Pero antes de empezar esta ruta tuvimos que madrugar, y mucho, cargar las bicis y desplazarnos hasta esa localidad. Tras coger los dorsales y la bolsa con el famoso pan y una botella de vino, nos situamos en la plaza para tomar la salida, aunque antes nada mejor que hacerse una fotito ante el fotocol del evento
A las 9 en punto se dio la salida, y tras un tramo neutralizado, se dio la salida oficial. Comenzamos descendiendo, pero como era de esperar tras esas primeras bajadas comenzamos a ascender, una subida larga pero llevadera que nos puso junto a los aerogeneradores.
Rodamos un tramo bastante largo junto a ellos, por un camino de muy buen firme y ancho, si bien siguiendo con el perfil ascendente.
Tras hacer varios cambios de sentido comenzamos a rodar por caminos más estrechos y rodeados de jaras e hiniestas. Un buen espectáculo al estar completamente floridas unas y otras.
Poco después el paisaje se transformó y nos adentramos en un robledal en el que la luz penetraba con dificultad. En esa zona tuvimos que atravesar varios riachuelos por lo que nuestros pies percibieron el frescor de sus aguas.
Tras muchos subes y bajas llegó una ascensión muy larga y tras ella una bajada más larga si cabe, en la que, por primera vez en todo el recorrido, los kilómetros corrieron con rapidez. Poco después del descenso llegamos a Losacio de Alba, donde estaba el primer avituallamiento.
Repusimos fuerzas y continuamos. Comenzamos ascendiendo, después otra bajada y de nuevo jaras, robles e hiniestas por todos lados.
Después de estos tramos llegamos a Domez, segundo avituallmaiento, donde paramos lo necesario para comer y beber algo. Desde allí continuamos bordeando el río Aliste, esta ribera es preciosa para rodar por ella, primero llaneando, después ascendiendo para en el descenso llegar a Vegalatrave.
Tras atravesar esta localidad ascendimos por la carretera pero antes de coronar nos desviamos para volver a la ribera del río.
Continuamos bordeándolo por buen terreno, salvo algunas piedras (como en toda la zona) y comenzamos otra ascenso considerable.
Eso sí, si algo bueno tienen las cuestas es que a veces proporcionan excelentes vistas, y para muestra un botón:
Descendimos para cruzar el río por un puente y entramos, con una buena cuesta en Losacino, donde se encontraba el último avituallamiento. Tras una breve parada continuamos, cómo no, ascendiendo... Seguimos por un camino que discurre en paralelo a la carretera y poco después llegamos a Muga de Alba.
Al salir de esta localidad iniciamos una enorme recta llena de toboganes que, a esas alturas, se iban atragantando. Son cinco kilómetros que se hacen largos porque, además, son los más feos, de toda la ruta. Pero tiene un premio, y es cuando tras la última subida se divisa Carbajales. En ese momento es cuando todos pensamos que lo hemos conseguido y que, a pesar de sufrir sobre la bici, ha merecido la pena. En pocos minutos llegamos a la plaza donde encontramos a mucha gente recibiéndonos.
Como siempre que hemos estado, la organización merece un párrafo aparte. Lo hacen perfecto, no se les puede pedir más. Todo perfectamente señalizado, gente en todos los cruces, detalles con los participantes, avituallamientos super generosos, etc., etc. ¡Chapeau por todos los que la hacen posible cada año!
Al terminar, tras la reconfortante ducha, nos desplazamos a Ferreruela, donde recuperamos con creces todo lo perdido en Casa Pepa.
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