17 de junio de 2022

Nocturna aderezada con tormenta

En esta época siempre hacemos una salida entre semana los miércoles. Aprovechando que el lunes y martes de esta semana había luna llena, nos pareció que este miércoles podía ser un buen día para hacer una ruta nocturna. Y así lo hicimos. Lo que no sabíamos era que la tormenta quería ser la protagonista y, casi, casi, lo consigue.


La salida la teníamos prevista para las nueve de la tarde. Pero tenemos que remontarnos a un par de horas antes para relatar bien los hechos. A las siete el cielo se tiñó de gris, pero de gris oscuro, y parecía que se iba a caer de agua, pero tardó en arrancar a llover. Finalmente lo hizo casi a las ocho y lo hizo con ganas, con muchas ganas. A las ocho y media aún seguía lloviendo así que en nuestro grupo de WhatsApp empezó a echar humo. Unos decían que mejor suspender, otros que parecía que ya paraba, otros dijeron que no salían... Viendo que no paraba ya estábamos resignados a suspenderla, pero pasadas las ocho y media paró de llover y con eso fue suficiente para que pusiéramos en el chat que manteníamos la hora de salida. Íbamos a ser pocos, solo cinco, pero finalmente solo nos decidimos tres.

A las 21:00 h nos encontramos en el lugar habitual y partimos hacia Morales del Vino. Para ello fuimos por el camino trazado por la margen derecha del río hasta pasado el Puente de Piedra. Subimos hacia la carretera por una rampa, cruzamos dicho puente y continuamos por Cabañales hacia el cementerio. Pasamos la rotonda y un poco más adelante nos desviamos ligeramente a la derecha para continuar por el carril bici Zamora-Morales del Vino.

Al llegar al Cristo no salimos a la carretera sino que continuamos recto por el camino que teníamos delante, evitando de este modo circular por el asfalto. Mäs adelante hay que girar noventa grados a la izquierda, pero íbamos charlando y nos pasamos el desvío. Nada que no se puede arreglar dando media vuelta. Al llegar al desvío esta vez si lo vimos, así que seguimos por él. Cruzamos la carretera de  Ledesma y comenzamos a ascender hacia Morales del Vino. Este tramo es una larga cuesta tendida por la que se sube bien, el problema es que siempre nos coge fríos, incluso un día de calor...

Después de llegar a Morales del Vino y atravesar el prueblo, nos desviamos hacia el Camino de Pontejos. Atravesamos el pueblo por un lateral y continuamos adelante. No por mucho tiempo, porque unos quinientos metros después giramos a la izquierda.


La luz empezaba a decrecer pero aún no era necesario encender los focos. Continuamos por ese camino menos de un kilómetro y realizamos otro giro a la izquierda para, poco después girar a la derecha y enfilar hacia Arcenillas. 


El cielo estaba cada vez más oscuro, pero no solo porque la noche se acercaba sino porque las nubes que presagiaban tormenta estaban cada vez más cerca de nosotros. Como estábamos deseando encender los focos no dudamos en hacerlo.


Cuando llegamos a Arcenillas ya se necesitaba la luz auxiliar. Con la noche que se estaba poniendo la luna ayudaba poco porque el cielo estaba totalmente cubierto.


Después de atravesar algunas calles de esta localidad salimos hacia Moraleja del Vino. Al principio por un camino con un suave descenso y después nos desviamos ligeramente a la derecha. Cuando mirábamos a nuestra derecha podíamos contemplar un bonito espectáculo, un impresionante contraste entre los cereales ya totalmente agostados y, por lo tanto, amarillentos con el cielo casi negro que cubría el horizonte.


Como vimos que esa enorme  nube venía hacia nosotros empezamos a rodar a lo que daban nuestras piernas, así que en poco tiempo llegamos al final del camino. 


Este moría en la carretera de Moraleja, casi a la entrada del pueblo. La cruzamos y, prácticamente enfrente, había otro camino por el que continuamos. Este iba al encuentro del GR-14. Íbamos superando los 30 km/h ampliamente, nos azuzaban los rayos que ya empezaban a aparecer por el cielo.

Una vez en el GR-14 continuamos hacia Villaralbo. Seguíamos rodando a velocidades altas. Como preludio de la tormenta que se avecinaba comenzó a levantarse viento, pero nos daba por nuestro flanco izquierdo y nos restaba poca velocidad. 

A esas alturas, entre la hora, sobre las 10.30, y la oscuridad del cielo se hacían necesarios, ahora sí, los focos.


El track que pensábamos realizar se desviaba hacia la derecha poco antes de llegar a Villaralbo para después recorrer la enorme chopera que hay en la rivera del río. Pero decidimos acortarla y seguir recto. Al llegar a Villaralbo rodamos por varias de sus calles y llegamos a la iglesia. Nos sorprendió lo bien iluminada que está. 


Salimos de Villaralbo por el lugar habitual, es decir, pasando por delante de Casa Aurelia y de la fábrica de GCE. Nada más pasar y esta y ponernos en paralelo al río Duero para enfilar hacia Zamora nos topamos con el viento de cara, que ya empezaba a ser fuerte. Aún así seguíamos pedaleando a casi los 30 km/h. 

El tramo entre Villaralbo y Zamora fue mágico. Los relámpagos recorrían el cielo. Comenzaban por un lado y se iban extendiendo con múltiples ramificaciones, rompiendo la negrura de la noche. Al tiempo, el viento soplaba fuerte, cada vez más, y nosotros seguíamos pedaleando sin parar, huyendo...

El viento frontal convirtió el mismo esfuerzo que minutos antes producía una velocidad de 30 km/h en una de menos de 20 km/h. Aún así la distancia entre Villaralbo y Zamora la cubrimos en pocos minutos.

Al llegar al puente de Cardenal Cisneros subimos las escalerillas y continuamos por el puente hasta la rampa que baja hacia Los Tres Árboles.
 

Pasamos por debajo del puente y nos dirigimos hacia El Rey del Jamón, donde íbamos a cenar. Recorriendo ese tramo empezaron a caer gotas, así que mejor no lo pudimos hacer... En la cena nos acompañaron algunas Galanas y algún bíker de los que no habían salido en bicicleta.

Con la cena pusimos fin a una bonita noche de bici, a pesar de la tormenta.


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