Inmersos en plena ola de calor iniciamos este recorrido tarde, a más de las 10.30 h de la mañana. Cuatro bikers se desplazaron desde Zamora y uno desde Sanabria. A los primeros se les complicó la salida y eso lo retrasó todo.
Comenzamos la ruta en la Playa de Villardeciervos, uno de los mejores lugares de la provincia para disfrutar del baño. Enseguida cogimos un camino asfaltado que también hace las veces de carril bici.
Recorrimos por él como un kilómetro y medio de suave ascenso que, aunque era leve, nos sentó mal por ser al comienzo. Cruzamos la carretera que va a Cional y continuamos de frente, también subiendo, pero con mayor inclinación.
En ese tramo nos topamos, una vez más, con los vestigios de los incendios que asolaron la Sierra de la Culebra en 2022. Son ya pocos los árboles que no han sido talados, pero donde antes había cerrados bosques de pinos, ahora solo se pueden ver los tocones y monte bajo. Es muy triste saber que nuestra generación ya nunca logrará verla como era hasta hace tres años. Sigue siendo desolador recorrer esta zona....
Poco más adelante nos enfrentamos a un tramo llano en el que pudimos ver a nuestra izquierda dos parejas de ciervos, dos machos y dos hembras. Fueron caminando en paralelo a nosotros durante casi un kilómetro, pero a una distancia grande. Nos encantó poderlos observar durante tanto tiempo.
Realmente este avistamiento era el segundo de la mañana porque a uno de los bikers, según iba en su coche a Villardeciervos, se le habían cruzado en la carretera cinco corzos.
Con el "buen sabor" que nos dejaron los ciervos comenzamos a subir de nuevo afrontando una larga recta por una ancha pista por la que se rodaba muy bien.
Esa subida empalmó con otra tras un giro a la derecha, pero esta última fue más corta y dio paso a una zona en la que pudimos disfrutar de los réditos obtenidos con los ascensos anteriores.
En un punto de la subida nuestro track nos llevó hasta una zona vallada. Pudimos atravesarla porque alguien había tumbado un tramo de la misma (el correspondiente al camino). El ascenso se fue endureciendo y temíamos que el esfuerzo no sirviera para nada si más adelante nos encontrábamos con la valla sin salida. Descendimos siguiendo en paralelo al vallado y, por suerte, había otro tramo tirado por el que pudimos salir (también el correspondiente al camino).
Nos unimos al camino al que salimos hacia la izquierda, subimos algo más para, posteriormente comenzar a descender, girar a la derecha y continuar por un camino ancho y de buen firme.
Ya de nuevo en ese camino recorrimos otros cuatro kilómetros por él. Este seguía teniendo buen firme, lo rodean zonas de monte bajo, hierba y algunos árboles, y la tendencia era de suave descenso, si bien eso no impedía que, de vez en cuando, aparecieran pequeñas subidas.
Recorrimos unos tres kilómetros en este tramo con características similares al anterior, buen firme, escobas, algunas jaras y eso sí, algo más de arbolado. La tendencias seguía siendo descendente con pequeñas subidas de vez en cuando.
Teníamos que llegar a ella porque alberga el puente que cruza sobre lo que siempre habíamos creído que era una cola del embalse y que, según leímos en un cartel a la entrada del mismo, es el río Valdalla.
Cruzamos el puente y nada más terminarlo continuamos por el camino que parte hacia la izquierda. Este va bordeando el río en su recorrido hacia el Embalse de Valparaíso, aunque es imposible saber donde termina uno y empieza el otro. Junto a él seguimos encontrando imágenes de la destrucción del fuego, que llegó hasta la mismísima orilla del agua.
El recorrido de este tramo es de poco más de dos kilómetros y medio, que nos supieron a poco. Además, en esa zona la temperatura era estupenda para ir sobre la bici, 25º en ese momento.
En los últimos metros el camino atraviesa un robledal. Al salir de él llegamos a la playa fluvial de la que habíamos partido.
Casualidad o no, el final del camino nos llevó directamente al chiringuito de la playa. ¿Y qué íbamos a hacer, pasar por delante sin parar? Claro que no, nos sentimos con la obligación moral de parar y tomar una caña, como así hicimos.
Saciada la sed, cargamos las bicis en los coches, nos pusimos los bañadores y nos dimos un baño en las frescas aguas del embalse. Aparte de refrescarnos nos sirvió para quitarnos de encima el polvo acumulado del recorrido. Después del chapuzón, nos vestimos y fuimos con el coche hasta Villardeciervos, en concreto hasta el Restaurante El Salao, donde comimos muy a gusto. También se puede comer en Restaurante Remesal, donde hemos estado muy bien otras veces. Y, recientemente, ha crecido la oferta gastronómica ya que ha abierto sus puertas el Restaurante Sierra Brama (que hoy estaba cerrado al ser los miércoles su día de descanso).
Tras la comida y la agradable sobremesa iniciamos el regreso a nuestros hogares, si bien antes ya hablamos algo del miércoles que viene...
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