19 de enero de 2020

Atravesando la "estepa" castellana

No hay nada mejor que imaginarse algo con malas condiciones y que cuando llegue la realidad nos sorprenda favorablemente. Más o menos eso es lo que nos ocurrió hoy. La previsión indicaba que iba a hacer una mañana soleada pero que habría viento fuerte, de hasta 30 km/h; pero ya el sábado por la noche había variado y el viento se esperaba que fuese de unos 4 km/h a la hora de salir, y se cumplió, así que ¡viva la diferencia!

La ruta (basada en una de Tesomannos iba a llevar hasta Piedrahíta de Castro, pero con algún rodeo, como el paso por el Teso de la Mora. La iniciamos a algo más de las 9.30 seis bíkers. Dejamos Zamora atrás rodando por el carril bici. Al llegar al puente sobre el Valderaduey abandonamos dicho carril, salimos a la N-122, y poco después cruzamos al otro lado para tomar el camino que utilizamos normalmente para ir a Molacillos.

Esperábamos más barro en esa zona, pero el estado del terreno nos sorprendió agradablemente, porque los charcos que había eran esquivables.


Llegamos sin novedad a Molacillos, cruzamos el pueblo de extremo a extremo y salimos de él por la carretera que lo une a la de Villalpando. Al llegar al cruce, pasamos al otro lado y cogimos la desviación de la derecha que indica "Teso de la Mora - Cisternas romanas".


Pocos metros después giramos a la derecha e iniciamos un ascenso suave. Poco más de cien metros más adelante volvimos a girar a la derecha para encarar la subida a este teso, si bien por el camino por el que, normalmente, se baja.



Este ascenso tiene una rampa dura al comienzo, da un pequeño respiro en una zona con menos inclinación, vuelve a haber una rampa fuerte, suaviza un poco y finalmente hay un último tramo que cuesta encararlo porque se llega a él ya con muchas pulsaciones.


Como siempre, las vistas desde arriba, aunque la altura ganada no es mucha, son impresionantes.


Como lo son las ruinas de las cisternas romanas que se encuentran allí, protegidas por un armazón metálico y por una valla cerrada, y que en alguna ocasión hemos visitado (la llave se le puede pedir al Alguacil de Molacillos).


Tras un par de minutos para coger resuello continuamos adelante por el camino que va por este teso que domina toda la zona. A nuestros pies, por nuestra izquierda, Torres de Carrizal. Poco más adelante, a nuestra derecha, Benegiles.


Otras veces hemos descendido hacia Benegiles al ponernos a su altura, pero esta vez no, continuamos por el mismo camino y un poco más adelante giramos a la izquierda para empezar a rodar por una recta de casi cuatro kilómetros.

Esta recta podríamos denominarla esteparia, porque atraviesa la "estepa" castellana: grandes campos de cereales con suaves ondulaciones y sin árboles, mires hacia donde mires.


Después de esos casi cuatro kilómetros nos encontramos con el río Salado, giramos a la izquierda y lo cruzamos pasando por un puente sobre él. Acabábamos de dejar a un lado Cerecinos del Carrizal, pero continuamos por otra recta hasta la localidad de Piedrahíta de Castro.


Allí, cerca de la iglesia, en una brigada y al sol, hicimos una parada para llevar algo a la boca antes de hacer frente a la segunda mitad de la ruta, ya que estábamos en el km 30 de los casi 59 que la componían.



Tras el almuerzo nos subimos de nuevo a nuestras monturas y a seguir pedaleando. Tocaba ahora encarar otra gran recta "esteparia" de casi nueve kilómetros que nos llevaría, con la única novedad de que el viento nos daba de espalda y nos permitía rodar rápido, hasta Montamarta.


Desde que dejamos por debajo de nuestra ruta a Benegiles, prácticamente todos estos caminos eran inéditos para nosotros, así que no sabíamos exactamente a qué parte de Montamarta llegaríamos. Pero enseguida salimos de dudas: justo frente a la ermita de Nta. Señora del Castillo.


Al llegar a la carretera seguimos por ella a lo largo del todo el pueblo y más, en concreto hasta la gasolinera, donde giramos a la derecha, y poco después a la izquierda para coger uno de los caminos que llevan hasta Roales. Este va prácticamente en paralelo a la N-630, eso sí, con suaves y continuos sube y bajas que van castigando las piernas.


Llegamos a las primeras casas de Roales en muy poco tiempo porque el aire, que se había incrementado notablemente, continuaba favoreciéndonos. Desde allí realizamos los últimos kilómetros de la ruta rodando por el paseo que hay para los peatones hasta la rotonda, y después por la vía de servicio de la carretera. Al entrar en Zamora iniciamos el descenso hacia la capital por Cardenal Cisneros pero enseguida nos desviamos para bajar a la zona del Centro Comercial Valderaduey y desde allí las bicis nos llevaron por sí mismas hasta el bar Tramontana, donde pudimos reponer nuestros niveles de líquidos y charlar un ratito amigablemente.

Tras la caña, unos fueron a lavar y otros para casa, poniendo así fin a una buena mañana de bici.


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Relive 'Morning Jan 19th'


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