15 de abril de 2018

Con barro, lluvia y viento... pero contentos

Estaba previsto que hoy fuéramos siete los bíkers que saliéramos, pero finalmente fuimos cinco. Cuatro nos reunimos donde siempre y tras una incursión en la ciudad para arreglar un olvido, tomamos dirección Morales del Vino, donde nos esperaba el quinto. El trayecto lo hicimos por el Puente de Hierro, Pinilla, Ruta de la Plata y desde allí por el carril bici Zamora-Morales. Al llegar a la ermita del Cristo seguimos por la vía de servicio.

Ya los cinco, atravesamos Morales y giramos a la derecha por el Camino de El Perdigón. Lo abandonamos como un kilómetro después tomando la bifurcación de la izquierda.


Tras seguir por esta y algunos cambios de dirección terminamos en una rotonda de la autovía. La bordeamos y continuamos por un camino ascendente, el primero en el que barro empezó a pegarse, vuelta a vuelta, a la cubierta de nuestras ruedas. Nos costó horrores mover las bicis porque ese barro arcilloso nos pegaba al suelo. Fue como un kilómetro y medio. Tras él cambiamos de dirección y descendimos hasta la rotonda de Peleas de Abajo. Algunos se tomaron en serio la rotonda y dieron más de una vuelta a la misma.


Allí tomamos la carretera y rodamos por ella, disparando desde las ruedas pegotes de barro hacia todos lados, y antes de entrar en el pueblo giramos a la derecha y así coger uno de los caminos que lleva a Corrales.



Tras sobrepasar la cerámica giramos a la izquierda y poco después a la derecha, siguiendo así hasta casi la entrada de Corrales del Vino. Antes de las primeras casas nos dirigimos hacia las instalaciones de la Cerámica SAZA  ya que el camino de Jambrina pasa por ellas. Descendimos por un camino ancho y de buen firme y comenzamos a ascender hacia el gran huerto solar que hay en esa zona.



Continuamos recto para después girar ligeramente a la izquierda para terminar llegando a la localidad de Peleas de Abajo.


Allí hicimos un "pleno" en el Ayuntamiento debatiendo si comer o no una barrita. El pleno votó por mayoría comerla y así lo hicimos.


Tras reponer fuerzas seguimos en perpendicular a la carretera llegando a una alameda próxima a Gema, desde allí continuamos prácticamente recto hasta las proximidades de Casaseca de las Chanas. Antes de llegar a esta localidad giramos a la izquierda y rodamos por un buen camino.


Más adelante cruzamos la carretera que une Morales y Arcenillas, continuamos y para evitar rodar por la carretera de Pontejos tomamos caminos alternativos. Uno de ellos nos volvió a llenar las ruedas del barro arcilloso y nos costó dios y ayuda salir de ese tramo.


Seguimos adelante en paralelo a la autovía y, después de realizar distintos cambios de dirección terminamos en la rotonda de Villaralbo y Moraleja, desde allí nos unimos al GR-14 hasta que llegamos al puente de Cardenal Cisneros.

Al llegar no nos quedó otro remedio que ir a la gasolinera a lavar las bicis porque traíamos del odiado barro arcilloso por todos lados.

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Relive 'Morning Apr 15th'

8 de abril de 2018

A la ermita de Montamarta y a la de Valderrey

Un poco más tarde de lo habitual, iniciamos la ruta de hoy cinco bíkers. Empezamos rodando por el Mengue y Trascastillo, entramos en Valorio y ascendimos al barrio de San Lázaro.



Poco antes del Polígono La Hiniesta nos encontramos con la procesión de la Romería del Cristo de Valderrey. Tras saludar a dos de los nuestros que iban en la comitiva, continuamos por la Carretera de la Hiniesta y en la Cruz del Rey don Sancho comenzamos a seguir las indicaciones de Vía de la Plata.

Antes de llegar a Roales algo debimos hacer mal porque no volvimos a ver los hitos y comenzamos una serie de toboganes.





Más adelante, en una intersección de caminos, giramos a la derecha y ya nos reencontramos con la señalización.


Aunque nuestra idea era no llegar a Montamarta, finalmente decidimos ir hasta el pueblo para
"vigilar" las aguas del embalse, pero antes, cruzamos esta localidad.


Cuando llegamos a la orilla del embalse nos dio alegría ver que las aguas empiezan a volver a su cauce y, después de muchos meses, ya se vuelve a ver agua allí.




Aprovechamos para comer algo frente a la ermita y enseguida nos volvimos a poner en marcha. Cruzamos el lecho de esta cola del embalse por la parte a la que aún no ha llegado el agua, salimos a la carretera y seguimos por ella hasta poco antes de la gasolinera. Al llegar a ese punto nos desviamos para coger la carretera que une esta localidad con Andavías.

Hasta ese momento el viento nos había molestado algo porque lo llevábamos de lado, pero en este tramo lo llevamos de frente y, aunque no era fuerte, molestaba mucho y nos hizo sufrir. Al llegar a la vía giramos a la izquierda y cogimos el camino por el que hemos rodeado muchas veces para ir al Viaducto. Quitarnos el viento frontal fue un alivio, aunque ahora era lateral y también molestaba y frenaba. Rodamos en paralelo a la vía unos seis kilómetros con continuos sube y bajas.

Nos separamos de dicha vía dejándola a nuestra derecha. En este tramo el viento nos daba de espalda y era una maravilla.



Pero la alegría duró poco porque en ese mismo tramo uno de los bíkers sufrió un pinchazo. Hinchamos y, a pesar del poco, no mantenía el aire.


Cambiamos la cámara y la nueva tampoco lo retenía. Finalmente tuvimos que volver a desmontar y ponerle una cámara de 29" porque de 27'5" no teníamos más. Y esta, por fin, sí hinchó. En estas maniobramos gastamos no menos de media hora y nos quedamos helados con el frío viento que soplaba allí.

Continuamos nuestro camino y enseguida llegamos a La Hiniesta. Cruzamos la localidad y seguimos rodando por el camino habitual de vuelta a Zamora. Pero al llegar al Cristo de Valderrey hicimos una parada para tomar algo allí con nuestros amigos cofrades.



 Y como el tiempo apremiaba poco después continuamos la ruta saliendo del Cristo hacia Valorio. Al llegar al puente de la vía un ser inteligente y generoso había abierto la valla que, vergonzosamente, lleva allí, impidiendo el paso, más de cinco años, y cruzamos al otro lado. Atravesamos el bosque, continuamos por el carril bici junto al Duero y al llegar al Puente de Piedra proseguimos por los Barrios Bajos hasta llegar a nuestro lugar de partida.

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Relive 'Morning Apr 8th'

1 de abril de 2018

Ruta y procesión

¿Qué mejor forma de culminar la Semana Santa de Zamora que viendo la procesión del Domingo de Resurrección? Pues eso es lo que hicimos nosotros esta mañana.

Ya de entrada escogimos hacer una ruta corta para que nos diera tiempo a ver la llegada de la procesión al Barrio de la Horta, ya que uno de nuestros bíkers carga con la Vírgen. Salimos de Zamora cruzando el Puente de Piedra. Pero justo al cruzarlo nos encontramos con la parte de la procesión donde va el Cristo resucitado.



Tras un pequeño recorrido por Cabañales y Rabiche llegamos ya al camino que va hacia Carrascal. Antes de llegar giramos a la izquierda para empezar a ascender adentrándonos así en Las Chanas. Si alguien tenía frío se le quitó con las ascensiones. Fuimos bordeando la parte alta desde donde se contemplan buenas vistas de la zona.


Descendimos y tomamos enseguida un camino con una subida larga pero llevadera que nos terminó llevando al Centro de Tratamiento de Residuos, donde pudimos contemplar las enormes montañas de residuos que generamos.



Cambiamos de dirección hacia la izquierda, rodamos por la carretera de entrada al CTR, poco después cruzamos la carretera de Fermoselle, y poco después cruzamos también la de Tardobispo. Terminamos saliendo al GR 14 y ya continuamos por él hasta llegar precisamente a Tardobispo.



Cruzamos el pueblo y seguimos por la Senda del Duero, pero en el momento que había que abandonarla nosotros continuamos recto. Volvimos a cruzar la carretera de Fermoselle y continuamos rodando junto a dehesas repletas de encinas y de ganado vacuno.

Comenzamos a ver una especie de embalse a lo lejos que no nos terminaba de "cuadrar" allí. Poco después nos dimos cuenta de que era un huerto solar enorme. Paramos junto a él a comer algo para recuperar fuerzas y en unos minutos continuamos.



Llegamos enseguida a un camino que está dentro de la zona conocida como Congosta y desde allí rodamos por un camino ya conocido cercano a Carrascal.

Tras una gran bajada seguimos rodando, en esta ocasión justo por debajo de Las Chanas. Terminamos por volver al camino que habíamos pisado un par de horas antes, a la ida. Pero nos desviamos a la izquierda para ascender, cruzar un tunel de almendros y salir a la carretera de Carrascal.


Al llegar paramos en La Horta para ver llegar la procesión que estaba empezando a pasar. Cuando llegó la Vírgen "bailó" para nosotros.


Tras esto tomamos algo y cada "oveja a su redil".

Como se nos olvidó poner a trabajar el Endomondo, ponemos bajo estas líneas el track que seguimos esta mañana que, básicamente es igual, sólo cambia algo al principio y final.

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27 de marzo de 2018

El agua del Jerte





Este fin de semana teníamos previsto desplazarnos a la Montaña Palentina, pero el mal tiempo hizo que tuviéramos que cambiar de destino, así que el jueves decidimos que una alternativa podía ser el Valle del Jerte. Y "mi dicho con mi hecho", el sábado cargamos nuestras bicis (cuatro) y, junto con las Galanas, nos desplazamos hasta esa bonita zona para vivir un fin de semana intenso de actividad.

La primera parada fue obligatoria en el mirador de Tornavacas, desde donde se ve una excelente panorámica del valle en su totalidad siempre y cuando el día acompañe.

Desde allí nos dirigimos al hotel que íbamos a ocupar, pero simplemente para dejar allí nuestras bicis, ni siquiera hicimos el check in porque queríamos hacer una pequeña ruta de senderismo antes de comer.

Para ello fuimos a Cabezuela del Valle, aparcamos y comenzamos una ruta circular, la llamada del Monasterio, junto a la ermita del Sto. Cristo del Humilladero. Casi la primera mitad del recorrido transcurre por sendas de cemento (las típicas que hay por todos lados para poder llegar con maquinaria a los cerezales), con bastante inclinación y siempre rodeados de campos de cerezos.


Una vez que coronamos y llegamos a lo alto de una loma comenzamos a descender, ya por camino de tierra, pudiendo disfrutar de la vista del lecho de un arroyo, para, finalmente, desviarnos para tomar una senda estrecha que nos llevó a la parte más baja de ese pequeño valle.


Por allí transcurría ese arroyo que bajaba con mucho caudal y fuerza desde la montaña producto de las muchas lluvías y nevadas de las última semanas.


Desde allí comenzamos la vuelta, toda descendente, que discurre por una carretera estrecha rodeada de bosque de robles y en un buen tramo junto al arroyo. Después termina siendo una carretera que llega hasta el pueblo.




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Tras la comida nos dirigimos a Valdastillas para iniciar la segunda ruta del día, también circular, la Cascada del Caozo. Dejamos los coches en el propio pueblo. El primer tramo lo hicimos por la carretera que da entrada a la localidad. Poco después lo abandonamos para tomar un camino que ascendía en zig zag y, en algunos momentos, con bastante inclinación.




Pasamos junto a campos de cerezos y atravesamos un bosque de robles muy bonito. Finalmente terminamos saliendo a la carretera que da acceso en coche a la cascada.



Al llegar nos sorprendió la gran altura de la misma y la gran cantidad de agua que caía. Impresiona, la verdad, esta enorme cascada.



Tras las fotos de rigor iniciamos el regreso, esta vez por un primer tramo de carretera y el resto por caminos de tierra o de cemento entre campos de cerezos, y siempre descendiendo.




Terminamos por salir a la carretera que entra en el puebo, así que desandamos los pasos que habíamos dado un par de horas antes y llegamos de nuevo a los coches.

Reservamos para la mañana del Domingo la ruta más conocida, la de Los Pilones, o Garganta de los Infiernos, pero en dos versiones, en bici y caminando.

Los cuatro bikers salimos a las 10 (por aquello del cambio de hora) de nuestro hotel y fuimos en paralelo a la N-110 hasta Cabezuela del Valle.



Tras cruzar el puente ascendimos por el barrio judío para terminar girando a la izquierda. Salimos del pueblo por un camino de cemento que iba paralelo al río.

Lo que iba siendo un paseo muy agradable enseguida se complicó porque empezaron unas rampas muy duras, con el agravante de que cuando parecía que iba a terminar llegábamos al supuesto final y aparecía otra.


Este ascenso duró como un kilómetro y medio. En una curva muy cerrada el track indicaba un desvío a la izquierda, abandonando así el camino encementado, y comenzando un precioso camino por el interior de un cerrado bosque de robles, repleto de piedras llenas de musgo. Eso, unido al sol, que quiso aliarse con nosotros, convirtió aquel paisaje en un regalo para la vista.



Pero el regalo estaba envenenado... Pocos metros después el camino se convirtió en el lecho seco de un río por lo que estaba lleno de rocas, imposible hacerlo sobre la bici. Con ellas de la mano nos topamos con un caudaloso arroyo.


Según el track había que atravesarlo, pero con tanta agua era imposible. Buscamos alguna opción más arriba o más abajo y nada... Decidimos dar la vuelta pero vimos lo que parecía un pequeño camino que conducía también al arroyo y lo seguimos. En esta parte encontramos un sitio por donde cruzarlo, y así lo hicimos, eso sí, casi todos con los pies empapados.


Nos quedaba ascender con las bicis por una ladera llena de robles y con mucha pendiente, pero tampoco esto nos frenó y terminamos saliendo al camino, a nuestro track.


Seguimos por él y llegamos a un cartelito que indicaba Los Pilones. Algunos tramos tuvimos que hacerlos con la bici en la mano pero no importó porque los teníamos a nuestros pies.
 


Disfrutamos de la vista y avanzamos hasta el puente que cruza el río. Y allí mismo nos encontramos con el resto de la "expedición", con los senderistas, que también llegaban en esos momentos. Ell@s habían hecho la ruta a pie desde el hotel.


El regreso lo hicimos por el lugar equivocado. En vez de hacerlo por la opción cómoda aunque más fea, nos fiamos de un chico y lo hicimos por donde lo hacen los senderistas. Pero el terreno es ciclable en muy pocos tramos, por los escalones y por la gente, así que de esos dos kilómetros y medio posiblemente dos los hiciéramos con la bici de la mano.


Al llegar abajo tomamos una caña y como sólo habíamos logrado hacer 17 km decidimos ir hasta Jerte por un camino. Llegamos al pueblo y volvimos y de este modo llegamos a los 22. No es mucho, pero eso sí, fueron muy, pero que muy bonitos.

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De nuevo en el hotel nos duchamos y comimos allí mismo. Tras la comida la última marcha. En esta ocasión tuvimos que desplazarnos hasta Navaconcejo. Desde allí parte la ruta denominada la Garganta la Nogaleda. Nada más empezar las rampas, muchas de ellas con escalones, eran casi imposibles. Pero enseguida tuvimos premio porque nos encontramos con una caída de agua enorme.


La ascensión continúa y a medida que se va subiendo el caminante se va encontrando con otros tramos de la misma cascada, quizás no tan enormes como la primera pero también dignas de admiración.


Continuamos subiendo y agua, más agua, cayendo con su estruendo imparable. Finalmente llegamos a una carretera. Desde allí partía un último tramo, pero no lo hicimos porque se estaba haciendo tarde y había que volver.

Iniciamos allí mismo el descenso, prácticamente todo por caminos, la mayoría encementados, y dando demasiados rodeos, pero no había más alternativas...


Al llegar de nuevo a Navaconcejo tomamos un refresco en una terraza, nos subimos al coche y para casa.

Realmente fue un gran acierto haber cambiado el destino y poder haber disfrutado tanto de la naturaleza y de la buena compañía.

 
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