El Domingo pasado se celebró en Ceadea la III Ruta del Contrabando, aplazada desde 2020. Como lo que a nosotros nos gusta es disfrutar de la bici, de la compañía y del paisaje, hoy hemos realizado la ruta corta alejados de los barullos y de los que van a competir y que, "oficialmente", hicieron los participantes hace siete días, No podemos más que agradecer a la organización (CD Ceadea) que trazara un recorrido tan variado, bonito y divertido. Nos ha encantado y lo hemos disfrutado mucho.
A las 8.30 quedamos que los cuatro coches saldrían de Zamora, para encontrarnos en Ceadea unos 40 minutos más tarde. Prácticamente llegamos a la vez. Aparcamos junto a una nave que hay a la entrada del pueblo, a escasos metros de la N-122.
Una vez que descargamos las bicis, nos preparamos y sobre las 9.30 comenzamos a pedalear los siete bíkers y un amigo/invitado que hoy nos acompañaba. Habíamos salido de Zamora con sol y nubes pero allí estaba nublado por completo y con un viento fresco y desagradable, que nos obligó a ponernos chalecos y manguitos.
Llevábamos en el GPS el track grabado por nuestro amigo David, que había realizado la prueba, pero no habría sido necesario porque aún se conservaba toda la señalización puesta al efecto una semana antes.
Iniciamos el recorrido rodando con dirección a la N-122, la cruzamos y, ya en una pista de tierra y buen firme, comenzamos a tratar de calentar nuestros músculos. Pronto nos desviamos hacia la izquierda para atravesar una zona más frondosa, repleta de robles y carrascos.
Más adelante, un giro de noventa grados a la derecha nos obligó a ascender por un camino adornado a ambos lados con jaras en plena floración. Llevábamos unos tres kilómetros y lo que estábamos viendo nos estaba gustando. El destemple inicial con esa subida tendida comenzó a desaparecer.
Una vez culminada la ascensión comenzamos a descender, pero también empezó el auténtico laberinto trazado magistralmente por la organización. Nos referimos a que comenzamos a recorrer tramos de distinta índole por buenas pistas, por zonas en las que apenas había marcadas las roderas de los vehículos, por sendas estrechas esquivando robles, por zonas de piedras, por riveras, por praderas, por trialeras... Y los tramos se iban alternando, de uno u otro tipo, cada vez que cambiábamos de dirección, y esto sucedía en muchas ocasiones cada varios centros de metros.
Resultaría imposible describir ahora cada tramo por los que hemos pasado, así que nos limitaremos a poco más que comentar algunas de las fotos que hicimos.
Uno de los tramos que hicimos, tras descender del alto al que habíamos llegado, resultó ser muy bonito, con mucho verde en el camino, solo roto por un par de roderas.
Volvió a aparecer una subida. Comenzó en una pista que casi parecía un cortafuegos, para más tarde convertirse, tras un desvío, en un camino totalmente diferente.
Una vez que conquistamos la parte de mayor altura hicimos una parada para reagruparnos, ya que cada uno había subido a su aire, y para contemplar en parado las vistas. Merecían la pena ya que desde allí se dominaba una buena parte de Aliste.
Tras descender y después algún cambio de dirección no quedó otra que ascender de nuevo. Teníamos por delante unos dos kilómetros de subida y, aunque en ese momento desconocíamos su longitud, todo hacía pensar que sería larga así que, de nuevo, cada uno a su ritmo, al tran-tran, a ir comiendo metros tras cada pedalada. Alternamos un trozo de pista con otro atravesando bosque bajo.
Terminamos saliendo a una pradera en la que vimos una edificación a la que hemos llegado en bici en varias ocasiones. Se trataba de la ermita de la Virgen de la Luz, situada justo en la frontera entre España y Portugal y que es celebrada por habitantes de ambos lados de la raya.
De nuevo esperamos para reagruparnos y en cuanto estuvimos los ocho comenzamos un largo tramo pisando "La Raya". Y es que teníamos por delante unos cinco kilómetros por un buen camino, casi en su totalidad descente por el que rodamos y con la particularidad de que nuestra derecha era territorio portugués y nuestra izquierda español.
Desde la ermita este camino tiene una gran inclinación y, en sus primeros metros, está muy dañado por los carriles hechos por el agua así que iniciamos esta bajada con precaución.
Una vez realizado este descenso la inclinación se suaviza y, aunque como ya hemos citado, la bajada es prácticamente continua.
El paisaje que fuimos encontrándonos a nuestro paso en este tramo era muy similar entre sí: robles, jaras y monte bajo (carrascos, escobas, lavándulas...).
Pero también encontramos algunas zonas sembradas de cereal que, tras la maduración temprana debida al calor que hubo algunos días de esta semana, había recobrado vida con las lluvias caídas ayer.
Aunque ya hemos dicho que el tramo de La Raya era prácticamente una larga bajada, lo cierto es que contaba con tres descensos muy pronunciados, dos de ellos seguidos de dos subidas de casi la misma categoría.
Finalmente, tras la tercera gran cuesta nos desviamos a la izquierda para ir hacia la bonita localidad de Brandilanes.
Pero antes de llegar al pueblo descendimos por un camino, atravesamos una zona sin ni siquiera un sendero, y terminamos saliendo a la rivera del arroyo de la Ribera.
Enseguida nos encontramos con uno de los tres preciosos puentes que tuvimos la oportunidad de atravesar y contemplar. Este, el primero, nos pareció maravilloso.
En ese tramo el arroyo este año no cuenta con mucha agua, de hecho la que hay en distintas zonas no se la ve correr, está detenida.
Una vez que cruzamos a la otra orilla, la margen izquierda del arroyo, continuamos a su vera, pasamos junto a otro puente que en uno de sus extremos contaba con un molino, pero este no lo cruzamos y seguimos casi bordeando dicho arroyo por un sendero.
El sendero que bordea la rivera nos llevó hacia un tercer puente, que algunos pasamos por encima y otros pasaron a su lado para dirigirse a la otra margen.
A la salida del puente seguimos el camino que nos metió en el pueblo. Atravesamos este de lado a lado prestando atención a algunas de sus edificaciones (incluidas también las barbaridades que se han hecho estropeando por completo la personalidad de esta localidad).
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Antes de dejar atrás las últimas casas giramos a la derecha para continuar rodando por un buen camino, si bien poco después tuvimos que volver a cruzar por un cuarto puente.
No tardamos en entrar en una zona preciosa, un camino rodeado de "cortinas" delimitadas por preciosas paredes alistanas y, en cuyos interiores la mayoría guardaban verdor en estado puro.
En un momento dado un giro a la derecha nos llevó a olvidarnos del camino para sumergirnos en un sendero abierto entre jaras en flor.
Más adelante nos unimos al camino que lleva al Molino La Jafriz, pero finalmente nos desviamos de él. Continuamos avanzando y, minutos después, pasamos por un túnel que atraviesa por debajo de la N-122. Poco después de salir de este iniciamos un tramo trazado exclusivamente para la ruta realizada el Domingo anterior. Dicho tramo, un single track, atraviesa un robledal trazando un sinuoso recorrido esquivando los troncos. En el suelo se percibía el paso de los cientos de bicicletas porque la hierba estaba seca por donde habían pasado.
Este espectacular y divertido recorrido de unos cuatro kilómetros terminó cuando salimos a una pista de suelo rojizo. Empezábamos a ver que los kilómetros realizados iban creciendo y se aproximaban a los 39 de los que constaba el recorrido, pero no queríamos que se terminaran porque estábamos disfrutando.
Avanzamos aproximadamente medio kilómetro y nos desviamos a la derecha para iniciar otro tramo en el que se alternaron zonas con monte bajo con otras en las que volvimos a rodar por un senderito haciendo eses para ir sorteando los robles y de nuevo disfrutamos mucho. Tan solo había algo que no dio a esos tramos la categoría de perfectos: que el firme era irregular y eso impedía coger más velocidad. De haber sido lisos serían lo más de lo más.
Comenzamos a descender algo, pasamos cerca de lo que nos pareció una cantera (a tenor de la montaña de escombro que pudimos ver) y, tras un reagrupamiento, avanzamos algo más y empezamos a bordear un gran pinar. Primero lo hicimos por su flanco derecho. Justo en ese momento comenzó a llover. Habíamos estado esquivando el agua durante el recorrido y nos fastidió ver que a falta de pocos kilómetros para terminar se había empeñado en acompañarnos.
Tras más de un kilómetro por esa pista giramos a la izquierda para sumergirnos de lleno en él. A estas alturas dejó de llover Poco después llegamos a una zona que, por nuestro lado derecho, estaba despejada de arbolado. Realmente era un recorrido por una ladera. Finalmente, giramos a la derecha y bajamos por una cuesta muy empinada para atravesar la denominada Urrieta (hondonada) de las Devesas.
Inmediatamente después de la bajada había una subida cortita y bastante pronunciada que nos puso al otro lado de la urrieta. A partir de ese momento comenzamos a rodar hacia la izquierda por una lado de la misma.
Y poco después nos encontramos con una ermita. Nos mostró primero su cara más fea, pero al otro lado lucía mucho mejor. Nos pareció un buen sito para hacer una foto de grupo ya que ya teníamos las primeras edificaciones de Ceadea a poco más de cien metros.
La ermita está dedicado a San Saturnino y cuenta con un arco de entrada muy bonito, así como de un coqueto portalón.
Tras la foto volvimos a las bicis y recorrimos el poco trecho que nos separaba del pueblo. Pasamos junto a la iglesia que se encuentra dentro del propio pueblo y desde allí nos dirigimos hacia el lugar desde donde habíamos partido algo menos de tres horas antes.
Cuando salimos fuera de Zamora capital, si nos da tiempo a tomar algo, nos gusta hacerlo "in situ" para dejar en nuestro pueblos algo, aunque sea simplemente el valor de unas cervezas y unas tapas, pero en esta ocasión fue imposible. Cerca de la plaza habíamos visto un bar, pero nos desplazamos hasta allí y estaba cerrado, así que hicimos el gasto en Fornillos de Aliste.
Una pena que las instituciones (Junta de Castilla y León, Diputación y Ayuntamientos) no señalicen y mantengan recorridos como estos porque podrían ser una fuente de atracción de turismo. Queremos revitalizar nuestros pueblos, pero nadie mueve un dedo, solo escuchamos palabras y más palabras, y lo poco que se hace es para empeorar el día a día de sus habitantes.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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