El verano está a punto de tocar a su fin y quedó demostrado esta mañana, el cielo parecía más propio del otoño y la temperatura también, pero eso no impidió que disfrutáramos una vez más de los caminos sanabreses.
Como hacía fresco no tuvimos prisa por comenzar la ruta, así que casi la iniciamos a las diez. Partimos de Rabanillo y al terminar el pueblo tomamos un camino que parte a la izquierda, nos llevó hasta la carretera del Lago, la cruzamos y continuamos de frente al encuentro del Camino Tradicional que une El Puente con Galende. Al llegar a este nos incorporamos a él hacia la izquierda. Poco después hicimos un giro y descendimos para acercarnos al cauce del río Tera, ya que el camino va en paralelo a este. En esa zona se rueda por un tramo muy bonito en el que cuesta que entre la luz de la gran cantidad de vegetación que hay.
Poco después llegamos a El Puente, giramos a la izquierda, cruzamos el puente sobre el río Tera y seguimos de frente. Nos enfrentamos al primer ascenso, que nos llevó hasta otro camino que, ya en llano, nos introdujo en la localidad de Sampil, dándonos la bienvenida la iglesia.
Recorrimos algunas calles de esta localidad y salimos a la carretera que va hacia Triufé. Rodamos por ella como un kilómetro y la abandonamos desviándonos a la izquierda para seguir por un camino que, rodeado de robles, nos llevó hasta muy cerca del pueblo abandonado de Chaguaceda. En realidad nos llevó hasta el camino que va hacia él, pero en lugar de ir hacia el pueblo lo hicimos hacia el lado opuesto, a la derecha, iniciando una ligera subida de casi un kilómetro que terminó al llegar a la carretera que va de Triufé a Robleda. La cruzamos y seguimos de frente. El camino, también rodeado de robles, nos permitió rentabilizar la subida anterior, bajando hacia una vaguada.
Sobrepasada dicha vaguada comenzamos una subida muy empinada en sus primeros metros, con zonas con mucha piedra que dificultaba el ascenso. Superado ese primer tramo el trazado se suaviza y comenzamos a rodar entre paredes de fincas y una vegetación exuberante.
Giramos a la izquierda y pasamos junto a un antiguo pajar que hizo que nos paráramos a hacer una foto.
Allí mismo iniciamos una bajada hacia la cercana localidad de Paramio. El primer tramo es de asfalto. Al llegar al cementerio tomamos el desvío que hay a la izquierda, el descenso se acentúa, volvimos a la tierra y hubo que extremar las precauciones porque las piedras y algunos troncos abundan en el camino. A medida que nos acercamos a Paramio este va ganando belleza. Después de cruzar el cauce de un arroyo, ahora seco, se convierte en un sendero y, enseguida, entramos en esa localidad.Recorrimos la calle principal, ascendimos a la parte más alta del pueblo y, tras cruzar la carretera, proseguimos de frente para así tomar el camino de Cervantes. Por delante teníamos más de dos kilómetros de subida, incrementados unos cientos de metros por una confusión, al haber tomado en una bifurcación la opción equivocada.
La subida es llevadera, y divertida al mismo tiempo porque recorre una zona muy bonita, un enorme robledal, que se termina al llegar al pueblo. Ascendimos por una calle y luego descendimos por otra hasta llegar a la carretera que nos alejó de esta localidad. Bajamos por ella hasta llegar a la carretera que une Valdespino con Remesal. En un primer momento la cruzamos y seguimos por el camino que teníamos en frente, poco después nos desviamos a la derecha, siguiendo las indicaciones de nuestro GPS, pero enseguida comprendimos que, posiblemente, nos estuviéramos equivocando. Doscientos metros más adelante nos cercioramos de que lo mejor era darse la vuelta porque el camino se iba cerrando cada vez más. Así lo hicimos, regresando a la carretera y siguiendo por ella, dirección Valdespino. Pronto llegamos al punto adonde deberíamos haber salido de haber seguido por el camino. Continuamos por el asfalto y, unos cientos de metros después, nos desviamos a la derecha para proseguir por un camino.
Este camino parecía el cauce seco de un riachuelo, con taludes por los lados y muchas piedras en el lecho, que fueron un buen castigo para las suspensiones de las bicis y para nuestros riñones.
Después de casi un kilómetro de "castigo", el camino mejoró mucho y, poco después, entramos en San Juan de la Cuesta.
Rodamos por algunas calles de este pueblo que goza de excelentes vistas y salimos de él por el camino que lo une con Rozas.
Los primeros cientos de metros fueron prácticamente llanos. Tras un pequeño error de navegación volvimos al camino correcto, iniciándose poco después una bajada entre robles y castaños que nos llevó hasta ese pueblo.
En Rozas hicimos un recorrido por varias calles del pueblo, todas cuesta abajo. En la parte más baja del mismo nos encantó ver la cancela con la que alguien ha adornado su propiedad.
Pocos metros después nos sumergimos en el Camino Tradicional que une esta localidad con San Justo. El primer kilómetro y medio es un descenso adornado con varias "eses" y que termina al llegar al río Villarino, que cruzamos a través de un puente.
Al pasar este iniciamos una subida de, más o menos, la misma distancia. Los primeros metros con mucha piedra que hacía difícil no perder la trazada. Después mejoró mucho y pudimos rodar disfrutando hasta que llegamos a las primeras casas de San Justo. Pocos metros más adelante pasamos junto a la iglesia y terminamos en la carretera.
Seguimos por ella unas decenas de metros y, al llegar a una curva, continuamos recto. El camino comenzó ascendiendo, cierto es que suavemente, pero así continuamos casi un kilómetro. Eso sí, después sacamos buen rédito a esa subida porque descendimos a lo largo de casi un kilómetro y medio. Nos divertimos, pero si no disfrutamos más fue porque había que tomar precauciones para no meter la rueda en las torrenteras hechas por el agua.
Llegamos a las primera edificaciones de Trefacio, pero tuvimos que bajar por varias calles muy empinadas para llegar a la carretera. Seguimos por ella, cruzamos el puente sobre el río, pasamos junto a la iglesia y continuamos recto por el camino asfaltado que va hasta el cementerio.
Allí mismo se inicia el Camino Tradicional que une Trefacio con Galende por el que continuamos, pero no por mucho tiempo, porque enseguida nos desviamos a la izquierda. Nos esperaba una buena subida que, poco a poco, fue suavizando para, más adelante, convertirse en un sendero que, descendiendo, nos llevó hasta el puente sobre el Tera, en Galende.
Lo cruzamos y nos adentramos en el pueblo. Subimos hasta la carretera, la cogimos hacia la izquierda y, unos metros más adelante, nos desviamos para coger una cuesta con una notable inclinación en los primeros metros. Proseguimos sin abandonar este camino y sin dejar de subir, pero más ligeramente. Después el camino, con buen firme, y ya sin ascenso, nos permitió ganar velocidad. En poco tiempo llegamos a las proximidades de Quintana. Realizamos varios giros y desembocamos frente al cementerio. Allí mismo tomamos el Camino Tradicional que une Rabanillo y Quintana, que posee tramos muy bonitos.
Seguimos por él y, como lo hemos hecho muchas veces en sentido contrario, pero escasísimas veces en este, hasta nos parecía un camino prácticamente inédito.
Llegando ya casi a Rabanillo llamó nuestra atención una zona en la que todos los árboles estaban cubiertos de hiedra.
Después de ese bonito tramo ascendimos un poco más y llegamos al llano, teniendo ya la iglesia de Rabanillo a la vista, así que en pocos segundos llegamos a la misma y, por tanto, pusimos fin a este bonito recorrido por Sanabria.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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