Ayer consultamos una app que realiza previsión del viento y nos indicó que hoy iba a soplar del este y que iba a hacerlo con una velocidad en torno a los 30 km/h, habiendo rachas de más de 43 km/h. Viendo esto decidimos cambiar la ruta que íbamos a realizar y trazar una que, en la ida fuera contra el aire, para dejarse empujar por él a la vuelta. Hoy fuimos y vinimos, pero del viento apenas ni rastro.
Esperábamos hoy mayor afluencia de bíkers, pero a última hora hubo dos que habían confirmado asistencia y fallaron, así que finalmente nos presentamos a la cita cinco. La temperatura era similar a las últimas semanas, unos dos grados bajo cero y cielo radiante.
Después de solventar unos problemillas técnicos salimos de Zamora unos quince minutos más tarde de lo previsto, y lo hicimos por Los Tres Árboles y el carril bici. Cruzamos la N-122 y el primer viaducto (el de las vías del AVE), descendimos este e hicimos un requiebro para terminar rodando en paralelo a estas vías durante unos seis kilómetros.
Se conoce que, en general, el personal había desayunado bien porque rodábamos por encima de los 20 km/h. Pese a la previsión, el viento ni se dejaba percibir en los pequeños matorrales, notábamos que su dirección era la prevista, eso sí, porque dirección este hacía más frío.
Más o menos a la altura de Coreses nos separamos de las vías, bordeamos las instalaciones del Hotel El Convento y volvimos de nuevo a su lado, iniciando enseguida un par de cuestas, la segunda de ellas nos hizo entrar definitivamente en calor.
En la bajada volvimos a recobrar el ritmo de nuestra respiración y, al llegar al final de esta giramos a la izquierda y enseguida tomamos la bifuracación de la derecha.
Curiosamente, unos metros más adelante, pasamos junto a un campo sembrado de cereal cuya particularidad residía en que ya estaba espigado, crecido y amarillento.
Cuando llegamos a la altura de la autovía, cruzamos sobre ella por un paso elevado y giramos a la derecha para continuar en paralelo a esta hasta el siguiente paso.
Al llegar a ese segundo paso volvimos a la izquierda y comenzamos un suave ascenso que, metros más adelante, se fue endureciendo.
Pasamos junto a las instalaciones que la empresa Sertego (Centro de tratamiento de residuos industriales no peligrosos) tiene cerca de Fresno de la Ribera. Había personal trabajando en una fosa que nos pareció la excavación de un campo de fútbol, gradas incluidas.
Antes de terminar el ascenso el camino se convirtió en asfalto. Al llegar a la parte más alta de la subida giramos a la derecha, dejando a nuestra izquierda viñas, ya arregladas y esperando la nueva cosecha.
No mucho después, y continuando por asfalto, giramos noventa grados para tomar dirección Fresno, si bien no llegamos a la localidad. Realizamos otro giro, ahora la izquierda, volviendo ya a rodar sobre tierra.
Realizamos un suave ascenso durante el que nos fuimos deleitando mirando el campo, ya verdeando los sembrados, y las tierras, recién pasadas por la vertedera, brillando con la luz del sol.
Después de un par de giros y pasar por sendos pasos bajo las vías del AVE y la convencional, terminamos cruzando la N-122, una vez que esta ha sobrepasado Fresno y desciende hacia Montelarreina. Rodamos bajando en paralelo a ella y, al llegar a la parte más baja, dejamos este camino para tomar otro a la derecha.
No llegaría al kilómetro cuando cambiamos de dirección de nuevo, ahora hacia la izquierda para encaminarnos hacia la zona conocida como Marialba.
Como un par de kilómetros más adelante salimos a la carretera que une la N-122 con la de Peleagonzalo. Rodamos por ella como un kilómetro y llegamos al puente sobre el Duero, el único existente sobre este río entre Toro y Zamora.
Lo cruzamos, comprobamos que el nivel estaba bastante bien, y continuamos adelante, siguiendo por el asfalto dirección Villalazán.
Salvo una pequeña incursión por un camino que iba en paralelo a la carretera, recorrimos por esta unos cuatro kilómetros, en los cuales volvió a salir a la luz el buen desayuno realizado por alguno de los bíkers, porque rodábamos a más de 30 km/h.
Antes de llegar a Villalazán giramos noventa grados a la izquierda para dejar el asfalto y volver al medio en el que nos encontramos más cómodos. Fuimos hasta cruzar por encima del Canal San José. En ese punto continuamos a su vera hacia la derecha.
Nos separamos del canal al llegar a los pies de Las Contiendas. Allí giramos hacia la derecha.
Realizamos algún cambio de sentido sin dejar en ningún momento estos estupendos caminos y sin perder de vista Las Contiendas, porque hoy lucían muy bonitas, con una luz muy especial.
Y así, nos incorporamos al GR-14, por el que ya continuamos hasta Madridanos, que ya se dejaba ver en el horizonte.
Por la Senda del Duero continuamos, después de atravesar por un lateral esa localidad, hasta llegar a la altura de Villaralbo. Eso sí, en esos cinco kilómetros de, prácticamente, recta siguió evidenciándose que el desayuno había sido fortísimo, porque no se bajó de 25 km/h en ningún momento. También es cierto que el ligero viento existente nos iba dando de espalda.
Al llegar a la altura de Villaralbo giramos a la derecha para ir hacia esa localidad. Recorrimos algunas de sus calles y nos dirigimos hacia el río Duero, verdadero eje vertebrador hoy de nuestra ruta. Al llegar a la altura de ese continuamos por el asfalto dirección Zamora. Un poco más adelante nos desviamos a la derecha para seguir por el llamado Camino de San Miguel, que nos llevó en unos minutos hasta las cercanías de Zamora.
Al llegar al puente de Cardenal Cisneros, desmontamos, subimos las escalerillas y lo cruzamos, abandonándolo para incorporarnos a Los Tres Árboles y desde allí recorrer los escasos doscientos metros que nos separaban de un bar donde reponer el super desayuno que algunos habían tomado esta mañana.
Casi al mismo tiempo llegaron también dos bíkers de paisano para acompañarnos en ese momento mágico del final de ruta. Tras disfrutarlo todos juntos, tocó despedirse, que viene a ser lo mismo que el comienzo de una nueva semanita.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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