13 de agosto de 2025

Del Lago al Lago

 Aunque la larguísima ola de calor también afecta a Sanabria en estas tierras las altas temperaturas son más llevaderas, en primer lugar porque, normalmente, hay cinco grados que en otras partes de la provincia, y en segundo lugar porque por la noche siempre refresca. Si, además, se planifica una ruta en bici que empieza y termina en el Lago, ¿quién se resiste a disfrutar de una mañana de bici recorriendo una buena parte de la comarca?

Los dos bikers que se acercaron desde Zamora madrugaron para estar a poco más de las 10.15 h. a la orilla del Lago de Sanabria. Allí también estaba el biker que ya estaba en Sanabria, que también acercó su bici en el coche hasta las cercanías de las cristalinas aguas de este precioso paraje. Descargamos las bicis, nos preparamos y a poco más de las 10.30 comenzamos a rodar. Nada más salir nos dirigimos hacia el camping de Ensidesa y los de Cáritas. Frente a la puerta de estos nos desviamos a la izquierda para seguir el camino hacia Vigo de Sanabria. No había pérdida porque un visible indicador lo dejaba claro.


En realidad se trata de un sendero que, enseguida, nos puso a prueba haciéndonos pasar por una pista de piedras al tiempo que íbamos ascendiendo ligeramente. 


Poco después cruzamos la carretera que va a la Laguna de los Peces y continuamos de frente. En esa parte la subida se endureció un poco y el sendero se convirtió en un camino. Después de una curva pronunciada a la izquierda el ascenso fue suavizando y el firme del camino mejoró por lo que se rodaba muy bien. Íbamos muy a gusto porque la temperatura era alta para lo habitual de esta comarca, pero muy llevadera, 22º. 


No tardamos en llegar a Vigo, que cruzamos por un lateral pasando por varias calles. La última por la que transitamos no llevó hasta una zona asfaltada que nos condujo hasta un campo de fútbol . Nada más terminar este giramos a la derecha y comenzamos otro ascenso por un camino que apenas estaba marcado en sus primeros metros. 


Poco más adelante ya se notaban dos roderas para, finalmente, convertirse en un camino estrecho, más empinado y con tramos con bastante piedra aflorando que complicaba la trazada y rompía el ritmo. Continuamos ascendiendo, ya con el lago dejándo ver su azul característico entre los robles. Unos cientos de metros después una zona sin estos árboles dejó abierta una ventana desde donde admirarlo. 


Después de ver la panorámica continuamos por el camino. La sombra de los robles nos acompañaba y seguíamos sin pasar calor. 


Unos cientos de metros más adelante el camino ensanchó y enseguida nos unimos a otro que nos llevó a pasar muy cerca del albergue de la Junta de Castilla y León. Entramos en la carreterita que conduce a este y por ella bajamos hasta unirnos a la que va a la Laguna de los Peces, por la que continuamos hacia San Martín de Castañeda, que ya podíamos ver. 


Aunque no teníamos planificado en nuestra ruta llegar a San Martín lo hicimos e incluso lo sobrepasamos porque decidimos ir hasta el Mirador  de Neveira para disfrutar de una de las mejores vistas de Lago de Sanabria. 



Después de la necesaria parada para hacer unas fotos nos sentamos de nuevo en los sillines, ahora para descender hacia el pueblo. Desde la primera curva nos encontramos con una bonita panorámica de la localida

Y un poco más abajo no resistimos la tentación de entrar a la zona donde se encuentra la iglesia y los restos del Monasterio de San Martín de Castañeda, del que se tiene constancia desde el año 921. 


Después de una pequeña parada regresamos a la carretera y continuamos descendiendo. Una vez terminado el pueblo hay una curva, pero nosotros continuamos recto para seguir por el Camino Tradicional San Martín-Vigo, uno de los más bonitos y con un trazado ideal para hacerlo en bici (sobre todo si se hace en este sentido, bajando). 

Los robles y sus sombras nos fueron acompañando en todo el descenso. El firme es bueno y eso permite coger velocidad, si bien fuimos frenando por precaución por si surgían caminantes tras cualquier curva. El disfrute terminó al llegar de nuevo a Vigo. En esta ocasión recorrimos una gran parte de la localidad siguiendo la calle principal. 


Comenzamos a alejarnos de este pueblo al cruzar el puente sobre el Arroyo Forcadura. Al salir de él giramos a la derecha y enseguida tomamos un camino que partía a nuestra izquierda, se trataba del Camino Tradicional Vigo-Murias. 

Se inicia con una subida pronunciada que no tarda en estrecharse y convertirse en un sendero rodeado de robles y helechos y con un ascenso más suave. Más adelante vuelve a ensancharse y transformarse en camino. Los robles dejan paso a una zona abierta con solo hierba seca cubriendo el suelo. 

La subida volvió a endurecerse. Antes de llegar a Murias el camino volvió a mudar su aspecto. Aparecieron escobas a ambos lados del mismo, que poco después dejaron paso de nuevo a los robles, que ya nos acompañaron hasta dicha localidad. Atravesamos este pueblo, que tiene dos partes. 

Después de atravesar la segunda parte de Murias comenzamos a descender por una empinada y sinuosa cuesta abajo que terminó prácticamente en la iglesia de la cercana localidad de Cerdillo. No pudimos evitar la tentación de subir al campanario para contemplar las vistas. 

Nos entretuvimos poco y enseguida volvimos a subirnos a las bicis para seguir descendiendo hacia el núcleo de Cerdillo. 

Antes de terminar de cruzarlo nos desviamos a la izquierda y nos introdujimos en el Camino Tradicional Cerdillo-Molino Botero. Este tramo fue prácticamente un descenso continuo, más suave al principio y más empinado a medida que seguíamos avanzando. 

En la última parte el camino se ensancha y hay algunas piedras que hay que ir sorteando. 

Finalmente, tras un giro a la derecha, nos topamos con un arroyo. Para cruzarlo existe un pequeño puente de madera que usamos. 


Al otro lado nos encontramos con unos metros con tanta piedra que tuvimos que seguir con la bici en la mano. Al terminar este tramito tuvimos que cruzar otro puente, pero este de mayor entidad. Bajo él discurren las aguas del río Trefacio. 


Al salir del puente ascendimos hasta el Molino Botero, y desde este hasta la carretera de San Ciprián. Continuamos al otro lado de esta, iniciando allí mismo una subida dura que se prolongó a lo largo de casi un kilómetro y medio. Al principio nos acompañaron los robles,


Que más adelante cedieron su sitio a las urces. Ya cerca de San Justo, el pueblo al que nos dirigíamos, fuimos encontrando fincas con castaños de poca edad. 


Pero justo a llegar a la entrad de San Justo nos dio la bienvenida un ejemplar con muchos años y con una preciosa copa. 


Cruzamos el pueblo, que parece más pequeño de lo que realmente es, bordeamos la iglesia y poco después seguimos por el Camino Tradicional San Justo-Rozas. 


Este camino también fue muy variado porque se inició con un descenso suave cruzando un robledal. 


Poco menos de un kilómetro más adelante, se inclinó más y los robles desaparecieron. Se sucedieron varias curvas de casi ciento ochenta grados para descender hacia el valle por el que transita el río Villarino. 


Nada más cruzar el puente se cambiaron las tornas y nos tocó subir, y bastante, casi un kilómetro y medio, la mayoría de los cuales de nuevo entre robles, es decir, bajo su sombra y sin calor. 


Terminó la subida al llegar a una vivienda de Rozas, pero rodeamos esta y nos desviamos a la derecha para comenzar una bajada, que nos debía la ruta, para compensar el ascenso anterior. Y nos compensó bien porque descendimos a lo largo de algo más de un kilómetro, no exento de cierta dificultad, sobre todo por las roderas profundas que había en muchas zonas. 

Terminó este tramo al llegar a un puente, que nos sirvió para cruzar de nuevo sobre las aguas del río Villarino. Allí mismo iniciamos una subida que nos llevó hasta la carretera. 


Una vez sobre dicha carretera continuamos por ella hacia la derecha y, al terminar el pueblo, realizamos un giro de noventa grados hacia la izquierda para seguir por un camino, cómo no, ascendente. 


Este ascenso también fue largo, como un kilómetro y medio, en el que nuestras piernas ya no respondían con la misma frescura que al principio de la ruta. 


Finalizado el ascenso no hubo una transición en forma de llanura, sino que comenzamos a bajar, eso sí, suavemente y por una zona en la que se fueron combinando tramos abiertos y tramos con robles flanqueando el camino. 


La bajada se prolongó a lo largo de casi dos kilómetros, en los que cambiamos de dirección un par de veces. Finalmente, llegamos a la localidad de Trefacio. 


Siguiendo la carretera cruzamos una parte del pueblo, el puente sobre el río que da nombre a la localidad, para salir de él por el camino asfaltado que va al cementerio y que no es otro que el Camino Tradicional Trefacio-Galende. 

Este va siguiendo en paralelo el cauce del río Trefacio. Lo mejor es que va descendiendo suavemente, lo que permite rodar rápido por él. Más adelante se separa algo del río porque este va al encuentro del Tera. En el último tramo volvimos a ver un río a nuestra izquierda, pero era el Tera. 


Poco antes de llegar al puente por el que se va a Galende nos desviamos ligeramente a la derecha para iniciar nuestro recorrido por el Camino Tradicional Galende-Pedrazales. 

Como no podía ser de otro modo, este camino era ascendente. Se prolongó la subida unos dos kilómetros en los que disfrutamos porque se fueron alternando zonas de mayor y de menos dureza, cerradas curvas y, como casi siempre, sombra, mucha sombra. Finalmente, llegamos a Pedrazales, que atravesamos sin dejar de ascender. 


Salimos de esta localidad pasando junto a la era. Allí mismo comienza una bajada que no pudimos disfrutar como nos gustaría porque tiene dos zonas con bastante piedra aflorando en la superficie. 


El descenso terminó con un tramito llano al final del que tuvimos que poner el pie a tierra para cruzar un puentecito sobre el Arroyo Forcadura. 


Unas decenas de metros más adelante otro puente nos obligó a cruzarlo tirando de la bici. Después una pequeña subida nos llevó hasta la carretera que va a la Laguna de los Peces. La cruzamos y continuamos por un camino que discurre en paralelo al río Tera. 

Al llegar a la esplanada donde se encuentran los camping de Cáritas y Ensidesa giramos a la izquierda y continuamos junto al río recorriendo una zona bastante abierta de vegetación que terminó en la carretera que va a la playa conocida popularmente como "Los Enanos". 


Recorrimos unos cientos de metros por este camino y llegamos al Lago. Antes de darnos el deseado baño no pudimos resistir la tentación de hidratarnos primero. Tras la hidratación cargamos las bicis en los coches, nos cambiamos, nos pusimos el bañador y disfrutamos de un baño reparador que nos encantó. 


Sin duda, no se puede imaginar mejor final para una preciosa ruta por la comarca de Sanabria. 




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