25 de octubre de 2020

38 km ganados al viento y a la lluvia

Realmente hoy le hemos ganado 38 km al viento y a la lluvia, porque según estaba la mañana y según eran las previsiones, que últimamente nunca fallan, lo normal habría sido quedarse en casa, como hicieron los sensatos de este grupo (co, co, co, co...). Pero dos decidimos desafiar a Eolo y a la lluvia y logramos ganarles esos kilómetros, que si nos hubiéramos quedado en casa no habríamos hecho.

No íbamos a salir todo el grupo, iba a haber pocas bajas, pero llegada la hora de la verdad, sólo dos nos animamos... o eso creíamos, porque a mitad de trayecto leímos los mensajes del grupo y habíamos dejado a dos en tierra. Llegaron al lugar habitual a la hora y no había nadie. Pensábamos que habían dicho que no iban a salir y ya ni pasamos por allí.

Teníamos previsto ir al Viaducto Martín Gil, siguiendo una parte del itinerario nueva, ya que es un destino muy manido, pero finalmente improvisamos, sin alejarnos mucho de Zamora por si llovía más y por zona sin complicaciones de barro, porque durante la semana ha llovido mucho y eso podía tener consecuencias... Así que cruzamos el puente de Cardenal Cisneros, bajamos las escaleras que hay al final del mismo y enfilamos hacia Villaralbo.

Hasta esta localidad fuimos en la gloria, llovía poco y nos dejamos empujar por el viento, que soplaba con fuerza. Pero ya vimos que en cuanto cambiábamos la dirección ese era muy, pero que muy molesto.

Cruzamos el pueblo de lado a lado y continuamos por el recién deshomologado GR-14. ¡Qué pena! Con el gasto que supuso en 2012 señalizar esta gran ruta que une el nacimiento del Duero con Oporto, y que se le quite la homologación de Gran Recorrido por falta de mantenimiento... Cada Ayuntamiento, con la partida adecuada, debería hacerse cargo de limpiar la parte del camino que atraviese  su municipio y reponer señalizaciones. De ese modo siempre estaría en condiciones. Pero en fin...

Por el GR-14 fuimos con dirección a Madridanos. El viento seguía ayundándonos, pero en los pocos sitios que nos daba de lado nos inclinaba las bicis y hacía imposible la conversación.

En Madridanos seguimos una calle que nos llevó hasta la iglesia y desde allí salimos de la localidad. Seguíamos sin rumbo fijo y dejamos este en función de cómo fuera transcurriendo la mañana. 

Nada más salir del pueblo empezamos a notar los rigores del viento porque en algunos tramos, aparte de ser ascendentes, nos daba de cara. Procuramos hacer de parapeto el uno al otro, pero aún así se ciclaba mal.



La parte buena era que apenas pinteaba y que incluso el sol, tímidamente, se abrió paso entre el mar de nubes.


Casi sin darnos cuenta el magnetismo del repetidor de El Viso nos atrajo hacia sí, ¿y quién pasa a su lado y no asciende? Así que hacia él fuimos.


El ascenso es casi un kilómetro en el que se suben casi cien metros y en el que hay tramos con más del 14% de desnivel. Si a eso le añades rachas de viento de cara o lateral, la cosa se complica...

Al culminar el ascenso nos dirigimos a un lateral, hicimos unas fotos y, sin tregua, comenzamos a descender, con mucho cuidado porque el viento era exagerado. Tanto, que nada más iniciar la bajada hasta logró levantar un poquito la rueda delantera del suelo. 



Ya en la base, habiendo invertido más tiempo en la bajada que lo que es habitual, pero sin novedades, comenzó a llover más. Era lluvia fina, pero empujada por el viento, se estrellaban en nuestras caras y hasta picaban como si fueran diminutos alfileres. 

Llegamos a Bamba y nos dirigimos a Moraleja. Ahora tocaba que nos diera de lado, y al menos molestaba menos. Con mayor esfuerzo de lo que normalmente precisa ese tramo, llegamos a esa localidad. Al llegar a la zona del cementerio giramos a la derecha para encontrarnos de nuevo con el GR-14 y pasar por Villaralbo. De frente contemplamos una buena cortina de agua.

Cada vez llovía un poquito más pero lo cierto es que la lluvia, si no dejas de pedalear, tampoco molesta tanto, así que nosotros a lo nuestro: dar pedales y, cuando la dirección del viento nos dejaba, charlar de cualquier cosa. 

Cruzamos Villaralbo y seguimos en paralelo al Duero. A mitad de camino vimos a lo lejos las figuras de dos personas en bici. A medida que nos fuimos acercando comprobamos que parecían cicloturistas porque llevaban alforjas. Cuando conectamos con ellos los saludamos y, efectivamente, lo eran. Estaban realizando la Senda del Duero y tenían pensado parar en Zamora. Eran navarros e iban a alojarse en el Albergue, así que nos brindamos a acompañarles hasta el mismo. 

Entrando en la capital es cuando más arreció la lluvia y en el recorrido que hicimos hasta el albergue, y desde este a una lavandería que buscaban para hacer la colada, fue cuando más nos mojamos. Nos despedimos de los navarros a la puerta de donde iban a hacer la colada y nosotros hasta perdonamos la caña porque sin pararnos estábamos bien, pero ya sabíamos que en cuanto nos bajáramos de la bici notaríamos la mojadura. Así que directos a la ducha.

Conclusión: el viento nos molestó mucho, la lluvia nos mojó, pero nosotros conseguimos ganarles esos 38 km. ¡¿Qué se creían...?!


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