20 de mayo de 2025

Los sube y bajas de la Caduerna

A pesar de que hemos leído que la caduerna es la raíz de la jara seca y aplastada que se usaba para barrer la era, no hemos encontrado su definición en ningún diccionario, pero también es el nombre dado una gran ruta BTT que parte de Nuez de Aliste y que, a pesar de que es una auténtica rompe piernas, nos ha encantado, tanto, que nos atrevemos a decir que es una de las más bonitas que hemos hecho en la provincia de Zamora.

Nuez de Aliste se encuentra a 77 km de Zamora (65 minutos en coche), por ello adelantamos la hora de salida a las 8.45 h, si bien pequeños incidentes provocaron que termináramos partiendo casi a las 9.00 de la capital. Poco más de una hora después llegábamos a esa localidad, aparcamos los dos coches, bajamos las cuatro bicis, nos preparamos y comenzamos a pedalear, así, a lo loco, sin el ritual del café porque el bar del pueblo abre a las 12.00 h. 

La ruta que íbamos a realizar está homologada por IMBA España (International Mountain Bicycling Association) y registrada en el Registro Nacional de Rutas para Bicicletas de Montaña de la Real Federación Española de Ciclismo, la descargamos de la página de Wikiloc de Turismo en Zamora y nuestro recorrido fue totalmente fiel a la misma. 
 
Para dejar atrás el pueblo tuvimos que ascender por una de sus calles. Pronto las viviendas fueron desapareciendo y pasamos junto al cartel que indica el fin de la localidad. 


Como casi todo el mundo sabrá no estaba del revés de casualidad, sino porque es parte de una protesta silenciosa llevada a cabo por los habitantes de los pueblos para denunciar la difícil situación que viven estos en nuestro país. 


Enseguida comenzamos a descender, nos desviamos a la izquierda, continuamos bajando y comprobamos que nos íbamos a emborrachar de paisajes bonitos porque no habíamos recorrido ni un kilómetro y ya estábamos disfrutando de las vistas. 


Desde el desvío bajamos a lo largo de unos dos kilómetros y medio rodeados de jaras en plena floración. 


Después de ese tramo realizamos un giro pronunciado a la izquierda para tomar el llamado Camino de la Ribera. Continuamos descendiendo casi otro kilómetro más, hasta llegar a un pequeño valle por el que discurre el arroyo de Candaneo.  



No tardamos en encontrarnos con otro camino, nos unimos a él y comenzamos a ascender la primera de las subidas que teníamos que realizar a lo largo de la ruta. Esta primera no estuvo nada mal a modo de calentamiento: un kilómetro de subida para ascender casi cien metros. 




Nada más llegar al altozano comenzó el descenso, casi de idéntica longitud que la subida y con pronunciadas curvas que impedían coger velocidad. 


Desde una de esas curvas pudimos contemplar una espectacular vista del arroyo Reguero del Valle. 


Finalmente, llegamos a otro valle en el que nos encontramos, ya al mismo nivel, con el arroyo. Había dos opciones para cruzarlo, por una plataforma de cemento sobre la que aún corre el agua o por un precioso puente de lajas. No hubo duda. 



Nada más cruzar el puente comenzamos a rodar en paralelo al arroyo, por su rivera, a lo largo de casi tres kilómetros de ligero ascenso por el llamado Camino de Nuez a Moldones.


Este tramo logró despertar aún más nuestros sentidos, porque la zona no podía estar más bonita, es imposible. 



Nos desviamos a la izquierda, abandonando así el Camino de Nuez a Moldones, y comenzamos una dura subida en la que hubo muchos tramos en torno al 16% de ascensión, si bien llegamos a ver hasta del 21%. Eso sí, íbamos rodeados de jaras en flor, de escobas llenas de amarillo y de encinas.


Nada más alcanzar la parte más alta de la subida comenzó un sinuoso descenso de unos tres kilómetros por un buen camino. 


Este desembocó en una carretera local, la que une Nuez con Moldones, a la que nos incorporamos girando hacia la izquierda y por la que continuamos bajando casi un kilómetro. 


Transcurrido este nos desviamos a la derecha para iniciar el tercer ascenso del día. No era como los anteriores, subida y bajada, sino que a lo largo de unos seis kilómetros realizamos un primer ascenso para después ir haciendo subidas y bajadas más pequeñas y terminar descendiendo.


Después de una de esas pequeñas bajadas nos enfrentamos a un rampón de los que, a priori, dan miedo, si bien, una vez que lo "atacamos" resultó ser menos duro de lo que pensábamos.


Desde uno de los altozanos pudimos contemplar una buena panorámica de toda la zona.


Una vez que descendimos comenzó la cuarta subida, como de un kilómetro y unos 120 m de ganancia de altura. En esta el camino tenía dos roderas marcadas y el centro repleto de todo tipo de vegetación. 


Una vez arriba enseguida comenzó un descenso atravesando un gran pinar. Terminado este el camino era todo un espectáculo, con lavanda, cantueso y jaras por todas partes.


El descenso llegó a su fin al llegar al Arroyo de la Riberica. Nos paramos a pensar cómo lo pasábamos porque parecía que tenía cierta profundidad junto a la orilla. Finalmente, uno se atrevió a cruzar y, viendo que se podía salvar, incluso sin meter los pies al pedalear si se tenía cuidado, lo cruzaron los demás. 



Nada más pasar al otro lado del arroyo giramos a la izquierda y comenzamos el quinto ascenso, pero en la primera curva, miramos hacia la izquierda y nos encontramos con una cascada y un molino. Nos desviamos de nuestro camino y descendimos hasta sus proximidades.


Y ese lugar nos pareció que contaba con los requisitos necesarios para hacernos un selfie de grupo, y así lo hicimos. 


Algunos aprovechamos para comer algo y enseguida volvimos a montarnos en las bicis, regresamos a la curva donde nos habíamos apartado del camino y continuamos con el ascenso. Este tenía como un kilómetro y medio continuado, si bien después hubo un par de pequeñas bajadas y sus consiguientes subidas, antes de comenzar el descenso propiamente dicho. 


El camino no podía estar más adornado por sus flancos, con miles de flores blancas de las jaras y, rompiendo el blanco, pequeños corros repletos de lavanda.


La bajada no fue ni muy pronunciada ni muy extensa, bastante más corta que la subida, y nos llevó a otro valle, en este caso por el que discurre el Arroyo del Fontano.


A pesar de estar junto a esa corriente de agua, no hubo tregua y desde el primer metro comenzó la sexta subida de la mañana. 


Casi dos kilómetros más adelante un giro a la derecha hizo que nos alejáramos del arroyo y que siguiéramos subiendo por una buena pista. 


Mientras realizábamos el ascenso seguíamos disfrutando de todo lo que nos iba mostrando el camino, 


Poco después comenzamos a descansar las piernas porque iniciamos el descenso. Una vez recorridos unos dos kilómetros cambiamos de dirección y seguimos por la izquierda. La inclinación era escasa pero lo suficiente para lograr que las bicis se movieran rápido y sin apenas esfuerzo por nuestra parte. 

Recorrimos otro tramo y realizamos un giro muy pronunciado hacia la derecha.


Y aún continuamos bajando como un kilómetro y medio más. El último tramo nos sumergió en una zona muy frondosa con muchísima vegetación.


Enseguida nos encontramos con un arroyo, en este caso el llamado del Puerto, que había que cruzar. Parecía profundo pero, sin pensárselo, el que iba primero lo cruzó, eso sí, metiendo los pies en el agua al hacer girar los pedales. El segundo lo intentó pero en la mitad se paró la bici y también metió los pies en el agua. El tercero lo cruzó como el primero y el cuarto encontró un paso por la derecha que le evitó meter los pies en el agua. 

En cuanto pasamos al otro lado del arroyo iniciamos la séptima subida de la ruta. El terreno ayudaba poco pero pensar que estábamos terminando nos daba fuerza. 

A medida que íbamos avanzando la vegetación se fue abriendo pero el ascenso no era cómodo y tenía bastante inclinación.


Terminamos saliendo a un camino más importante, por el que continuamos hacia la izquierda y sin parar de subir.


Después de unos cuatro kilómetros comenzó una bajada, pero esta fue escasa y nos supo a poco, sobre todo al ver que donde terminaba comenzaba un ascenso que nos llevaría hasta Nuez.


Este "regalito" o broche final se alargó casi un kilómetro. Terminó al incorporarnos a la carretera, justo a la entrada del pueblo. 


Seguimos por ella y su prolongación cruzando el pueblo hasta llegar a la plaza donde se encuentra la iglesia. Allí teníamos los coches y allí está el bar. 


Ya que en Nuez no hay restaurante donde comer nos pareció apropiado dejar algo en el pueblo, así que al pasar junto al bar paramos, nos apeamos de las bicis y pedimos unas cervezas, de las que disfrutamos en la terraza. 

Una vez repuestos nos dirigimos a los coches, cargamos las bicicletas, nos aseamos en la medida de lo posible y nos fuimos a la cercana localidad de Trabazos en busca del Restaurante Los Castaños, donde habíamos reservado para comer. Allí mismo hay otros dos restaurantes.

Comimos bien allí. Nos invitaron a café y, tras terminar este, iniciamos el regreso a Zamora con las piernas cargadas pero felices de haber disfrutado tanto de esta ruta. 




Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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