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20 de noviembre de 2016

Viento, cuestas, lluvía... y al final ¡Premio!

Hoy es de esos días que sales con la bici pensando que va a ser una jornada sin pena ni gloria, y al bajarte de ella no queda otra que decir: ¡Vaya ruta bonita!

Y es que la previsión llevaba indicando desde hace días que empezaría a llover a las 11 de la mañana, y que iba a haber bastante viento, así que nuestro planteamiento era salir a las 9 para a esa hora estar ya bajo cubierto.

De los seis que habíamos quedado, tres se dejaron seducir por la pereza, pero se unió un amigo que a veces nos acompaña, y fue él quien dijo de ir a la antigua captación de agua de Pereruela.

Salimos de Zamora cruzando el Puente de Piedra, pasando por San Frontis y por Rabiche, donde cogimos un camino que tras varios sube y bajas nos llevó hasta las proximidades de Carrascal.


Sin llegar a entrar a esta localidad continuamos por el camino que va a la Dehesa Congosta, que también tiene varios toboganes. El último tramo es muy bonito porque se va en paralelo al río.


Pero enseguida nos encontramos con la temida Carva. A pesar de que al ver la inclinación cualquiera se asusta, intentamos atacarla, pero fue inútil porque el terreno estaba tan suelto que no había tracción y a los pocos metros estábamos todos con el pie en tierra.


Cuando cada uno lo consideró oportuno se volvió a subir a la bici y continuó pedaleando. Al pasar la cancela nos reagrupamos y se nos unió un conocido que venía en solitario. Ya todos juntos seguimos enfrentándonos al viento y a los ligeros chubascos que empezaban a caer de forma intermitente, y pronto llegamos a San Román.


Tras atravesar este pueblo, nos adentramos en la llamada "Pradera del terror".


Después de salir de ella, ya por caminos, llegamos hasta prácticamente la entrada de Pereruela. Pero antes de entrar giramos a la derecha y nos volvimos a alejar de esta localidad, por buenos caminos que empezaron poco después a picar hacia abajo, cada vez más hasta que la inclinación se hizo mayor. Zigzagueando y disfrutando de la bajada (a pesar de una caída) de pronto llegó el premio:


Esta vista del Duero, en plena transición hacia Los Arribes. Dejamos las bicis junto a una caseta y bajamos caminando hasta donde se podía. El sitio nos pareció espectacular. Era la antigua captación de agua de Pereruela.

Tras comer algo comenzamos, cada uno a su ritmo, la larga subida por el mismo camino que nos había llevado allí, al principio con una buena inclinación que se va suavizando después. Ya en el llano proseguimos hasta Pereruela. Cruzamos una parte del pueblo, después atravesamos la carretera y, por fin sin viento de cara, cogimos un camino a la derecha que nos llevó a la llamada "Pradera de La Pueblica" y que terminó en la carretera de Almeida por la que rodamos unos cientos de metros, tras los que giramos a la izquierda para seguir por un camino que desembocó en el GR-14.


¡Qué gusto daba rodar con el viento por la espalda y con un ligera inclinación... Volábamos! Y así enseguida pasamos junto a La Pueblica, y poco después llegamos a Tardobispo. Continuamos por la Senda del Duero y en poco tiempo empezamos a ver ya Zamora en el horizonte. Y de ahí al Puente de Piedra en un suspiro.

Ruta con cierta dureza, por la orografía y por el fuerte viento, pero muy, muy, bonita.

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8 de febrero de 2015

En busca del Duero

Iniciamos la jornada con una temperatura por debajo de 0º, como viene siendo habitual últimamente, y con el sol queriéndose asomar tímidamente. Salimos de Zamora y cogimos el GR-14 con dirección Pereruela. En un momento dado giramos antes de lo debido a la derecha, siguiendo la antigua Calzada Mirandesa, y nos metimos en un barrizal que podíamos haber evitado si no hubiéramos tenido ese despiste. Más adelante volvimos a enlazar con el GR-14 y continuamos sin novedad hasta Pereruela.

Entramos en esta localidad y enseguida volvimos a la derecha y nos dimos de bruces con el viento de cara que además era frío. Si lo unimos a que el sol se había dejado cubrir por las nubes, el resultado fue que la sensación térmica no tenía nada ver con la sentida en el tramo anterior. Tras girar a la izquierda continuamos por un camino que cada ciertos metros tenía unos barrizales enormes que nos obligaban a bajarnos de la bici o a pasar como podíamos para evitarlos en la medida de lo posible. Finalmente empezamos a descender y llegamos al bonito pueblo de San Román de los Infantes. A la brigada de la Iglesia tomamos un rápido almuerzo que nos vino bien para coger fuerzas para subir la empinada cuesta que hay que superar para abandonarlo. Tras coronarla giramos a la izquierda hacia un camino que nos llevó a la entrada de la Dehesa Congosta, la traspasamos y comenzamos el divertidísimo descenso que nos llevó hasta la misma orilla del Duero.

Desde allí continuamos en paralelo al río con un viento de cara y unos toboganes que hicieron que sufriéramos más de lo previsto. Poco antes de llegar a Carrascal giramos a la izquierda para bajar primero y subir después una enorme rampa que nos llevó hasta esa localidad. La atravesamos y continuamos ya por carretera hasta Zamora porque se nos había echado el tiempo encima.


Camino a la salida de Pereruela.
Uno de los barrizales que tuvimos que atravesar.
El Duero desde la Dehesa de Congosta.
Camino entre la Dehesa de Congosta y Carrascal.



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