Como ganábamos una hora al ir al país vecino no tuvimos que salir demasiado pronto de Zamora. Tras cargar las bicis los seis bíkers participantes iniciamos el viaje y llegamos allí con tiempo de formalizar las inscripciones, de comer algo de lo que ofrecía la organización y de montar todos los "atripechos" en las bicis.
Cuando ya estábamos todos preparados nos hicimos una foto de grupo en la que parece que estamos lavados con Ariel (si nos comparamos con cómo llegamos...).
Tras dar una vuelta de calentamiento entre dos rotondas de la carretera general, la gente empezó a arremolinarse en dos de los carriles, aunque por allí seguían pasando los coches (en ese aspecto las pruebas españolas están mejor organizadas). A poco más de las 11,00 h se dio la salida. Recorrimos parte de esa avenida que atraviesa la localidad.
En una rotonda abandonamos la avenida y giramos a la izquierda para subir una cuesta que hizo la primera selección en el grupo y que nos hizo quitar el frío a todos.
Finalmente volvimos a salir a la avenida y por ella continuamos dirección Espanha hasta que nos desviamos a la derecha para meternos ya en un camino, pero antes hubo que subir otra cuestona que nos volvió a pillar fríos, como la anterior.
Poco después de entrar en el camino empezamos a descender y a llenarnos de barro, porque el terreno estaba muy húmedo y era imposible esquivar charcos o evitar barrizales.
El descenso terminó por llevarnos hasta las proximidades de un riachuelo y el recorrido empezaba a ser muy bonito.
Algo más adelante hubo que parar porque se formó un tapón al tener que pasar por un estrechamiento del camino que tenía unas piedras que podían resultar peligrosas.
Ya nos pusimos a la altura del riachuelo, y seguíamos su ribera en paralelo por una zona preciosa. Rodando y disfrutando llegamos al primer pueblo, Sao Joanico, localidad atravesada por ese riachuelo. Al llegar a ella había que cruzar un puente. Cada uno eligió si pasarlo por los bloques de piedra o por el agua.
Tras cruzarlo hubo un problema, la ruta en ese punto no estaba bien señalizada y hubo ciclistas que optaron en una bifurcación por el camino de la derecha, otros por el de la izquierda para finalmente unos y otros pararse y volver atrás. Tras algunas dudas volvimos a la orilla del riachuelo y ya continuamos a su lado y pasamos por debajo de un bonito puente.
Uno de los nuestros que iba algo más adelantado en la bifurcación de la duda siguió por donde decían otros y terminó haciendo un recorrido también marcado pero posiblemente para quads porque la mitad del recorrido que él hizo, que nada tenía que ver con el oficial, aunque él no lo supo hasta que llegó, tuvo que realizarlo con la bici en la mano y el resto por caminos casi impracticables.
Otros dos bikers también tuvieron problemas en este punto pero lograron volver a la senda oficial poco después.
Los tres restantes continuamos bordeando el río hasta que tuvimos que volver a parar porque el puente existente era muy estrecho.
Continuamos junto al río, ahora por la otra orilla, por un tramo con mucho barro y grandes charcos. También encontramos junto al camino lo que parecía un molino rehabilitado.
Poco después volvimos a cruzar el río y empezamos a subir hasta el segundo pueblo que atravesamos, Serapicos.
Tras cruzar la pequeña localidad continuamos ascendiendo de un modo tendido pero continuo durante más de 3 km. En esta zona el paisaje, al separarnos de la Ribeira de Angueira cambió, y empezamos a cruzar zonas de robles, zonas de pinares y de monte bajo.
Tras culminar la subida el perfil cambió y rodamos por zonas más llanas e incluso algún que otro pequeño descenso. La lluvia, amenazante, durante todo el recorrido, decidió hacer acto de presencia, para sumarse al barro, que tanto dificulta el rodaje, y hacerla más dura.
Pronto llegamos a una nueva localidad, Vale de Frades. Cruzamos varias calles y vimos que a la salida, en la parte más alta del pueblo, estaba el avituallamiento.
Llegamos a él y como llovía lo habían instalado en el interior de un local. Había varias mesas repletas de comida: panceta y chorizo a la brasa, todo tipo de dulces y bebidas.
Al salir de él llovía con generosidad. Salimos subiendo pero a partir de esa zona fue un continuo sube y baja. Subidas y bajadas tendidas, eso sí, y por zonas muy bonitas.
Poco después llegamos a una bifurcación y allí estaba la separación entre la Maratona y la Meia Maratona. Todos los del grupo nos habíamos inscrito en la modalidad Maratona (50 km) pero los tres que estábamos rodando juntos decidimos decantarnos por la Meia dadas las circunstancias. Dos de los nuestros que iban por delante optaron por la opción larga.
Ascendimos por una zona boscosa para descender poco después y así lo seguimos haciendo hasta casi la llegada. Eso sí, seguíamos encontrando zonas con mucho, mucho barro y el viento frontal decidió acompañarnos para tratar de que hiciéramos los últimos kilómetros con mayor dificultad. Siendo justos también hay que decir que en algún momento salió tímidamente el sol.
Cuando ya se suponía que deberíamos haber llegado, las indicaciones nos metieron en un carril bici. Tras un descenso por este encontramos un pequeño puente de madera donde varios ciclistas se cayeron al resbalar sus ruedas sobre esa superficie.
Este carril bici nos llevó hasta la avenida principal de la localidad y de allí al final sólo había unos cientos de metros. Llegamos al lugar de la salida y nos llamó la atención que no hubiera ni un arco ni nada que indicara que habíamos terminado.
Nada más llegar nos dirigimos a lavar las bicis porque estando como estaban no se podían cargar ni hacer nada con ellas sin llenarse de barro.
Tras lavarlas, las cargamos y nos duchamos en las instalaciones de esta ciudad deportiva donde estaba el párking.
Tras nuestra ducha llegaron nuestras dos unidades que habían hecho el recorrido largo.
Cuando ellos estuvieron preparados nos dirigimos a la Feira de Artes, Ofícios e Sabores donde había una carpa para comer. Nada más llegar nos pudimos sentar y allí comimos la comida ofrecida por la organización. Tras la comida visitamos la Feira y desde allí, tras tomar un café en Alcañices, regresamos a Zamora.
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