24 de febrero de 2019

Improvisando por Sayago

La ruta de hoy estuvo llena de impedimentos desde el principio, pero finalmente fuimos solventando todos, bueno, casi todos, porque el primero fue imposible. Y es que fuimos con coches hasta Pereruela para comenzarla allí y nada más bajar las bicis surgió el primer problema: uno de los bíkers se había olvidado sus botas en casa. Ese primer problema fue el único que no conseguimos solventar porque no le quedó otra que volverse para Zamora. Pero fueron surgiendo muchos más...

Tras ese primer incidente empezamos la ruta saliendo de Pereruela por un camino recién rehecho y con mucho fresquito.


Ese camino nos llevó hasta la carretera que va a Sobadillo de Palomares, la cruzamos y continuamos rodando primero en perpendicular y después en paralelo a dicha carretera. Más adelante volvimos a girar noventa grados y de nuevo la cruzamos. Rodamos por un buen camino y surgió el segundo problema: donde tenía que haber un camino había desaparecido por la reciente concentración parcelaria que se ha hecho en el término y en su lugar había una tierra sembrada. Tras un intento de rodearla nos dimos cuenta de que se podía ir por el borde de la tierra contigua. Problema solventado.


La cuesta de la tierra nos quitó el fresquito que llevábamos y nos terminó llevando de nuevo al track que debíamos seguir. Continuamos por él y no mucho después llegó el tercer impedimiento en forma de humano con un brazo en alto para que parásemos. Era un cazador que nos dijo que había una montería en la zona y que era peligroso estar por el término de Sobradillo. Pero nos permitió pasar para ir hacia el pueblo ya que aún estaban empezando. Debido a esto tuvimos que olvidarnos de nuestro track y tratar de improvisar una ruta, ese fue nuestro modo de solucionar el problema.


Llegamos a Sobradillo de Palomares, atravesamos el pueblo y decidimos coger un camino. Dicho camino a medida que se alejaba del pueblo iba ganando en belleza al tiempo que iba haciéndose más imperceptible. Terminamos descendiendo entre carrascos y piedras buscando el sitio por donde pasar mejor porque camino ya no existía.


Terminamos llegando a un pequeño valle precioso recorrido por un arroyuelo. Lo atravesamos y poco después tuvimos que cruzarlo en sentido contrario de nuevo.


En este segundo pase, uno de los nuestros tuvo a bien meter un pie en el agua para informarnos al resto de su temperatura ; ) Escarmentados en cabeza ajena el resto ya tuvimos cuidado de no caer en el mismo error.




Ya por la otra orilla seguimos avanzando por donde pudimos pero llegamos a unas rocas que nos hicieron cargar con las bicis. A partir de ese momento rodábamos cinco metros y nos teníamos que bajar otros cinco. Estaba a punto de llegar el cuarto impedimento, y fue que el paraje era muy bonito pero las rocas iban ocupando cada vez más espacio y ya no había camino posible siguiendo el curso del arroyo.


Buscamos alternativas y sólo encontramos una, salir del valle en perpendicular al arroyo, y fue como solucionamos este cuarto "handicap". Tras ascender la ladera con las bicis en la mano llegamos a una zona donde ya se podía rodar y siguiendo nuestra intuición terminamos en un camino apenas marcado, continuamos por él y llegamos a otro más ancho que nos pareció la autovía de la Ruta de la Plata. Seguimos por él hasta que nos dejó en la carretera, en un punto entre Sobradillo y Mogatar. Continuamos por ella y poco antes de la entrada de esa localidad nos desviamos a la derecha y ascendimos casi un kilómetro por un camino que ya nos hizo quitar cualquier atisbo de frío, es más nos hizo sudar.


A partir de ese punto tocó disfrutar más de la bici porque los caminos eran muy buenos, sinuosos, entre encinas y, como complemento, esa estupenda mañana que se había quedado.

Terminamos encontrándonos dentro del track de nuevo, y eso nos aportó la tranquilidad de saber hacia dónde íbamos y lo que nos faltaba. Rodamos por este camino como unos cinco kilómetros, tras los cuales llegamos a una carretera que cruzamos, era la que conduce a Malillos, y continuamos recto. Poco después cruzamos la de Bermillo de Sayago y también continuamos recto. Proseguimos rodando por caminos más estrechos, menos marcados y con más vegetación alrededor, fundamentalmente encinas y carrascos.




Caminos que nos llevaron a la carretera que llega a Arcillo, la cruzamos unos metros antes de las primeras casas del pueblo. También en esta zona los caminos estaban poco marcados pero terminamos llegando al típico de Sayago por el que rodamos estupendamente. Eso sí, tras algunos cambios de sentido volvimos a pisar por otros menos marcados e incluso sendas. De nuevo en uno más ancho paramos a comer algo y a quitarnos alguna capa de ropa porque ya hacía una temperatura buenísima.

Enseguida volvimos a la bici y continuamos viendo a nuestro paso estampas tan bonitas como estas:





No mucho después nos dimos de bruces con una cancela que pudimos abrir, unos metros más adelante con otra del otro lado de la finca, y poco después el quinto impedimento para seguir la ruta, otra cancela, pero esta en toda regla, cerrada a cal y canto porque era una dehesa. Esto nos impedía seguir el camino que nos iba a llevar hasta el Duero. ¿Cómo lo solventamos?, rodeando la valla de esa dehesa, pero tras hacerlo a lo largo de más de dos kilómetros llegamos a un punto donde era imposible seguir porque la valla cerraba el paso al camino, creemos que el dueño ha vallado donde no debía, pero el caso es que el sexto impedimento estaba ahí. Solución: no había otra que darse la vuelta porque no había más caminos. Así que desandamos lo que habíamos rodado, que era todo ascendente, y terminamos por encontrar de nuevo el track.



Continuamos por él y terminamos saliendo al GR-14, que ya tardaríamos en abandonar. Seguimos por él, descendimos hacia Arcillo y ascendimos hasta llegar al lugar donde dejamos la Senda del Duero para dirigirnos, tras girar noventa grados, hacia la zona conocida como Bárate. Recorrimos en poco tiempo ese tramo porque el perfil es descendente. Salimos a la carretera de Bermillo, rodamos por ella unos cientos de metros y la dejamos yéndonos hacia la derecha. El camino nos llevó hasta el siguiente impedimento, el séptimo. Para seguir el camino había que atravesar una finca que estaba cerrada. Lo solucionamos también rodeando la valla sin saber hacia dónde nos llevaba. Cuando terminó, cruzamos una tierra sin sembrar y volvimos a encontrarnos con el track, y este nos llevó a rodar en paralelo a la carretera, aunque terminamos por salir a ella poco después. Tras recorrer los doscientos metros que debíamos circular por ella para cruzarla y seguir por un camino, nos encontramos con el octavo, y último impedimento, de nuevo en forma de valla cerrándonos el paso. Tuvimos que seguir por la carretera, ya con Pereruela a tiro de piedra. Cuando encontramos un camino que iba en paralelo a la carretera, la abandonamos y seguimos por él hasta el propio Pereruela.

Ya allí cargamos las bicis y recuperamos en el bar local parte de los líquidos perdidos por el esfuerzo y por la búsqueda de soluciones a tantos impedimentos.

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