24 de junio de 2018

En torno al Duero hasta Marialba

Hoy sólo cuatro bíkers decidimos salir. Comenzamos la ruta algo más tarde de lo habitual pero aún el calor nos respetaba. Como vimos movimiento de furgonetas con piraguas cerca de la Ciudad Deportiva nos dimos cuenta de que hoy era el Descenso Ibérico del Duero, así que decidimos ir hasta Fresno de la Ribera, donde se da la salida de las categorías superiores.


Cruzamos el Duero y nos dirigimos a Villaralbo a ritmo tranquilo. A la entrada del pueblo también pudimos ver piraguas y piragüistas porque allí es la salida de las clases inferiores. Nosotros continuamos, atravesamos el pueblo y continuamos hasta coger el GR-14, que seguimos sin novedad hasta Madridanos.


Tras salir de esta localidad continuamos por la Senda del Duero, pero como un kilómetro después nos desviamos a la izquierda. Continuamos por ese camino hasta salir a la carretera poco después de Villalazán y empezamos a rodar por esta dirección Peleagonzalo.

Por la carretera rodamos a un ritmo sorprendente como unos seis kilómetros, pero la abandonamos para girar a la izquierda y coger el puente sobre el Duero.



En esa zona nos cruzamos con mucho tráfico relacionado con las piraguas, así que imaginamos que la salida de Fresno ya se había dado, así que ya no era necesario pasar por esa localidad. Tras cruzar dicho puente proseguimos por la carretera hasta que llegamos al indicador de Marialba.


Seguimos esta indicación y continuamos ya por camino hacia Fresno. Terminamos llegando a la N-122, la cruzamos y seguimos rodando por un camino que pasa bajo los trazados de las dos vías, la tradicional y la del AVE.

Poco después cambiamos de dirección y tras algunas subidas y bajadas, volvimos a cruzar bajo la vía del AVE, pasmos junto al campo de fútbol de Fresno y continuamos en paralelo a dicha vía del AVE y, unos kilómetros más adelante, pasamos por debajo otra vez.


Poco después llegamos al Hotel El Convento. Cruzamos la carretera y volvimos a un camino que nos trajo hasta la entrada de Zamora.

Al entrar en Zamora rodamos por el carril bici que va junto al Valderaduey primero, y tras su desembocadura, junto al Duero para poder ver alguna piragua, y lo logramos.


Y ya en la línea de meta pudimos ver alguna más.


Allí mismo, junto a la línea de meta, paramos a hidratarnos, y no era vicio, era necesidad porque el calor estaba ya haciendo de las suyas desde hacía un rato.


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Relive 'Morning Jun 24th'

17 de junio de 2018

Por el corazón de Sayago

Madrugamos para salir pronto de Zamora y así no pasar calor y poder hacer la ruta tranquilos y sin agobios. Con las bicis en los coches nos dirigimos a Muga de Sayago, donde estaba el punto de partida.

Ya en Muga los cinco bíkers iniciamos la ruta dirección Villamor de la Ladre, con más fresco del que pensábamos que iba a hacer y con viento de cara. Estos primeros kilómetros los hicimos por buenos caminos, como suele ser habitual en Sayago.



10 de junio de 2018

Ruta de los tres castillos (Tiedra, Villavellid y Villalonso)

Esta ruta surgió no para ver castillos, sino para ver estrellas. Y es que teníamos contratada una visita al Centro Astronómico de Tiedra la noche del sábado y rellenamos la tarde con una ruta por la zona, una ruta de bici de montaña y cultural.

Salimos a las 16,00 de Zamora con siete bicis en tres coches. El cielo que íbamos viendo durante el trayecto no nos gustaba nada, ni para la bici ni para ver estrellas. Llegamos a Tiedra, aparcamos a los pies del castillo, preparamos todos los atripechos, y comenzamos la ruta.


No habíamos recorrido ni 100 metros e hicimos la primera parada para hacer una foto con el castillo de fondo.


Volvimos a montarnos en la bici y tras hacer un pequeño recorrido por el pueblo pasando por la Plaza Mayor, con su imponente Ayuntamiento, por la calle Mayor y cruzando la carretera para dirigirnos a la Ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja. Allí realizamos la segunda parada para entrar por el zaguán al patio de la antigua hospedería adosada a la ermita, si bien esta estaba cerrada.

De nuevo volvimos a las bicis e iniciamos el bonito descenso hacia Pobladura de Sotierra que, con los campos de amapolas de las cercanías, fue más bonito aún.


Tras entrar en el pueblo giramos a la derecha y poco después a la izquierda saliendo de esta localidad por un buen camino con varios altibajos que nos llevó hasta Castromembibre.


Al llegar a las inmediaciones del pueblo cambiamos nuestro rumbo hacia la derecha y no llegamos a entrar en él, lo bordeamos por un lado y continuamos subiendo y bajando hasta que llegamos a la carretera que une Tiedra con Villavellid.


Continuamos por ella descendiendo hacia esta localidad y viendo durante el descenso su castillo a nuestra derecha.



Nos acercamos a las inmediaciones de este castillo del siglo XV y fue una gran decepción porque lo intentamos por varios flancos y no hubo manera de acercarse a él ya que un gran perímetro  alrededor del castillo está vallado. Menos mal que vimos a lo lejos unas ruinas que compensaron ese fiasco. Nos acercamos a ellas y encontramos una bonita iglesia, pero en muy mal estado. Resultó llamarse iglesia de San Miguel y data del siglo XVI.


Salimos de Villavellid y, aunque todos pensábamos que esta ruta era totalmente plana, seguimos encontrando continuas subidas y bajadas. Es cierto que eran pequeñas lomas, pero ahí estaban...

Hay que decir que la suerte nos iba acompañando porque veíamos nubes descargando cortinas de agua por todos lados pero nosotros nos íbamos librando.



Continuamos pedaleando y pronto comenzamos a divisar las torres de las dos iglesias de Vezdemarbán, nuestro siguiente destino. Llegamos a él y tras una breve parada en la plaza, pasamos por delante de la iglesia de San Miguel e hicimos otra breve parada. Llamó nuestra atención sus dos grandes escalinatas y su reconstruido campanario.


Salimos del pueblo pasando por delante del bonito santuario de Nuestra Señora de la Cuesta (el nombre perfectamente puesto).



 Abandonamos Vezdemarbán y tras cambiar varias veces de dirección y realizar unos cuatro kilómetros llegamos a otra localidad.


No nos dábamos cuenta de cuál era y tuvimos que mirar en el tablón de anuncios del Ayuntamiento para saberlo. Estábamos en Pinilla de Toro. Paramos unos minutos junto al Ayuntamiento y enseguida proseguimos camino.



Rodamos casi en paralelo a la carretera y con una ligera tendencia descendente por lo que fuimos rápido, aunque en un momento dado bajamos la velocidad para no llegar a Villalonso, nuestro siguiente destino, en medio del chaparrón que veíamos estaba cayendo en él.

Salimos a la carretera que va hacia Pinilla y la continuamos hasta el propio Villalonso viendo su impresionante castillo a nuestra izquierda.


Atravesamos el pueblo y llegamos a los pies de este castillo, también del siglo XV, y en el que se rodaron escenas de la película Robin y Marian, en la que trabajaron Sean Connery y Audrey Hepburn. Nos hicimos una foto junto a él y salimos por pies porque al final la lluvia quiso acompañarnos.

Tomamos dirección Benafarces, que está muy cerquita. Paró de llover enseguida, pero los chubascos anteriores dejaron ya barro y este comenzó a pegarse en nuestras ruedas de forma alarmante. Menos mal que sólo fue en una zona, si no habríamos tenido problemas. Llegamos a esta localidad y la atravesamos pasando también junto a su iglesia, que en los años 90 perdió la torre y parte de sus muros por un derrumbe, y por su Plaza Mayor.



Tras salir del pueblo ya vimos el castillo de Tiedra justo frente a nosotros, así que nos quedaba poco, eso sí, todo el tramo fue un continuo y ligero ascenso.


Ya estando cerca de Tiedra vimos a las Galanas (y dos Galanes) animándonos desde las cercanías del castillo una vez que ell@s habían terminado su periplo en coche por los mismos castillos que visitamos nosotros. Ascendimos al pueblo y tras recorrer alguna de sus calles descendimos hasta donde teníamos los coches, junto al Restaurante El Molino de Tiedra. Tras cargar de nuevo las bicis, allí nos cambiamos gracias a la amabilidad de Tomás, y allí cenamos antes de ver las estrellas.

Aunque viendo el panorama del cielo durante la tarde pensamos que no lograríamos ver nada con los telescopios, poco después de terminar la ruta nos ilusionamos al ver que el cielo se abría y volvía a lucir el sol. El cambio fue impresionante en pocos minutos. Sólo hay que ver el castillo para comprobarlo.


Tras la cena nos dirigimos al Observatorio Astronómico Cielo y Tiedra y aún quedaba en el cielo algún fragmento sin nubes así que pudimos ver Júpiter y Venus. Pero después se cubrió ya por completo y no despejó durante la visita.


Aún así tuvimos una sesión en el planetario y una charla sobre el tamaño de los planetas. Volveremos un día de cielo despejado porque ha de merecer la pena.

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Relive 'Ruta de los tres castillos'

3 de junio de 2018

¡Pudimos con los 165 km del "Desafío Canal de Castilla"!

El Desafío Canal de Castilla es una marcha cicloturista no competitiva que recorre el Canal de Castilla en un día, desde su nacimiento en Alar del Rey (Palencia) hasta su final en Medina de Rioseco (Valladolid). 163 Kms. por los caminos de Sirga que discurren junto al cauce del Canal.

Fuimos seis los bíkers que en esta edición aceptamos el Desafío. Entre los seis había quien no la había podido realizar anteriormente, quien no la había terminado en otra ocasión por lesión o quien la repetía por tercera vez.

Salimos a las 7.30 de Zamora en una furgoneta, gracias a un gran amigo que hizo las funciones logísticas, y llegamos a Alar del Rey dos horas después. Recogimos los dorsales, preparamos las bicis, tomamos un café, calentamos y a las 10,30 sonó la traca que dio la salida. 




Enseguida empezamos a rodar por los caminos de Sirga. Los primeros kilómetros formábamos dos filas casi interminables de ciclistas y cada pocos metros se rompía el ritmo por los frenazos para evitar no atravesar zonas de charcos y barro. En esos primeros kilómetros el Canal tiene mucha anchura y hay arboleda a ambos lados del mismo.



Cuando no se producían esos frenazos conseguíamos ir a una velocidad alta, en torno a 25 km/h por lo que los kilómetros iban acumulándose con rapidez. El primer objetivo era llegar a Frómista, a unos 60 km de Alar, donde había un agrupamiento y parada obligatoria para comer.

El paisaje del Canal fue cambiando en este tramo y encontramos zonas con mucha arboleda, otras muy abiertas, construcciones en torno al mismo, exclusas, etc. 



Poco a poco íbamos avanzando siguiendo el buen ritmo que llevábamos desde el principio, hasta que tuvimos que parar porque había que pasar un puente colgante por el que sólo se podía atravesar de uno en uno. La organización aprovechó para darnos un pastelito al entrar en el puente.



A medida que íbamos avanzando nos íbamos dando cuenta de la gran obra de ingeniería civil que fue el Canal porque no sólo hubo que construirlo, sino que hubo que realizar mucha infraestructura, como los muchísimos puentes, las exclusas, las dársenas, y otras edificaciones que se realizaron aprovechando el canal, como fábricas de harinas.

Y también según íbamos avanzando seguimos encontrándonos distintas fisonomías del Canal.





A lo largo de la mañana el clima fue mejorando. La previsión era mala, iba a estar nublado, llovería a determinadas horas de la mañana, e incluso habría tormenta por la tarde, sin embargo las nubes con las que nos recibió Alar del Rey se fueron abriendo, dando paso a un cielo cada vez más despejado y con una temperatura en torno a los veinte grados, ideal para andar en bici.


Nosotros seguíamos manteniendo el ritmo, pero dos de los nuestros fueron un poco más allá, subieron el suyo y se fueron alejando. También otro se había situado en la cabeza desde el principio, así que a estas alturas íbamos en tres grupos.

Unos kilómetros antes de Frómista compartimos camino con los peregrinos del Camino de Santiago, fue emocionante volver a desear el "Buen Camino".


Continuamos nuestro peregrinaje particular y ya con ganas de llegar al agrupamiento previsto para bajarnos de la bici, estirar un poco las piernas y músculos y descansar un poco ya que, no en vano, llevábamos prácticamente 60 km en alrededor de 3 horas (a pesar de los continuos parones producidos por las zonas de barro).

Llegando a Frómista pasamos junto a una de las exclusas más espectaculares. Y poco después entramos en esta localidad. 



En un parque la organización tenía toda la infraestructura preparada para darnos un pequeño tentempié: agua y un bocadillo. Tras comerlo dedicamos unos minutos a estirar los músculos que ya empezaban a ir algo cargados. Uno de los nuestros decidió que era el momento de subir su bici a la furgoneta para evitar una lesión, así que quedamos cinco.


Minutos después todos los participantes nos agrupamos junto a la espectacular iglesia románica de San Martín de Frómista y volvió a sonar la traca para retomar el Desafío.





De nuevo volvimos a formar filas interminables a lo largo del Canal. Desde el principio nosotros decidimos ir a un ritmo algo más bajo que en el anterior tramo, ya que teníamos aún 100 km por delante y había que ser conservadores.


Volvimos a encontrarnos variedad de paisajes junto al Canal, zonas arboladas, zonas con sólo vegetación, tramos en los que la hierba casi cubría hasta las roderas del camino, y de nuevo exclusas, puentes, etc.
En este tramo uno de los nuestros se fue por delante por lo que nos quedamos cuatro en el grupo.




Poquito a poquito íbamos viendo en nuestros cuentakilómetros cómo iban avanzando los kilómetros. Así fue cómo llegamos a Villaumbrales, donde había un avituallamiento que agradecimos para estirar y para comer plátano, sandía y beber Aquarius, todo ello ofrecido por la organización.


La parada fue muy fructífera porque conseguimos que uno de los nuestros probara por primera vez en su vida la sandía y, además, le gustó.

Tras unos diez minutos de descanso volvimos a la bici, ya con algo de pereza pero, una vez superado el umbral de la mitad del recorrido, con el deseo de ir descontando kilómetros al rutómetro y conseguir llegar.

De nuevo variedad paisajística, pero ya repetitiva, porque después de tantos kilómetros resulta ya imposible encontrar zonas totalmente novedosas.



Los kilómetros comenzaban a pesar, a unos más que a otros. Tres del grupo iban algo mejor que el cuarto componente, pero en cuanto este se descolgaba un poco el resto bajaba el ritmo hasta que lograba unirse de nuevo. Inestimable ayuda, sin duda.



Superado el umbral psicológico de los 100 km el objetivo era llegar al km 130, Abarca, donde había otro avituallamiento. Llegamos a él con ganas de hacer una parada, comer una manzana, rellenar de agua el bote y beber un Aquarius, ofrecido por la Organización.


No paramos en este más de 10 minutos y salimos de él sabiendo que nos quedaban ya sólo 35 km, y que, probablemente, se nos harían largos por ser los últimos.

A medida que iban pasando los kilómetros íbamos notando que la velocidad iba bajando y en este último tramo nos movíamos entre 21 y 23 km/h; y algo menos si había alguna ligera pendiente. Porque las hay. Aunque el perfil de los 165 km es descendente, el descenso es sólo de 180 m que, repartidos entre tantos kilómetros, es prácticamente inexistente; y también hay tramos en los que, aunque no se ve, se nota en la velocidad y en las piernas que se está ascendiendo ligeramente.

En este último tramo ya lo que deseábamos era ir viendo subir los kilómetros en nuestros "cuentas" para llegar a Medina lo antes posible. Y poco a poco lo fuimos viendo. Se hicieron largos, pero al mismo tiempo íbamos viendo nuestro objetivo cada vez más cerca.

Estos kilómetros también fueron para el bíker que llevábamos por delante los más duros, ya que se le agotó la batería de su bici, que tiene ayuda eléctrica, a pesar de que la llevó al mínimo durante todo el recorrido, y tuvo que hacer la distancia restante hasta la llegada sin ningún tipo de ayuda (la bici pesa 10 kg más que las nuestras).



Cuando nos íbamos aproximando a Medina llegamos a un cruce en el que no estaba indicado qué alternativa tomar, algo que no había ocurrido en todos los anteriores. Dudamos y al final escogimos la opción correcta. Y en el siguiente cruce nos ocurrió lo mismo. Una pena, porque la organización hasta ese momento había estado perfecta. En los pasos de puentes que tenían cruce con carretera siempre había personas de la organización, en los cruces sin peligro había indicaciones, los organizadores que íbamos encontrando iban animando a todos los participantes, los avituallamientos fueron correctos, si bien el primero, el de Frómista, nos hubiera gustado que hubiera sido más abundante; así que fue una lástima que estos dos últimos cruces no se hubieran señalizado.

Los kilómetros para llegar a meta fueron bajando y por fin vimos a lo lejos nuestro destino. El vernos ya tan cerca hizo que, sin darnos cuenta, subiera nuestra velocidad. Atravesamos una zona con muchos chopos que parecía nevada, por el algodoncillo blanco que sueltan estos y que estaba depositado a ambos lados del camino.


Tras salir de una curva del Canal vimos a lo lejos un arco rojo, la llegada, imagen que nos llenó de alegría. Tratamos de entrar los cuatro a la vez y justo antes de llegar oímos los gritos de ánimo de un bíker que se había acercado desde Zamora para vernos llegar y de nuestro gran logista. Nos dieron una gran alegría. 


Y pocos metros más allá, en el arco de meta, estaban también para esperarnos y animarnos, dándonos una sorpresa, nuestras "galanas", junto al bíker que había parado en Frómista.

Al bajar de la bici gran parte del cansancio desapareció, suponemos que por saber que ya no teníamos que subirnos de nuevo en ella.

Dos de nosotros tuvimos la suerte de que nos dieran un masaje dos fisios de la organización y al resto les ayudó a relajar nuestro logista, que vale para todo.



Tras recoger los diplomas que acreditan nuestra gesta y hacernos las fotos de rigor en el fotocol, cargamos la furgoneta y regresamos a Zamora.




Ya en Zamora, tras la necesaria ducha, volvimos a encontrarnos todos y todas para cenar juntos y tomar posteriormente una copa en una terraza, y así poner un buen colofón a un día tan especial.

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Relive 'Morning Jun 2nd'