9 de agosto de 2021

Viendo Sanabria desde las alturas

Cada año realizamos una ruta durante el verano en Sanabria, es ya una tradición. Sin embargo este año van a ser dos, la tradicional, que aún no se ha celebrado, y la que hicimos ayer, que surgió de una forma espontánea. En esta ocasión hicimos un recorrido por caminos tradicionales y subimos al Alto de San Juan, un lugar con unas vistas increíbles de toda la comarca.

Para empezar una ruta en Sanabria hay que madrugar, así que los que tenían que desplazarse hasta aquí lo hicieron y a poco más de las 10 de la mañana llegaban a Rabanillo, el lugar donde íbamos a comenzar. Los preparativos llevaron un tiempo y cuando quisimos comenzar eran más de las 10.30.

Nos dirigimos hacia la entrada del pueblo y, tras pasar las últimas casas, nos escoramos levemente a la izquierda para coger un camino que nos llevó hasta la carretera. La cruzamos y continuamos en la misma dirección. Descendiendo llegamos al Camino Tradicional que une El Puente con Galende y lo seguimos dirección este pueblo. Unos cientos de metros después giramos a la derecha para rodar por una bajada muy ancha y con mucha piedra que termina en un puente que cruzamos y enseguida llegamos a Corneira, una playa fluvial y párking de autocaravanas. 

Cruzamos la carretera de Trefacio y ascendimos por un camino bonito que va entre robles hasta la localidad de Villarino de Sanabria. 


En esta localidad pasamos por algunas de sus calles, aún sin movimiento, terminamos saliendo a la carretera, la cruzamos y descendimos hasta llegar a un puente, que de primeras se nos despistó porque en la zona hay mucha vegetación. 


Desde el puente la vista del riachuelo que pasa por debajo es muy bonita, está rodeado de mucha frondosidad y árboles de ribera. 


Nada más cruzar el puente comenzamos a ascender por una estrecha senda, al comienzo muy empinada y técnica, y que después continúa con una inclinación más suave serpenteando robles y que, en sus últimos metros, está rodeado de helechos. 


La senda desemboca en un camino de mayor anchura que va haciendo un recorrido un tanto caprichoso y que, termina ascendiendo a la localidad de Rozas.


Entramos en este pueblo pasando junto a la iglesia y también pasando por varias de sus calles para terminar saliendo a una carretera en la que tomamos un camino a la derecha. 


Dicho camino es el que une esta localidad con San Juan de la Cuesta. La distancia entre ambos pueblos no llega a 2 km y se hacen ascendiendo pero cómodamente y, como es habitual en Sanabria, entre robles.


Cuando los claros nos permitían ver más allá, podíamos contemplar la sierra al fondo y, por delante, alguna que otra pradera y castaños. 


Entramos en San Juan e hicimos un buen recorrido por el pueblo porque llegamos hasta la iglesia, que está justo al lado opuesto de la zona por la que habíamos entrado.


Desde cerca de dicha iglesia comenzamos el ascenso hacia el Alto de San Juan, al principio por alguna de las calles del pueblo y, enseguida, por la carretera (en muy mal estado) que asciende hasta allí. La subida, como es habitual, cada uno la hizo a su ritmo. Al principio los árboles impiden ver el paisaje, pero a partir de la mitad del ascenso, se empieza a ver más allá y eso ayuda a subir mucho mejor.


Cuando desaparecen los árboles sorprenden las vistas porque se va viendo toda Sanabria, el Lago, los pequeños pueblos, la montaña...


El ascenso, que tiene unos 3 kilómetros, termina junto a las antenas repetidoras, si bien continuamos por un senderillo hasta el mirador.


Se mire hacia donde se mire las vistas son espectaculares ya que, desde allí, se domina todo el horizonte.


Ya en el mirador nos hicimos una foto de grupo, contemplamos las vistas intentando adivinar qué pueblo era cada conjunto de pequeñas manchitas que veíamos a nuestros pies, y poco después iniciamos el descenso.


El descenso es una gozada, pero el estado de carreterita, con muchos agujeros, no permite, por prudencia, coger mucha velocidad y exige concentración, así que si ya no es posible contemplar el paisaje porque hay que ir mirando siempre al suelo.


Al llegar de nuevo junto a la iglesia viramos hacia la izquierda para ir hacia Cervantes por una carreterita que va de una localidad a otra. La tendencia de todo el tramo es descendente, así que el kilómetro y medio, aproximado, que hay entre los dos pueblos los hicimos enseguida.


Al llegar a la plaza de Cervantes nos encontramos con todo el pueblo allí concentrado. Por lo visto estaban celebrando la nofiesta con una misa y un baile. Desde la plaza nos dirigimos al camino que va hacia Paramio. Se trata de un descenso continuo de casi dos kilómetros que nos encantó a todos porque, aparte de la inclinación, tiene buen firme, aunque hay que tener cuidado con algunas piedras sueltas, y recorre un bosque repleto de robles. Fue divertidísimo de hacer.


Este camino termina entre unas casas y llega a la carretera. La cruzamos y descendemos por la calle principal de esta localidad. Una vez se terminan las edificaciones seguimos adelante y finalmente se empalma con la carretera que va hacia Ferreros. No hay otra alternativa más que seguir por el asfalto el poco más de un kilómetro que separan ambas localidades. Se trata de un ascenso continuo pero se hace bien. Al llegar a Ferreros giramos a la derecha y tomamos el camino que indica Reguero, aunque por aquí dicen Riguero, se trata de una bajada con algunos curvas y también divertida. 

Al terminar el descenso comienza una subida por una pista ancha, de excelente firme por la que rodamos muy bien porque la inclinación era cómoda.


Este camino nos condujo hasta una carretera que cruzamos y seguimos por el camino que encontramos de frente. Tras unos cientos de metros llegamos a Chaguaceda, un bonito pueblo abandonado donde ya sólo quedan restos de casas medio en ruinas. El lugar tiene mucho encanto.


Salimos de Chaguaceda casi bajo palio, por un camino que discurre bajo un precioso arco natural entretejido por la vegetación.


Dejamos atrás ese arco y continuamos por una senda, de nuevo en medio de un robledal, que discurre haciendo zig zag, entre hileras de robles. 



Poco después salimos a otro camino de más anchura que nos llevó hasta Sampil. En este pueblo cogimos la carretera que va a Robleda hasta la primera curva, en la que nosotros continuamos recto por un camino. Seguimos por él y en el punto donde teníamos que girar a la izquierda para seguir por otro no había ningún camino ni asomo de haberlo habido. Continuamos un poco más adelante y volvimos hacia ese mismo lado por lo que parecía haber sido un camino. Llegó un momento en el que ya no había nada que indicara por donde seguía y comenzamos a rodar por los huecos que dejaba la vegetación... hasta que dejó de haber huecos porque las escobas lo invadían todo. Pasamos entre varias y pasamos las bicis por encima de una valla de piedra, atravesamos la finca, volvimos a cruzar otra valla y poco después volvimos a encontrar el track, que ya discurría por un buen camino.


Seguimos por ese, después giramos a la derecha para seguir por otro y terminamos saliendo a la entrada de Valdespino. Seguimos por la carretera dirección El Puente de Sanabria, pero enseguida tomamos una bifurcación a la izquierda que nos llevó por una parte del pueblo que no habíamos visto nunca.
 

Al terminar las edificaciones continuamos por un senderito que fue a dar a un camino llano y muy bonito. 


Por él continuamos a muy buen ritmo, aprovechando que ya no había cuestas, hasta que se terminó al llegar a la carretera. 


La carretera hasta El Puente es una cuesta abajo, así que aprovechamos para rodar a lo que daban nuestras bicis porque nos habían llamado las Galanas para decirnos que nos esperaban en el bar de Ilanes, y pensar en tomar una cañita fue un gran incentivo.

Al llegar a El Puente cambiamos el itinerario original previsto, que no pasaba por Ilanes, y seguimos hasta este pueblo por carretera, también a todo lo que daban nuestras piernas. Al llegar tomamos allí algo y ya con el depósito lleno


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