Los caminos en Sanabria son infinitos, o casi infinitos. Hoy hemos recorrido algunos conocidos y otros no tanto, pero con un denominador común: todos son bonitos y la mayoría exigentes.
A las 10.00 h quedamos con un amigo en Rabanillo, de donde partimos para tomar enseguida el Camino Tradicional Rabanillo-Galende. Este atraviesa un gran robledal y más de su primera mitad es de suave ascenso, algo que no sienta muy bien al comenzar. Después se inicia un descenso que termina en un camino de cemento muy empinado donde hay que clavar los frenos para parar la bici. Esta cuesta abajo nos dejó en Galende, concretamente en la carretera del Lago. Seguimos por ella como cincuenta metros y nos desviamos a la derecha para seguir descendiendo hasta la parte baja del pueblo.
Desde allí fuimos hacia el puente sobre el río Tera, lo cruzamos y enseguida, a la izquierda, continuamos por el Camino Tradicional que une esta localidad con Pedrazales. El camino, cuesta arriba en, prácticamente, todo el recorrido, es muy bonito, va entre robles y es estrecho y sinuoso.
Como la distancia que separa ambos pueblos es pequeña no tardamos en llegar a Pedrazales. Cruzamos casi la totalidad del pueblo para desviarnos a la derecha, siguiendo las indicaciones del Camino Tradicional que va a Vigo de Sanabria.
Este sigue la línea de los anteriores, es decir, robles rodeándolo en todo momento, ascendente y muy bonito. Tiene dos partes diferenciadas ya que en algo más de la primera mitad se sube bastante para después descender algo y llanear poco antes de entrar en esa localidad.
Una vez en el pueblo seguimos las indicaciones del GPS que nos llevaron por zonas desconocidas, entre ellas una en la que nos topamos con un antiguo molino.
Seguimos adelante y terminamos en un campo de fútbol, lo bordeamos y, más adelante, nos desviamos a la izquierda para seguir por un camino apenas marcado en sus primeros metros. Desde el primer metro comenzamos a ascender.
Poco más adelante la subida se complicó algo ya que el camino se convirtió en sendero y había zonas con bastante piedra aflorando en la superficie, por lo que se rodaba mal. Eso sí, comenzamos a entrever el azul del lago entre la vegetación que bordeaba el camino. En un momento esta se abrió y pudimos contemplarlo.
En el último tramo el camino se vuelve a ensanchar, se pasa junto a la entrada del Albergue de la Junta de Castilla y León y, desde ahí se desciende por asfalto hasta la carretera que va a San Martín de Castañeda. Nos unimos a ella y enseguida pasamos junto a las primeras viviendas de la localidad. Desde esa zona pudimos ver una buena panorámica de una parte del pueblo.
Seguimos por la carretera hasta una fuente que hay junta a esta, ya casi a la altura de la entrada hacia el Monasterio. El agua que mana es como si saliera directamente del frigorífico. Tras echar un trago dimos la vuelta y desandamos el camino hasta la entrada del pueblo. Allí tomamos el Camino Tradicional San Martín-Vigo, precioso también y, además, perfecto para descender porque hace dos o tres años le echaron una capa de gravilla que se ha asentado y le ha proporcionado un firme perfecto. Eso sí, hay que bajar con cierta precaución porque pueden aparecer senderistas tras cualquier curva.
En el último tramo giramos casi ciento ochenta grados hacia la izquierda, bajamos una cuesta muy empinada y entramos en la calle principal de Vigo, eso sí, por uno de sus extremos, y cuidado que es largo el pueblo. Pasamos junto a la iglesia y seguimos adelante hasta que cruzamos un puente sobre el río Forcadura.
Al salir del puente continuamos por la derecha y poco después nos desviamos ligeramente a la izquierda para iniciar una subida, la del Camino Tradicional Vigo-Murias. Sus primeros quinientos metros, más o menos, son espectaculares también, rodando entre robles, helechos, paredes de piedra y verdor por todos los lados.
Ese camino no era otro que el Tradicional Murias-Trefacio, una gozada de camino, porque desde el primer momento es descendente, con algunas curvas y, en general, con buen firme, si bien hay alguna zona con roderas profundas con las que hay que tener cuidado.
Poco más adelante nos desviamos a la izquierda para continuar hacia Villarino. La primera mitad de este camino fue de ascenso, suave sí, pero al fin y al cabo ascenso. Después de pasar una zona bastante abierta de vegetación nos enfrentamos a una pequeña subida algo más empinada y, tras culminarla, comenzamos a descender.
Atravesamos su avenida, llegamos a la rotonda y seguimos de frente. Pasado el Restaurante "La Chopera" se inicia un camino también muy bonito, sobre todo cuando se hace en sentido contrario. Según lo hicimos nosotros nos tocó seguir subiendo. Eso sí, terminaban de segarlo, y se rodaba muy bien porque se veía por donde había que llevar la rueda.
Ya en Rabanillo concluimos esta bonita salida que, aunque corta en kilómetros, dejó secuela en nuestras piernas por las subidas acumuladas.
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