Salimos a las 9 h. del lugar habitual, y empezamos a rodar por el carril bici, sin darnos cuenta de que para hacer el recorrido que pretendíamos no había que tomar esa dirección. El caso es que cuando nos dimos cuenta ya no merecía la pena dar la vuelta, así que hubo que improvisar una ruta con la única premisa de ir cara al viento. Por ello rodamos casi en paralelo al río hasta Fresno de la Ribera, al principio por la izquierda de la N-122, después algún kilómetro por esta, más tarde por un camino con firme muy irregular, pasamos después junto a graveras y sembrados de tepes que da gusto verlos. Y siempre con una constante: el viento. Un viento que molestaba a nuestros oídos, que nos frenaba enormemente y que hacía que rodáramos a velocidades irrisorias yendo, como íbamos, por una gran llanura.
Tras atravesar Fresno, de nuevo volvimos a rodar por la N-122 de la que nos desviamos para tomar un camino a la derecha que nos condujo hasta la carretera que nos llevaría al único puente que hay entre Zamora y Toro para poder cruzar el Duero. En ese punto cambiamos la dirección y, por fin, logramos zafarnos del viento. Tras una breve parada junto a dicho puente tomamos la carretera hasta las inmediaciones de Villalazán donde cogimos un camino que, bordeando Las Contiendas, nos llevó al GR-14, que seguimos hasta Villaralbo. Cruzamos esta localidad y seguimos el itinerario habitual que nos devolvíó a Zamora en un plis plas, no sabemos si porque estamos en un estado de forma excepcional o porque llevábamos el viento de espaldas...
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| Rodando cerca de Coreses. |
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| Rodando por carretera cerca de Villalazán. |
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| Cereales y nubes cerca de Madridanos. |
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