10 de agosto de 2025

Explorando nuevos caminos y final feliz

La ola de calor también llega a Sanabria pero eso no significa que aparquemos las bicicletas, simplemente nos adaptamos: madrugamos más y hacemos rutas más cortas. Así podemos seguir disfrutando de este territorio, hoy explorando nuevos caminos y con un final feliz: un baño en el Lago de Sanabria. 

Bueno, realmente madrugar no madrugamos mucho. Partimos de Rabanillo a las 9.30 h. Iniciamos la ruta con unos 20º de temperatura, algo inusual a esas horas, lo normal habrían sido unos 5º menos. Nada más sobrepasar la ermita de esta localidad tomamos el Camino Tradicional Rabanillo-Quintana, bien conocido para nosotros pero que nos sigue gustando igual cada vez que recorremos el tupido bosque de robles por el que discurre. 


Cuando llegamos a Quintana ya habíamos subido y bajado algo en los poco más de dos kilómetros que separan ambas localidades, pero en la propia localidad también tuvimos que ascender en el último tramo de la travesía del pueblo. 


Poco después de dejarlo atrás comenzamos a descender. Prácticamente al terminar la bajada giramos más de ciento ochenta grados, para continuar por un camino ancho y mucho más abierto en cuanto arbolado. Se trataba de la Cañada Sanabrense. Por ella continuamos bajando hasta que el camino se terminó al llegar a la carretera que va a Quintana. Seguimos por ella hacia el lado opuesto al pueblo y enseguida llegamos a la carretera que une El Puente con Sotillo. La cruzamos y continuamos por un camino que parte, prácticamente, en frente. Nada más empezar a rodar por él cruzamos un puente sobre el Arroyo de las Truchas, que lucía este buen aspecto, pese a ser agosto. 


Nada más salir del puente, según el track que habíamos diseñado, teníamos que girar a la derecha pero un gran mastín sentado en mitad del camino impedía el paso. No quisimos complicarnos y continuamos de frente con la intención de encontrarnos con el track más adelante. El nuevo tramo tenía algunos sube y bajas. Desde una de las zonas altas pudimos ver una buen perspectiva de la zona. 


Después de casi dos kilómetros llegamos a Barrio de Lomba. Al llegar a un cruce donde confluyen varias carreteras continuamos casi de frente, por un camino que nos llevó hasta una parte del pueblo que desconocíamos. 


De hecho, nunca habíamos visto la iglesia. 


Salimos del pueblo por un camino flanqueado de robles y algunos castaños. Poco a poco, a medida que avanzábamos, iba habiendo menos arbolado. Lo que sí fue constante fue el descenso, desde que salimos del pueblo hasta que nos aproximamos a la autovía A-52, algo más de dos kilómetros bajando, una gozada. 


Pasamos bajo ella por un túnel, seguimos avanzando y cruzamos la N-520. Continuamos de frente y en pocos metros llegamos a un camino que partía a nuestra izquierda donde encontramos un mojón del Camino de Santiago (el Sanabrés). 


El camino nos aproximó a la ribera del río Castro, un paraje muy agradable, inundado de sombra y con mucho frescor. Fue inevitable recordar nuestro paso por ese mismo camino, en sentido contrario, cuando realizamos el Camino Sanabrés. 


El arbolado apenas deja ver el río, pero en alguna zona una ventana abierta entre la vegetación permitía disfrutar de su vista. 


Después de un kilómetro y medio junto al río, lo dejamos a nuestra derecha, para salir a la carretera que une la N-525 con Puebla de Sanabria. Nos unimos a ella hacia la izquierda y unos cientos de metros después llegamos a esa, cruzamos al otro lado, iniciamos una subida que nos llevó hasta otro túnel para volver a pasar al otro lado de la A-52. 

Al salir de dicho túnel nos enfrentamos a una subida dura pero, para compensar, fue corta, de unos doscientos metros. Terminó al llegar a la entrada de Castro de Sanabria. Cruzamos por la carretera una parte del pueblo y, a la altura de la iglesia, giramos a la derecha para seguir por otra calle de la localidad. 


Pocos metros más adelante nos desviamos a la derecha para continuar por un camino. Al principio era  típico de la zona pero unos cientos de metros después nos desviamos a la derecha iniciando así un tramo que estaba casi cerrado por la vegetación. Poco más adelante se convirtió en un senderito para, finalmenelte, casi desaparecer su rastro. 


Continuamos casi campo a través guiándonos por el GPS, pero enseguida volvimos a ver un senderito y poco más adelante llegamos a un camino de importancia. Seguimos por él y comenzamos a descender. Llamó nuestra atención una formación rocosa en una zona en la que solo había monte bajo. 


Proseguimos con la bajada y donde tenía que haber un camino a la derecha no había más que escobas, así que continuamos hacia adelante. Desde allí pudimos observar un valle. 


Justo antes de iniciar el último tramo de la bajada, miramos a la derecha y nos encontramos con una preciosa vista de Puebla de Sanabria. Nos sorprendió porque no éramos conscientes de que estábamos tan próximos a la capital de la comarca. 


En los últimos metros del descenso hubo que emplear a fondo los frenos porque era muy inclinado. Terminó este en el Camino Tradicional El Puente-Puebla. Seguimos por él tomando dirección El Puente. Este camino no nos sorprendió porque lo conocemos bien, pero también es muy bonito, siempre en paralelo al río Tera, aunque esté casi siempre tapado por la vegetación, son pocas las ocasiones en las que se deja ver. 


Los tres kilómetros y medio que recorrimos por él fueron de lo más variados, con pequeñas subidas y bajadas, algún tramo sinuoso, otro de sendero, un ascenso corto, muy inclinado y técnico, una zona de bosque cerrado, y ya cerca de El Puente, nos pusimos casi a la misma altura del río, entrando en un paraje precioso. 


Desde allí tardamos ya muy poco a El Puente, que lo atravesamos trasversalmente. Lo dejamos atrás siguiendo por el Camino Tradicional El Puente-Galende.


Este camino tiene una longitud de poco más de tres kilómetros y medio, que también son muy variados con tramos para todos los gustos, siempre en paralelo al río Tera y siempre bajo sombra, algo muy de agradecer en días de calor. De hecho, nuestro termómetro marcaba 24º. 

El último tramo, ya a las puertas de Galende, tiene el pavimento de cemento, pero aún así mantiene el encanto.


Cruzamos la parte baja de esta localidad, hoy llena de banderines al viento porque se encuentra celebrando sus fiestas, nos desviamos a la derecha y poco después cruzamos por un puente sobre el río Tera. 


Pocos metros después de salir de este, giramos a la izquierda para continuar por el Camino Tradicional Galende-Pedrazales, también un clásico para nosotros. Son casi dos kilómetros y medio prácticamente de subida continua atravesando un cerrado bosque de robles que, en muchos casos, algunos de los que bordean el camino, nos enseñan sin ningún rubor sus raíces. 


Al llegar a Pedrazales, para ir hacia el otro lado del pueblo hay que continuar ascendiendo. La cuesta termina al pasar una era con un templete y un parque infantil. Allí se inicia un descenso en el que hay un par de tramos con mucha piedra aflorando en el camino y que hay que ir esquivando si se quiere mantener buena velocidad. 


Más adelante, poco después de comenzar a llanear, nos encontramos con un pequeño puente sobre el Arroyo de Forcadura, en ese punto muy próximo a desembocar en el Tera. 


Unas decenas de metros después hay que pasar otro puentecito tras el que comienza un ascenso suave que termina en la carretera de San Martín de Castañeda. La cruzamos y seguimos de frente por un camino que va bordeando la ribera del río. Menos de un kilómetro más adelante llegamos a la zona de los camping de Cáritas y de Ensidesa. Los bordeamos y poco después llegamos a la esplanada que hay frente a la Playa de los Enanos. Fin de nuestro trayecto. 


Poder darse un baño en las aguas fresquitas y transparentes después de una ruta en bicicleta es un lujo y una gozada. Y procedimos a hacerlo en cuanto nos cambiamos. 


Como la ruta no era circular, contamos con apoyo logístico para, tras el baño, cargar las bicicletas en el coche y regresar al punto de origen. 



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