13 de julio de 2025

La Guardada

Hay parajes que tienen nombres curiosos, como el que hemos visitado hoy. Se llama La Guardada y se encuentra a orillas del Embalse de Ricobayo, muy cerca del Puente de la Estrella. Desconocemos el porqué de ese apelativo, pero probablemente tenga algo que ver con que es una zona que se encuentra junto a un gran meandro del cauce del río Esla y es posible que quedase protegido o guardado por esa gran curva del río (hoy embalse).

Para la salida de hoy mantuvimos el horario de los días calurosos, es decir, las 9.00 h. En el punto de salida nos presentamos seis bikers con exquisita puntualidad, por lo que a las nueve en punto comenzamos a pedalear. En esos momentos el cielo presentaba algunas nubes, había 18º y algo de viento. 

Nos dirigimos hacia la zona de Las Viñas para, ya allí, continuar por la pasarela que cruza las vías. Esta nos dejó en la carretera de Villalpando. 


Recorrimos unos cientos de metros por dicha carretera y nos desviamos hacia la de Cubillos, que nos recibió con una cuesta. Al terminar esta nos desviamos a la izquierda para continuar por un camino trazado en paralelo a esa carretera. 


Recorrimos por él casi cuatro kilómetros de casi imperceptible, pero continuo, ascenso hasta que llegamos a la autovía A-66. Giramos a la derecha y rodamos en paralelo a ella hasta llegar de nuevo a la carretera de Cubillos. Nos incorporamos a ella para cruzar el puente sobre la autovía y continuamos a su lado hasta llegar a la prolongación del camino que llevábamos que, en su día, fue cortado por la A-66.


Unos dos kilómetros más adelante pasamos junto a Cubillos, que dejamos a nuestra derecha. Una vez sobrepasada esta localidad el camino viró ligeramente a la izquierda.

Continuamos por él unos nueve kilómetros en los que fuimos disfrutando porque se rodaba muy bien y la sensación era de fresco, si bien el viento lateral nos molestaba algo. Aprovechamos ese tramo para ir charlando con unos y con otros. Junto al camino fuimos encontrando enormes campos de cereales, algunos aún sin cosechar, varios parques solares de grandes proporciones, y varias tierras sembradas de girasol, estando esta planta en su mejor momento.


Esos kilómetros recorridos, algunos de ellos a escasos metros de la A-66, nos llevaron hasta la altura de Montamarta, pero continuamos sin cambiar la dirección.


Después de sobrepasar esa localidad el camino nos llevó a rodar de nuevo muy cerca de la autovía. Poco más adelante ya pudimos divisar alguna zona arbolada, algo que apenas habíamos visto en todo nuestro recorrido.


Poco después el camino hacía una curva de casi noventa grados, se estrechó y comenzamos a rodar entre algunas encinas. 


Después de realizar varios cambios de dirección terminamos en un camino que parte de una de las rotondas que hay en el cruce de la A-66 con la N-631. Ese camino es parte del trazado de la Vía de la Plata. Poco después de incorporarnos a él iniciamos una subida a la que le siguió la consiguiente bajada.


No pudimos disfrutarla como se merecía porque antes de que terminara tuvimos que girar a la izquierda para pasar por un viaducto sobre la A-66. Ya del otro lado, tras unos cientos de metros, el camino nos llevó a una carretera. Se trataba de un tramo de la antigua N-630 que quedó en desuso y que solo sirve de entrada a varias fincas. 


Rodamos por ella como un kilómetro y medio. Aunque hubiéramos querido, no habríamos podido seguir más. porque allí se termina. La única posibilidad que ofrece es girar a la izquierda, que es lo que a nosotros nos marcaba el GPS que debíamos hacer. 

Ascendimos unos metros y llegamos al paraje La Guardada, nuestro destino, donde encontramos varias viviendas residenciales. Nos desviamos a la derecha en la primera calle que, descendiendo nos llevó hasta el embalse. 



Ya junto a la orilla de este hicimos una parada. Los que quisieron aprovecharon para comer algo y, cuando terminaron, inmortalizamos el momento con un selfie. 


Tras la foto retomamos la marcha bordeando la orilla del embalse. Al principio se rodaba bien porque estaba liso y el firme tenía dureza. 


Después fueron aflorando piedras que molestaban para rodar y el terreno se fue ablandando porque no haría muchos días que había estado cubierto de agua aún. 


No habíamos recorrido ni un kilómetro por esta zona cuando el GPS nos indicó que debíamos ir hacia la izquierda, pero no veíamos ningún camino. Finalmente, nos bajamos de las bicis, recorrimos con ellas de la mano como cincuenta metros campo a través, y llegamos al camino. Allí estaban ya dos bikers que se habían incorporado a él unos metros más atrás sin necesidad de bajarse de la bici. 


Bordeamos un par de residencias más y comenzamos un ascenso que nos fue alejando del Embalse de Ricobayo definitivamente.


Como un kilómetro después nos incorporamos a ese tramo en desuso de la antigua N-630. Rodamos por él y enseguida llegamos a una rotonda. La hicimos y seguimos por la N-630 algo menos de un kilómetro.


Nada más pasar bajo un viaducto nos desviamos a la derecha parda abandonar el asfalto y continuar por un buen camino. Este nos resultó conocido porque lo hicimos en sentido contrario hace poco más de un mes, en la primera etapa de la ruta Zamora-Oviedo-Santiago. 

Después de atravesar un pequeño túnel bajo las vías del AVE, iniciamos una recta de unos dos kilómetros y medio, con ligera subida en su segunda mitad, que nos llevó hasta la ermita de la Virgen del Castillo, de Montamarta. 


Descendimos hacia el camino que va a la ermita y pensamos continuar por la carretera para atravesar la cola del embalse por el puente de la misma, pero cuál fue nuestra sorpresa al ver que el agua ya se había retirado de la zona y que podíamos pasar al otro lado atravesando su lecho.


En la otra orilla nos esperaba la localidad de Montamarta. La atravesamos por una de sus calles y enseguida la dejamos atrás. Por delante teníamos unos doce kilómetros hasta llegar a Roales, todos por una buena pista, eso sí, salpicada de varios sube y bajas que recorren los oteros y los consiguientes valles. 


Trazamos una recta casi perfecta, salvo en un tramo, en el que hay que desviarse para subir a un viaducto sobre las vías del AVE y, tras la bajada, hay que desviarse de nuevo para regresar a la trayectoria del camino.


Ya en Roales decidimos no seguir el track que teníamos en nuestros GPS, así que salimos de esta localidad tomando un camino que parte de la rotonda de entrada/salida del pueblo. Después de un par de cambios de dirección y de pasar por un viaducto sobre la Variante de Zamora, comenzamos a rodar en paralelo a la carretera de La Hiniesta. Allí pudimos comprobar que, por fin, se está actuando para hacer una salida de Zamora digna para los peregrinos. Ya se ha hecho el desmonte, y hay una zona compactada, pero parece ser que la obra lleva parada varias semanas. 


Finalmente, justo antes de llegar a la entrada de la capital, pasamos junto a la Cruz del Rey don Sancho. Este monumento está situado en el mismo lugar donde, según la tradición, Vellido Dolfos asesinó al rey Sancho II, el 6 de octubre de 1072. Ese paraje ha sido tradicionalmente vinculado con la ubicación del campamento de dicho rey durante el cerco de Zamora de 1072. 


Después de un recorrido por la carretera de La Hiniesta y por varias calles de San José Obrero y San Lázaro, terminamos descendiendo hacia los campos de fútbol de Valorio. Ya junto a estos continuamos por el carril bici y, siguiendo este, llegamos hasta el Puente de Piedra. 


Desde la zona del puente seguimos hacia el mismo lugar de salida, si bien fue necesario hacer una pequeña parada antes porque, aunque la temperatura era excelente, 24º, habíamos desgastado muchos líquidos que convenía reponer antes de llegar a casa. Y así lo hicimos. Una vez hidratados ya cada uno pudo irse tranquilo para su casa. 



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