12 de marzo de 2023

No es un barco, sino un molino...

El llamado Molino de La Viñuela, es una curiosa construcción con forma de barco, que se encuentra dentro del cauce del río Duero, en el término de Pereruela, a unos cinco kilómetros de esta localidad. Lo hemos visitado más veces pero el paraje es tan espectacular y tan bonito, que hoy nos tentó volver de nuevo, y así lo hicimos.

La primera sorpresa de la mañana la tuvimos al subir nuestras persianas y encontrar un día soleado y sin nubes. Ayer había estado nublado y la previsión de hoy era de nubes y sol. Afortunadamente falló. La segunda sorpresa nos esperaba en la calle, y no fue otra que la temperatura. Llevábamos muchas salidas sin sentir un escalofrío al salir de casa y coger velocidad con la bici. Hoy teníamos nada menos que diez grados a las nueve de la mañana.

Y lo sabemos porque a esa hora quedamos para salir los dos y medio que nos comprometimos. Decimos dos y medio porque ese tenía que regresar a Zamora pronto y hacer solo media ruta, más o menos.

Hicimos los primeros kilómetro atravesando el Puente de Hierro, parte de Pinilla, Cabañales y San Frontis, tomando el GR-14 junto a las antiguas escuelas de ese barrio. La mañana no podía ser más buena y después de la primera subida empezamos a tener calor. Dejamos a un lado el Polígono de Los Llanos y poco después encontramos lo que temíamos: el barro arcilloso. Pensábamos que con el viento habido tras las lluvias se habría secado, pero erramos, así que nada más comenzar a pisarlo tomamos la alternativa, un camino que sale a la derecha, que va hacia una nave y que, a la altura de esta, gira a la izquierda para terminar empalmando de nuevo con el GR-14 a la altura del Brocal de las Promesas.


De nuevo sobre el GR-14 continuamos por su trazado sin novedad. Pasamos de soslayo por Tardobispo y seguimos por la Senda del Duero, pensando ya en otra zona donde suele mantenerse durante días el temido barro arcilloso. Cuando llegamos a ella allí estaba esperándonos para que rodáramos sobre él, pero lo fuimos evitando yendo por los bordes.


Poco después atravesamos el llamado puente Potato, esta vez con agua corriendo bajo él, algo que no suele ser muy habitual.


Unos metros más adelante el "medio" bike nos comentó que había llegado el momento de dar la vuelta. Nos despedimos de él y se fue hacia la izquierda para pasar por San Marcial y El Perdigón antes de ir hacia Zamora.

Nosotros continuamos recto, tocó continuar ascendiendo, algo que no dejamos de hacer desde que salimos de Zamora, solo que en ese tramo había que superar dos cuestas largas y más pronunciadas que las anteriores. Poco después cruzamos la carretera y entramos en Pereruela.

Hicimos un pequeño recorrido por algunas de sus calles y pasamos junto a la coqueta plaza que alberga la iglesia y el Ayuntamiento. Lamentamos que un edificio público de una zona en la que se construye con piedra esté forrado de granito, estropeando por completo la estética de dicha plaza.


Dejamos atrás Pereruela y, después de una suave bajada y la posterior subida, comenzamos el descenso hacia el Puente de las Urrietas, un kilómetro y medio de descanso para las piernas, si bien hoy, llevábamos el poco viento que había de frente, y es increíble lo que molestaba (zumbando en los oídos) y lo que frenaba, porque no dejamos de pedalear y apenas llegábamos a 30 km/h.

Poco antes de llegar al bonito puente nos desviamos hacia la derecha, ascendiendo por uno de los nuevos caminos realizados para la Concentración Parcelaria.


Pronto se tornó descendente, comenzando al mismo tiempo a encontrarnos con el típico paisaje sayagués con praderas y encinas y, a estas alturas, todo muy verde. Justo cuando pasábamos junto a una charca ya divisamos al fondo el río Duero y un molino dentro de su cauce. No es el que íbamos a ver, pero está próximo.


El camino que llevábamos cada vez se inclinaba más buscando el río. La vegetación comenzó a cerrarse a nuestro alrededor y, momentos después, nos dimos de bruces con una amplia vista del río y del objetivo de nuestra ruta, el molino-barco.


Continuamos descendiendo por lo que podemos considerar un sendero trazado en paralelo al cauce del río, que hoy lucía un color precioso.


La bajada termina al llegar a la altura del molino, y allí mismo se inicia una subida de unas decenas de metros que termina junto a una edificación en ruinas. No sabemos si sería la casa del molinero o un almacén, pero seguro que estaba relacionada con el otro edificio. 


Contemplando el molino imaginamos que, en su día, tendría una pasarela para unirlo con tierra, pero hoy en día, si la hubo, no queda rastro de ella. 


Aunque se estaba muy a gusto, no podíamos estar allí toda la mañana, así que volvimos a subirnos a las bicis y para arriba, que quedaban unos kilómetros por ascender.



Aunque ya se sabe que no nos gusta rodar por donde ya lo hemos hecho (lo que llamamos "pisar el track"), no quedó más remedio durante un tramo de unos dos kilómetros. Para compensar las vistas no estaba mal e incluso pudimos ver el arroyo que pasa bajo el Puente de las Urrietas con un caudal poco común.



Justo después de contemplar esta vista del arroyo nos desviamos a la izquierda para continuar hacia Pereruela por otros caminos. Continuamos subiendo, cambiamos en algún momento de dirección, hicimos una pequeña bajada y ascendimos algo más antes de llegar a esta localidad. Pasamos junto a la plaza de toros (que desconocíamos que tuviera) y dejamos a nuestra derecha la mayoría de las edificaciones.

Salimos de Pereruela por un camino estupendo por el que se rodaba de maravilla, en un bifurcación posterior continuamos por la izquierda y por fin, comenzamos a descender suavemente. 


El camino fue perdiendo importancia y terminamos rodando por una de las roderas del mismo. Más adelante viró a la derecha y vimos de lejos San Román de los Infantes. 

No tardamos en acercarnos a este pueblo, que aún conserva mucho encanto, desde lejos podíamos contemplar una vista muy bonita del mismo.


Cuando llegamos a las primeras casas giramos a la izquierda y continuamos por la calle rodea la parte derecha del pueblo. Subimos hasta las antiguas escuelas y continuamos ascendiendo la dura cuesta por la que se entra a esta localidad por carretera. Una vez coronada, pudimos deleitarnos mirando a nuestra derecha y viendo lo precioso que está el campo a estas alturas de marzo.


Poco después nos desviamos a la izquierda siguiendo por un camino desde el que se pueden contemplar unas vistas que nadie diría que se pueden contemplar tan cerca de Zamora.


Continuamos adelante y pasamos, girando a la derecha, bajo el arco que da entrada a la Dehesa de Congosta. Allí mismo se inicia una gran bajada, con un firme en algunos tramos muy roto, de casi dos kilómetros de longitud y que, en algún momento, llega a más del 18% de inclinación. Hacia la mitad de la misma se empieza a contemplar el cauce del Duero.


Al llegar abajo giramos a la derecha y continuamos en paralelo al río. En esa zona pudimos contemplar muchos almendros presumiendo de floración, veremos a ver si no pagan su precipitación.


El camino que seguíamos lleva a Carrascal, si bien antes cuenta con algunas bajadas y, sobre todo, dos subidas, de esas que parece que alguien te agarra la rueda trasera para dificultar que ruede. Después de la segunda nos desviamos a la izquierda y fuimos hacia el río. Nos desviamos del track para ver si había una buena vista del río y bueno, no era mala, pero tampoco espectacular.


Volvimos sobre nuestras huellas hasta volver a retomar el track. Descendimos por un camino de mal firme y poco marcada que nos llevó hasta casi la orilla del río. Allí mismo giramos a la derecha para ascender hacia Carrascal. Entramos en el pueblo, recorrimos algunas calles y nos acercamos a uno de sus bonitos y arreglados miradores. 


Desde allí fuimos hacia la entrada del pueblo y allí mismo tomamos el camino que habitualmente se sigue para ir a Zamora. También en este tramo hay un par de cuestecitas que tiran de la rueda trasera para atrás, también porque se traen ya las piernas cargadas.

Finalmente entramos en la capital por San Frontis, cruzamos el río por el Puente de Piedra y, por el barrio de La Horta, nos dirigimos hasta el punto de salida/llegada. Como se estaba celebrando a esa misma hora la Media Maratón de Zamora, fuimos compartiendo carril junto a algunos de los participantes.


Fuera de crónica está la recuperación de líquidos que realizamos al terminar, pero eso ya se queda solo entre los bíkers :)


Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

Powered by Wikiloc

No hay comentarios:

Publicar un comentario