Madrugamos mucho, porque a las 7.15 ya estábamos cargando la furgoneta que nos llevaría a nosotros ocho y a las bicis hasta Puebla de Sanabria. Aún así no conseguimos salir hasta casi las 7.45, pero a las 9.15 ya estábamos en la bonita estación de ese precioso pueblo.
Y más o menos quince minutos después estábamos empezando a rodar muertos de frío porque había 8º, y como a lo largo del día íbamos a llegar hasta casi los 29º, no quisimos cargarnos de ropa de la que habría que desprenderse poco después.
Salimos de la estación por carretera con dirección a Ungilde, pero antes de entrar en esa localidad no supimos interpretar bien el track y nos liamos, así que nos tocó dar media vuelta y ya, conseguimos seguir la ruta correcta.
Al mismo tiempo la rueda de un bíker comenzó a perder aire por un pinchazo. Menos mal que el "moco", tras hincharla y hacer rodar la rueda, hizo su efecto y lo taponó.
El track nos llevó hasta la vía del tren, de la que apenas nos separaríamos en todo el trayecto hasta Zamora, y tuvimos que rodar unos cientos de metros por el balastro, para después tomar un sendero que nos introdujo en Linarejos.
Tras cruzar el pueblo nos dirigimos hacia Robledo, primero por un camino entre fincas para después cruzar un bosque de pinos muy cerrado y muy bonito.
Poco después comenzó una subida larga que terminó en una zona abierta desde la que había una vistas de la zona impresionantes.
Terminamos saliendo a los restos de una antigua carretera. El perfil seguía siendo ascendente. Poco después empezamos a rodar por una buena pista rodeado de vegetación baja.
Allí tuvimos que hacer una parada técnica porque uno de los bíkers llevaba la rueda delantera frenada. Tras conseguir arreglarla continuamos. Seguimos por bonitos caminos. A nuestra derecha íbamos contemplando las mayores alturas de la Sierra de la Culebra, entre ellas, Peña Mira.
No mucho después salimos a una carretera cercana a Linarejos. Tras pasar por debajo de la vía comenzamos a rodar por la pista que une Linarejos y San Pedro de las Herrerías. Un camino muy bonito, con zonas de pinares primero, para después abrirse y permitir ver las excelentes vistas del valle que íbamos dejando a nuestra izquierda.
En esa pista encontramos a muchas personas intentando avistar el lobo. Paramos a preguntar si lo habían conseguido y nos comentaron que terminaban de ver una manada de siete. Una pena no haber llegado un poco antes.
No mucho después llegamos a un cruce. A la derecha, a menos de un kilómetro, estaba San Pedro de las Herrerías, así que era el punto donde habíamos quedado con nuestro logista para almorzar algo. Dimos cuenta de un chorizo con pan de Mombuey y unas cervezas fresquitas. Todos nos supo a gloria porque desde las 7, o antes, que habíamos desayunado ya íbamos teniendo hambre.
Uno de los bíkers subió la bici a la furgoneta porque estaba teniendo problemas mecánicos en su bici y tras el verano se encontraba bajo de forma, así que continuamos siete.
Salimos bordeando San Pedro de las Herrerías, y en paralelo a la vía del tren, por un camino ancho rodeado de pinos y, aunque había algunos repechos, el perfil tendía a descendente.
En este tramo empezamos a rodar muy rápido y los kilómetros iban bajando muy deprisa. En pocos kilómetros los pinares se fueron transformando en mares de jara.
En poco tiempo estábamos entrando en Cabañas de Aliste.
Tras cruzar por sus calles comenzamos a rodar, una vez más, en paralelo a la vía. La distancia que separa esta localidad de Sarracín es pequeña, unos cinco kilómetros, así que poco después comenzamos a divisar ya las primeras viviendas de esta segunda localidad.
Salimos de ella con dirección a Riofrío de Aliste, también muy próximo, por un camino trazado en paralelo a la carretera. Antes de entrar en la localidad la cruzamos y continuamos por un camino que nos metió en el pueblo.
Abandonamos Riofrío por una calle con una cuesta bastante pronunciada. Terminadas las casas la cuesta siguió y siguió, hasta que nos sacó a la carretera, justo en el cruce que va a a Abejera.
Bajamos por carretera hasta Abejera, al llegar a la plaza giramos a la izquierda para tomar un camino que nos llevaría directamente hasta Ferreruela de Tábara. Prácticamente todo el tramo fue de perfil ascendente, con un terreno con mucha piedra y con pocos atractivos para la vista. Eso, unido a que ya el calor iba apretando, y que ya íbamos teniendo hambre, hizo que fuera uno de los menos atractivos del trayecto.
Poco antes de llegar a esa localidad volvimos a rodar en paralelo a la vía. En este caso por su derecha. Poco después de ver las primeras casas del pueblo, la cruzamos por debajo y empezamos a rodar por sus calles.
Paramos en un parque en la plaza y un par de minutos después llegó nuestra furgoneta. Ya todos juntos fuimos al famoso restaurante "La Pepa", a tomar una cerveza, un refresco o un vermú, dependiendo de los gustos.
Tras la hidratación sacamos nuestras viandas y nos pusimos a comer algo en un banco. No queríamos comer, comer, simplemente picar porque si no después cuesta mucho seguir pedaleando, y así lo hicimos.
Tras la comida, por aquello de repartir las ganancias, tomamos café en otro de los bares, el Tina. Y poco después estábamos subidos de nuevo en nuestras bicis para recorrer los 47 km que nos separaban aún de Zamora.
Salimos de Ferreruela ascendiendo y, tras cruzar la vía por un paso superior, continuamos subiendo hasta que llegamos a un cruce de carreteras. Tras cruzarlo seguimos por un camino que, poco después se convirtió en ascendente.
Tras la ascensión comenzó el descenso hacia Losacio. Entramos en sus calles y al llegar a la plaza giramos hacia la izquierda y continuamos por una carretera.
Esa carretera nos llevó a encontrarnos de nuevo con la vía. Pasamos por debajo y giramos noventa grados a la derecha para ya volver a rodar por enésima vez en paralelo a ella.
Al llegar a un paso superior que no llegamos a cruzar giramos a la izquierda y comenzamos a ascender una subida pronunciada al principio, aunque se suavizaba después, que discurría entre jaras.
Ese camino iba en busca de la pista que une la enorme cantidad de aerogeneradores que hay desde allí hasta más allá del Viaducto Martín Gil.
Una vez en dicha pista, no la abandonaríamos en más de diez kilómetros. Si la separación entre molinos es de unos 150 m podemos calcular que hay casi 70, y nos quedamos cortos, seguramente. Pero eso sí, rodar por esos caminos es cómodo ya que los tienen preparados para que entren los camiones que transportan las piezas que los forman.
En un pequeño tramos rodamos también por una carretera, pero enseguida volvimos al camino.
Como habíamos ido ascendiendo, aunque de un modo tendido, desde la parte más alta pudimos contemplar bonitas vistas del embalse y de toda la zona.
Finalmente abandonamos los aerogeneradores para descender hacia el Viaducto de Martín Gil, también conocido como Puente Los Cabriles. En ese tramos las vistas fueron espectaculares.
Descendimos por un camino técnico hasta la misma vía del tren y allí cruzamos la vía un par de veces intentando no pisar el balastro para rodar mejor. De repente nos pareció oír el tren, nos apartamos rápidamente hacia la pared de piedra que teníamos detrás y, efectivamente, apareció tras una curva una máquina de Alvia a mucha velocidad. Nos impresionó, la verdad.
Tras el susto comenzamos a cruzar el viaducto. Desde él se contemplan una vistas excelentes de todo el contorno.
Al salir del puente tuvimos que realizar un ascenso duro, y ya muy conocido por nosotros, si bien no es muy largo. Tras él rodamos por un camino que siempre nos ha gustado mucho, ya que está rodeado de jaras.
Y entre jaras y jaras se pueden contemplar aún buenas vistas del embalse.
El trayecto que teníamos por delante lo hemos hecho muchas veces y lo conocemos perfectamente. Se rueda bien en cuanto firme y pica ligeramente hacia abajo, pero tiene un sinfín de pequeños ascensos y descensos que van cargando las piernas, y más un día como hoy...
Tras hacer este largo tramo sin más historia que pequeñas paradas para agruparnos cada ciertos kilómetros, tras un par de giros enfilamos hacia La Hiniesta. Ya llegando a esta localidad se desciende algo así que el último tramo lo hicimos rápido. A estas alturas el calor, casi 29º, estaba haciendo mella, sobre todo por la sed que teníamos que el agua, ya bastante caliente, no saciaba. Por ello, cuando vimos a la entrada de La Hiniesta a nuestros dos logistas con la furgoneta, creímos ver un oasis en medio del desierto. Tras darles un abrazo bebimos unos tragos de cerveza, que era lo único que tenían frío y a los cinco minutos estábamos saliendo ya hacia Zamora.
De esta localidad a la entrada de Valorio tardamos muy poco, por las ganas que ya teníamos de llegar y porque el perfil es ligeramente descendente. Así que pronto estuvimos recorriendo ya el bosque con dirección a las casetas, donde pensábamos parar a tomar algo.
Al llegar estaban nos esperando algunas Galanas. Tras los recibimientos nos hicimos una foto de "familia" plenos de alegría por haber conseguido nuestro objetivo. Además con casi dos horas de adelanto al horario que habíamos previsto.
Tras la foto, tomamos algo, descansamos y poco después iniciamos el camino que nos llevaría a cada uno a nuestra casa, poniendo así fin a un día que podríamos calificar de perfecto.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc
Relive 'Morning Sep 29th'
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