Pasamos por delante de Los Pelambres y nos adentramos en Rabiche. Allí ya se nos empezó a quitar el frío con el calentón de una subida que tuvimos que hacer. Continuamos por un camino a la derecha con la intención de ir a Carrascal y rodamos por él como unos tres kilómetros. Antes de llegar a esta localidad un bíker sugirió ir por Las Chanas, así que abandonamos ese camino y giramos a la izquierda.
Tras algunos tramos de subidas que se alternaban con zonas que dejaban tomar un respiro, llegamos a un alto desde el que había unas preciosas vistas.
Bordeamos esa zona, pasamos junto a lo que queda de las antiguas instalaciones militares y comenzamos el descenso.
Atravesamos una pradera que había en el valle y comenzamos a ascender por un camino bordeado de encinas que nos llevó hasta las proximidades de Carrascal. Ya no descendimos al pueblo, sino que giramos a la izquierda, por el camino de la Dehesa Congosta.
Antes de empezar a subir La Carba intentamos ir hacia la Presa de San Román. Pasamos por un lado de la cancela. El camino está empezando a desaparecer comido por la vegetación, pero aún así se podía rodar, la helada era aún, casi a las 12, impresionante. Finalmente no pudimos llegar porque había un túnel de zarzas que no quisimos atravesar, así que dimos la vuelta y volvimos al inicio de la subida a la Carba.
Ya de nuevo a los pies de La Carba nos enfrentamos a ella. Bueno, algunos se enfrentaron a ella, otros ni lo intentaron porque prácticamente es imposible, no sólo por la inclinación, sino por el estado del terreno. Casi todos los intentos fueron fallidos en este primer tramo.
En el segundo tramo de máxima inclinación hubo más intentonas y fallaron la mayoría. Al resto no les quedó otra que tirar de la bici hasta que el terreno y la inclinación permitieron volver a subirse. No obstante unos y otros al terminar este ascenso de dos kilómetros llegamos empapados de sudor, a pesar del frío.
Tras reagruparnos continuamos hacia San Román donde hicimos una parada para almorzar en una brigada.
Después de la pausa continuamos descendiendo por las calles del pueblo y dirigiéndonos a la denominada Pradera del Terror, aunque ahora, con la gran sequía que estamos sufriendo, no da ningún miedo.
Continuamos por varios caminos hasta que llegamos a Pereruela. Allí cruzamos la carretera y tomamos un camino alternativo al GR14 que nos llevó hasta cerca de Sobradillo de Palomares. Al llegar a la carretera giramos a la izquierda y cogimos un camino, también a la izquierda, que nos llevó a unirnos de nuevo al GR 14 a la altura de La Pueblica de Campeán. Continuamos por el GR 14 hasta Tardobispo donde lo volvimos a abandonar para subir hacia la Iglesia y coger, tras ella, un camino a la izquierda. Este camino, después de algún cambio de dirección, nos llevó de nuevo a encontrarnos con la Senda del Duero, pero ya junto a Entrala.
Desde allí ya rodamos por ella hasta entrar en Zamora. Como íbamos a pasar cerca de Los Pelambres, decidimos devolver allí a nuestros cuerpos el líquido perdido, disfrutando además de las vistas, la compañía y el sol. Después de esta pausa volvimos a subir a nuestras bicis para cruzar el río y dirigirnos con la mayor rapidez posible a nuestras respectivas duchas.
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