El 19 de julio se celebró la XVIII BTT Villa Puebla de Sanabria. Como no pudimos acudir hemos realizado hoy la marcha corta, con pequeñas modificaciones sobre la original. No nos ha defraudado en absoluto, es más, nos ha encantado.
La mayor modificación que realizamos sobre el recorrido original fue el cambio de lugar de salido por razones de logística. Variamos algo el recorrido y lo hicimos pasar por la localidad de Rabanillo, de donde partimos sobre las 10.30 h., ya que cuatro de los cinco participantes tuvieron que desplazarse desde Zamora.
Nada más comenzar a ciclar pasamos junto a la ermita del Cristo y unos cien metros después nos desviamos a la izquierda para seguir por el camino que va a Ilanes. Atravesamos un cerrado bosque de robles y descendimos hasta esa localidad.
Al llegar a la carretera nos dirigimos hacia Barrio de Lomba, pero poco después nos desviamos hacia la izquierda para continuar por un camino. Aunque al principio es llano, no tarda en ponerse cuesta arriba. Terminada la subida pasamos junto a un pequeño cementerio. Poco más adelante cruzamos una carretera local y seguimos de frente. Enseguida, tras un desvío, comenzamos a descender por un divertido sendero, estrecho y sinuoso que nos lleva hasta El Puente de Sanabria.
Dejamos el pueblo a la izquierda y continuamos recto para rodar por el Camino Tradicional El Puente-Puebla de Sanabria. Menos de un kilómetro después llegamos a una zona en la que el río Tera y el bosque conforman un lugar con mucho encanto.
A partir de ese punto la mayor parte del recorrido hasta Puebla lo hacemos en paralelo al río. En él encontramos una subida técnica, otra más tendida, varios tramos de sendero y, en gran parte, bajo la sombra de los robles que están por todas partes.
Poco antes de pasar bajo un viaducto de la autovía A-52, el camino se abre. Eso nos permite ver en la lejanía el Castillo de Puebla de Sanabria.
Ya cerca de la "capital" de Sanabria volvemos a rodar por un senderito, este consta de zonas técnicas y pequeñas subidas y bajadas. En los últimos metros discurre junto al río Castro. Finalmente, termina ese, cruzamos un puente sobre ese río. Al salir de este nos desviamos a la derecha para subir hacia el Cuartel de la Guardia Civil. Desde allí seguimos por una carreterita que termina convirtiéndose en una calle que nos lleva hasta el centro del pueblo. Allí paramos a tomar un café.
Tras la parada seguimos adelante descendiendo hacia el puente que cruza el río Tera. Cruzamos este y, a la salida, nos desviamos a la derecha.
Continuamos en paralelo al río pasando ante diversas instalaciones municipales. Terminadas estas seguimos junto al Tera, pero ya pudiendo verlo, además de cerca. El camino es ancho y de buen firme y eso nos permite rodar a buen ritmo.
Poco después de pasar una gravera el camino traza una curva a la izquierda y comenzamos un ascenso largo. Durante la subida, a nuestra izquierda, pudimos contemplar una vista, inédita para nosotros, de Puebla.
En los últimos metros del ascenso el camino aparecía asfaltado, algo que agradecimos porque aminora el esfuerzo.
Terminado este realizamos un giro a la izquierda y comenzamos a llanear para, poco después, volver al lado contrario y bajar hasta llegar a la autovía A-52. Allí, cambiamos de dirección, hacia la derecha y continuamos en paralelo a esa hasta que, tras una bajada, cruzamos bajo ella a través de un túnel.
Al salir del túnel nos encontramos con un camino de menor entidad que atraviesa un bosque. Enseguida llegamos a la pequeña localidad de Triufé.
Salimos de este pueblo saliendo por un camino que atraviesa una zona abierta. Más adelante empezó a estar flanqueado por escobas y, finalmente, terminó rodeado de robles. Descendimos hacia una vaguada y al llegar abajo nos desviamos a la derecha e iniciamos una subida.
Comenzó esta con mucha piedra suelta, pero tras ese tramo inicial continuamos subiendo sin mayores dificultades a lo largo de un kilómetro, en concreto hasta llegar a Ferreros. Atravesamos este pueblecito y, junto a una casa, descubrimos a un hombre pintando un mural en la puerta de un garaje. Tras una breve charla comenzamos un descenso, con alguna zona técnica en la que hubo que extremar las precauciones.
Casi todo ese descenso lo hicimos por un sendero. Atravesamos dos pequeños arroyuelos prácticamente secos y ascendimos ligeramente hasta llegar a Paramio.
De esta localidad solo atravesamos la parte baja del mismo así que enseguida lo dejamos atrás por un camino asfaltado que nos llevó hasta la carretera. Nos unimos a esta hacia la izquierda y unas decenas de metros más adelante nos adentramos en el terreno de la Casa Rural Aguallevada (el track de la Marcha lo contemplaba así). Paramos un par de minutos para hablar con una de las simpáticas propietarias, Ana. Fue ella también la que nos indicó por donde continuar.
Bordeamos la propiedad por la parte de atrás y continuamos por un sendero que nos llevó hasta un camino de mayor importancia.
Por este ascendimos a lo largo de un kilómetro atravesando un gran robledal. Al culminar la subida tocó empezar a rodar de las rentas y descendimos otro tanto.
Terminamos la bajada junto al cementerio de Paramio y allí mismo continuamos por un senderito que nos llevó hasta otro camino por el que comenzamos un nuevo ascenso. En esta ocasión fue más largo, como un kilómetro y medio, pero muy similar al anterior, es decir, tendido y atravesando un mar de robles.
El camino terminó al llegar a Cervantes, pero la subida continuó por el pueblo. Pasamos por varias calles del pueblo y lo dejamos atrás por el camino asfaltado que lo une con San Juan de la Cuesta.
En este punto también introdujimos una pequeña modificación respecto al track original, ya que lo hicimos pasar por esa localidad, San Juan. Por ello, en lugar de desviarnos a la izquierda al salir de Cervantes, continuamos recto. Seguimos subiendo a lo largo del kilómetro que separa ambas localidades. Al llegar a San Juan de la Cuesta pudimos contemplar una buena panorámica de todo el valle que hay a sus pies.
Realizamos un pequeño recorrido por las calles de esta localidad, pasamos junto a la iglesia y desde allí fuimos hacia la entrada del pueblo para continuar por la carretera que le da acceso. Descendimos por esta vía local como un kilómetro. Llegamos a la carretera que va hacia Robleda y continuamos por ella hacia la izquierda.
Unos quinientos metros después volvimos a rodar por tierra al desviarnos a la derecha. El camino nos llevó hasta la Ermita de San Pelayo. Al llegar a su altura nos desviamos a la izquierda y continuamos nuestra marcha.
´Poco más adelante, en un momento dado, creímos haber perdido el track a pesar de que, según nuestros GPS, nos indicaban que íbamos bien. Y es que hubo que atravesar un prado sin ningún viso de camino. Incluso pasar bajo los cables de un pastor eléctrico para continuar casi campo a través unas decenas de metros, pero pronto vimos un pequeño sendero y comprobamos que, realmente, íbamos bien, ya que no tardamos en unirnos a un camino más importante por el que descendimos alegremente levantando unas nubes de polvo que, prácticamente, impedía ver a los que iban delante.
Más adelante cambió el tipo de camino, siendo más estrecho y ya sin polvo. Por este llegamos a una localidad, se trataba de Sampil. Solo pasamos entre las viviendas de un lateral del pueblo y, enseguida, entramos en una carretera. Continuamos por esta y poco antes de llegar a un cruce con otra más importante nos desviamos a la derecha para tomar la Cañada Sanabresa, una bajada por la que también levantamos enormes nubes de polvo.
El descenso terminó al llegar a El Puente. Enseguida cruzamos sobre el río Tera a través de un puente y, poco más adelante, giramos a la derecha para continuar por el Camino Tradicional El Puente-Galende.
Este camino tiene tramos variados, siendo alguno de ellos muy bonito.
Después de algo más de un kilómetro en paralelo al río Tera, el sendero gira casi ciento ochenta grados para iniciar una subida muy empinada con una última zona con rocas aflorando que complican su ciclabilidad.
La subida dura termina al unirse a otro camino más ancho. Continuamos por este y unos cientos de metros después dejamos ese camino tradicional para proseguir por la izquierda, ascender y, finalmente, terminar cruzando la carretera de Ribadelago. Seguimos recto y enseguida salimos a la carretera de entrada a Rabanillo. Seguimos por esta y no tardamos en entrar en la localidad.
Así pusimos punto y aparte a esta bonita ruta. No fue final porque al llegar dejamos las bicis, nos cambiamos y en un coche nos dirigimos al Lago de Sanabria, donde nos dimos un baño super agradable y enormemente recuperador, si bien a esta recuperación ayudó la cerveza que nos tomamos en el chiringuito junto a la playa.
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