27 de enero de 2019

En busca del final del Esla

El invierno está haciendo estragos en este equipo y hoy sólo cuatro bíkers nos pusimos sobre nuestras bicis. Bueno, a decir verdad, hubo un quinto que rodó a su aire porque está recuperándose de una lesión.


Habíamos quedado en desplazarnos hasta Almaraz en coche para hacer una ruta desde allí y así salir del Alfoz de Zamora, que ya lo tenemos muy trillado. Y así lo hicimos, madrugamos, cargamos las bicis y sobre las 9,15 estábamos en dicha localidad.

Iniciamos la ruta intentando salir del pueblo. Intentando porque por donde pensábamos que iba el track era una cuesta muy empinada que no tenía salida. Primer calentón de la mañana y, además, inútil. Descendimos y ya cogimos el track "bueno". Poco después llegamos a una zona en la que había una charca enorme. A ambos lados había dos paredes de piedra y no había ni un sólo centímetro en todo el ancho del camino que no cubriera dicha charca. Y lo peor, no se veía lo que cubría y parecía de aguas fecales. No nos arriesgamos a cruzarla y variamos un poco el track, recortamos un poco el recorrido y listo.

Salimos a un camino en muy buen estado (el que conduce a Las Pilas de Almaraz) pero con varios sube y bajas que no nos sentaron nada bien a ninguno porque aún estábamos fríos.



Nos desviamos a la izquierda y continuamos en la misma tónica, buen firme, ascensiones y descensos y mayoritariamente campos de cereales en el horizonte.



En un momento dado giramos noventa grados y enfilamos hacia Villaseco. A partir de ese momento, al ir más cercanos al cauce del Duero, el paisaje empezó a cambiar. Empezó a aflorar la roca y, por lo tanto, se terminaron los cultivos.


Continuamos con algunos sube y bajas y poco después distinguimos en el horizonte a Villaseco, adonde llegamos poco después.



Atravesamos de punta a punta la localidad y la abandonamos por otro buen camino de excelente firme. La orografía continuaba siendo sinuosa y veíamos escobas y encinas a ambos lados del camino.



Tras rodar varios kilómetros y realizar algunos cambios de dirección, comenzamos un ligero descenso que se fue inclinando más y más. La vegetación en esta zona era mucho más densa. Poco después avistamos el Duero.



Continuamos descendiendo y llegamos a un espacio abierto y redondo preparado así para que quien baje en coche pueda dar la vuelta.


El camino se estrechó pero en bici podíamos seguir algo más y así lo hicimos, pasamos entre escobas y encinas y llegó un punto en el que no podíamos seguir. Dejamos las bicis en el suelo, avanzamos unos metros más y... ¡Flashazo! Nos encontramos con esta vista, que nos dejó con la boca abierta a los cuatro:


A la derecha el río Esla, recorriendo sus últimos metros de indepencia, y a la izquierda el Duero recogiendo las aguas de su afluente.



A nuestra izquierda estaba Peña el Carro, una enorme piedra que vigila permanentemente el encuentro de los dos ríos, la rodeamos y llegamos a una especie de mirador con unas vistas aún mejores. A la izquierda el Duero.


Y a la derecha el Esla.


Tras disfrutar unos minutos de las vistas al tiempo que comíamos un bocado, iniciamos la marcha de nuevo. Era el momento de desandar los últimos dos kilómetros del camino que nos había llevado hasta allí, es decir dos kilómetros de ascensión. Pensábamos que iba a ser peor, así que pudimos con ella. Tras ese tramo dejamos de pisar el recorrido de la ida y nos desviamos a la izquierda.

De nuevo volvieron a aparecer continuos sube y bajas que iban castigándonos, y también volvió a cambiar el paisaje, encontrándonos ahora con zonas más áridas.


Desde un punto vimos a lo lejos la presa del embalse de Ricobayo y la localidad de Muelas del Pan.


El camino que íbamos siguiendo nos llevó hasta la entrada de Villaseco, pero no llegamos a pisar sus calles.


Justo antes de entrar nos desviamos a la izquierda y empezamos a rodar por una larguísima recta que nos llevó hasta Muelas del Pan. Recorrimos una parte del pueblo y poco después salimos de él por la zona del cementerio. Los diez kilómetros aproximadamente que nos separaban de Almaraz los hicimos rápidos porque los caminos que llevábamos, aparte de tener también buen firme, tendían ligeramente hacia abajo. Este tramo no tiene más historia porque el paisaje no llama en absoluto la atención.


No tardamos mucho en divisar la localidad de nuestra partida, la veíamos en un bajo, pero para llegar a ella tuvimos que afrontar dos cuesta más. Tras ellas una buena bajada nos introdujo en el pueblo.

Antes de cargar las bicis tomamos algo en el bar de la localidad y tras esta recuperación sí, cargamos todo y para Zamora de nuevo.


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Relive 'Morning Jan 27th'

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