10 de noviembre de 2018

Esquivando la lluvia por los molinos de Riofrío

Habíamos fijado la fecha para esta salida de senderismo hacía tiempo y, aunque las previsiones para hoy llevaban siendo malas toda la semana, decidimos no modificarla y aceptar la lluvia si por fin tenía a bien ser la protagonista del día.

Salimos de Zamora a las 9,30 los dieciséis andarines en cuatro coches con dirección a Riofrío de Aliste. Por el camino la lluvia se asomó en algún momento pero nada serio. Al llegar recogimos la llave de unos molinos en el Bar La Cortina y allí mismo tomamos un café. Tras esta pequeña parada comenzamos a caminar.
Recorrimos una buena parte de la localidad llamándonos especialmente la atención los portones de algunas casas.



Una vez terminadas las últimas casas fuimos al encuentro del río. Caían unas gotas pero la temperatura era muy agradable. Una vez que llegamos a él continuamos por su margen derecha.


Poco después nos encontramos con los dos primeros molinos que, además, son los más grandes y para el gusto de la mayoría, los más bonitos.


Abrimos el mayor y entramos a su interior, donde pudimos ver que aún conserva todo lo necesario para funcionar.


Consta de dos plantas. A la de la parte superior se accede por una escalera de madera. Allí encontramos un sinfín y otra puerta de salida. 

Tras la visita volvimos al otro lado de la charca que hay junto a los molinos para retomar el camino y seguir nuestro itinerario.



Continuamos por un buen camino en el que fuimos encontrando hitos de pizarra que van marcando la ruta. A nuestro alrededor robles fundamentalmente y mucha vegetación por todas partes.




Más adelante vimos el tercer molino, este en un estado de bastante deterioro, pero aún así conservaba su belleza.


No mucho más adelante pudimos ver uno más. En este caso también en estado de abandono y semicomido por la vegetación.



El camino se fue convirtiendo en senda pero llegamos a un punto en el que esta senda salía a un camino de reciente creación que estaba muy, muy blando. Por mucho cuidado que poníamos, intentando buscar algo de dureza, daba igual, nos hundíamos... Poco después, con los pies llenos de barro rojizo, llegamos a un túnel sobre el que pasa la vía.


Al salir de este decidimos ir campo a través para evitar seguir hundiéndonos en el barro arcilloso. Así, caminando entre las hierbas, bajo unos robles, encontramos varios "cucurriles".


Finalmente no nos quedó otra que continuar por el nuevo camino embarrado, si bien poco antes de encontrar el siguiente molino mejoró y ya pudimos caminar sin problema.


Cuando llegamos a este molino tuvimos también la oportunidad de entrar (la puerta estaba abierta). Este sí había sido restaurado, era evidente.

Una vez visto el molino volvimos al camino, que comenzó a ascender hasta llevarnos a la parte alta de un teso. Desde allí pudimos contemplar en el valle el Área Recreativa donde teníamos pensado parar a tomar un tentempié. Pero antes tuvimos la oportunidad e ver una "corrala", un tipo de construcción utilizado mucho en la zona para preservar al ganado de los ataques del lobo.


También este estaba abierto y pudimos entrar para ver su interior. Cuando salieron los últimos volvimos al camino y comenzamos un descenso que nos dejó a los pies de la citada Área Recreativa, que también está abierta para que la use todo aquel que lo necesite.



En su interior dimos cuenta de un par de chorizos y pan, regados con buen vino de una bota. Y tras la pequeña parada, adecentamos el interior de la caseta, nos hicimos una foto de grupo y volvimos al camino desandando unos metros para volver al track.

De nuevo nos encontramos con un ligero ascenso y algo más molesto, el viento de cara, adornado con algunas gotas de lluvia. 


El camino eso sí, estaba en perfectas condiciones e incluso con espectadoras.


En este tramo avanzamos rápido y enseguida vimos las primeras casas de Sarracín. Cruzamos de nuevo bajo la vía y entramos en el pueblo. Recorrimos algunas de sus calles y al salir quisimos tomar un camino paralelo a la carretera para ir hacia Riofrío, pero poco después de pasar la escuela volvimos a encontrarnos con un camino arcilloso, así que decidimos ir a lo seguro: ir hacia la carretera y seguir el itinerario habitual de esta ruta, que consiste en hacer el tramo Sarracín-Riofrío por asfalto.


Aunque el viento seguía soplando fuerte de cara y era molesto, hicimos este tramo con rapidez, y en media hora estábamos entrando en las primeras casas de Riofrío.


Ya de nuevo en la localidad de salida volvimos a entrar en el bar, esta vez para tomar el vermú, descansar un poco y algunas "Galanas" para cambiarse.

Tras el descanso nos dirigimos a Ferreruela, para comer en Casa Pepa. La mayoría hizo esta parte tan bien o mejor que la de caminar ;)


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4 de noviembre de 2018

Tras muchos sube y bajas: aerogeneradores de Cubillos

Para ir a cualquier sitio se puede ir por el camino más corto, pero también se puede dar algún rodeo si este merece la pena. Eso es lo que hemos hecho hoy, ir a los aerogeneradores de Cubillos pero dando una vuelta antes de casi cuarenta kilómetros.

Pero para llegar a cualquier sitio lo primero que hay que hacer es salir, y eso hicimos hoy seis bíkers. Iniciamos la ruta en la Ciudad Deportiva y tomamos dirección carretera de Almaraz. La mañana estaba fresquita, tan sólo 5º, pero con un detalle importante, había sol.

Ya en la carretera de Almaraz rodamos por el asfalto hasta pasar la antigua cárcel. Poco después nos desviamos a la izquierda para seguir por el Camino de los Pisones.


Tras rodar por él algo menos de dos kilómetros giramos a la derecha para coger el camino que todos sabíamos que terminaría con nuestra sensación de frío. Ascendimos por él evitando las torrenteras que ha ido labrando el agua. Con esfuerzo, y ya calor a pesar de que entramos en una zona de niebla, llegamos arriba.



Poco después iniciamos un descenso bonito, como todos los descensos ;). Pero la alegría dura poco en casa del pobre y tras ese descenso se inició un segundo ascenso también duro. Y después otro descenso y un nuevo ascenso igual de duro, o más, que los anteriores.


 Tras la tercera subida llegamos a la entrada de la dehesa de San Julián. Allí giramos prácticamente 180º y continuamos por un camino que enseguida nos llevó al llamado Camino de la Higuera por el que se rueda de maravilla.


Al llegar a la carretera de Almaraz, la cruzamos y continuamos por el mismo camino que nos llevó hasta la carretera de Alcañices, a la altura de la gasolinera. Salimos del camino, nos incorporamos a la carretera y, tras hacer la rotonda, la dejamos de nuevo para coger un camino que nos llevaría tras varios ascensos moderados a la entrada de Palomares.



Allí nos reagrupamos e iniciamos el descenso hacia las edificaciones de esa dehesa.
 

Pero antes de llegar a ellas nos desviamos a la derecha para sumergirnos en ese bosque bastante espeso que tanto nos gusta cruzar.


Tras salir de este continuamos avanzando y enseguida giramos de nuevo a la derecha para iniciar otro ascenso por el llamado Camino de los Caños que nos llevó hasta la carretera de Andavías, pero antes de llegar a esta localidad.




Salimos a la carretera dirección La Hiniesta, rodamos por ella unos trecientos metros y pusimos rumbo a la izquierda para coger un camino que tras cruzar la vía del tren, más adelante la del AVE y algún altibajo, nos permitió llegar hasta la N-630. La cruzamos, continuamos de frente, pasamos por debajo de la Autovía y seguimos en línea recta hasta prácticamente la localidad de Cubillos.



Atravesamos esta localidad y salimos de ella pasando por el puente sobre el que está la vía. Desde allí encaramos hacia los aerogeneradores. Para llegar a ellos hay que enfrentrarse a una subida importante, así que poco a poco y cada uno a su ritmo fuimos ascendiendo.


Justo al llegar arriba giramos a la derecha para rodar por el borde de un teso con unas vistas hacia Cubillos y todos los alrededores espectaculares. El esfuerzo de la subida mereció la pena, desde luego.




Después de recorrer el teso, al llegar a su extremo y tras una breve parada, continuamos bordeando el lado opuesto.


Y llegamos al mismo camino que habíamos dejado anteriormente para rodar por el teso, por el que descendimos para llegar a Monfarracinos.



Al llegar a Monfarracinos recorrimos algunas de sus calles para terminar saliendo a la carretera de Villalpando, que cruzamos para seguir recto por un camino hasta que llegamos al río Valderaduey. En ese punto giramos a la derecha para seguir su curso por un camino poco pisado pero bonito porque la orilla del río está repleta de juncos.



Aunque no se rodaba muy bien llegamos a un viaducto de la autovía y ya allí dejamos a nuestra izquierda el río y continuamos por caminos ya bastante conocidos por nosotros que nos llevaron hasta la puertas de Zamora, atravesando el barrio de Las Llamas y continuando después por la carretera de Villalpando. Al llegar a la rotonda de Carrefour nos dirigimos hacia el centro comercial porque decidimos hidratarnos en la zona.

Tras la hidratación y los comentarios de la etapa, volvimos a las bicis, cruzamos la pasarela de la vía y nos dirigimos hacia el carril bici, pero antes tuvimos que rodar por la calle Villalpando y por Obispo Nieto. Ya en el carril bici lo seguimos hasta llegar de nuevo a la Ciudad Deportiva.

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Relive 'Morning Nov 4th'

Disfrutando del Faedo de Ciñera y del Hayedo Laboyariza


Dicen que lo que mejor sale es lo que se improvisa y muchas veces es cierto. Hoy lo fue. Y es que ayer a última hora de la tarde se nos ocurrió plantear la idea de ir a caminar por el Faedo de Ciñera y esta mañana a las 9.00 cinco de nosotros estábamos saliendo hacia Ciñera de Gordón (León).

Tras aparcar en el propio pueblo, nos dirigimos a la plaza y desde allí iniciamos la ruta. Nos dirigimos hacia el norte (hacia la montaña). Enseguida vimos un cartel que indicaba varias rutas a la izquierda, seguimos esa indicación. Pasamos junto al pabellón deportivo, al cementerio y varios huertos. El camino es bueno y es un ascenso muy suave.

Pronto llegamos a la boca de la Mina, un lugar curioso donde podemos ver vagonetas de transportar carbón y mineros, y algunos útiles utilizados en la extracción del carbón.


Continuamos adelante. Encontraremos un cartel a nuestra izquierda que nos indicaba que el Faedo está en esa misma dirección. Cruzamos un pequeño puente de piedra y poco después encontramos las primeras hayas. Ya esa zona es bonita por el colorido de las propias hayas.



Pero el momento culmen fue cuando cruzamos un segundo puente y entramos de lleno en el bosque, cruzado de punta a punta por el arroyo de Ciñera de Villar. Es un lugar mágico, precioso y muy cuidado. En esta época las hojas rojizas cubren todo el suelo, pero en los árboles había aún las suficientes para impregnar todo de ese color cobrizo tan propio de los hayedos.




Al llegar al final del bosque, ascendimos por la ladera de la montaña y seguimos por el camino y la pasarela de madera, encontrándonos, tras un pequeño paso que dejan dos enormes rocas, con las hoces del río  encontraremos con las hoces del arroyo de Ciñera de Villar. En esta zona tuvimos que tener cuidado porque dimos más de un resbalón porque las piedras que cubren el suelo resbalaban mucho.


En ese punto es donde casi todo el mundo se da la vuelta, y nosotros también, aunque se podría seguir hasta Villar del Puerto. El camino de regreso lo hicimos prácticamente por donde hicimos el de la ida.


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Tras esta ruta fuimos a comer a un pueblo cercano, Geras de Gordón. Yendo hacia esta localidad vimos muchos coches en un punto determinado e intentamos saber a qué se debía esa afluencia de vehículos. Vimos que había una indicación que ponía Hayedo Laboyariza, así que en ese momento decidimos lo que íbamos a hacer después de comer...

Comimos y enseguida nos desplazamos con el coche hasta donde empezaba el hayedo, como a un kilómetro del pueblo. Comenzamos a ascender por un camino pedregoso y bastante inclinado. Empezamos a encontrar rastros de la gran nevada caída en esa zona el domingo anterior y enseguida vimos las hayas en las montañas que teníamos en frente y en el propio camino.


Continuamos ascendiendo por el camino hasta que en un momento dado vimos una indicación en un árbol que indicaba el hayedo. 


Cruzamos el arroyo de la Boyariza y nos sumergimos en túneles tejidos por las ramas de las hayas. Hasta ese punto el camino había sido muy bonito pero desde ahí fue espectacular. La única pena es que no hubiera más luz, las altas montañas circundantes ocultaban ya el sol, pero es lo que tiene la hora de invierno que estrenamos hace una semana.


Continuamos por este camino hasta que vimos que este cruzaba de nuevo el arroyo. Lo cruzamos y terminamos saliendo a un camino más ancho que bordea el bosque.


Descendimos por este camino hasta que llegamos al lugar donde habíamos visto la señal que indicaba "hayedo". Desde aquí continuamos siguiendo el mismo camino por el que habíamos ascendido.




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