es precioso: verdor por todas partes, mucha vegetación, el discurrir del río y para colmo, descendente. No se podía pedir más.



Nos separamos un poco del arroyo y poco después nos encontramos con las primeras casas de Vide de Alba.


Atravesamos el pueblo en un continuo descenso para llegar al final al puente sobre el río Aliste, que en esta zona está algo embalsado, al recular el agua del embalse de Ricobayo hacia este río. Tras cruzar el puente giramos a la izquierda para seguir acompañando al río hacia Vegalatrave.


El primer kilómetro aproximadamente el río es ancho y en este momento no mucho porque el embalse está bajo, pero después ya recobra casi su anchura normal y vuelve a ser,casi, un río en toda regla. En este tramo fuimos siempre en paralelo a él con algunos pequeños sube y bajas. Pronto divisamos las edificaciones de Vegalatrave.


Tras ascender hasta la carretera y descender por ella para cruzar el puente, entramos en esta localidad. Subimos por una de sus calles y tras pasar las últimas casas continuamos ascendiendo para después descender y encontrarnos de nuevo con el Aliste.

El tramo entre Vegalatrave y Domez es precioso por la variedad del recorrido y las distintas vistas que se van viendo del río. Hay tramos de camino estrecho y mucha vegetación, otros más despejados, tramos con pradera en lugar de camino, bonitas imágenes del río desde cierta altura e imágenes a dos pasos de él.







Después de disfrutar mucho de este recorrido llegamos a Domez. De nuevo pasamos a la otra orilla cruzando un puente sobre la carretera. Desde él se pueden observar los restos de un puente anterior.



Para atravesar esta localidad tuvimos que ascender por algunas calles muy empinadas. Casi al final de la cuesta nos dimos de bruces con la iglesia. Tras pasar a su lado ascendimos un poco más y continuamos por una calle que nos sacó del pueblo. Giramos a la izquierda y la vista que nos encontramos nos hizo a todos abrir la boca, y no era para menos. Si en ese momento hubiera estado luciendo el sol ya habría sido el no va más.


El camino nos fue bajando poco a poco hasta el nivel del río y continuamos junto a él hasta que llegamos a un lugar en el que teníamos que cruzarlo por unas piedras que, en la mayoría de los casos, les pasaba el agua por encima. Decidimos explorar otras vías y luchando contra las zarzas conseguimos seguir una senda estrechita que no se separaba del Aliste. Después el camino nos dejó en una pradera por la que continuamos rodando hasta que nos encontramos con un puente, que no tuvimos que cruzar porque el track volvía a la orilla que estábamos siguiendo.


Seguimos en paralelo al río y, por lo tanto, haciendo sus mismos meandros. Estábamos disfrutando mucho del paisaje y del recorrido, y para sumarse a la fiesta el sol empezó a aparecer tímidamente y, en unos minutos terminó con la niebla y lució espléndido, una pena que no hubiera llegado antes.






Bordeamos la localidad de Gallegos del Río, cruzamos la carretera a la altura del puente, pero no pasamos por él. El río siguió mostrándonos estampas muy bonitas pero ya estábamos a punto de despedirnos de él.


Pero continuamos junto a un pequeño río, el Mena, que en ese punto le restaba muy poco para alimentar con sus aguas al Aliste. 



El sol y su luz habían transformado por completo el paisaje y lucía mucho más aún. Poco después de cruzar un puente sobre este río comenzó un ascenso de casi dos kilómetros y que nos llevó prácticamente hasta la siguiente localidad, Lober, a la que llegamos cada uno a su ritmo. Allí nos reagrupamos e hicimos una parada para comer un tentempié.



No nos demoramos mucho y pronto nos subimos a las bicis y proseguimos nuestro camino. Recorrimos, como es obligado algunas calles del pueblo, vimos la iglesia, y salimos de la localidad.


La distancia que separa Lober de Tolilla, al que nos dirigíamos, es de unos dos kilómetros, llanos además, así que en pocos minutos entramos en ese pueblo.


Dimos la vuelta de rigor por sus calles y enseguida lo abandonamos para irnos a encontrar, otra vez, con el río Mena.


Y el encuentro fue poco amistoso porque llegamos a un punto en el que debíamos cruzarlo pero no había por dónde, así que decidimos darle la espalda y buscar nuevas alternativas. Vimos en el GPS que si girábamos a la izquierda y ascendíamos una ladera podríamos retomar el track más adelante, y así lo hicimos. Eso sí, hubo que cruzar un par de veces un arroyuelo, pero ese no nos asustó.


Poco después de encontramos de nuevo pisando el track llegamos a otra localidad, en este caso, Mellanes. Comprobamos que, como empieza a ser habitual, íbamos mal de hora por lo que vimos la posibilidad de acortar la ruta intentando coger el Cordel Alistano Sanabrés.


Así que abandonamos Mellanes con esa intención y nada más dejar atrás las últimas casas comenzó un ascenso con bastante pendiente de unos dos kilómetros, que volvió a romper el grupo. Al llegar arriba nos reagrupamos y vimos que no íbamos bien. Encontramos una vía de escape, aunque para ello tuvimos que descender una ladera y atravesar una tierra, pero finalmente llegamos a un camino que terminó por llevarnos a una carretera. La cogimos hacia la derecha y tras dos kilómetros llegamos a la entrada de un pueblo. Leímos en el cartel que era... ¡¡Mellanes de nuevo!!

Este episodio demuestra que tenemos un perfecto sentido de la orientación ; ) y que, para evitar estos errores, en el futuro lo mejor será no abandonar nunca el track y no improvisar. Porque además tratando de acortar la ruta lo que conseguimos fue retrasarla los tres cuartos de hora que tardamos en dar esta absurda vuelta y hacer más kilómetros de los inicialmente previstos.

Como mal menor cogimos la carretera que va desde este pueblo a Ceadea, porque allí teníamos la oportunidad de regresar al track y, además, restar unos kilómetros al original. Fueron unos cuatro kilómetros de ascenso continuado, aunque bastante tendido, atravesando dicha carretera algunos grandes pinares. Al llegar al pueblo nos agrupamos para salir de él juntos, ya sin ni siquiera dar una vuelta por sus calles. Tras alejarnos unos cientos de metros de las últimas edificaciones nos encontramos con este precioso árbol.


Pero no todo es agradable porque poco después el camino empezó a estar repleto de agua, enormes charcos que apenas dejaban paso.


Superados estos, proseguimos para tratar de recorrer los últimos 10 km en el menor tiempo posible. A partir de este punto el grupo se dividió en tres, y cada uno fue a su ritmo. El recorrido era menos interesante que todo lo que habíamos visto con anterioridad y, unido al cansancio, que ya iba haciendo mella, lo disfrutamos menos. En muchos tramos había pequeños ascensos que se combinaban con cortos descensos y el paisaje es bastante variado con zonas de cultivo, otras con robles y otras con jara.



Finalmente, tras el último ascenso, divisamos Fonfría. Como llegamos bastante tarde ya no tuvimos tiempo de "reponer líquidos" y no sería por falta de ganas...


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Relive 'Morning Mar 10th'