18 de enero de 2020

Senderismo por las Madroñeras (Sarracín de Aliste)

A pesar de que en este grupo tenemos a un encargado del tiempo al que recurrimos cuando la climatología se prevé adversa, como la lluvia se empeñe en caer no hay quien la pare, y eso es lo que ha ocurrido hoy. Sabíamos que iba a llover a lo largo de la mañana, pedimos a nuestro "gurú" que interviniera, pero a pesar de ello no paró durante todo el recorrido.


La ruta de la que hablamos comienza en Sarracín de Aliste, pero antes hay que llegar hasta allí. Para eso quedamos a las 9.30 y nos desplazamos hasta esta localidad diez andarines. Al llegar nos encontramos con ligera lluvia fina y niebla. No es lo más deseable para caminar, pero al menos no hacía frío.



Comenzamos a caminar siguiendo el track hecho en su día por nuestro amigo Paco (infopaco), y que descargamos de Wikiloc. Salimos de Sarracín pasando por el túnel que hay bajo la vía y girando enseguida a la izquierda para, tras pasar bajo la carretera, seguir por la derecha.

Enseguida comprobamos que podríamos disfrutar de la naturaleza, de la compañía, de hacer ejercicio o de la buena temperatura que hacía para caminar; pero que no íbamos a disfrutar del paisaje como se merecía porque entre la niebla y la fina lluvia la visibilidad era muy escasa.


El camino que llevábamos era de nueva trazada, realizado durante el proceso de la Concentración Parcelaria y, como aún no está totalmente compactado, estaba blando y el barro se pegaba con demasiada facilidad a nuestro calzado. Era ancho y estaba rodeado de, mayoritariamente, robles y monte bajo.



El perfil durante prácticamente la primera mitad del recorrido fue ascendente, unos tres kilómetros de suave ascenso, inclinándose algo más en los dos que restaban para el punto medio de la ruta.


Algo antes de esa mitad, giramos bastante más de noventa grados hacia la derecha y nos sumergimos en un bosque de pinos, iniciándose ahí la parte más bonita del recorrido.


Comenzamos unos cientos de metros más adelante a subir de un modo más pronunciado por un camino lleno de piedra suelta por el que se caminaba bastante mal. Poco después comenzamos a ver madroños a ambos lados del camino, acompañados de otras especies arbóreas.


Evidentemente, no es el mejor momento para ver a este arbusto, así que tenemos la excusa perfecta para volver cuando tenga fruto y este esté ya maduro.


Continuamos por Las Madroñeras y poco después giramos a la izquierda e iniciamos un ascenso de más dureza que terminó frente a una bonita pared de roca.



Estábamos justo en la mitad del recorrido, nos quedaba por ascender un poco más y después comenzar un descenso, prácticamente continuado, hasta Sarracín. La pena es que seguía lloviendo, la niebla resultaba ya persistente y nos robaba la mitad del paisaje.


Hasta ese momento el Goretex del calzado y de las prendas de vestir había resistido, pero por esa zona empezó a dar algunos signos de debilidad. Comenzamos a descender por un camino con dos roderas pero con monte bajo entre ambas y a los lados. Como esas plantas estaban llenas de gotitas de agua, terminaron por mojarnos mucho la parte baja de los pantalones y, por capilaridad, el pantalón mojó los calcetines, y los calcetines el calzado.


Aparte de los inconvenientes de la lluvia que, aunque fina, iba cayendo con más intensidad, se levantó viento y bajó la temperatura. Todo eso hizo que los últimos cuatro kilómetros los hiciéramos ya sin disfrutar y con ganas de llegar. Un error del que llevaba el GPS hizo que nos dividiéramos a falta de dos kilómetros para terminar. Un pequeño grupo que iba más adelantado continuó por el trazado que se salía del track pero que llevaba también al pueblo, y el resto nos dimos la vuelta y retomamos el track.

De nuevo llegamos a un camino de Concentración así que otra vez el barro se empezó a pegar a nuestras suelas. Ya sólo teníamos prisa por llegar, beber y comer algo y tratar de secarnos.

Finalmente llegamos, casi todos con los pies y pantalones empapados, con las prendas de abrigo muy mojadas, y lo que es peor, muchos sin nada seco que ponerse. Pero nada que no pudiera reparar un vermú o una cerveza que tomamos en el bar Giraldo, donde nos encontramos como en casa. Tras este aperitivo fuimos al Restaurante 2Z, donde comimos muy bien y nos atendieron estupendamente. Y eso sí, nada más terminar, dejó de llover e incluso mientras comíamos vimos salir el sol.

El clima hoy deslució la ruta, pero pronto lo recordaremos como lo anecdótico de la misma. Por lo demás, como siempre, todo genial.

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