7 de abril de 2019

A "El Viso" en busca de buenas vistas

Hoy la primavera quiso hacerle un guiño al invierno y se disfrazó de este, forzándonos a descolgar la ropa de abrigo que ya habíamos guardado en los armarios pensando que ya no lo usaríamos más esta temporada.

Y es que partimos de la Ciudad Deportiva a las 8.45 h con 3 grados de temperatura, eso sí, el sol acompañaba y se agredecía. Lo que no se agradecía en absoluto era la brisita del norte que también quiso ser protagonista. Menos mal que de entrada no nos daba de cara.

Los cinco bíkers que salimos iniciamos la ruta rodando en paralelo al río en dirección al Puente de Piedra. Cruzamos este, seguimos por San Frontis para coger el GR-14. A pesar del fresco la mañana era espléndida.


Antes de llegar al Brocal de las Promesas giramos a la izquierda para seguir por un camino que, en línea recta, lleva hasta Morales. Este camino va ascendiendo poco a poco, no en vano hay que salvar los 50 m que diferencian la altitud de esta localidad y la de Zamora.


Cruzamos la carretera de Entrala y poco después nos estaba esperando el sexto bíker que había salido al encuentro desde Morales.

Atravesamos esta localidad y cogimos el camino de Pontejos, de nuevo otra pequeña ascensión para que los más frioleros terminaran de entrar en calor.



Poco después de entrar en el pueblo giramos a la izquierda para atravesar este y salir de él por el camino de Arcenillas, pero tras subir la primera cuesta giramos a la derecha para continuar por un camino de muy buen firme que terminó por llevarnos a la carretera que une Cazurra y Casaseca de las Chanas. Tras rodar como un kilómetro por asfalto entramos en esa localidad.

Tras cruzar Casaseca enseguida vimos nuestro destino a lo lejos, El Viso, pero a pesar de que rodábamos de frente a él tuvimos que volver a la izquierda porque el camino que transitábamos poco más allá no tenía continuidad. Entre pueblo y pueblo íbamos disfrutando de le época más bonita del campo en esta zona.




Rodamos unos cientos de metros en esa dirección pero enseguida volvimos a girar, en esta ocasión a la derecha, y poco después a la derecha de nuevo, para seguir por un camino que ya volvía a tener la dirección de El Viso.

Este camino, que es una gran recta, nos llevó hasta casi los pies de nuestra meta (volante) sin más novedad que pudimos rodar por él bastante rápidos porque el firme acompañaba, y el viento no nos molestaba (aún). Además seguíamos disfrutando de unas vistas espléndidas.


Y así, en poco tiempo llegamos hasta las proximidades del gran repetidor. Giramos a la derecha y enfilamos la recta desde donde parte la subida. Pero antes de empezar esta hay que recorrer unos 500 metros de suave ascenso que sirve de precalentamiento. Y en cuanto volvíamos la cabeza nos encontrábamos bonitas estampas como esta:


Comenzamos la ascensión. Los primeros metros ya sabemos que se hacen bien, después viene un tramo que quizás sea el más duro, evidentemente por su inclinación. Tras pasar la primera curva la ascensión se suaviza y permite recuperar el aliento y bajar algún piñón. Tras la segunda curva vuelve un repecho duro que sigue tras la siguiente. Una vez superada esta sigue la dureza pero los que hemos subido más veces sabemos que tras la siguiente se divisan ya dos señales que nos indican que ya falta muy poco para coronar. Superadas las dos la ascensión se suaviza de nuevo y, se corona.

Como subimos cada uno a nuestro ritmo, arriba fuimos llegando por etapas, primero llegaron dos unidades, después una, le siguieron otras dos y, finalmente las dos últimas.


Mientras llegaban unos y otros aprovechamos para hacer fotos de las impresionantes vistas que se pueden disfrutar desde estas alturas.





Una vez todos reunidos aprovechamos para comer algo antes de iniciar el descenso. Tras la breve parada volvimos a subirnos a las bicis para disfrutar de la bajada.




Tanto nos emocionó el descenso que el que iba el primero no se dio cuenta de que al llegar abajo había que volver a la derecha y lo hizo en sentido contrario. Pero como todo tiene arreglo, más adelante volvimos a la derecha para tomar dirección Madridanos, donde podríamos reencontrar de nuevo el track.

En ese tramo también rodamos rápido y sin problemas porque el terreno acompañaba, y salvo en el descenso, el aire no nos daba todavía de frente.


Tras llegar a Madridanos tomamos el GR-14 y nos topamos con el viento de frente. No era excesivo, pero sí lo suficiente molesto como para restar velocidad y acrecentar la sensación de frío. Por este camino fuimos haciendo abanicos y gracias a eso logramos mejorar algo nuestra velocidad.

Tras rodar unos cuatro kilómetros por la Senda del Duero la abandonamos para girar a la derecha y seguir por un camino que terminó por llevarnos hasta la carretera de Villalazán. La cruzamos y tomamos otro que nos llevó a encontrarnos con el río Duero. Seguimos por su orilla y el caminó empezó a perderse. Continuamos por la hierba pero llegó un momento en el que ya no se podía pasar, así que dimos la vuelta y buscamos un camino parlalelo al que intentábamos seguir.


Lo encontramos enseguida y ya continuamos por este, algo más alejados del río pero aún pudiendo ver bonitas estampas de este.


Continuamos rodando por este camino pero, en un momento dado, lo abandonamos girando a la izquierda y entrando en uno asfaltado que nos llevaría hasta Villaralbo.


Tras cruzar esta localidad volvimos al encuentro con el río y rodamos en paralelo a él, primero por la antigua carretera y después por el camino que seguimos habitualmente.

Aunque seguíamos con el viento de cara continuamos haciendo abanicos de dos o de tres y este se hacía más llevadero y nos permitía rodar a buen ritmo. Cuando llegamos a Zamora, al ver la hora que era, nos dimos cuenta de que habíamos hecho una buena media.


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31 de marzo de 2019

Pedaleando por "La Raya"

El contrabando entre los pueblos de La Raya que separa España y Portugal era habitual en los años de la posguerra. Hoy quisimos conocer esa zona y por eso siete bíkeres nos desplazamos hasta Fornillos de Aliste para iniciar la ruta allí. No nos quedó otra que madrugar, hoy más aún, por el cambio de hora.

Partíamos de un track que utiliza la organización de la Ruta del Contrabando, que se celebra desde hace pocos años en Ceadea, si bien la segunda mitad la trazamos nosotros y es distinta a esa.

Iniciamos nuestra andadura junto al CTR Lajafriz, pocos metros después cruzamos por el paso subterráneo la N-122 y continuamos por un camino muy bonito rodeado de paredes de piedra y robles.


Los primeros kilómetros fueron llanos, picando algo hacia abajo, por lo que los hicimos muy bien, encontrando a nuestro paso bosque bajo, algunas praderas, y un arroyuelo cruzado por varios puentes, como el que vemos bajo estas líneas.



Nos estábamos dirigiendo a Brandilanes, y esa zona nunca defrauda. Tras cruzar el arroyo comenzamos una ligera ascensión que después se tornó en suave descenso y, casi sin darnos cuenta, llegamos a esa localidad.


Entramos en ella pero enseguida giramos a la izquierda, recorrimos una de sus calles y terminamos bordeando el pueblo, encontrando desde la zona alta del mismo una bonita vista del valle que tiene a sus pies.


Descendimos hasta el arroyo de la Ribera y, aunque ya habíamos pasado por aquí alguna vez, no dejó de sorprendernos el espectacular puente que encontramos allí.


Continuamos en paralelo al arroyo y, en un punto, giramos a la derecha porque así nos lo indicaba el track, pero no había camino, ascendimos por una ladera y ya encontramos una senda que, tras una subida nos llevó a un camino ancho. Poco después de empezar a rodar por él iniciamos un descenso y tras este giramos a la derecha y nos encontramos con una pared bastante vertical que, casi todos, logramos subir.


Justo ahí comenzamos a recorrer La Raya, de hecho a un lado del camino veíamos las señales de Coto de Caza en castellano y al otro la equivalente en porgugués. También había mojones de piedra cada ciertos metros marcando la línea imaginaria de la frontera.

Este recorrido fue de casi seis kilómetros, sin duda, los más duros de la etapa porque al comienzo el terreno era ascendente, tras el ascenso aparecía una bajada pronunciada, y tras esta una subida casi imposible. Hubo una, de hecho, que sólo la logró subir sobre la bici uno de nosotros.


Tras estos toboganes el camino sobre la misma Raya seguía su tono ascendente pero más suave, sin duda no quería castigarnos en exceso para que pudiéramos con la "traca final" que nos esperaba. No tardamos mucho en verla:


Esa traca final no era otra que la subida a la ermita de La Luz. Para endurecerla un poco más, antes de iniciar la subida, hay una bajada para que así el ascenso sea aún más largo. Poco a poco comenzamos a subir piñones y bajar platos, al mismo tiempo que subían las pulsaciones.


Una vez cogido el ritmo de esta subida lo importante es no perder tracción. Algunos la perdieron, pero tras la interrupción volvieron a subirse al sillín y lograron culminarla. Otros la subieron sin interrupciones y a otros se les atragantó.


Nos agrupamos junto a la ermita. En ella, las localidades de Moveros y la portuguesa de Costantim, celebran la romería el último domingo del mes de abril, si bien el día antes los vecinos de la localidad portuguesa suben hasta esta iglesia a la Virgen de la Luz.

Tras recuperar la respiración nos acercamos al vértice geodésico desde donde hay unas espectaculares vistas de toda la zona.


Volvimos a las bicis, cruzamos la carretera y, al ver la señal de Portugal, hicimos una nueva parada para hacernos una foto, que ya es un clásico entre nosotros, ya que la hemos hecho allí tres veces.


Tras la foto cogimos el camino de la derecha e iniciamos un descenso, aún por La Raya. Más adelante volvieron pequeños sube y bajas, pero mucho más llevaderos que los anteriores, y así fuimos rodando otros cuatro kilómetros, rodeados de pinos, brezo y jaras, hasta que giramos a la derecha para abandonar definitivamente la frontera entre España y Portugal.


El camino que tomamos está señalizado con marcas rojas. Justo en ese punto un pequeño cartel nos informó de lo que ocurría en esa zona entre los vecinos de un lado y otro de La Raya.


Con la mejoría del perfil del terreno comenzamos a imprimir un ritmo mucho más alto. Los caminos seguían siendo buenos pero el paisaje había cambiado sustancialmente porque estaba constituido sólo por monte bajo.



No tardamos mucho en encontrar los restos de una de las casetas usadas por los Guardias de la que nos había informado el cartel. Era la llamada Caseta de La Canda.


Tras ella el camino se hizo más ancho y con un firme impecable, pero el lugar donde teníamos que girar estaba vallado, así que continuamos rodando hasta que la valla terminó. Allí ya giramos a la derecha y conseguimos llegar a Vivinera poco después.



Entramos en el pueblo, y tras ver las primeras casas nos dimos la vuelta porque teníamos que seguir hacia la derecha del mismo. Bordeando esta localidad continuamos por un buen camino rodeado, primero de pequeños campos de cultivo, y más tarde de nuevo de bosque bajo y robles que. En poco tiempo nos llevó hasta Moveros.


Pasamos por Moveros sin parar, aunque suene contradictorio : ). A la salida del pueblo nos encontramos con otra pequeña charca muy, pero que muy primaveral.


Desde Moveros continuamos ya hacia el lugar de partida. Entre medias un camino muy similar al que nos había llevado hasta esa localidad. Además, como tenía un poquito de perfil descendente, lo recorrimos en poco tiempo.







En un momento dado abandonamos el camino y tomamos otro muy poco marcado que nos llevó hasta la N-122. Estábamos a poco más de cien metros de la entrada de Fornillos, pero el track nos alejaba un poco del pueblo para alargar unos kilómetros más la ruta. Dos de los bíkers que se encontraban cansados se fueron ya hacia los coches y los otros cinco giramos a la izquierda y recorrimos unos cientos de metros por la carretera. De nuevo donde teníamos que coger un camino encontramos una valla, pero poco después pudimos encontrar dicho camino y rodar por él.


Tras poco más de un kilómetro giramos a la derecha y comezamos el último ascenso del día. Después ya sólo quedaba rodar y, finalmente, realizar un descenso muy divertido hacia el pueblo. Llegamos a la parte más alta de Fornillos, así que descendimos por una de las calles principales hasta llegar a los coches.

Como teníamos tiempo pudimos poner en práctica nuestra norma, que no es otra que, si vamos a tomar algo, tratar de hacerlo en la localidad desde donde partimos. Y así lo hicimos.


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24 de marzo de 2019

Hoy hasta El Culo del Mundo

Hoy de nuevo volvimos a estar casi al completo, tan sólo no faltaban dos bikers para estar todos. Los siete que estábamos quedamos a las 9,00 h. en la C.D. para tratar de hacer una ruta que no nos ocupara mucho tiempo pero que tampoco fuera un paseíto.

Así que la iniciamos cruzando el puente de Cardenal Cisneros, bajando las escaleras al terminar este para rodar hacia Villaralbo, primero por asfalto, pero después este se convierte en camino hasta casi la entrada del pueblo. Este tramo, como suele ocurrir siempre, lo hicimos a ritmo tranquilo, charlando, contándonos las novedades de la semana y disfrutando de la mañana que, en esta ocasión estaba muy agradable, con un sol espléndido y casi 8 grados de temperatura.


Atravesamos Villaralbo por calles inéditas pero que nos llevaron al mismo camino de siempre, a la larga recta que termina al encontrarse con el GR-14. Tras recorrer esta nos incorporamos a la Senda del Duero dirección Toro.

El ritmo se fue incrementando poco a poco y ya íbamos acercándonos a nuestra media habitual. Por eso no tardamos demasiado tiempo en llegar a Madridanos.


Cruzamos esta localidad y nada más superar un pequeño repecho que hay tras la Finca de la Diputación comenzamos a ver a lo lejos nuestro destino: Las Contiendas, popularmente conocido como El Culo del Mundo.

Siendo ya marzo los cultivos empiezan a estar ya en pleno apogeo y en esta zona daba gusto mirar a ambos lados del camino y encontrar fincas llenas de verde, de un verde que transmite vida, a pesar de la sequía.


Según nos acercábamos a Las Contiendas, iba creciendo por momentos y cada vez que mirábamos hacia arriba nos parecía más alta.





Bordeamos Las Contiendas en paralelo y cuando ya teníamos Sanzoles a la vista y El Viso a nuestra derecha, giramos noventa grados para comenzar a ascender.







Al comienzo la subida es ligera, unos metros más adelante la inclinación es mayor y cuesta más, evidentemente, y cuando ya falta poco para coronar hay un tramo que incrementa la inclinación y una curva, pasada la cual se hace un último esfuerzo y ya la subida comienza a serenarse y da tiempo a coger resuello.

Pero lo peor de todo no es esto, sino que cuando uno piensa que ha terminado la cuesta es cuando se equivoca, porque es cierto que primero se desciende a lo largo de unos cientos de metros, pero seguidamente aparece otra subida, menos inclinada que la primera, pero que al ascenderla cuando las fuerzas aún no están recuperadas también cuesta lo suyo, sobre todo el último repecho, en el que las ruedas agarran poco.

En ese punto es donde realmente termina la ascensión, así que allí paramos para reagruparnos, ya que cada uno había subido a su ritmo y hubo mucha diferencia del primero al último. Una vez reagrupados seguimos nuestro camino, que en ese momento consistía en seguir el via crucis de aerogeneradores. Y para hacerlo realmente es seguir como un vía crucis porque hay innumerables sube y bajas en el camino que comunica todos.



En un momento dado, sobrepasados ya varios de ellos, desde el camino se pueden contemplar una espectaculares vistas de todo el valle.


Aprovechamos ese punto para reagruparnos de nuevo y para comer algo quien tenía necesidad.


Enseguida volvimos a las bicis y continuamos siguiendo el camino marcado por los molinos, que continuaba subiendo y bajando pero más suavemente.



Desde esta zona las vistas de Las Contiendas son espectaculares. Hay una teoría que dice que pudieron ser canteras romanas para construir Ocellum Durii, para muchos situada al pie de este macizo rocoso. Lo cierto es que esas incisiones en la roca, esos canales perpendiculares y paralelos no parecen ser sólo producto de la erosión.


Tras este tramo de excelentes vistas apareció una rampa que nunca hemos podido con ella, hoy tampoco, ni siquiera el biker que lleva una bici asistida. No es sólo por la rampa, que es muy inclinada (aunque en la foto no lo parezca), sino también porque el suelo tiene una arenilla que no permite traccionar a las ruedas. Así que todos terminamos con la bici en la mano, e incluso así costaba muchísimo subirla.


Pero eso sí, era la última del día, porque superada esta continuamos por el camino, ya con menos sube y bajas y, de vez en cuando, también con buenas vistas, en esta ocasión de Villalazán.



 Tras llegar a un vértice geodésico empieza lo bueno, un descenso que comienza con una rampa muy inclinada en la que, si frenas, la ruedas arrastran pero no pierden apenas velocidad. Y a partir de ahí el descenso es un camino de poco más de 30 cm de ancho, con canaletas hechas por las ruedas de las motos, con pequeños toboganes, bastante técnica, de las que despiertan la adrenalina y muy, muy divertida.


Esta sendero terminó por dejarnos a los pies de Las Contiendas o del Culo del Mundo, como queramos llamarlo, y desde allí tomamos un camino, primero en dirección Villalazán, pero después giramos a la izquierda para enfrentarnos a una enorme recta que dejamos inconclusa porque giramos de nuevo a la derecha antes de que terminara.



Y giramos para dirigirnos hacia Bamba. Después de los sube y bajas que habíamos dejado atrás este trazado era jauja así que rodamos a una buena media, lo que permitió que llegáramos a esa localidad en poco tiempo.

Cruzamos por su calle principal y antes de llegar a la iglesia continuamos recto, evitando así el camino habitual. Seguimos por ese camino, si bien finalmente tuvimos que cambiar de dirección para retornar al camino que siempre solemos seguir para ir desde este pueblo a Moraleja del Vino.

El trayecto entre estas dos localidades lo hicimos también muy rápido. La bordeamos, nos dirigimos al cementerio y desde allí descendimos en busca de nuevo del GR-14. Pero como hay una ley no escrita que procuramos seguir a rajatabla, antes de llegar a ese GR giramos a la izquierda para terminar apareciendo en Villaralbo por el camino asfaltado que une esta con Moraleja.



Ya en Villaralbo rodamos por calles poco frecuentadas por nosotros y, tras dejar atrás las últimas casas, continuamos hacia Zamora por el llamado Camino Viejo de Villaralbo que, ni es viejo, ni es camino, es una carretera por la que volamos pensando ya en el final de etapa y en que teníamos que terminar pronto porque tras las duchas de rigor hoy teníamos una gran paella para todos los Bíkers y Galanas en el Bosque de Valorio.

Entramos en Zamora por el barrio de Pinilla, así que atravesamos el Puente de Hierro y dimos por concluida la etapa al llegar al mismo punto de donde partimos, pero tras tomar un reconstituyente hecho de zumo de cebada.


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