5 de marzo de 2023

Por el corazón de Palomares

Palomares es una dehesa que se encuentra en el término de La Hiniesta. Su paisaje característico no tiene nada que ver con todo lo que hay a su alrededor. Hay zonas con pinares y otras con encinas y monte bajo. Además, su orografía está repleta de altibajos y hay decenas de sinuosos caminos que la recorren. Hoy quisimos recorrer algunos de ellos.


Ha habido convocatorias pobres este año, pero como la de hoy ninguna. Tan solo dos bíkers habíamos quedado para esta mañana. El resto tenía compromisos de todo tipo que impedían que se unieran a nosotros. Además, después de muchos días de sol, hoy nos encontramos con un cielo plomizo, si bien la temperatura no era demasiado baja, cero grados, ni frío ni calor, como diría el otro.

Como a las 9.30 estábamos ya los dos, y no había que esperar por nadie, empezamos con exquisita puntualidad. Recorrimos el camino junto al Duero y fuimos hacia la carretera de Almaraz para tomar allí el camino que nos llevaría, sin dejar de ascender, hasta el alto de Guimaré. Como la temperatura no era bajo cero no hacía frío excesivo pero, sin duda, con esta subida entramos en calor. 


Descendimos hacia Guimaré con precaución porque el camino está totalmente roto provocado por las bajadas de aguas pluviales. Cruzamos este paraje y llegamos a la N-122, que cruzamos para continuar por un camino que va en paralelo a esta hasta la gasolinera. Allí nos unimos a la carretera, hicimos las dos rotondas y en la segunda abandonamos el asfalto para continuar por una buena pista hacia Palomares, eso sí, haciendo algunos cambios de dirección entre medias y ascendiendo casi todo el tiempo.

Al llegar a la entrada de Palomares comenzamos a descender la cuesta. Justo en ese punto se nos cruzó un corzo a escasos metros. Enseguida nos desviamos a la derecha para seguir descendiendo por un sendero sinuoso. Poco después abandonamos este para seguir por un claro en la vegetación que nos llevó hasta otro sendero.


El sendero se terminó y para seguir el track nos tuvimos que meter en una tierra que en su día estuvo arada, por lo que los altibajos de los surcos hacían tortuoso el recorrido. Terminada esta continuamos por el borde de otra sembrada y cuando llegamos a su fin no tocó otra que seguir campo a través.


Finalmente llegamos a un camino que, descendiendo, nos llevó hasta otro de algo más de entidad.


A partir de ahí los siguientes kilómetros fueron subidas (algunas casi imposibles), bajadas, tramos por senderos estrechos, zonas arenosas, bajadas rotas, zonas de cerrada vegetación, giros de noventa grados, recorriendo así una zona importante de lo que podríamos denominar el corazón de Palomares.





Ya en el camino por el que íbamos a dejar atrás la zona pasamos junto a una figura hecha con rocas por el que habíamos pasado alguna otra vez. La diferencia es que, en esta ocasión, hicimos un alto en el camino para verlo con más detenimiento.

Se trata de un laberinto y las piedras no solo están puestas ahí, sino que están bien asentadas. Uno de nosotros quiso hacer todo el recorrido y podemos asegurar que, se tardan unos minutos en hacerlo. Al llegar al centro hay unas piñas y unas teselas azules. No sabemos quién está detrás de esta pequeña obra de arte que, estamos seguros, está hecha con mucha dedicación, por supuesto, y cariño. En la parte de atrás del laberinto hay una bici y una silla de campo, que seguro tienen un porqué, aunque lo desconocemos.


Después de esta experiencia laberíntica continuamos rodando y no tardamos en dejar atrás Palomares. El paisaje, además, era testigo de ello, ya que empezamos a rodar entre tierras sembradas de cereales o aradas esperando simiente, sin apenas arbolado.


Nos acercamos a Andavías pero no llegamos a esta localidad. Giramos varias veces noventa grados para seguir por caminos semejantes y con una constante, la mayor parte de los tramos eran subidas y, cuando había alguna bajada, era bastante más corta que la distancia que habíamos recorrido en el ascenso.


Después de un tramo con un buen tobogán llegamos a la N-122, justo en el desvío a El Campillo. Realizamos un giro a la izquierda y continuamos en paralelo a la carretera de Alcañices, por un estrecho sendero. Tras un kilómetro, aproximadamente, giramos a la izquierda y volvimos a una pista ancha flanqueada por campos de cereales salpicados de alguna que otra encina.


Hacía unos minutos que había empezado a llover. Empezó pinteando, pero en ese momento lo hacía con algo más de intensidad si bien no dejaba de ser un leve lluvia. 

Poco después los campos de cereales se convirtieron en pinares y el terreno se inclinó, por fin hacia abajo, así que nos dejamos caer durante unos dos kilómetros.


Después de esa bajada que agradecimos, tocó volver a subir porque teníamos que llegar al punto donde habíamos entrado en Palomares al comienzo de la ruta. 

Al llegar arriba continuamos por un camino que, digamos, nos alejaba de La Hiniesta, pero después con dos giros de noventa grados terminamos acercándonos a esta localidad. Pasamos bajo las vías del AVE, bajo la vía del tren convencional y bajo la carretera y entramos en el pueblo. Pero al llegar a la carretera nos fuimos, por ella, hacia su salida. Poco después giramos a la derecha para coger un camino que, tras una bajada nos llevó a ascender por otra larga cuesta. Al llegar a la parte más alta hicimos otro giro a la derecha y tocó subir algo más. Lo suficiente para tener una buena panorámica de La Hiniesta.


Este camino tenía dos sorpresitas en forma de "sábana", es decir, dos grandes pliegues en los que bajar se baja bien, pero otra cosa es la subida. Como no podía se de otra forma, pudimos con ellas, dejamos a un lado Roales y continuamos recto. Pasamos sobre un viaducto bajo el que está trazada la autovía y seguimos hacia el Polígono Industrial La Hiniesta. Al llegar a este tomamos un sendero que va en paralelo a la carretera hasta llegar a la cruz del Rey don Sancho. En ese lugar es donde se supone que El Bellido Dolfos, traidor para la historia y héroe para los zamoranos, asesinó al rey Sancho. 

Desde allí descendimos hasta el Centro Comercial Valderaduey porque decidimos que podíamos tomar la caña en esa zona. Eso sí, nos asombramos de la hora, faltaban unos minutos para las 12, aún así nos entró perfectamente la cerveza y una tapa de tortilla. Una vez recuperados volvimos a las bicis y cada uno para su casa, que esta jera del Domingo estaba ya concluida.


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