Detox tras Nochevieja

Lo que solo iba a ser una ruta corta para desintoxicar de comida y alcohol de la Nochevieja terminó convirtiéndose en un par de horas de diversión sobre la bicicleta. Previsiblemente iban a ser unos kilómetros sin historia y terminaron siendo muy agradables. No hay nada como no tener expectativas para que todo salga redondo.

Después de Nochevieja no se puede madrugar, así que quedamos a las 10,30 h. No esperábamos gran afluencia, pero la pereza se apoderó de unos cuantos bíkers, así que solo acudimos tres a la cita.

Teníamos un track en el bolsillo, el que íbamos a hacer el día de Navidad y que suspendimos por la lluvia, así que decidimos seguir ese. La teoría era esa porque la práctica fue que después hicimos lo que nos dio la gana :)

Desde la Ciudad Deportiva fuimos al encuentro con el río y seguimos a su vera por el carril bici hasta el final de Olivares. Desde allí fuimos hacia Valorio, ascendimos a la parte alta del bosque y allí continuamos por el denominado Camino del Bosque.

La temperatura era escandalosamente alta para un día de Año Nuevo, 10º, y tras la subida parecía bastante más. Eso sí, había viento del suroeste que molestaba pero que nos daba lateralmente.

Continuamos por el Camino de la Dehesa de Penadillo, junto al que se ha construido un gigantesco parque solar con una longitud cercana a los dos kilómetros. Ese camino suele ser peligroso tras épocas de lluvias y, como no podía ser de otra manera, encontramos barro en él. Se podía ir esquivando casi en su totalidad, pero como es lógico, algo manchamos las ruedas y los cuadros de nuestras bicis.

En ese tramo tuvimos que bajar mucho nuestra marcha precisamente para lograr evitar el barro. 

Al llegar a la parte alta abandonamos el track porque nos sedujo más tomar el camino de la izquierda, el que baja a la Dehesa del Puerto. Se trata de una zona que nos gusta, en sus primeros metros es una buena pista descendente rodeada de pinos. En la actualidad el verdor lo invade todo.

En la parte más baja, hay una charca que, con el aporte de agua tras las lluvias, tenía bastante agua. En ella hay unos troncos que desde lejos parecían algún tipo de animal cuya cabeza afloraba sobre la superficie.

A la charca la alimenta el Arroyo del la Fresneda, que cruzamos sin problemas. Allí mismo se inicia una subida tendida que tiene una longitud cercana a los tres kilómetros. En ellos disfrutamos de más pinos, que más adelante fueron dejando paso a encinas y también "disfrutamos" del viento que nos frenaba y nos molestaba.

La subida terminó al llegar a la N-122. Pensamos que tendríamos que rodar por ella, pero justo en paralelo hay un senderito apenas visible que permite rodar por él unos cientos de metros, hasta llegar casi a la carretera que va a El Campillo. Justo antes de llegar a pisar esta llegamos a un camino, el Cordel de Sanabria a Zamora al que nos incorporamos.

Este camino, en otros tiempos pisado por las ovejas en la trashumancia, en esta zona tiene varias "uves". Si bajas con fuerza puedes subir con la inercia la posterior subida y así hicimos en la medida de lo posible.

Al llegar a la parte más alta nos incorporamos al track previsto, abandonamos el cordel y continuamos de frente. En este tramo el viento nos ayudaba por la espalda y nos sentimos tremendamente fuertes, rodando a más de 35 km/h sin apenas esfuerzo.

Pero la alegría en casa del pobre dura poco, así que tres kilómetros después giramos a la derecha noventa grados y tocó volver a pelearse contra el viento.

Contra el viento y contra lo sube y bajas que nos esperaban en este tramo de unos 2 kilómetros. Tras estos comenzó una bajada que nos sumergió en Palomares. Al llegar a la parte más baja volvimos a abandonar el track, seguimos por un camino a la izquierda y nos dimos cuenta de que no nos llevaba a donde queríamos, así que campo a través fuimos al encuentro del deseado.

Ya en él tocó levantar el culo del sillín para ascender por este sendero, muy roto por las aguas de lluvia. Terminamos saliendo a la bajada de Palomares, es decir, al Camino Portugués de la Vía de la Plata.

Terminamos el ascenso y al llegar al cruce, donde como una hora antes habíamos bajado hacia El Puerto, nos decantamos por la opción de la izquierda.

El camino nos llevó cuesta abajo hasta La Hiniesta. Cruzamos el pueblo y tomamos el camino que va hacia Zamora, si bien lo abandonamos después para seguir por otra variante. 

Esta también termina uniéndose al Camino de Valderrey. Salimos a la carretera de La Hiniesta, pasamos junto a Valderrey y terminamos entrando en el Bosque de Valorio.

Nada más pasar el puente sobre el que pasa la vía, nos tiramos hacia el sendero que va a dar al Puente Croix, que siempre está verde y bonito.

Nada más pasar el Puente Croix giramos a la izquierda para comenzar a ascender a las Peñas de Valorio. En los primeros metros es un camino técnico y sinuoso, una delicia después de tanta pista. Se termina bordeando el bosque por su parte más alta.

Hay que tener cierta precaución porque es estrecho y un descuido puede llevarte a rodar ladera abajo, pero con precaución y concentración no hay problema.

El sendero termina en la zona La Lobata, allí continuamos por un camino que nos llevó hacia los campos de fútbol de Valorio, pasamos por un caminito que bordea estos por una ladera, donde se inicia lo que nosotros llamamos "El Caminito del Rey". Un sendero estrecho y técnico por un lateral de una ladera muy inclinada, que no permite ni un solo error y que es muy divertido. 

Terminamos con una bajada corta e inclinadísima junto a la carretera que va a Valorio. Nos incorporamos a ella y continuamos por Doctor Fléming hasta la calle La Vega. Fuimos hacia el río y rodamos en paralelo a él por Trascastillo para terminar por cruzar los Barrios Bajos hasta el punto de partida.

Ya fuera de ruta nos acercamos al Bar Remesal a tomar la primera cerveza del año. Allí pudimos comentar que posiblemente no habríamos desintoxicado mucho nuestros cuerpos, pero lo habíamos pasado muy bien.

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