21 de noviembre de 2021

Una península con vistas

Son muchas las ocasiones en las que nos parece que conocemos bastantes zonas de nuestra provincia, muchas de ellas gracias a la bici, pero siempre surgen sorpresas, como la de la ruta de hoy, en la que hemos estado en una península del embalse de Ricobayo, llamada popularmente El Casal, desconocida para todos y sorprendente por las vistas que nos ha ofrecido. Una maravilla, vamos.

Debido a los compromisos de algunos, quedamos para salir a las 9 de la mañana. A esa hora en punto estábamos todos los que habíamos confirmado la asistencia, menos uno. Esperamos diez minutos de cortesía, pero viendo que ni contestaba al teléfono, ni enviaba mensajes, supusimos que se había dormido, como así nos confirmó un par de horas después.

La mañana estaba fría, en torno a 3º, y el sol no terminaba de asomarse debido a unas nubes colocadas estratégicamente en el horizonte, así que los primeros kilómetros no los hicimos totalmente a gusto. Tuvo que venir una cuesta para ayudarnos a ir entrando en calor, y esta fue la que asciende desde Valorio a la N-122. Además, poco después de terminar la subida, el sol ya empezó a mostrarse y se notó enseguida. 

Rodamos primero por el Camino del Monte, una pista en muy buen estado por la que se rueda de maravilla. Después de pasar por encima de la autovía comienza lo que en el argot ciclista se llama una "sábana", en este caso de unos 4 km. En esta siempre tratamos de hacer lo mismo, coger mucha velocidad en la bajada para que en la subida la inercia nos lleve hasta arriba, pero nunca nos da el resultado ideal... Eso sí, ayuda a esforzarse menos. 


Tras recorrer los cuatro kilómetros de recta continua de la sábana llegamos a un cruce en el que nos desviamos a la izquierda, para llegar enseguida al comienzo de la bajada hacia Palomares.


Al llegar a la parte baja continuamos recto y comenzamos un ascenso suave que realmente no terminó hasta el momento en el que comenzamos a descender hacia la península, es decir, que fueron unos 12 km de ligera subida, en algunos momentos muy ligera, pero que se va dejando notar en las piernas.


En los primeros kilómetros se atraviesa la Dehesa de Palomares, en la que encontramos pinos, fundamentalmente.


Hemos comentado que este tramo es una subida continua, pero también hay que decir a su favor que el firme por el que se rueda es estupendo, y eso permite alcanzar buenas velocidades "de crucero".


Aunque cambiamos de dirección varias veces, en todos los caminos que fuimos cogiendo se rodaba igual de bien. Al terminar la dehesa también se terminaron los pinos y, en su lugar, comenzamos a ver campos sembrados de cereales albergando alguna que otra encina en su interior.



Poco a poco los kilómetros iban acumulándose y nos íbamos aproximando a nuestro destino, novedoso para todos los integrantes del grupo.


Después de cambiar de dirección dos veces en unos cientos de metros, entramos en una zona en la que la vegetación cambió por completo y comenzamos a estar rodeados de jaras que, además, dejaban en el aire su característico olor, que tanto nos gusta. Enseguida comenzó un ligero descenso y poco después nos quedarnos boquiabiertos al ver el paisaje que se mostraba por delante.


A medida que íbamos descendiendo más la agradable sorpresa iba en aumento. No pudimos por menos que parar para hacer alguna foto porque la ocasión lo merecía.


El descenso tiene zonas en las que es pronunciado y, llegando al final, es algo sinuoso justo antes de iniciar otro tramo de bajada pronunciada. Finalmente hay un pequeño tramo con bastante piedra, y en ese punto se inicia una subidita que nos llevó hasta la parte más avanzada de esta península, conocida en la zona como El Casal.


Si el embalse estuviera al cien por cien de capacidad no habríamos podido llegar hasta la zona donde hicimos la parada. ¡Por fin encontramos una consecuencia buena del desembalse! 


Y en honor a la verdad tenemos que decir que, hasta con tan poca agua, nos encantó el lugar. Mirando de frente veíamos lo que, habitualmente, es la playa de Ricobayo, alejadísima ahora del agua. Hacia la derecha podíamos contemplar el embalse en una zona en la que deberíamos haber podido verlo en todo su esplendor.


Y si fijábamos nuestra mirada hacia la izquierda nos encontrábamos con el puente de la N-122 y, al fondo, la presa.


Volviendo la vista atrás nos encontramos con nuestras bicis "caídas en la batalla", al menos esa impresión daban, pese a no haber sido colocadas así con intención.


Después de unos minutos dedicados a la contemplación y a comer algo para seguir manteniendo las fuerzas intactas para la vuelta, nos hicimos una foto de grupo e, instantes después, iniciamos el regreso.


Este comienza suavemente, pero pronto aparece una cuesta muy empinada, que se relaja algo después, para volverse a endemoniar más adelante.



Finalmente se suaviza, terminando los dos kilómetros de ascenso justo al llegar a un cruce de caminos. En este, en lugar de coger la opción de la izquierda, que es por donde habíamos llegado hasta allí, continuamos de frente. Este camino nos llevó hasta la carretera que une Muelas del Pan con Almendra, por la que rodamos unos cientos de metros hacia la derecha.

Volvimos a rodar por pista de tierra enseguida, cambiamos en un par de ocasiones de dirección, cruzamos la N-122 y, enseguida, giramos a la izquierda para tomar un camino muy bueno, y con ligero descenso, que no abandonaríamos en unos 6 km.


Este tramo terminó cuando giramos a la izquierda para cruzar de nuevo la N-122. Tras pasar sobre ella continuamos por un camino que partía casi de frente, si bien enseguida lo abandonamos para seguir por otro a nuestra derecha.

Pero cuál fue nuestra sorpresa al encontrar, donde debía de haber un camino, un terreno arado. Tras probar si se podía rodar por él comprobamos que sí (gracias a que hace tiempo que no llueve), así que continuamos según el plan previsto.


La zona arada hacía una L que desembocó en otro camino ancho y de buen firme que nos sumergió en poco tiempo en la Dehesa del Puerto. Esta zona nos encantó porque realmente es un bosque de pinos que, si no hubiéramos sabido dónde estábamos, habríamos asegurado que era la Sierra de la Culebra. Además, aparte de bonito, era descendente, así que rozaba la perfección.


Al terminar el descenso comenzamos una pequeña subida. Hacia la mitad de esta teníamos que desviarnos a la derecha, pero fue imposible porque había una ancha cancela de dos hojas, que estaban cerradas y aseguradas con una cadena y un candado. Si no recordamos mal, una sentencia obligó a abrirlas, pero vemos que hacen caso omiso a lo que dijo el juez.

Como esa opción no pudo ser, continuamos adelante con la subida, giramos a la izquierda y comenzamos otro ascenso, también adornado con muchos pinos, que nos llevó hasta donde se inicia la bajada de Palomares.


Al llegar arriba giramos a la derecha y comenzamos a rodar por el camino que une este alto con la N-122 (a la altura de la gasolinera). Algunos que no pasábamos por él desde antes del verano nos sorprendió el gigantesco huerto solar que han instalado en la zona en tiempo récord.


Terminamos saliendo a las rotondas que hay junto a la citada gasolinera, hicimos los dos giros y rodamos unos metros por la N-122, pero nada más terminar la estación de servicio nos desviamos hacia ella para continuar por un camino trazado en paralelo a la carretera.


Este camino nos llevó hasta la entrada de Guimaré. Cruzamos la carretera y, poco después de entrar al camino, nos desviamos a la izquierda para ir hacia la carretera de Almaraz.


Como este tramo es descendente llegamos a dicha carretera enseguida y por ella rodamos a buena velocidad hasta poco antes de llegar al colegio Corazón de María. En ese punto nos desviamos a la derecha para ir al encuentro con el río Duero, al que acompañamos hasta llegar al puente de los Poetas. Atravesamos Olivares y proseguimos hacia el Puente de Piedra. Lo cruzamos porque uno de los bíkers propuso ir a visitar y dar ánimos a uno de los nuestros, que se encuentra confinado por COVID, una idea que nos encantó a todos. Fuimos hasta su casa y al llegar lo encontramos esperándonos porque nos estaba siguiendo por una app. Después de charlar unos minutos e infundirle mucho ánimo, nos despedimos. Volvimos al punto de salida de la ruta, poniendo allí mismo, al llegar, el punto final a la misma.

Nuestro agradecimiento al amigo "Tesoman" porque nuestra ruta, si bien no es idéntica, está basada en una realizada por él.

Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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1 comentario:

  1. E un fenómeno de ruta llena de recuerdos,,,, y alegría para el espíritu .....

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