17 de marzo de 2019

De frente a El Porvenir de Zamora

Después de un otoño-invierno con muchas faltas hoy, por fin, pudimos presumir de grupo casi, casi, al completo.

Quedamos a las 9.00 h. porque había que tratar de estar de nuevo aquí a las 13.00 h. y en ese periodo había que hacer una bonita ruta y pasar una buena mañana. Y así lo hicimos...

La idea de esta salida nos la dieron nuestros amigos de Bici Zamora, uno de cuyos grupos la hizo parecida la semana anterior, nosotros cambiamos algo el principio y el final, pero básicamente es muy similar.

Hay que decir que la mañana estaba fresquita, unos cuatro grados, pero lucía espléndida.


Los primeros kilómetros los rodamos a ritmo muy tranquilo, encaminándonos hacia Valorio. Allí cogimos el paseo central, bordeamos el pinar y salimos al carril bici a la altura del Puente Croix.


Seguimos por este y al llegar al puente de la vía giramos a la izquierda y... ¡primer calentón! Una subidita que es larga, con cierta inclinación y que, como siempre nos coge en frío, se atraganta un poco. Superada esta continuamos por el camino y cuando pasamos por el viaducto que atraviesa la autovía, seguimos por buenos caminos, con giros de más de noventa grados en alguna ocasión porque de lo que se trataba era de llegar a la rotonda que hay junto a la gasolinera de la N-122.


Ya desde la rotonda cogimos el llamado camino de La Higuera que nos llevó hasta donde queríamos, a la carretera de Almaraz. Desde ese punto, para llegar a nuestro destino, no nos quedaba otra que rodar por asfalto unos kilómetros, así que simplemente "nos dejamos caer" porque teníamos por delante más de tres kilómetros de descenso.


Acabados estos hay una zona llana y después se suceden pequeñas subidas y bajadas hasta llegar a la zona que todos los zamoranos llamamos "Charquitos", que es donde nos encontramos con el Duero.


Al llegar a la zona más alta hicimos una parada para reagruparnos, sacar unas fotos y disfrutar de las vistas.




Tras la parada vuelta a las bicis y a seguir disfrutando, porque teníamos por delante la bajada que vemos encima de estas líneas. Eso sí, como siempre, tras la bajada vino una subida pero después otro descenso.



Finalmente dejamos la carretera y nos desviamos a la izquierda para continuar por un camino que esperábamos verlo flanqueado por almendros floridos. Almendros había, pero no tan floridos como pensábamos, imaginamos que por una helada que tuvieron que sufrir esta semana. Nada extraño siendo almendros...







Este camino nos llevó a otro y nada más empezar a rodar por este nos desviamos e hicimos un descenso hacia el río por una senda con mucha vegetación. Al llegar al Duero nos encontramos con las ruinas de lo que parecía haber sido un molino.



Tras la visita tuvimos que ascender lo descendido y volver al punto donde habíamos tomado el desvío. Desde allí continuamos rodando y, a medida que avanzábamos, iba habiendo más vegetación y era más bonito. Finalmente se convirtió en un sendero y allí tuvimos que pararnos porque ya no era ciclable.


Algunos seguimos, ya sin bici, por él y unos cien metros más adelante vimos perfectamente El Salto de El Porvenir de Zamora, una pequeña central hidroeléctrica construida en 1902, la primera que se hizo en el Duero, y que suministraba electricidad a Zamora, Toro, Salamanca y Valladolid. El agua la toma al otro lado del meandro que hace el Duero, en lo que conocemos como Presa de San Román (en la que estuvimos no hace mucho -ver ruta-), y mediante un túnel de 1,5 km la trae hasta aquí. La caída de un lado a otro es de más de 11 m.



Mirando al otro lado del Salto las vistas también son muy bonitas.


Aprovechamos el parón para comer algo y enseguida emprender la marcha. Aunque "va contra nuestros principios" en esta ocasión no nos quedó otra que "pisar" el track unos cuantos kilómetros y desandar todo el recorrido hecho hasta volver al Camino de la Higuera.

Así que primero recorrimos el camino hasta que salimos a de nuevo a la carretera.



Ya en la carretera nos enfrentamos a una buena subida, seguida de un descenso hacia los "Infiernos" y de nuevo una subida larga para llegar a los dos curvas más elevadas sobre el río. Desde allí de nuevo otro descenso y después una ascensión que tiene tres kilómetros. Es verdad que son bastante tendidos, pero hay que subirlos... Y así lo hicimos, cada uno a su ritmo y sin agobios. Al final nos agrupamos en lo alto y giramos a la izquierda para continuar de nuevo por la prolongación del Camino de la Higuera.

Siguiendo ese trazado, y ya cuando nos disponíamos a descender hacia el Camino de Los Pisones, nos liamos. Unos se quedaron un poco atrás, otros se despistaron del track, otro se metió por un camino que no tenía salida... El caso es que el grupo se dividió, pero gracias a los teléfonos nos volvimos a juntar ya en la carretera de Almaraz, a la altura de la Depuradora. Desde allí nos dirigimos a Valorio porque nos esperaba el 10º bíker en un banco, con una tortilla de patata (su especialidad) recién hecha y una barra de pan. Compramos unas cervezas en una de las casetas y todo (tortilla, cerveza, pan y la compañía) nos supo a gloria.



Tras la tortilla iniciamos el regreso al punto de partida, aunque fuimos perdiendo efectivos por el camino porque cada uno iba buscando el camino más corto para llegar a su casa.


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Relive 'Morning Mar 17th'

10 de marzo de 2019

Disfrutando de Aliste

La primera sorpresa de esta ruta fue la niebla. Nos levantamos temprano porque teníamos que desplazarnos a Fonfría, y esperábamos encontrar el cielo tal cual era la previsión, es decir, soleado, pero lo que encontramos en su lugar fue una niebla bastante cerrada.

Tras ver el decepcionante cielo, a las 8,30 estábamos montando las bicis en dos coches. En cuanto todo estuvo listo salimos para Fonfría. Allí paramos y en cuanto nos preparamos salimos los cinco bíkers que hoy estábamos, a intentar disfrutar al máximo de una ruta presumiblemente muy bonita. Sabíamos que lo único que le podía restar belleza era la niebla y la ausencia de sol.


Tras recorrer los primeros metros en dirección a Fornillos de Aliste giramos a la derecha. Poco después el camino se convirtió en apenas unas roderas rodeadas de hierba. Hierba totalmente mojada por la humedad de la niebla que nos salpicaba por todos lados empujada por nuestras propias ruedas.
Poco después empezamos a rodar en paralelo al arroyo del Nogal.


A medida que íbamos avanzando el camino se iba perdiendo, y la vegetación estaba más cerrada, quedándose convertido al final en una senda por la que justamente pasábamos, siempre y cuando las ramas y las zarzas nos lo permitían.


Pero todos estábamos sorprendidos de lo bonita que era la zona, desconocida para todos nosotros hasta ese momento.



Acompañamos al arroyo unos tres kilómetros y de todo el tramo no podríamos decir otra cosa más que es precioso: verdor por todas partes, mucha vegetación, el discurrir del río y para colmo, descendente. No se podía pedir más.



Nos separamos un poco del arroyo y poco después nos encontramos con las primeras casas de Vide de Alba.


Atravesamos el pueblo en un continuo descenso para llegar al final al puente sobre el río Aliste, que en esta zona está algo embalsado, al recular el agua del embalse de Ricobayo hacia este río. Tras cruzar el puente giramos a la izquierda para seguir acompañando al río hacia Vegalatrave.


El primer kilómetro aproximadamente el río es ancho y en este momento no mucho porque el embalse está bajo, pero después ya recobra casi su anchura normal y vuelve a ser,casi, un río en toda regla. En este tramo fuimos siempre en paralelo a él con algunos pequeños sube y bajas. Pronto divisamos las edificaciones de Vegalatrave.


Tras ascender hasta la carretera y descender por ella para cruzar el puente, entramos en esta localidad. Subimos por una de sus calles y tras pasar las últimas casas continuamos ascendiendo para después descender y encontrarnos de nuevo con el Aliste.

El tramo entre Vegalatrave y Domez es precioso por la variedad del recorrido y las distintas vistas que se van viendo del río. Hay tramos de camino estrecho y mucha vegetación, otros más despejados, tramos con pradera en lugar de camino, bonitas imágenes del río desde cierta altura e imágenes a dos pasos de él.







Después de disfrutar mucho de este recorrido llegamos a Domez. De nuevo pasamos a la otra orilla cruzando un puente sobre la carretera. Desde él se pueden observar los restos de un puente anterior.



Para atravesar esta localidad tuvimos que ascender por algunas calles muy empinadas. Casi al final de la cuesta nos dimos de bruces con la iglesia. Tras pasar a su lado ascendimos un poco más y continuamos por una calle que nos sacó del pueblo. Giramos a la izquierda y la vista que nos encontramos nos hizo a todos abrir la boca, y no era para menos. Si en ese momento hubiera estado luciendo el sol ya habría sido el no va más.


El camino nos fue bajando poco a poco hasta el nivel del río y continuamos junto a él hasta que llegamos a un lugar en el que teníamos que cruzarlo por unas piedras que, en la mayoría de los casos, les pasaba el agua por encima. Decidimos explorar otras vías y luchando contra las zarzas conseguimos seguir una senda estrechita que no se separaba del Aliste. Después el camino nos dejó en una pradera por la que continuamos rodando hasta que nos encontramos con un puente, que no tuvimos que cruzar porque el track volvía a la orilla que estábamos siguiendo.


Seguimos en paralelo al río y, por lo tanto, haciendo sus mismos meandros. Estábamos disfrutando mucho del paisaje y del recorrido, y para sumarse a la fiesta el sol empezó a aparecer tímidamente y, en unos minutos terminó con la niebla y lució espléndido, una pena que no hubiera llegado antes.






Bordeamos la localidad de Gallegos del Río, cruzamos la carretera a la altura del puente, pero no pasamos por él. El río siguió mostrándonos estampas muy bonitas pero ya estábamos a punto de despedirnos de él.


Pero continuamos junto a un pequeño río, el Mena, que en ese punto le restaba muy poco para alimentar con sus aguas al Aliste. 



El sol y su luz habían transformado por completo el paisaje y lucía mucho más aún. Poco después de cruzar un puente sobre este río comenzó un ascenso de casi dos kilómetros y que nos llevó prácticamente hasta la siguiente localidad, Lober, a la que llegamos cada uno a su ritmo. Allí nos reagrupamos e hicimos una parada para comer un tentempié.



No nos demoramos mucho y pronto nos subimos a las bicis y proseguimos nuestro camino. Recorrimos, como es obligado algunas calles del pueblo, vimos la iglesia, y salimos de la localidad.


La distancia que separa Lober de Tolilla, al que nos dirigíamos, es de unos dos kilómetros, llanos además, así que en pocos minutos entramos en ese pueblo.


Dimos la vuelta de rigor por sus calles y enseguida lo abandonamos para irnos a encontrar, otra vez, con el río Mena.


Y el encuentro fue poco amistoso porque llegamos a un punto en el que debíamos cruzarlo pero no había por dónde, así que decidimos darle la espalda y buscar nuevas alternativas. Vimos en el GPS que si girábamos a la izquierda y ascendíamos una ladera podríamos retomar el track más adelante, y así lo hicimos. Eso sí, hubo que cruzar un par de veces un arroyuelo, pero ese no nos asustó.


Poco después de encontramos de nuevo pisando el track llegamos a otra localidad, en este caso, Mellanes. Comprobamos que, como empieza a ser habitual, íbamos mal de hora por lo que vimos la posibilidad de acortar la ruta intentando coger el Cordel Alistano Sanabrés.


Así que abandonamos Mellanes con esa intención y nada más dejar atrás las últimas casas comenzó un ascenso con bastante pendiente de unos dos kilómetros, que volvió a romper el grupo. Al llegar arriba nos reagrupamos y vimos que no íbamos bien. Encontramos una vía de escape, aunque para ello tuvimos que descender una ladera y atravesar una tierra, pero finalmente llegamos a un camino que terminó por llevarnos a una carretera. La cogimos hacia la derecha y tras dos kilómetros llegamos a la entrada de un pueblo. Leímos en el cartel que era... ¡¡Mellanes de nuevo!!

Este episodio demuestra que tenemos un perfecto sentido de la orientación ; ) y que, para evitar estos errores, en el futuro lo mejor será no abandonar nunca el track y no improvisar. Porque además tratando de acortar la ruta lo que conseguimos fue retrasarla los tres cuartos de hora que tardamos en dar esta absurda vuelta y hacer más kilómetros de los inicialmente previstos.

Como mal menor cogimos la carretera que va desde este pueblo a Ceadea, porque allí teníamos la oportunidad de regresar al track y, además, restar unos kilómetros al original. Fueron unos cuatro kilómetros de ascenso continuado, aunque bastante tendido, atravesando dicha carretera algunos grandes pinares. Al llegar al pueblo nos agrupamos para salir de él juntos, ya sin ni siquiera dar una vuelta por sus calles. Tras alejarnos unos cientos de metros de las últimas edificaciones nos encontramos con este precioso árbol.


Pero no todo es agradable porque poco después el camino empezó a estar repleto de agua, enormes charcos que apenas dejaban paso.


Superados estos, proseguimos para tratar de recorrer los últimos 10 km en el menor tiempo posible. A partir de este punto el grupo se dividió en tres, y cada uno fue a su ritmo. El recorrido era menos interesante que todo lo que habíamos visto con anterioridad y, unido al cansancio, que ya iba haciendo mella, lo disfrutamos menos. En muchos tramos había pequeños ascensos que se combinaban con cortos descensos y el paisaje es bastante variado con zonas de cultivo, otras con robles y otras con jara.



Finalmente, tras el último ascenso, divisamos Fonfría. Como llegamos bastante tarde ya no tuvimos tiempo de "reponer líquidos" y no sería por falta de ganas...


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Relive 'Morning Mar 10th'