7 de junio de 2020

Nocturna de primavera

Llevamos varios años en los que, bien en primavera, o bien en verano, hacemos una ruta nocturna. Solemos aprovechar un día de luna llena, pero este año la propuesta surgió el martes y quedamos sin más para hacerla el viernes, sin saber nada de la luna. El día escogido nos sorprendió ver en el horizonte una luna enorme y llena. Si la hubiéramos planificado con tiempo y con un calendario lunar no lo habríamos hecho mejor.


No esperamos a que se hiciera de noche, ni mucho menos, para comenzar nuestra Nocturna 2020, porque aún teníamos la obligación de terminar las actividades deportivas a las 23,00 h, así que partimos a las 20,15 los cuatro bíkers participantes más un amigo que se nos unió para rodar con nosotros un tramo.

Tras rodar por Los Tres Árboles y el carril bici, cruzamos el puente sobre el Valderaduey y giramos hacia la derecha, dirección la Rinconada. Pero justo al llegar al puente sobre el que pasa la autovía, volvimos a la izquierda para terminar saliendo a la N-122. Continuamos por ella algo menos de un kilómetro para tomar un camino que partía en oblicuo a esa. Rodamos por él unos cuatro kilómetros, algunos de ellos dando botes sin cesar, para terminar girando noventa grados para llegar de nuevo a la N-122, que cruzamos.



Tras cruzar la carretera nos dirigimos al Campo de Antenas Radionavegacion Aerea que AENA tiene en las proximidades de Coreses. Como dato curioso hay que reseñar que este Centro es un punto de referencia obligada para el control de los aviones que salen o entran por el oeste peninsular. Este enlaza el centro de Paracuellos del Jarama con las aeronaves, controlando un tráfico de unos 200 aviones diarios ya que sobre él convergen 13 aerovías.

Pasamos junto a él y continuamos hacia el Polígono Industrial situado en el llamado "Campo de aviación", recorrimos algunas de sus calles para continuar sobre un puente elevado sobre una carretera. 



Pasamos sobre él y salimos a un camino que hemos transitado mucho en el último mes, el que se une al de Coreses junto a la Quesería Los Vivales. Al llegar a este tomamos dirección Zamora para no salirnos de nuestro municipio y rodamos por él a muy buen ritmo. La tarde acompañaba, estaba despejado pero la temperatura era la justa, lo cierto es que estábamos disfrutando de la bici.



Al llegar a la gasolinera Vistalegre despedimos al amigo que nos había acompañado, y los cuatro restantes giramos a la derecha y fuimos por un camino que nos llevó hasta la urbanización del mismo nombre, si bien continuamos cruzando las vías del AVE por el puente elevado, para seguir hacia el barrio de La Villarina. Ascendimos junto a las últimas casas de este, cruzamos la carretera de Cubillos y proseguimos por un camino de suave pendiente que nos trasladó, con las últimas luces de la tarde, y haciendo pequeños cambios de dirección hasta las naves que hay junto a la rotonda existente antes de la entrada a Roales. En ese tramo los últimos rayos de sol se fueron escondiendo aunque al echar la vista atrás vimos que iluminaban la parte alta de Zamora tiñiéndola toda de rojizo.



Fue irse el sol y bajar la temperatura no menos de cinco grados, pero aún se rodaba muy bien. Unos metros antes de esa rotonda a la que nos referíamos antes paramos a poner en orden nuestros focos porque imaginábamos que en breve los tendríamos que encender. 

Después de esta pequeña parada bordeamos las primeras casas de Roales para terminar descendiendo hacia la carretera de La Hiniesta. Una vez que cruzamos esta miramos a nuestra derecha y nos encontramos sobre una chopera con una bola enorme de color anaranjado. ¡Era la Luna, bueno, el Lunón!


Pocos metros más adelante, tras ascender unos cientos de metros hasta un paso elevado sobre la vía nos encontramos con una estampa que mereció una parada.


No mucho después giramos a la derecha para entrar en esa sábana que tanto hemos pisado que, como su nombre indica, está llena de pliegues que no gustan nada a nuestras piernas. 

Estábamos disfrutando de las últimas luces de la tarde, cada vez más tenues, pero aún así todavía se veía bien sin necesidad de focos. Eso no evitó que los lleváramos encendidos, sacando a ese niño que todos llevamos dentro al que le encantaba que se hiciera de noche para poner a trabajar la dinamo que alimentaba un modesto faro que alumbraba lo justo para ver cuatro metros más allá de la rueda.


Antes de llegar al final de este camino cambiamos noventa grados nuestra dirección hacia la izquierda para así acortar unos 2 km la ruta prevista para tratar de ajustar la hora de llegada a las 23,00 h.

Salimos a un camino mucho más estrecho y prácticamente comido por la vegetación donde ya era necesario alumbrar para saber por dónde rodábamos. En este tramo disfrutamos mucho porque es un tramo muy divertido en condiciones normales y con el plus de la nocturnidad y el "alumbramiento" era más divertido aún.


Llegamos a las rotondas de la gasolinera de la N-122, cerca de Guimaré, y continuamos por el camino que lleva hasta la carretera de Almaraz. Ya era completamente de noche, aunque la luna iluminaba mucho por sí misma, lo que hacía necesaria una foto con la iluminación de cada uno, a sabiendas de que saldría movida, como todas desde la ausencia de luz natural.


Rodamos a muy buen ritmo por ese tramo y, tras cruzar dicha carretera, continuamos recto por el Camino de la Higuera, un tramo precioso para hacer siempre, pero con un plus en estas condiciones.



En el lugar habitual giramos 180º para tomar ya dirección Zamora bordeando Valdelaloba. Buen camino, suave tendencia descendiente, noche espléndida y buena compañía hicieron perfecto a ese tramo, incluso nos atrevimos a cantar, o algo que se parecía a cantar, al tiempo que pedaleábamos.

Donde normalmente giramos a la derecha para descender hacia el Camino de Los Pisones, continuamos recto, porque esa bajada se nos antojaba peligrosa para hacer de noche, para seguir descendiendo hacia la carretera, si bien poco antes cambiamos de dirección siguiendo hacia la derecha.


Llegamos a algunas construcciones, bordeamos varias y tras un ascenso, terminamos saliendo a la carretera, arriba de la cuesta que hay tras la cárcel. Así que fue llegar al asfalto y coger una gran velocidad alimentada por la propia cuesta y el deseo de tomar una caña al llegar. 

Tardamos poquísimo en llegar al camino de las Aceñas de Gijón, lo tomamos y bordeamos el río en otro tramo precioso para hacer de noche. Terminamos saliendo a Olivares y ya continuamos por el carril bici, que abandonamos al llegar al Puente de Piedra, desde continuamos por los Barrios Bajos hasta el bar Los Tres Árboles, donde nos esperaban otros bíkers y las Galanas para tomar esa cañas ya deseadas y algo de cenar. 


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