26 de septiembre de 2021

Por el otro lado de La Raya

Popularmente se llama "La Raya" a la frontera entre España y Portugal. Hoy la hemos traspasado y hemos hecho prácticamente toda la ruta por suelo portugués. Realmente da igual que sea portugués o español, el caso es que hemos podido disfrutar de unos paisajes preciosos, hemos visto corzos, hemos recorrido la rivera del río Manzanas y del río de Onor y... también hemos subido muchas cuestas, pero mereció la pena.

Como la ruta comenzaba en Riomanzanas algunos tuvimos que desplazarnos hasta allí, pero no todos, porque otros habían dormido por la zona y aprovecharon la tarde de ayer para ver ciervos y escuchar la berrea. Los que partíamos de Zamora tuvimos que madrugar porque quedamos a las 8,00 para cargar las bicis y salir. Tras una hora y cuarto de viaje llegamos a Riomanzanas, donde ya estaban los que habían pernoctado por allí. Durante todo el camino tuvimos bancos de niebla y al llegar algo había levantado, pero había quedado alta y daba la impresión de que estábamos ante un día nublado.

A poco más de las 9,30 logramos comenzar. Abandonamos Riomanzanas saliendo a la carretera que va hacia Guadramil. Rodamos por ella unos cuatro kilómetros con zonas llanas y algún tramo con suave ascenso.


Las vistas que íbamos viendo a nuestra izquierda nos adelantaban, de algún modo, que íbamos a disfrutar de bonitos paisajes.


No tardamos en encontrar "La Raya", que traspasamos sin ningún problema y sin pasaporte. 


Y poco después empezamos a recorrer la calle principal de Guadramil, la primera localidad portuguesa  de la ruta.


Al terminar el pueblo giramos a la izquierda e iniciamos una subida larga (como un kilómetro y medio), con algunos tramos de cierta dureza.


Como suele ocurrir casi siempre, la parte buena de las subidas suelen ser la vistas, y a lo largo del ascenso pudimos disfrutar de una bonita panorámica de la localidad que acabábamos de dejar atrás.


Tras culminar el ascenso había una suave bajada en la que pudimos divisar un primer corzo. También pudimos contemplar un precioso castaño a un lado del camino.


La bajada fue poco más que una ilusión porque enseguida nos enfrentamos a otros tramos de ascensión. El primero fue una subida corta, pero muy intensa.



Poco después realizamos un giro de casi 180º para entrar a una pista ancha y de excelente firme. Se iniciaba con un descenso pero enseguida dio paso a una subida larga pero llevadera. Como estábamos a una altura considerable las vistas que teníamos de toda la zona eran espectaculares.


La pista por la que estábamos rodando nos sacó a una carretera, la N-308, por la que rodamos poco más de un kilómetro. 


Nos separamos de ella girando a la izquierda prácticamente 180º y siguiendo por un camino descendente, con piedra suelta, y que atravesaba un espeso bosque. En esta zona, aparte de disfrutar con la bajada, pudimos ver un segundo corzo.


Este camino nos llevó directamente, a la N-308 de nuevo, pero esta vez solo para recorrer menos de quinientos metros, tras los que nos desviamos a la derecha para volver a la tierra y encontrarnos con una bonita vista de Rio de Onor, la curiosa localidad portuguesa/española. Un mismo pueblo dividido en dos por la frontera, medio portugués, Rio de Onor, y medio español, Riohonor de Castilla.


Primero hicimos un recorrido por la parte portugues. En ella encontramos muchos espantapájaros por las calles, imaginamos que había habido un concurso o algo así, pero resultaba curioso.


Cruzamos el río de Onor por uno de los puentes, desde donde pudimos ver una vista bonita de esa parte del pueblo.


Después de recorrer la calle principal entramos en territorio español, allí ya nos sentimos como en casa :)
Fuimos hasta la entrada del pueblo, ascendimos hasta la iglesia y volvimos sobre nuestros pasos.


Volvimos a cruzar La Raya, pasamos al otro lado del río por el otro puente, y enseguida dejamos atrás esta bonita localidad tomando un camino que partía a nuestra derecha.


Comenzamos a recorrer uno de los tramos más bonitos de la ruta. El camino está trazado en paralelo al río de Onor, solo que en algún momento a más altura, lo que propiciaba disfrutar de unas vistas increíbles.


Se rodaba muy bien por él y, tanto los ascensos como los descensos, eran suaves. Vamos, que íbamos disfrutando un montón.


En un momento dado tuvimos que cruzar el río. Había unos pontones de hormigón que permitían hacerlo sin mojar las bicis, pero era muy tentador no cruzarlo por el propio río. Uno a uno lo fuimos atravesando todos.


Poco después tocó realizar una subida dura, por su inclinación y por su firme, zonas de lajas y zonas de terreno suelto, pero pudimos con ella.


Y como suele ocurrir, tras una dura subida casi siempre hay una estupenda bajada, y en esta ocasión así fue. Iniciamos un descenso adornado de buenas vistas.


Esta bajada nos llevó de nuevo junto al lecho del río, y de nuevo hubo que cruzarlo. En esta ocasión había un puente para poderlo hacer sin problemas. Mirando desde este, a nuestra izquierda, nos encontramos con un precioso rincón.


Después de volver de nuevo a la margen izquierda del río, tocó subir de nuevo, y otra vez pudimos disfrutar de buenas vistas.


En esa zona se nos cruzó una corza grande, grande. Poco después dejamos de rodar en paralelo al río porque hicimos un giro de noventa grados y comenzamos una importante subida por un camino con un terreno que no favorecía nada el ascenso. Entre eso y la inclinación, se hizo larga y dura. 


La subida nos sumergió en un pinar en el que había millones de moscas, cientos de las cuales orbitaban sobre cada uno de nosotros. Si el ascenso era duro, las moscas lo hacían más aún.


Abandonamos este bosque justo al terminar la subida ya que giramos a la derecha. Nos encontramos con un buen camino ligerísimamente descendente, pero lo suficiente para tener que dar poco a los pedales y disfrutar mucho.

Ese camino más estrecho nos llevó hasta un pista que, podemos asegurar, nos regaló el tramo llano más largo de todo el recorrido. En ella se nos cruzó un ciervo macho, justo cuando comenzaba un ascenso, suave y llevadero. Esta subida nos llevó a cruzar la N-308, allí mismo tomamos la carretera que conduce a Petisqueira.



Antes de llegar a esta localidad portuguesa nos desviamos a la derecha e iniciamos un descenso que se prolongó durante casi cuatro kilómetros.


El último tramo era muy inclinado y terminaba junto a un río. Giramos a la izquierda y comenzamos a rodar junto a ese, era el río Manzanas.



Como íbamos junto al río el tramo se caracterizó por ser bastante llano. Pudimos rodar a buen ritmo y al mismo tiempo disfrutar de las vistas, sobre todo las de nuestra derecha.

  
Pero lo bueno no dura una eternidad, así que, antes de llegar a Petisqueira, tuvimos que realizar un ligero giro y comenzar a ascender, de nuevo. La parte positiva era que el firme no estaba mal.


En un momento dado realizamos un ligero cambio de dirección, tomando un camino que enseguida se envenenó.


La subida terminaba justo al comenzar las primeras casas de Petisqueira. Cruzamos el pueblo de lado a lado y, poco después de sobrepasar las últimas viviendas giramos a la derecha.


Como ya imaginábamos, nos encontramos con una nueva subida. En esta ocasión sabíamos que era la penúltima, así que eso nos dio alas.


Antes de terminar el ascenso nos desviamos a la derecha y comenzamos enseguida a descender, pero eso sí, por un camino por el que se conoce que no pasa casi nadie y que está empezando a estar comido por las jaras. En un momento dado este llegaba a una especie de barranco y no había más camino.
Nos dimos cuenta de que si saltábamos una pequeña cuneta podíamos acceder a lo que era el camino que teníamos trazado en el track. 

Ya en él nos dimos cuenta de que no era realmente un camino, parecía un cortafuegos. No nos quedó otra que coger nuestras bicis de la mano y comenzar a descenderlo. 


La bajada nos costó hacerla porque el terreno resbalaba mucho, pero logramos llegar abajo sin más novedad que dolor de rodillas y de brazos.


El cortafuegos o camino desembocaba en la zona donde se celebra la romería de la Petisqueira. Allí mismo teníamos que cruzar el río, pero nos encontramos que no había puente. Retrocedimos unas decenas de metros y lo cruzamos por el de la carretera. 

Para evitar este tramo del cortafuegos, aconsejamos salir de Petisqueira por la carretera y seguir esta hasta llegar al cruce.

Después de pasar el puente continuamos por asfalto y, como no podía ser de otro modo, el inicio de esa es una rampa, pero como estábamos rodando por asfalto se hacía muy bien. Poco después volvimos a pisar suelo español.


Enseguida llegamos a la carretera principal, junto al cruce que va a Villarino de Manzanas. Solo tuvimos que cruzar dicha carretera. Nada más pasar al otro lado iniciamos la enésima cuesta, pero eso sí, era la última. Al terminarla iniciamos una pequeña bajada y enseguida giramos a la izquierda para continuar por un camino que habíamos hecho un par de veces, pero en sentido contrario. Nada más iniciar este nos encontramos con este castaño digno de estar en una exposición.


Este camino, en algunos tramos invadido por las escobas, nos permitió obtener buenas vistas de las Sierra de la Culebra que, ya con el sol en el horizonte, lucía en todo su esplendor.


Descendimos un tramo que, en sentido contrario, nos cuesta horrores subir. La bajada terminó en otro camino, ya llano, que nos llevó hasta la carretera. Seguimos por ella unos quinientos metros y la abandonamos para coger la desviación a Riomanzanas, por la que continuamos otros doscientos metros, aproximadamente, tras los que nos desviamos a la izquierda para dirigirnos hacia la rivera del río Manzanas. Al llegar cerca de este proseguimos por el camino que va en paralelo a la corriente de agua. Un camino muy agradable para rodar y disfrutarlo. 


Enseguida llegamos a las primeras viviendas del pueblo. Al llegar al bar hicimos una parada porque allí estaban ya nuestros acompañantes andarines. Les acompañamos para que no tomaran el vermú solos/as. Una vez hidratados nos fuimos a lavarnos un poco, a cambiarnos y a cargar las bicis. Una vez hechas estas jeras volvimos al bar, donde habíamos encargado la comida para degustarla en una terraza muy, muy agradable que tiene en la parte posterior. Allí comimos de maravilla y disfrutamos de la sobremesa. Después paseamos por los alrededores del pueblo y a media tarde pusimos rumbo a Zamora, dando así por terminada la jornada transfronteriza.

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