16 de noviembre de 2025

Ruta evitabarro por la Tierra del Vino

Entre la disyuntiva de realizar hoy una ruta por caminos y llegar llenos de barro o una por carreteras locales y llegar indemnes, optamos por la segunda opción, aún a sabiendas que sería una sin pena ni gloria, de trámite, pero mereció la pena.

La convocatoria de hoy fue todo un éxito, sólo dos bikers pudieron acudir a la cita. La hora, la de siempre, las 9.30 h. La mañana se presentaba tristona, con el cielo poblado de nubes amenazantes y temperatura suave, 10º. 

Partimos puntuales y fuimos junto al Duero por la Avenida del Mengue para cruzarlo por el Puente de Piedra. En esos momentos, para que la foto saliera mejor, lució el sol pero que no se engañe nadie, que después se escondió durante casi toda la mañana. 


Ya del otro lado del río, continuamos por los barrios de Cabañales y El Sepulcro hasta la rotonda del cementerio. Allí tomamos la N-630 y continuamos por ella hacia Morales del Vino. 

Nada más salir de la ciudad comprobamos que el viento nos iba a dar problemas, por decirlo de un modo fino. Fuimos pedaleando por el arcén, que es ancho y permite rodar seguro, hasta la Ermita del Cristo de Morales. Desde allí continuamos hacia Morales del Vino. 

Aparte del viento, también íba castigando nuestras piernas la subida, tendida pero constante, que hay entre Zamora y esta localidad, no en vano está casi a setenta metros más de altitud que la capital. 

Comenzamos a cruzar Morales del Vino siguiendo la N-630, si bien enseguida pudimos continuar por una vía de servicio y, casi al final de esta, girar a la derecha para continuar por carretera local hacia El Perdigón.


Después de pasar junto a varias urbanizaciones encontramos a nuestro paso las ruinas del apeadero que compartían Morales del Vino y El Perdigón. Una pena que, como tantos otros y estaciones, se estén dejando caer. 



Enseguida llegamos a El Perdigón, entrando en el pueblo por la parte baja del mismo, ascendimos hasta la plaza y salimos de ella hacia la izquierda. 


Siguiendo esa calle llegamos al final del pueblo, donde giramos a la derecha para continuar por la carretera local que une esta localidad con Casaseca de Campeán. El primer kilómetro y medio se nos hizo eterno porque el viento nos daba totalmente de frente y tenía rachas de hasta 26 km/h. Además, seguíamos ascendiendo. 

Salvado ese tramo un par de curvas nos cambiaron de dirección y lo notamos en nuestro modo de avanzar pero también porque ya podíamos hablar entre nosotros y escucharnos. 

Antes de llegar a Casaseca tuvimos que ascender un repecho y después sí, por fin, pudimos disfrutar de una cuesta abajo, eso sí, no muy larga. 


Sin prácticamente dar pedales llegamos a la entrada del pueblo. Al llegar a una placita que hay junto a la iglesia paramos porque el otro biker percibía que su rueda trasera iba algo frenada, como así era. Tratamos de arregarla y continuamos. 


Enseguida salimos de Casaseca y unos cientos de metros más adelante tuvimos que ascender para cruzar por un puente sobre la abandonada vía de la Ruta de la Plata. Un esfuerzo tan inútil como el puente, que salva esas vías que no sirven para nada (bien se podrían convertir en una Vía Verde...). 

Después de una pequeña bajada y otra subida, comenzamos a descender hacia Corrales del Vino, adonde llegamos enseguida (las dos localidades no están separadas ni 2 km). 


Pasamos junto a las primeras edificaciones de Corrales, cruzamos la N-630 y nos adentramos en el pueblo. En un parquecito realizamos otra parada técnica porque la rueda trasera seguía algo frenada. Eso sí, esta vez ya fuimos eficaces y logramos repararla. De nuevo en las bicis seguimos callejeando hasta salir del pueblo por la carretera de Santa Clara de Avedillo. En ella nos aguardaban varias sorpresas en forma de sube y bajas. 

La salida de Corrales fue descendiendo hasta cruzar por debajo de la A-66, y desde allí mismo comenzamos una subida de un kilómetro y medio con muchos tramos al 6 y 7 por ciento. Terminada esta descendimos menos de un kilómetro y empezó otro ascenso, formando así en el perfil una bonita "V". Este fue más corto. Al coronarlo alcanzamos la altitud máxima de la etapa, 805 m, es decir que desde Zamora habíamos ganado unos 170 m de altitud. Esto tenía que tener premio, y así fue, una bajada de un kilómetro que nos llevó hasta la misma entrada de Santa Clara de Avedillo, pueblo libre de Biogás, según reza una pancarta a la entrada, pero veremos a ver si lo consiguen.  


En esos momentos el sol consiguió abrirse paso mientras nosotros llegábamos a la plaza, donde giramos a la izquierda para seguir por una calle que nos llevó casi hasta el final del pueblo. 


Allí encontramos una bifurcación en la que escogimos la opción de la derecha para ir hacia Jambrina. Y eso sí que fue una gozada. Prácticamente los siete kilómetros que separan ambos pueblos son una bajada tendida y si a eso le añadimos el viento ayudando por la espalda, el resultado es que en ese tramo no bajamos de 37 km/h salvo un tramito tras una curva que era una pequeña subida y con el viento de cara. 


En el trayecto pudimos observar que las lluvias han sentado muy bien al campo y las zonas sembradas ya van tomando el color verde que se irá intensificando a medida que pasen los meses. 


Tardamos poco en recorrer esos siete kilómetros. Al llegar a Jambrina entramos al pueblo por la Calle Larga, nombre muy apropiado porque tiene unos 800 m. 


Cuando íbamos a abandonar esta girando a la izquierda para tomar la carretera de Peleas de Abajo, se nos ocurrió hacernos un selfie en la señal-espejo.


Nada más salir del pueblo se terminó el chollo porque nos enfrentamos a una subida de más de un kilómetro con el viento de nuevo en nuestra contra. Al culminarla comenzamos a bajar hacia Peleas de Abajo, que cruzamos a toda velocidad impulsados por la gravedad.


La cuesta abajo terminó casi al mismo tiempo que el pueblo y enseguida se cambiaron las tornas y comenzó un ascenso tendido de casi tres kilómetros. En ese tramo no nos quedó otra que ir cortándonos el viento el uno al otro e ir relevándonos. Llegamos a una rotonda  por la que se accede a la antigua N-630 y a ella nos incorporamos girando hacia la derecha. El ascenso terminó unos cientos de metros más adelante y a partir de ese momento todo fue más fácil porque la ligera inclinación hasta Zamora nos era favorable y porque el viento nos ayudaba algo. 


En ese momento, nada más comenzar a rodar por la N-630 comenzó a llover ligeramente. Y así seguía cuando llegamos a la siguiente rotonda. En ella teníamos que girar hacia Cazurra pero decidimos seguir hacia Morales del Vino y desde allí hacia Zamora para no empaparnos.

Por tanto, en la rotonda continuamos dirección Morales, de la que nos separaban unos tres kilómetros. Los hicimos rápido porque las condiciones, salvo la lluvia, nos eran favorables y rodábamos en torno a los 30 km/h. Poco antes de entrar en esta localidad cesó la lluvia así que decidimos continuar hacia Arcenillas por la carreterita que une ambas localidades. 

Los casi cinco kilómetros que separan los dos pueblos se nos pasaron volando porque en ese tramo el viento nos daba totalmente por la espalda, así que íbamos genial. 


Realmente a Arcenillas no llegamos, sino a la rotonda que hay a la entrada. Cruzamos hacia el otro lado y nos unimos al carril bici. Por él rodamos bien pero el viento nos frenaba algo porque volvía a darnos lateralmente. Menos mal que la tendencia es de ligera bajada y así pudimos mantener buena media. 

Sin novedad recorrimos los tres kilómetros de este tramo del carril bici. Al llegar a la rotonda de Moraleja-Villaralbo seguimos las indicaciones del carril bici hacia Zamora y estas nos llevaron hasta el GR-14 por el que continuamos hacia Zamora. Siguiendo este unos tres kilómetros por caminos asfaltados llegamos a las primeras edificaciones de la ciudad. 


Esas edificaciones corresponden al Barrio de Pinilla. Al llegar a la Carretera de Salamanca giramos a la derecha para continuar por el Puente de Hierro para después seguir por la zona de Puerta Nueva hasta el lugar de partida. 

Al llegar no tuvimos otro remedio que enjugar la pena de no haber podido contar con el resto del grupo en esta mañana dominical. Lo hicimos con cerveza. Superada la tristeza regresamos a nuestras casas tan contentos :)




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