Aparcamos en un estupendo aparcamiento que tiene el Centro de Salud y desde allí partimos en dirección Riofrío unos cientos de metros. Enseguida dejamos el asfalto y empezamos a recorrer caminos bordeados de jara en flor con su inconfundible aroma y ya desde el principio subiendo y bajando.
Pasamos junto a la ermita de San Mamés, ascendimos por la derecha y cogimos un camino por el que subimos, salvo leves bajadas, durante varios kilómetros para terminar bajando casi todo lo ascendido de golpe e iniciando otra ascensión más larga que la anterior y más tendida, ahora ya entre pinos. En esa zona un primer corzo se dejó ver.
En un momento dado giramos a la izquierda, continuamos entre pinos y un segundo corzo quiso cruzar nuestro camino. El perfil seguía siendo claramente ascendente. Finalmente tras una pequeña bajada llegamos a El Casal. Lo bordeamos e hicimos un bucle que primero nos llevó entre pinares, pero más adelante el camino se estrechó hasta casi estar cerrado por las escobas, además era ascendente y con mucha piedra suelta lo que dificultaba el agarre.
Tras volver a mejores caminos llegamos de nuevo a El Casal. Nada más pasarlo hubo una caída tonta que nos hizo temer que podría haber una rotura de clavícula, pero todo quedó en el susto... Desde ese punto cogimos un camino conocido que nos condujo hasta las proximidades de Ferreras de Arriba por un muy buen camino descendente en gran parte del recorrido y bordeado de grandes pinos. Si a cualquiera nos hubieran dicho que estábamos rodando por Canadá nos lo habríamos creído.
Bordeamos Ferreras y paramos a decidir si subíamos a la Pedrizona, un ascenso duro de casi 3 km en el que se ascienden 315 m. Como somos "leones" empezamos a ascender, cada uno a su ritmo, siendo las rampas las que fueron haciendo la selección natural.
Pero todos llegamos arriba, que es lo importante. Tras la larga y dura subida, contemplamos las excelentes vistas, nos hicimos una foto y comenzamos el descenso.
Al comienzo por una zona con bastante piedra, pero más adelante un cortafuegos con innumerables torrenteras. Casi nadie lo bajó subido, pero algunos sí que casi lo lograron por entero, con pequeña caída incluida.
Ya abajo llegamos a un camino indicado con la señalización IMBA que fue el que seguimos hasta Tábara, eso sí, tampoco por él nos libramos de seguir ascendiendo porque a pesar de que su perfil es descendente hubo tres o cuatro rampas que no nos sentaron nada bien. Antes de llegar a esa localidad atravesamos La Folguera y entramos por el barrio de San Lorenzo.
Y aunque era tarde, como a todos se nos había terminado el agua por el camino, no tuvimos más remedio que hidratarnos un poquito frente a la bonita Iglesia de Santa María, sede del Scriptorium, si bien nosotros estábamos en otro Scriptorium...
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