8 de abril de 2023

Subida a los Sierros Negros (Vegacervera)

En nuestro segundo día en la comarca Montaña Central de León visitamos la espectacular Cueva de Valporquero. Tras comer por la zona nos desplazamos a Vegacervera donde hicimos una ruta de senderismo, la subida a los Sierros Negros.


Al llegar a Vegacervera dejamos nuestros coches en el aparcamiento del restaurante Vélez, cerrado en la actualidad. Cruzamos la carretera en busca del puente sobre el río Torío, pasamos por él y continuamos hacia la izquierda en paralelo al río. Unos cuatrocientos metros más adelante encontramos un panel informativo sobre la ruta, pero eso sí, durante el recorrido solo vimos un poste indicativo con una flecha, y estaba en el sitio donde menos falta hacía.

Hay que decir que la hora no era la mejor para caminar porque la comida aún estaba muy reciente, eran las cuatro y media y, al sol, hacía algo de calor. Con esas condiciones una de las participantes abandonó antes de comenzar la ascensión, y alguno más se quedó dubitativo...

Volviendo al relato de la ruta, al llegar adonde estaba el cártel giramos a la derecha. Alguien preguntó con cierta ironía: ¿no iremos a subir a aquellas antenas, no? El que había preparado la ruta le contestó que realmente no sabía, pero que creía que no porque estaban muy altas. 

Enseguida comenzamos a ascender. En los primeros metros el camino es feo, pisoteado por las vacas que han dejado sus huellas hundiendo, en su día, sus pezuñas en el barro, secado ahora por las buenas temperaturas. Pronto llegamos a un puente sobre el que pasaba la vía del FEVE. Pasamos bajo él y allí mismo encontramos una cancela para evitar que el ganado salga. Un cartel que vimos en el puente generó dudas en más de uno y, por si acaso, dos se hicieron con sendos palos. En dicho cartel figuraba el siguiente texto: Perros ganaderos sueltos. Pero lo cierto es que ni siquiera oímos un ladrido en todo el recorrido.


Continuamos adelante y la subida, con el calor, no era muy agradable. Menos mal que, de vez en cuando, venía una brisa que daba mucho gusto recibirla. Íbamos encontrando tramos en los que el ascenso era importante y realmente costaba avanzar.

No mucho después de empezar nos dimos la vuelta para mirar hacia atrás y nos sorprendimos al ver todo lo que habíamos ascendido ya. La visión del valle donde se asienta Vegacervera era muy bonita.


Esa belleza de la vista compensaba lo poco atractivo del camino que seguíamos, desprotegido de vegetación en ese primer tramo. 

Siguiendo el trazado del camino hicimos una especie de "C" y, al terminar esta, nos encontramos con que el camino seguía hacia la izquierda y hacia la derecha. Hay que tomar la de la izquierda. 

Poco después realizamos una curva a la izquierda y el entorno fue mejorando algo y, aparte de escobas, encontramos algunos árboles.


El camino trazaba ahora otra curva hacia la izquierda y, tras ella, encontramos unas decenas de metros de mucha pendiente. Viendo la dirección que llevábamos y mirando de nuevo a las antenas comenzamos a sospechar que íbamos hacia ellas.


Algo más adelante el camino se transformó y empezó a estar flanqueado por robles. Al no tener aún hoja la sombra que ofrecían era poca, pero aún así la agradecimos. También agradecimos que el sol, de vez en cuando, comenzara a esconderse tras las nubes, sin duda fue receptivo a nuestras quejas.


Después de un par de curvas más pasamos junto a un camino que surgía a nuestra derecha, pero nosotros no abandonamos el que estábamos siguiendo. 

El camino trazaba dos giros más y nos enfrentamos al último tramo del ascenso, una recta con una inclinación que, desde lejos parecía mayor de lo que después percibimos al hacerla.


A esas alturas las vistas que podíamos percibir, sobre todo mirando hacia nuestra izquierda eran magníficas, tanto en la lejanía como en la cercanía.


Finalmente llegamos a las antenas, pero desde allí, debido a las altas escobas y a unas rocas, no se podía ver nada. Rodeamos las rocas por un lado y no pudimos por menos que abrir la boca de admiración al ver con claridad toda la garganta del río Torío, es decir, las conocidas como Hoces de Vegacervera.




Mirando hacia el otro lado pudimos ver todo el valle en el que se asienta la localidad y el cauce del río Torío.


Después de hacer algunas fotos emprendimos la bajada por el mismo recorrido que la subida. Resultó curioso ver que, al descender, la percepción de la inclinación del camino parecía superior a la del ascenso.

Salvo eso no tuvo más historia, tan solo reseñar que al llegar a esa especie de "C" que hacía el camino, decidimos atajar campo a través y acortar por la ladera, evitando así de rodear la friolera de unos doscientos metros.


Finalmente llegamos al punto de partida, habiendo invertido en el descenso poco más de treinta y cinco minutos, mientras que en el ascenso habíamos empleado casi una hora.

Una vez en Vegacervera entramos en un bar para refrescar nuestras gargantas, que ya tenían necesidad. Allí comentamos, y todos estábamos de acuerdo, que, a pesar de que el camino no había sido bonito, las vistas desde la zona de las antenas habían sido tan espectaculares que el ascenso había merecido la pena.



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