15 de diciembre de 2019

Haciendo patria en Vimioso (Portugal)

El año pasado algunos de nosotros realizamos por primera vez el Paseio BTT de Vimioso (Portugal) y como nos gustó mucho, a pesar de que nos llovió y nos llenamos de barro, animamos al resto para hacerla este año.

En esta ocasión era ya el VII Paseio BTT. Aunque nos habíamos apuntado 9, finalmente sólo pudimos ir 7, pero esta vez acompañados de 4 Galanas. Salimos de Zamora a las 9.15 e hicimos una especie de salto en el tiempo, porque llegamos a Vimioso a la misma hora después de recorrer 82 km, eso sí, horario portugués, claro.

En la zona de recogida de dorsales la organización había preparado un gran cantidad de comida para dar la bienvenida a los ciclistas. Tras coger la bolsa con el dorsal, el vale para la comida y la sudadera conmemorativa, fuimos de nuevo a los coches a bajar las bicis, poner los dorsales y prepararnos para salir.



A las 10.00 h se comenzó a rodar. Primero haciendo un pequeño circuito por la localidad, recorriendo la avenida de Alcañices, algunas calles e incluso un camino donde ya percibimos que el barro, un Domingo más, volvería a ser protagonista. Volvimos a la misma avenida y poco después, tras una subida, giramos a la derecha para despedirnos ya del asfalto.



El camino que tomamos era ascendente en el primer tramo, pero enseguida se tornó descendente, serpenteando hasta llegar a la ribera del río Angueira, una zona muy bonita, como muchas de las que recorreríamos más adelante.

Una vez junto a la ribera, la fuimos bordeando unos 3 km. Más o menos a la mitad de este recorrido se formó un tapón porque había que bajarse para pasar junto a un molino. Pero superado este pequeño escollo continuamos sin novedad hasta la localidad de Sao Joanico.



En esa localidad había que cruzar el río, pero unos vecinos nos dijeron que no lo hiciéramos porque había que cruzarlo de nuevo en sentido contrario por un coqueto puente que había 50 m más abajo. Así que atajamos, recorrimos las empinadas calles de este pueblo y salimos de él por una carretera por la que rodamos como un kilómetro.

Tras dejar la carretera continuamos por un camino bordeado de robles y con bastante barro. De hecho, esta zona fue de las más embarradas del recorrido, pero era bastante llana y se rodaba bien.



En esta zona el grueso de ciclistas se fue disolviendo y formando pequeños grupos. Se iban alternando subidas y bajadas, pero predominando las primeras, por lo que nos encontrábamos cómodos.


En esta zona, aunque algo más adelante, comenzó a cambiar el paisaje, los robles y monte bajo empezaron a dejar paso a una zona con menos vegetación y con algunos olivos, preludio de los muchos que veríamos después.

Tras cruzar una carretera local realizamos un bonito descenso, adornado con un paisaje que al ir a cierta velocidad no dio tiempo a apreciarlo con todo detalle, pero que parecía lleno de encanto, si no fuera por la cuesta que esperaba tras él.



Seguimos avanzando y terminamos por llegar a la segunda localidad por la que pasaba este recorrido, llamada Pinelo. En la organización había montado un espectacular avituallamiento con todo tipo de comida, incluido chorizo y panceta asados, y bebida.



Aunque hambre realmente no teníamos aún, paramos para realizar un pequeño descanso. También nos sirvió para reagruparnos. Los más osados se atrevieron con los asados y el resto con algo dulce.



Como 10 minutos después iniciamos la marcha de nuevo. Antes de salir de Pinelo había que decidir si hacíamos la ruta corta (Meia Maratona) o larga (Maratona). Nos inclinamos por la segunda.

Nada más salir de la localidad iniciamos un largo descenso que nos llevaría hasta muy cerca del río Maças. Desde el camino íbamos contemplando, en la medida de lo posible, el propio río y el bonito puente que lo atraviesa. Pero no llegamos a cruzarlo, porque antes nos desviamos a la derecha e iniciamos, como no podía ser de otra forma tras tanto descenso, una larga subida de unos 3 km de largo, adornada en su mayoría por olivos de un lado, y la ladera que moría en el río del otro.


Nada más culminar la subida comenzó otro descenso espectacular con excelentes vistas desde la zona más alta.



Eso sí, de nuevo al llegar casi a la misma altura del río, comenzó otro largo ascenso, de unos 5 km. En este tramo de nuevo cambió el paisaje y volvimos a encontrarnos con vegetación baja, zonas de pinares, robles de nuevo y alcornoques.



El cansancio empezaba a lastras las piernas, pero saber que el final estaba a poco más de 12 km daba alas. Pero lo que más alas nos dio fue enfrentarnos a otro descenso largo, salpicado de alguna pequeña subida, y que terminó por llevarnos de nuevo a Pinelo.


Tras cruzar rápidamente la localidad, continuamos descendiendo. Y después del descenso ya se sabe... Comenzamos a subir. Poco después uno de los bíkers tuvo problemas musculares, lo que obligó a que, a partir de ahí, tuviera que ir algo más lento para no producirse una lesión importante. Eso hizo que el grupo se dividiera, tres acompañaron a este y el resto siguió hacia adelante.


Los 6 kilómetros que restaban eran de subida, salvo pequeños "dientes de sierra" que había entre medias. Ya el cansancio empezaba a hacer mella en la mayoría y, añadido a la lluvia intermitente, y al barro, hacía que ya empezáramos a desear terminar. Eso sí, seguíamos disfrutando del paisaje que íbamos encontrando a nuestro paso.


Hasta casi llegar a Vimioso no veíamos construcciones de ningún tipo, lo que hacía que empezáramos a dudar del número de kilómetros que pensábamos que teníamos que realizar, pero no, finalmente como a un kilómetro de esa localidad, ya vimos alguna casa que nos hizo volver a confiar.


Ese último kilómetro lo recorrimos pronto, entrando al fin en la explanada/aparcamiento en el que se suponía que estaba la meta. Al igual que el año pasado, uno se desmonta de la bici, porque está donde empezó, pero no porque haya visto en algún lugar la palabra meta. Ni una pancarta, ni un arco, nada.

Algunas Galanas y un bíker "de paisano" nos lavaron las bicis, detalle que agradecimos enormemente porque nos permitió meternos en las duchas antes. El agua estaba fría, los vestuarios ya estaban sucios porque ya se había duchado mucha gente y todos llegábamos con mucho barro, pero aún así se agradeció la ducha y el vestirse con ropa seca y limpia.

Una vez que cargamos las bicis una de las Galanas extrajo un termo de un bolso y nos dio la sorpresa de ofrecernos un caldo caliente que nos supo a todos a gloria.

Tras beberlo nos dirigimos a la Feira de Artes, Oficios y Sabores. En la carpa habilitada para la comida no tardamos en encontrar sitio. Una vez sentados los camareros nos sirvieron, con la amabilidad que caracteriza a nuestros vecinos portugueses, un menú compuesto de alubias con callos y carne guisada con patatas y chorizo. Tras los postres dimos una vuelta por la Feira y tomamos un café. Tras el café fuimos a un lugar más tranquilo a tomar algo y después de la ingesta iniciamos el regreso a Zamora.

De nuevo nuestro agradecimiento a la organización y al pueblo de Vimioso. Y a ver si en la próxima edición conseguimos hacer esta ruta sin barro y con sol, porque seguro que luce el doble.

Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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