Sin duda la noticia del verano en la provincia de Zamora ha sido el desembalse de Ricobayo, una acción de Iberdrola que ha dejado a varios pueblos sin tomas de agua y que ha perjudicado a mucho negocios que se asientan en sus orillas. Aunque el que más y el que menos ya lo había visto por su cuenta, hoy queríamos ir todos juntos a ver algunos efectos de dicho desembalse, por eso fuimos hasta la zona de Manzanal y al Viaducto Martín Gil.
Salimos de la Ciudad Deportivo a las 9.00 h para así poder rodar sin prisas. Hacía fresco, 8º, lo que supone cierto problema a la hora de elegir el vestuario cuando unas horas más tarde va a haber 18º. Con más o menos frío, dependiendo de la ropa elegida, iniciamos nuestra andadura, mejor dicho, rodadura, pasando bajo el Puente de Piedra y junto a las Aceñas de Olivares.
Íbamos camino de Valorio. Ya en él, atravesamos la primera parte del bosque e iniciamos la subida hacia la parte alta del mismo. Al terminar la cuesta todos teníamos ya menos frío... Continuamos por el Camino del Monte y aprovechamos esas rectas para charlar, con los que no nos habíamos visto, de los últimos días de vacaciones, de los hijos, de que había ganas de volver a rodar juntos...
Al llegar adonde se inicia el descenso hacia Palomares hicimos una parada técnica porque uno de los bíkers tenía problemas con el amortiguador trasero. Como en el grupo hay gente previsora, enseguida apareció una bomba capaz de insuflar aire a dicho amortiguador. En cinco minutos el problema estaba solucionado y continuamos.
Después de un descenso giramos a la derecha para tomar tomar el Camino de los Caños, un ascenso suave pero largo que nos llevó hasta una bifurcación en la que tomamos la opción de la derecha, que nos acercó en pocos metros hasta la carretera que une Andavías con La Hiniesta. La cruzamos y, tras unas decenas de metros, giramos a la izquierda para seguir por el llamado Camino de los Corchos.
Este camino es una larga recta que termina en una bajada. Al final de la misma se encuentra la localidad de Andavías, de la que se tiene una bonita panorámica justo al comenzar ese descenso.
Recorrimos algunas calles del pueblo, después giramos a la derecha para iniciar un ascenso. Volvimos a virar hacia el lado opuesto y continuamos por un camino que, tras una subida, nos llevó a un descenso muy, muy inclinado.
Una bajada que casi ha sido comida por la vegetación y que desemboca en un pequeño valle en el que hay que volver a la izquierda para, por una senda, dirigirse a Palacios del Pan.
Enseguida entramos en Palacios, pero lo bordeamos por su flanco derecho, iniciando así el tramo que nos llevaría hasta la zona de Manzanal. En él rodamos por una zona de pista ancha y de buen firme, escoltada por encinas y algunos campos de labor.
Según íbamos rodando por esta pista vimos a nuestra izquierda los restos de una edificación y un cartel oficial al lado que llamó nuestra atención. Hicimos una parada y vimos que eran los del llamado Casetón de los Moros, de Palacios del Pan, un yacimiento con restos de construcciones y que, parece ser, cuenta con numerosos vestigios de cerámica romana.
Después de esta parada cultural proseguimos nuestro camino, iniciándose poco después una bajada muy bonita, y con cierto peligro, por los enormes socavones producidos por el agua, pero con un olor a jara recorriendo el ambiente que provocó que respiráramos hondo para disfrutarlo más.
Tras la bajada una subida, también flaqueada por jaras y algunas encinas. Más adelante sólo fueron quedando estos árboles y enseguida comenzamos el descenso hacia los puentes de Manzanal.
Ahora, debido al desembalse, como podemos contemplar en la foto, es posible ver los tres puentes. Abajo del todo, a la derecha, casi a ras de agua, el viejo, que cruzaba el río Esla antes de construirse el embalse. En el centro el raquítico puente que construyó Saltos del Duero para no dejar incomunicadas las dos márgenes, una vez que comenzó a embalsar agua y que, en sus últimos años comenzó a mostrar síntomas de envejecimiento; y a la izquierda el nuevo puente, que se construyó hace unos años para suplir al que ya tenía síntomas comenzaba a estar en estado ruinoso.
Frente a nosotros pudimos contemplar el escaso caudal del embalse, a pesar de que, a ojos de quien lo había visto antes, había ascendido algo su nivel.
No nos demoramos mucho allí y no quedó otra que volver sobre nuestros pasos, o nuestra rodaduras, como quinientos metros, tras los que giramos a la izquierda para seguir por un camino muy bonito. Fueron como unos tres kilómetros haciendo un recorrido sinuoso entre miles de encinas y, en algunos tramos, con las jaras protegiendo el camino.
Cuando la vegetación lo permitió pudimos contemplar vistas como esta, una bonita perspectiva del Viaducto Martín Gil, al que nos dirigíamos.
Pero para llegar a él tuvimos que salir de esa zona de encinas y jaras y terminar de nuevo en una pista típica de la zona, por la que rodamos un tramo para, finalmente, girar a la izquierda para seguir por un camino que bordea el embalse, trazado en paralelo a la vía férrea, y por el que hemos rodado muchas veces de vuelta del Viaducto.
Desde él también pudimos contemplar los estragos del desembalse. Es cierto que lo hemos visto así al final de otros veranos, pero solía ocurrir en años cuyas primaveras y veranos habían sido muy secos, pero esta primavera no lo fue. El problema es que se desembalsó en un periodo de corto mínimo.
Justo cuando nos aproximábamos al Viaducto pasó un tren. Una gran casualidad teniendo en cuenta los pocos que ahora circulan por esta vía al estar ya habilitado el nuevo trazado para el AVE.
Tras aproximarnos a la base del puente para ver los restos de los vagones que cayeron desde la vía en su día, iniciamos la durísima y empinada subida que conduce hasta la altura del viaducto. Ni siquiera los que son ayudados por motor lo consiguieron porque perdieron tracción en los últimos metros.
Ya arriba, cruzamos la vía e iniciamos otro ascenso, duro otras veces y hoy, tras el que terminábamos de hacer, nos pareció un juego de niños. Tras culminarlo comenzamos a disfrutar por esa senda que se abre entre jaras con vistas hacia los aerogeneradores por la izquierda y al embalse por la derecha.
Salimos de esta zona y comenzamos a rodar en paralelo a la vía. Este tramo, con buen firme, anchura y continuas pequeñas subidas y bajadas, tiene unos 9 kilómetros que realizamos en poco tiempo porque fuimos a lo largo de ese recorrido fluctuó de continuo entre 20 y 30 km/h.
Nos desviamos de este camino un poco antes de lo que suele ser lo habitual. Simplemente giramos antes a la izquierda y recorrimos un tramo que nos llevó hasta el camino que, prácticamente en línea recta, lleva hasta La Hiniesta. Como seguíamos a buen ritmo también recorrimos esos kilómetros en poco tiempo, así que no tardamos en llegar a esa localidad.
Desde La Hiniesta seguimos hacia Zamora por el camino que casi todo el mundo recorre entre las dos poblaciones, pero al llegar a la zona de La Alamedilla, nada más pasar bajo el puente de la vía del AVE, giramos a la derecha para ascender hacia el precioso camino que, como si fuera un bosque canadiense, recorre la zona alta de Valorio. Un camino para disfrutar del propio recorrido, sinuoso y estrecho, y del paisaje.
Finalmente salimos del bosque de Valorio por el carril bici y continuamos hacia el lugar de partida por Trascastillo, haciendo una parada en los Barrios Bajos para comentar las jugadas más interesantes...:) Desde allí cada mochuelo se fue a su olivo.
La temporada 2021/2022 ha comenzado, seguro que nos depara grandes momentos, y esperamos que el maldito bichito nos deje disfrutar como nosotros sabemos.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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