6 de febrero de 2022

Por la Tierra del Vino hasta El Piñero

La Tierra del Vino es una comarca de la provincia de Zamora, en concreto la zona sureste por debajo de la capital. El apellido se debe al cultivo de la vid y la producción del preciado líquido, que "tantas alegrías" generaba. Sin embargo, hoy en día es difícil encontrar viñas en ella, tan solo en algunos municipios cercanos al Alfoz de Toro y en alguno del oeste. Nosotros hoy hemos recorrido prácticamente la mitad y no hemos visto ninguna.

Parece ser que nos hemos acostumbrado a los números negativos en lo meteorológico y hoy, de nuevo, iniciamos la ruta dominical por debajo de cero grados, en concreto entre los -3º y -4º. Los seis que acudimos a la cita de las 9,30 h salimos de la Ciudad Deportiva y nos dirigimos hacia el Puente de Hierro, que cruzamos y desde donde pudimos contemplar una espléndida panorámica de la ciudad.


Poco después de sobrepasar el cementerio tomamos el denominado carril bici Zamora-Morales, que seguimos hasta el entorno de la ermita del Cristo de Morales. Allí nos separamos algo de dicho carril bici para seguir por la alternativa que evita el tramo de carretera del mismo. Por ir charlando los que íbamos en cabeza nos pasamos un giro que debíamos realizar, así que, cuando nos percatamos, dimos la vuelta y continuamos con normalidad hasta llegar a la carretera de El Perdigón, que cruzamos.


Nada más cruzarla iniciamos la subida que conduce a Morales. Fue el momento en el que todos dejamos de tener frío, salvo, como siempre, en las manos.


Entramos en esta localidad y recorrimos algunas de sus calles, pasando por un lateral de la iglesia y ascendiendo por delante de la Quesería de Vicente Pastor. Seguimos por este nuevo itinerario y terminamos saliendo al camino que se dirige a Pontejos, adonde llegamos en pocos minutos. Realmente no llegamos a entrar en el pueblo, sino que lo bordeamos por un lateral.


Salimos de Pontejos sin abandonar la dirección que llevábamos y continuamos por excelentes pistas entre extensos campos de labor, y sin apenas cambiar de dirección, unos tres kilómetros.



Ese recorrido casi recto terminó al descender hacia una zona por donde pasa el arroyo de Valparaíso, dejándose notar su presencia por el verdor y las choperas.


El camino terminó saliendo a otro de mayor entidad, el llamado Camino Zamora, por el que seguimos hacia nuestra derecha. En algo menos de dos kilómetros estábamos entrando en Jambrina por una calle con un poético nombre: Despoblado de la mañana.


Cuando pasamos por esta localidad no deja de sorprendernos lo larga que es, y esta vez no iba a ser menos. La dejamos atrás sin cambiar de dirección, iniciando una subida muy tendida en su mayor parte y que se prolongaría durante cinco kilómetros.


Algo antes de terminarla giramos a la izquierda, dando paso este nuevo camino a un tramo de mayor inclinación. Al llegar arriba echamos la vista atrás y nos encontramos unas magníficas vistas de toda la zona.


Kilómetro a kilómetro íbamos contemplando cómo lo que antaño era la Tierra del Vino hoy en día es una auténtica estepa cerealista que, contemplada desde lo alto, es un ajedrezado de ocres y verdes.

Tras la subida, como suele ocurrir, había una bajada, también larga, que se prolongó durante varios kilómetros, unos cuatro. 



Al tiempo que descendíamos podíamos contemplar buenas panorámicas, como la que teníamos a nuestra derecha.


Tras un cambio de dirección, y sin apenas dar pedales, nos fuimos acercando a nuestro destino, que ya divisábamos hacia la izquierda.


Ya cerca de El Piñero volvimos a girar noventa grados a la derecha y terminamos en la carretera que va hacia El Cubo. Al llegar a ella nos dirigimos hacia la izquierda para entrar en la localidad cruzando una glorieta y girando a la derecha para atravesar el puente sobre el arroyo Montoya. Ya en el pueblo ascendimos por una calle hasta llegar a la iglesia, donde hicimos una parada para reponer fuerzas.



La parada fue breve, lo justo para comer una mandarina, o un plátano o una barrita energética, y enseguida volvimos a sentarnos sobre los sillines. Continuamos recto por la misma calle del templo y, al salir del pueblo, giramos a la izquierda para coger el camino de la Cantera, iniciando una bajada hacia una chopera.


Después hubo que ascender, y este ascenso se prolongaría durante varios kilómetros, a pesar de realizar algunos cambios de dirección. 


El primero de ellos nos llevó a cruzar la carretera Zamora-Segovia (para nosotros "la de Fuentesaúco"), el segundo, poco después, nos metió en una recta larga, muy larga. En su primera parte siguió siendo ascendente para después, en las inmediaciones de Gema, comenzar a convertirse en descendente.

Justo antes de comenzar ese bajada pudimos contemplar una increíble vista de toda la comarca. Incluso se veía hasta Zamora.


Como el descenso era largo cada uno lo fue haciendo a su ritmo, generándose mucha distancia entre unos y otros. Eso sí, cuando los primeros llegaron a la carretera de Fuentesáuco, justo a la entrada de Gema del Vino, esperaron por el resto.


Cruzamos la carretera y enseguida giramos a la izquierda, atravesando la zona de bodegas de la localidad. Pasamos junto al colegio, también junto a la iglesia y descendimos hacia la salida del pueblo. Nada más salir del mismo por un camino, giramos a la izquierda para atravesar la zona llamada La Galga, en la que hay chopos y mucho verdor, sin duda porque es cruzada por el arroyo de Ariballos.


Al terminar ese paraje volvimos a la izquierda, pasamos por un pequeño puente sobre el arroyo y continuamos por un camino estrecho, que abandonamos para girar a la derecha y así coger una pista que, nada más unirnos a ella, nos sorprendió con una subida corta y de cierta dureza. Posiblemente fuera la última porque a partir de ahí el perfil comenzó a ser descendente hasta el final.

Ello permitió que comenzáramos a rodar a medias altas, así que en muy poco tiempo pasamos junto a la localidad de Casaseca de las Chanas. Al llegar a su altura cambiamos levemente de dirección y continuamos hacia la cercana Arcenillas.


Los escasos dos kilómetros que separan ambas los recorrimos enseguida. Pasamos por varias calles para salir de ella por un camino que abandonaríamos poco después para continuar por la derecha, hacia Moraleja del Vino.

Seguíamos rodando rápidos así que en breve tiempo llegamos a la carretera de Moraleja. La cruzamos y cogimos el camino que sale casi en frente. Este nos llevó hasta el GR-14. Nos unimos a él y, tras una larga recta, cruzamos la circunvalación de Villaralbo y entramos en esta localidad.

Atravesamos distintas calles hasta llegar a la salida hacia el río. Allí cogimos el camino Las Acequias que nos llevó hasta el mismo Duero, desde donde continuamos como hemos hecho decenas de veces, por el tramo asfaltado primero, y por el camino después, hacia Zamora.

Al llegar al puente de Cardenal Cisneros ascendimos con la bici en la mano las escalerillas, lo cruzamos y descendimos hacia Los Tres Árboles. No fue casualidad, fue porque muy cerca se encontraba el lugar donde poder recuperar líquidos y comentar la ruta, aunque en esta ocasión más de uno terminó hablando de fútbol.


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