8 de noviembre de 2020

Por el corazón de la Tierra del Vino

eltiempo.es fue quien nos sugirió que hoy fuéramos hasta Peleas de Arriba. Bueno, exactamente no fue así, la verdad, sino que consultamos esa página web para saber la predicción meteorológica para el Domingo y la respuesta a esa consulta fue: sol y nubes, temperatura entre 9º y 12º, lluvia a partir de las 14:00 y viento del sur de 10 km/h. Este último dato es que nos hizo planear ir a Peleas, para así hacer el camino de ida con el viento de cara y la vuelta con él de popa.


Hoy no madrugamos, a las 9,30 quedamos donde siempre, pero eso sí, los más madrugadores sin tener la oportunidad de tomarse un café mientras esperan al resto. Nada más salir se sugirió cambiar los primeros kilómetros de la ruta prevista para evitar la zona de barro, entre Los Llanos y Entrala, que todos conocemos y tememos. Y así lo hicimos, el cambio consistió en salir de la capital por el Puente de Hierro y seguir hasta Morales del Vino por el llamado "carril bici" (aunque en nada se parece a lo que su nombre indica). Desde allí fuimos a Entrala por la carretera local que une ambas localidades y ya, a la salida de este, fuimos hacia la Cañada Real de Vizana o Vía de la Plata, para encontrarnos con el track.

Un pequeño despiste con el GPS hizo que diéramos un pequeño rodeo antes de producirse ese encuentro, nada irreparable, así que enseguida pudimos corregir el error y empezar a rodar por el track previsto. Pensábamos que iba a ver más barro, y lo había sí, pero no salpicaba. Eso sí, frenaba.



Tras algunos giros terminamos saliendo a la carretera de Ledesma, por la que tuvimos que rodar unos quinientos metros, tras los cuales nos desviamos a la izquierda en primer lugar y poco después a la derecha, pasando unos minutos más tarde por las cercanías de San Marcial.

Llevábamos desde Zamora peleando contra el viento. Los 10 km/h previstos se quedaron muy poco para lo que nos empujaba a nosotros en contra y en esa zona, muy llana y abierta, se notaba mucho más. Si a eso le unimos que, en la dirección que llevábamos, el perfil de un ligero ascenso continuo, y lo que iba frenando el barro, el resultado es que nos estaba costando hacer kilómetros. Eso sí, daba gusto mirar a los lados porque las tierras de cereales, ya sembradas, empiezan a dar color verde a los campos.



Poco a poco los kilómetros se iban sucediendo y no tardamos mucho en alcanzar Villanueva de Campeán. Tras cruzar la localidad salimos de ella siguiendo aún por la Vía de la Plata. Tras salir de este pueblo el paisaje cambia. Cambian los cultivos, la vegetación y cambia la orografía. Pronto vimos muchas más ondulaciones del terreno y empezamos a encontrar viñas a ambos lados del camino, no en vano estábamos en el corazón de la Tierra del Vino.



Pronto tuvimos que enfrentarnos a una larga subida que estiró el grupo, además el viento seguía dificultando el avance y había bastante barro. Seguíamos flanqueados por viñas con su característico color otoñal.




Una curva de noventa grados a la izquierda hizo a más de uno resoplar de alivio, porque puso fin a ese largo ascenso. Ese giro supuso el abandono de la Vía de la Plata para dirigirnos hacia Peleas de Arriba.

Es cierto que evitamos seguir subiendo, pero el camino por el que continuamos, ancho y de buen firme, comenzaba también ascendiendo, más suavemente, eso sí. Después de algunos cambios de dirección, finalmente empezamos a rodar por una cuesta abajo que terminó por dejarnos a las mismas puertas de Peleas. Tras reagruparnos en las primeras casas nos dejamos caer (porque la cuesta abajo continuaba) por la primera calle que encontramos y cuando nos pareció oportuno giramos y comenzamos a ascender hacia la parta más alta del pueblo.


Poco después de pasar junto al característico edificio de lo que un día fueron las "escuelas", y poco antes de llegar a la iglesia, giramos a la derecha para salir de la localidad.


Lo abandonamos descendiendo y pasando por una zona rocosa sobre la que se asienta la iglesia, que llamó nuestra atención y nos sorprendió agradablemente.


Después tocó subir de nuevo, y bastante, casi dos kilómetros que resultaron duros. Pero tras un giro de noventa grados se puso fin al ascenso, y lo que casi se agradeció más, al viento que a partir de ese punto nos empezó a dar de espaldas. Además, justo desde ahí comenzó un descenso que continuó hasta que cruzamos la antigua vía del tren. Unos metros más adelante, junto a una chopera, a la brigada, hicimos una parada para comer un plátano o una barrita. 

La parada no sobrepasó los cinco minutos. Enseguida volvimos a rodar y en nada llegamos a la N-630 unos cientos de metros antes de la rotonda que hay a la entrada de Corrales del Vino. Bordeamos esta localidad y nos desviamos a la derecha por la carretera que va hacia la autovía Ruta de la Plata. Tras hacer la segunda rotonda giramos a la izquierda hasta empalmar con el camino de Peleas, el que pasa junto a la Cerámica Acústica.


En ese tramo hay un, casi inapreciable, perfil descendente que, unido al viento de popa, hizo que "voláramos" con velocidades de 45 km/h en las bicis musculares y en torno a 40 las ebikes, que, lógicamente, se iban quedando un poco atrás. 

Donde el camino se une a la carretera que llega a Peleas de Abajo, nos reagrupamos y continuamos ya todos juntos dirección Cazurra, primero haciendo un tramito por la carretera y más tarde, girando a la derecha, volviendo de nuevo a camino. 

No llegamos a entrar en Cazurra, sino que lo dejamos a nuestra derecha. Desde allí fuimos hacia la autovía y a llegar junto a ella tomamos un camino de servicio que va en paralelo a esta y por el que rodamos unos 5 km. Como veíamos al fondo una cortina de agua y nosotros íbamos hacia allí, comenzaron las prisas y empezamos a rodar bastante fuerte, lo que hizo que el grupo se estirara muchísimo.


Terminamos saliendo a la carretera de Pontejos y, aunque no teníamos previsto rodar por ella, decidimos cambiar de planes y usarla porque había empezado a llover y así acortaríamos el tiempo de llegada a Zamora.


Al llegar a la rotonda de la ermita del Cristo de Morales, se dividió el grupo. Unos la cruzaron y tomaron de nuevo el "carril bici" y los otros seguimos en paralelo a la N-630. La lluvia siguió arreciando y eso terminó por quitar historia a la ruta, lo que apremiaba era llegar pronto. Así que en poco tiempo estábamos ya cruzando el puente de Cardenal Cisneros.

Al llegar a Zamora por unanimidad decidimos no tomar la caña que permite "comentar la jugada" porque estábamos mojados y podíamos coger frío... Ahhhhhh, perdón, que no nos dábamos cuenta de que están todos los bares cerrados y no podíamos... : ) Que ese sacrificio, porque lo es, ya que es uno de los mejores momentos de estas rutas, sirva para ayudar a poner fin a este maldito virus que tanto nos está robando...

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