10 de septiembre de 2023

En busca de flamencos

En el Parque Natural Bahía de Cádiz hay decenas de salinas y en ellas, sobre todo cuando la marea está alta, se pueden avistar cientos de flamencos. Aprovechamos nuestra estancia en la zona para buscarlos y verlos, y lo conseguimos.

Nos subimos a las bicis sobre las 9.30. Aunque deseábamos que el día fuera claro y bonito para disfrutar más las zonas que íbamos a recorrer en los primeros kilómetros, pero no fue así porque las nubes altas se apoderaron del cielo. Eso sí, la temperatura era cálida, incluso en exceso.

Salimos de la zona de la Fuente del Gallo, pasamos junto a una zona urbanizada y atravesamos por un camino para ir hacia el mar, en concreto hacia la zona de las calas (la del Sudario, la de los Pitones, la Melchor...). Por allí realizamos un precioso recorrido por un camino que va bordeando todas ellas.



Continuamos por camino pero yéndonos ligeramente hacia el interior. Siguiendo dicho camino terminamos descendiendo hacia la carretera que va hacia Roche. Nos incorporamos hacia la izquierda y continuamos bajando hasta el Puerto de Conil. Junto a este pudimos ver los cientos de anclas que sujetan las redes de la almadraba y que ahora reposan tranquilas esperando la siguiente temporada.


Allí mismo iniciamos una subida corta pero intensa que nos llevó hasta el Faro de Roche. Pasamos junto a él y enseguida dejamos el asfalto para continuar por un camino.


Este también estaba trazado bordeando una larga cala, en este caso la llamada Cala del Tío Juan de Medina. 


Al llegar a la zona donde comienzan las viviendas de Roche, giramos a la derecha hasta llegar a la carretera que cruza esta población. Recorrimos esta de lado a lado y continuamos por asfalto, cruzando una zona de pinos. Poco antes de llegar a los primeros hoteles de Sancti Petri nos desviamos a la izquierda para ir hasta la Torre Cabeza del Puerco. Allí mismo fuimos unos metros, prácticamente campo a través, hasta llegar a un sinuoso paseo que discurre en paralelo entre el mar y esos hoteles.


Al terminar este salimos a la carretera principal que recorre Sancti Petri con dirección a Chiclana. Nos incorporamos al carril bici y ciclando por él atravesamos La Barrosa, Novo Sancti Petri y, al terminar este, seguir hacia Chiclana.  Los seis kilómetros que nos separaban de esta localidad los hicimos por el carril habilitado para bicicletas en la parte derecha de la carretera. 


Chiclana de la Frontera nos recibió con una gran cuesta que tuvimos que ascender respirando por la boca, ya que en ella se encuentra un balneario, imaginamos que de agua sulfurosas por el olor que emanaba. Después del calentón continuamos recorriendo distintas calles de la localidad. 


La dejamos atrás después de pasar por un polígono industrial. Después de una rotonda nos desviamos hacia un camino que, desde el primer metro, nos permitió contemplar las decenas de salinas que hay junto a este pueblo.

Recorrimos por el camino unos dos kilómetros. En los primeros metros no tuvimos la ocasión de ver flamencos, suponemos que porque la marea estaba baja, pero más adelante ya pudimos contemplar más de un grupo de ellos.


Poco después de ver a ese grupo nos desviamos hacia la izquierda y unos cientos de metros más adelante pudimos acercanos a otro y eso nos permitió verlos de más cerca.


Ellos, muy estirados, se dejaban fotografiar y, de hecho, daba la impresión de que posaban, pero algo debió asustarlos porque, de pronto, comenzaron a levantar el vuelo, dejándonos así contemplar una preciosa imagen de este Parque Natural.

Aunque teníamos San Fernando "a tiro de piedra" (se podía ver detrás de las lagunas) decidimos darnos la vuelta una vez cumplido el objetivo de esta salida. Teníamos que prepara una barbacoa para comer y había un poquito de prisa. 

Volvimos hasta Chiclana por el mismo camino de ida, pero al llegar a la primera rotonda, una vez de vuelta al asfalto, nos dirigimos hacia la derecha, atravesando un polígono industrial. También pasamos, a través de un puente el arroyo Salado de Chiclana.

Asímismo cruzamos varios barrios y algunas localidades al tiempo que el sol comenzaba abrirse paso desplazando a las nubes.

Nuestro destino era el Puerto de Sancti Petri y a él llegamos rápido porque fuimos pedaleando con ganas.


Al llegar al poblado que hay allí nos llamó la atención los murales, todos con temática marina y realizados con el mismo estilo, que decoraban la mayoría de los muros.


Sin parar, rodeamos esta península donde se encuentran también las instalaciones del puerto deportivo.


Al terminar dicho rodeo el cartel de Chiclana quiso despedirnos, dejándonos claro, por si no lo sabíamos, a qué municipio pertenecía lo que estábamos viendo.


Iniciamos el regreso rodando en paralelo a la Playa de Sancti Petri, tal y como habíamos hecho en la ida, pero en sentido contrario. 


Al llegar a la zona donde comienzan las construcciones nos sumergimos entre ellas y empezamos a buscar un bar donde tomar algo. Todos estaban cerrados y nos costó dar con uno que nos quisiera atender. Seguimos entre construcciones avanzando en paralelo a la playa de La Barrosa. Después continuamos por el camino más recto hacia nuestro lugar de partida, es decir, por la calle principal que une todos los hoteles en primer lugar, continuando después por Roche, siguiendo más adelante hasta el Faro de Roche, ascendiendo después para tomar el camino que nos llevó de nuevo hacia las calas.


Pero eso sí, en ese momento ya esas calas lucían en todo su esplendor. Con el sol el paisaje no tenía nada que ver con lo que habíamos visto a primera hora de la mañana.


Finalmente nos separamos del mar al llegar a la Cala del Sudario. Allí retomamos el camino que unas horas antes nos había llevado hasta allí y que nos devolvió hasta La Fuente del Gallo, una vez que salimos de nuevo al asfalto y nos encontramos con las primeras urbanizaciones de la zona.



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